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6

Era impresionante y sorprendente como una empresa pequeña, que hacía poco tiempo se había establecido en el mercado, pudo ganar a un grupo de compañías establecida hace años. Álvaro debió haber elegido a Créditos Herrera porque vio que tenía potencial y crecimiento. En vista de lo que sucedió en el aparcamiento la última vez, decidí remover a Créditos AC de la lista. Llame a Estela y la llamada se conectó en cuestión de segundos.

- ¡Señorita Arias!

-Puedes informar a todos que Créditos Herrera va a conducir la auditoria del Corporativo Ayala. -Estela estaba algo sorprendida con mi decisión y con un poco de duda, comento:

-Señorita Arias, si se lo da a Créditos Herrera, me temo que AC pueda causarnos problemas. -Claro que estaba consciente de ello. El hombre en el aparcamiento que me secuestró ese día ciertamente me mostro un gran espectáculo y su última petición fue organizar una licitación pública. Quería hacerme elegir el ganador de la auditoria al final del día, pero como no indico explicándome quien ganaría por eso organice la licitación pública. A pesar de eso, nunca pretendí entregarle la auditoria al ganador porque yo planeé todo. No podía dejar que nada le pasara al Corporativo Ayala mientras yo estuviera a cargo. No lo hacía por Álvaro, sino como una compensación para Richard, quien me cuido muchos años.

- ¡Sigue mis instrucciones! Ya se me ocurrirá una explicación para Créditos AC. -Al colgar, me senté en silencio un rato. Me arme de valor y marque a un número al que nunca había llamado. Después de sonar varias veces, una voz barítona contesto.

- ¡Han pasado cinco años! -el hombre exclamo y pude escuchar el eco en el fondo. -Pensé que nunca me ibas a llamar. -Me contuve y fui directa al punto.

-Quiero una lista de todas las auditorias fallidas conducidas por Créditos AC, así como novedades de su posición financiera.

-Lu, hace mucho que no hablamos. -parecía muy silencioso al otro lado de la línea cuando él hablaba y no pude evitar sentir un escalofrío.

- ¡Jonathan! -grite. Jonathan resoplo, malhumorado.

-Lu, no deberías llamarme así. -Aunque no estábamos hablando en persona, podía sentir una atmosfera tensa alrededor de mí. Este sentimiento frio y hostil era diferente a la frialdad que Álvaro emitía. Era mucho más intenso y brutal.

-Jonathan. -Trate de responder con calma.

- ¡Se buena! -exclamo y termine la llamada de manera abrupta. Me caí al suelo con el miedo temblando hasta los huesos y me tomo un tiempo recuperarme. Al levantarme, mi cuerpo se sintió débil al entrar en la habitación. Me subí a la cama tapándome con la manta, pero el temor por la llamada de hace un momento me seguía acechando. No debí llamarlo. Para cuando Álvaro volvió a casa, ya había recobrado la cordura. Al verme, no podía decir si estaba sorprendido o no.

- ¿Has comido? -había fatiga en su voz. Muchas cosas estaban pasando en el corporativo estos días y había ido a varios viajes de negocios. pensándolo bien, acababa de volver de uno y parecía cansado. Sacudí la cabeza y me di cuenta de que el cielo estaba oscuro. En ese momento, recordé a Mayra. Sali de la cama y le dije, ofreciendo:

-Te hare la cena. -De pronto, me dio un abrazo por detrás de la nada y puso su barbilla en mi hombro. Tal vez estaba muy ocupado para afeitarse, su barba me picaba la oreja y lloriqueo:

-Déjame descansar aquí un momento. -Me llevo hacia la cama y al acostarnos, me envolvió con sus extremidades para que no me moviera. Podía escuchar su aliento en mi oído el cual era cálido y cosquilloso. Abrí la boca para hablar, pero no pude decir nada. Miré hacia el techo y decidí no comentar nada sobre la situación de Mayra. Podría hacerlo explotar si se lo mencionaba y lo mejor sería hablarlo por la mañana. Como estuve estresada todo el día y me quedaba dormida muy fácilmente desde mi embarazo, al abrazo de Álvaro me consoló. Antes de saberlo, me sentí fatigada y empecé a bostezar con los ojos pesados. Pero de pronto me desperté y observé al hombre que tenía ante mi tramando algo.

-Álvaro, si quieres dormir entonces hazlo. ¿Qué intentas hacer?

-Bueno ¡Es una reacción natural! Solo ignóralo. -me susurro con la voz baja y ronca. Cualquiera podía darse cuenta de que estaba adormilado. Si embargo, no pude volver a dormir e intenté moverme un poco. Por desgracia, las palmas de sus manos me detuvieron y me acerco a él.

- ¡Álvaro! -Ya empezaba a enfadarme. ¿No se puede dormir de forma apropiada?

-Si lo ignoras todo ira bien -gimió y no pude evitar apretar mi mano. Yo estaba sin palabras y la ira empezó a hervir dentro de mí.

- ¡Maldito! -Solo pude decir esas palabras, desconcertada acerca de cómo debería reprenderlo. Los minutos pasaron, pero no pude dormir. Me empecé a preocupar porque no sabía cómo comentarle la situación de Mayra. Todo sería más fácil si el hiciera algo al respecto. A fin de cuentas, el dinero hace girar el mundo.

Tal vez por mi consciencia culpable, me quede paralizada. Al sentirme así, Álvaro se volvió más cauteloso. Después de escuchar esa grabación con Rebeca, empecé a resistirme ante él. Me miro, pero… Después de un buen rato, salió de la cama y se puso su pijama. Se fue al balcón a fumar. Mientras seguía acostada, tuve un presentimiento misterioso deslizándose en mi corazón. Seguí su ejemplo y me acerqué a él. Lo abrace y presione mi cuerpo contra su espalda.

-Vayamos al baño y volvamos a intentarlo. -Pude sentir como se puso tenso y apago su cigarrillo. Se dio la vuelta y con algo de hostilidad en su voz, pregunto:

- ¿Cuándo comenzó? -me quede sorprendida. ¿Se refería a como lo rechace? Agache la cabeza y rechine los dientes, diciendo:

-Tal vez después del aborto… -Su relación con Rebeca siempre será un cuchillo clavado en mi corazón. Incluso conforme pasaba el tiempo, las heridas iban empeorando. Al observarme, me paso de largo, empujándome y comento:

-Esperare en el estudio. -Tome sus brazos de manera instintiva y pregunte:

- ¿Compraste el bar de Mayra para dárselo a Rebeca? Han detenido a Mayra. ¿Me puedes ayudar? -Sabía que se pondría furioso por preguntárselo porque al fin de cuentas, no le di la satisfacción que quería, pero no podía seguir retrasando la pregunta. Agacho su cabeza y se emparejo con la mía. Entre cerro los ojos y se rio con frialdad.

- ¿Has venido para eso?

Sacudí mi cabeza con firmeza, asustada por la mirada en sus ojos y lo negué.

-No, yo…

-Querías convencerme con tu cuerpo. ¿Por eso me habías permitido hacer lo que quería? -Se rio y se burló de mí. -Samara, ¿no entiendes que no me atraes? -Sacudí mi cabeza. A pesar de eso, sus palabras me pusieron nerviosa; tenía razón. Lo miré y dije:

-Álvaro, tienes a Rebeca y muchos amigos, pero yo no tengo a nadie más que a Mayra. Por favor, te lo suplico.

- ¡Ja, ja! -resoplo. - ¿No tienes a nadie más que a Mayra? ¡Que sorpresa Samara! -era evidente que estaba enfadado. Sin embargo, no tenía otra solución para esto. Si tuviera otra salida, nunca le hubiera preguntado. Por desgracia, él era mi única manera de ayudar a Mayra. Tome su mano y mire hacia otro lado para evitar su mirada furiosa. Me mordí los labios y me disculpé con lágrimas en los ojos.

-Álvaro, solo puedo suplicarte. Lo siento. -la temperatura de la habitación bajo varios grados y con la poca ropa que llevaba puesta, me congele. Álvaro me vio desesperada y su enfado fue disminuyendo poco a poco. Después de una pausa, dio un suspiro. Me cogió del brazo con firmeza y ordeno:

-Ve al baño. -Me quedé asombrada, pero pronto entendí a lo que se refería. En ese instante, me cogió al estilo nupcial y se dirigió al baño. -Samara. -Me llamo con voz ronca. Lo mire con lágrimas en los ojos y agacho la cabeza para cubrir mis ojos.

-Álvaro, se mas gentil, por favor. -Me daba miedo que le pasara algo a mi bebe. De pronto, sentí un dolor punzante en mi barriga y asustada, balbuceé. -Detente, estoy… sangrando. -Se quedo congelado y agacho la cabeza para ver un charco de sangre en mis pies. Me contraje de dolor y tiré de sus brazos. Empecé a jadear sudando por la frente - ¡Llévame al hospital, rápido! -La sensación que tuve era un tipo de dolor diferente. El humor de Álvaro decayó de inmediato y su mirada se desplomo. Cogió una toalla que estaba a su lado y seco el agua que escurría de mi cuerpo antes de sacarme del baño. Al acostarme en la cama, busco su ropa y me vistió con ella. Después llamo a Gael. Tome la punta de su camisa y me queje por el dolor.

-No hay mucho tiempo. ¡Necesito que me lleves al hospital, Álvaro!

- ¡Que mierda! -Esta era la primera vez que lo escuchaba decir estas cosas. Me llevo hasta el coche de inmediato. Su mirada se puso seria y sus labios estaban presionados en una línea delgada. No podía saber lo que estaba sintiendo. Durante el camino, condujo a toda velocidad e ignoro el semáforo en rojo. Cuando por fin llegamos al hospital, una enfermera nos dio la bienvenida con una silla de ruedas.

- ¿Qué pasa? -pregunto alguien entre la multitud, ansioso. Álvaro me miro con ojos fríos y ordeno:

- ¿Se lo dices tu o se lo digo yo? -Mi corazón empezó a latir fuertemente y empecé a sudar. A pesar de eso, el dolor en mi abdomen me dejo sin opción. Agarre a la enfermera y exclame:

-Tengo un embarazo de dos meses y hay señales de que este teniendo un aborto espontaneo! ¡Asegúrate de que me pueda quedar con él bebe, por favor! -la enfermera asintió comprendiendo la situación y me consoló.

-No se preocupe. La llevaremos a quirófano. -En medio del caos, fui perdiendo la consciencia gradualmente y sentí una sensación de arrepentimiento por no haber sido cuidadosa. Al principio, pensé que estaría bien porque había visitado el hospital varias veces y siempre estaba bien.

Din embargo, cuando desperté ya era de noche; al momento en que termine de abrir los ojos el rostro del hombre llamo mi atención, tenía grandes ojeras bajo sus ojos y un poco de barba. ¿Estuvo aquí todo el rato? Mire a mi alrededor y me encontré con una habitación con paredes blancas, lo que me decía que estaba en el hospital; por instinto, estire mi mano y la pose sobre mi vientre, para mi fortuna todavía tenía un bulto en mi barriga y ya no dolía.

-Te despertaste -dijo el hombre con voz ronca.

Me sorprendí por un momento, pues cuando me giré a la dirección de Álvaro, me di cuenta de que también se había despertado, después se levantó de la silla y me sirvió un vaso de agua. Era difícil saber que pasaba por su mente, así que con mucho cuidado pregunte:

- ¿Sigo embarazada?

Sus ojos oscuros parecían atravesarme el alma, se notaba frio y daba miedo: mi corazón latía a mil por hora mientras esperaba su respuesta. Después de un rato rompió el silencio al preguntar:

- ¿Por cuánto tiempo pensabas seguir ocultándomelo?

Sin embargo, yo no tenía una respuesta para lo que quería saber, además, dada la situación no quería discutir con él, solo contuve mis lágrimas y tartamudeé al decir:

- Rebeca te obligo a hacerme abortar al amenazar con quitarse la vida, no pude soportarlo así que… -Pude darme cuenta de cómo su expresión se tornaba aún peor, pero de todos modos continue -yo no quería mentirte, pero si no quieres tener nada que ver con él bebe podemos divorciarnos, una vez que lo hayamos solicitado cada uno ira por su lado y no permitiré que el niño afecte a tu futuro con ella, no te preocupes.

- ¡Samara! -estaba enfadado, en su mirada se podía notar la ira, - ¿crees que soy tan patético que no merezco ser el padre de nuestro hijo?

Sus palabras me tomaron por sorpresa, solo pude decir:

-No es por eso, solo me preocupaba que no quisieras formar parte de la vida del bebe por tu relación con Rebeca.

- ¿Y por eso decidiste tomar decisiones tu sola? -dijo, estaba segura de que si no fuera por el hecho de que estaba hospitalizada ya me habría hecho pedazos, -Samara, escúchame bien, ese también es mi hijo y será mejor que lo críes como se debe.

Era la primera vez que escuchaba a Álvaro feliz y enfadado al mismo tiempo y a juzgar por su reacción, pude entender que todavía estaba embarazada, así que solo permanecí en silencio. Poco después, un médico entro en la habitación y me explico la situación, después miro a Álvaro y lo aconsejo:

-Los primeros tres meses del embarazo son un periodo crucial para él bebe, así que debe controlarse.

Me mordí los labios y pude sentir como Álvaro asentía lleno de incomodidad. Ahora bien. Para mi buena suerte el feto estaba bien y la hemorragia se había detenido, al parecer todo había sido ocasionado por el estrés al que me había sometido recientemente; el medico nos dio unos cuantos consejos más y después se retiró. Yo sabía que Álvaro aún estaba enfadado y que ya no quería seguir en el hospital, así que le dije:

-Álvaro, ¿y si nos vamos a casa? -Entonces el me miro con una expresión fría y explique: -ayer no cene y tengo hambre, él bebe también necesita comer. -Al mismo tiempo que dije eso, señale a mi barriga y lo mire con lastima. En un principio creía que me ignoraría, pero en su lugar se levantó y dijo:

- ¿Qué quieres comer? Iré a comprarlo.

Sonreí sorprendida, me apoyé un poco en la camilla mientras contestaba:

-Quiero cerdo, pescado a la plancha y esos fideos que haces -en realidad, quería utilizar eso como pretexto para irnos a casa.

Álvaro me miro y acepto de mala gana.

-Iré a preparar el papeleo del alta -dijo, luego agrego en tono serio: -mientras tanto, deberías descansar.

Una vez que salió de la habitación, me di cuenta de que no me quedaba mucho liquido en la intravenosa, así que llame a una enfermera, quien entro y me la quito.

- ¿Todavía debe ponerme algo más? -dije al pensar que moría por irme a casa.

-Ya no señora, solo debe acostarse y descansar.

Su respuesta me tomo por sorpresa.

-Señora, su marido es muy bueno con usted, cuando la metieron en el quirófano parecía muy preocupado y no se movió de la sala de espera, parecía un niño indefenso en cuerpo de adulto.

Me quede perpleja mientras escuchaba. ¿estaría preocupado por mi o por nuestro bebe?

- ¿En qué estás pensando? – de repente, escuche una voz cerca de mi oído, levante la mirada y me di cuenta de que la enfermera ya no estaba, solo Álvaro, quien tenía una pila de papeles en una mano y una bolsa con medicamentos en la otra.

- ¿Qué es eso? -baje la mirada y mire la bolsa con la medicina. Álvaro en lugar de responder, me dio la mano para ayudarme a ponerme en pie, me cogió en brazos y me saco del hospital; al salir, rápidamente intente bajarme, -Álvaro, puedo hacerlo sola. -Era tan incomodo

-Si tienes que ir a casa, entonces deveras escucharme y dejar de moverte.

Y así fue como Sali del hospital, me sentía tan avergonzada; una vez que me subió al coche tomo el asiento del conductor, me miro y se me acerco. Me sorprendí porque pensé que me besaría, así que por instinto me aleje un poco y dije:

-Álvaro, hay gente mirando…

Sin embargo, no paso lo que estaba imaginando, se estiro para alcanzar el cinturón de seguridad y me ato, luego me sonrió.

- ¿Qué estabas imaginando?

Malinterprete la situación. Jamás pensé que su intención fuera ponerme el cinturón, así que solo forcé una sonrisa y giré mi cabeza para mirar hacia la ventana. De pronto, sentí algo cálido entre las yemas de mis dedos, de inmediato bajé la mirada y me encontré con la mano de Álvaro sujetando la mía, mientras que con la otra conducía. Al sentir que lo miraba tomo mi mano y la llevo hasta sus labios y la beso.

-Además del cerdo, el pescado a la plancha y los fideos, ¿hay algo más que te gustaría comer? -pregunto.

En ese instante mi corazón empezó a latir como nunca, pues era raro poder compartir momentos tan tiernos y tranquilos a su lado. Mi cara empezó a pintarse de rojo y no podía dejar de pensar en la sensación que había dejado en mi mano después de besarla; poco a poco la retiré y dije:

-Lo que sea, está bien -le verdad es que, podría comer casi cualquier cosa en ese momento. De pronto, su risa pudo escucharse en todo el coche, era como si ese día en especial estuviera de buen humor. Cuando llegamos a casa, Álvaro me abrió la puerta y me ayudo a salir del coche antes de que yo misma pudiera hacerlo. - ¡Puedo caminar! -exclame, no era tan delicada como para que no pudiera entrar o salir del coche yo misma.

- ¡Ven aquí! -dijo de manera dominante al tiempo que me cogía y me llevaba hasta casa. Me sentó en el sofá y luego saco la bolsa con la medicación que había traído del hospital; miro los frascos con detenimiento. Cogió unas cuantas pastillas y me dijo -debes tomarlas.

A lo que fruncí en señal de negación. En respuesta a mi reacción, se fue a la cocina y segundos después, volvió con un caramelo.

-Después de tomarte tus pastillas comes esto para que no sea tan amargo.

Se nota como los hombres pueden llegar a ser algo estúpidos, esas pastillas ni siquiera son tan amargas, ¿Por qué las tomaría con un caramelo? Con las pastillas en la mano, las lleve directamente a mi boca y después bebi un gran sorbo de agua y volví a mi habitación; me preocupaba que, si me quedara más tiempo a solas con Álvaro, me volvería más apegada a él. En un principio no paraba de dar vueltas en la cama hasta que, sin darme cuenta, me quede dormida; no suelo tener el sueño muy pesado, pero no me di cuenta de cuando Álvaro se acostó a mi lado.

Al día siguiente me desperté pasado el mediodía y lo primero que vi al abrir los ojos, fue la cara de Álvaro, que debo admitir, tiene una piel radiante… estaba tan cerca suyo que podía verle los poros. Sus rasgos faciales eran afilados y atractivos, su cara desprendía confianza; dentro de mi propia admiración no pude evitarlo y acerqué mi mano para acariciar la poca barba que tenía. Era muy probable que la noche anterior se hubiese desvelado, sumando al hecho de que en días pasados había estado en viajes de negocios así que por eso estaba sumido en un sueño profundo, el cual aproveché y jugué con él durante un rato, hasta que mi estomago empezó a rugir por el hambre. Como el seguía dormido, decidí levantarme para buscar algo de comida; como pude, empecé a moverme para soltarme de su agarre cuando de pronto, ejerció fuerza con su pierna y me atrajo hacia el nuevamente, lo que evito que pudiera salir de la cama.

- ¡Álvaro! -exclame.

Poco a poco abrió los ojos confundidos y con una mirada llena de sueño, me contesto:

- ¿Te has despertado? -asentí e intente salir de la manta, pero el extendió los brazos y me atrajo nuevamente hacia él, me miro con una leve sonrisa y yo sentía perderme en su mirada. -No te muevas. -dijo.

Yo… a pesar de que muchas veces parecía actuar indiferente, esta vez no podía.

- ¡Tengo hambre! -dije sonrojada. A lo que él respondió con un leve rugido y me volvió a acercar a su cuerpo. - ¡Álvaro, eres un pervertido! -exclame. Y una vez más lo estaba haciendo, cada vez que soportaba estas situaciones comenzaba a creer que yo era una especie de masoquista; cuando termino me dirigí al baño y me cepillé los dientes varias veces porque todavía podía sentir su olor en mi aliento. Segundos más tarde el entro y me abrazo por detrás con una sonrisa diabólica en la cara. Solo lo ignoré y volví a poner pasta de dientes en mi cepillo… parecía estar emocionado, levanto una de sus cejas y dijo:

-Te vas a acostumbrar después de que lo hagas unas cuantas veces.

Me sentí molesta por su comentario, pero no me quedo más que lanzarle una mirada fulminante, después termine de cepillarme los dientes y Sali del baño. Ya en la habitación me senté frente al tocador y no pude evitar sentirme algo afectada al ver que había engordado un poco debido al embarazo, sin embargo, trate de no prestar atención y me aplique un poco de crema en la cara, luego fui directamente al armario para buscar un atuendo decente para ponerme. Al tiempo, Álvaro salió del baño y miro la ropa que me había puesto; frunció el ceño y rápidamente ordeno:

- ¡Ponte otra cosa!

- ¿Por qué? No hay nada de malo en la ropa que me he puesto. -Pronto llegaría el invierno en Ciudad J así que ya no era necesario usar manga larga. De repente, Álvaro fue en dirección a mi armario, de donde saco una chaqueta rosa palo y me la entrego.

-Ponte eso.

Quise contestarle, pero me miro con cara seria, así que no me quedo más remedio que obedecer y me la puse en silencio. Minutos más tarde íbamos bajando a la primera planta cuando de pronto, escuche un ruido en la cocina, por un momento me asuste y pensé que era un ladrón, pero me di cuenta de que Álvaro estaba muy tranquilo; todavía en los escalones mire hacia abajo y comprendí que se trataba de la señora Hernández, quien, al vernos, dejo de hacer todo lo que estaba haciendo y dijo:

- ¡Señor y señora Ayala, al fin se despertaron! El desayuno está listo, deberían comer mientras está caliente.

Con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja, la señora Hernández había terminado de limpiar toda la casa; no pude evitar mirar a Álvaro en espera de alguna indicación, no obstante, no dijo nada y solo se sentó a comer.

-Álvaro, ¿Le pediste a la señora Hernández que viniera?

Antes de contestar termino de masticar y tragar su comida.

-Si, será mejor que se quede contigo para cuidarte.

Sabía que tenía razón, pero yo seguía preocupada por Mayra; después de comer un poco pregunte:

-Álvaro, Mayra sigue en comisaria, ¿Podrías…?

-Acaba tu comida. -dijo antes de que pudiera terminar la frase.

¿Pero qué demonios? Últimamente los mareos que sentía por la mañana habían empeorado y era más lo que salía de mi boca que lo que entraba; después de comer un poco perdí el apetito. Deje el tenedor y estaba a punto de ir al salón y esperar a que terminara de comer para poder hablar con el sobre Mayra cuando de repente, Álvaro dio un fuerte golpe en la mesa y grito:

- ¡Te dije que terminaras de comer!

- ¡Pero no puedo! -conteste con el ceño fruncido. Mi estomago no podía aceptar más comida, además, ya había comido un plato entero. El también frunció el ceño y me dijo:

-Termina de comer lo huevos, hablaremos después.

Con lo que dijo, me daba a entender que, si habría posibilidad de tocar el tema, así que dicho eso, me senté otra vez en la mesa. Pero, poco después me di cuenta de lo tonta que había sido, no había terminado de comer el huevo cuando Álvaro me acerco una rebanada de pastel y un vaso de leche.

-Come esto también. -dijo.

Sin embargo, no pude aguantar más y exclamé:

- ¡Creo que no te has dado cuenta, pero no soy un cerdo!

Ignoro lo que le dije y agrego:

- ¡Solo come, es nutritivo!

Este hombre tenía la capacidad de alterarme los nervios.

- ¡Estoy a punto de reventar! ¡No puedo meter más comida en mi boca! -conteste. A pesar de mi respuesta él se veía despreocupado e inmóvil, como si el futuro del mundo dependiera de que me terminara la comida. Para ese punto ya me estaba doliendo bastante la cabeza así que empecé a auto masajearme las sienes mientras intentaba convencerlo.

- En serio, entiende que estoy llena… si meto más comida acabare vomitando y eso es peor…

-Come, nos preocuparemos cuando eso suceda.

-Hijo de… ¡Por que estas siendo tan maldito! -exclame al tiempo que lo miraba e introducía un pedazo del pastel en mi boca y lo acompañaba con la leche. Al darse cuenta de que lo estaba obedeciendo levanto una ceja con orgullo.

-Creí que desde el principio ya sabias como era.

¿en serio? Incluso si así fuera debo olvidarlo, porque lo necesito para resolver algo más importante.

-Como te estaba diciendo, Mayra lleva más de un día

en comisaria, ¿podrías…?

- ¿Estas preocupada por ella?

- ¡Es obvio! -a pesar de todo, parecía que Álvaro no estaba para nada preocupado, en ese momento se encontraba sentado en el sofá, daba la impresión de que estaba disfrutando de unas vacaciones. El calor que había sentido esta mañana, ahora se había evaporado y convertido en humo que salía de mis orejas por la rabia; miré el reloj y me di cuenta de que ya era la una de la tarde y Álvaro no parecía ir ni a la oficina ni a comisaria. A este paso, tal vez sería mejor que yo misma lo solucionara.

Subí los escalones para ir en busca de mi bolso e ir al bar de Mayra cuando me detuvo a mitad de camino y con indiferencia pregunto:

- ¿A dónde vas?

- ¡A comisaria! -Si tengo que ser honesta, podía sentir que no tenía la más mínima intención de ayudarme. Se quedo parada unos cuantos segundos cuando de repente se subió al asiento del conductor de mi coche y dijo:

-Sube

Entonces entre y me senté en el asiento del copiloto sin tener ninguna idea de lo que pretendía hacer, después de un rato me di cuenta de que no conducía hacia la comisaria sino a la oficina.

-Álvaro tu…

-Yo me encargare de la situación de Mayra, ¿está bien? Pero tú te quedaras en la empresa y no me causaras problemas, ¿entiendes?

Sus palabras no me sonaban convincentes, además, ¿Por qué me hablaba como si fuera una niña? Sin embargo, no tenía otra opción más que obedecer porque, después de todo, él era quien estaba al volante; solo respiré hondo y no dije ni una sola palabra. Una vez que llegamos al Corporativo Ayala me dejo en el vestíbulo y se fue. Iba entrando en las oficinas cuando me encontré al imbécil de Joel, como no estaba de humor traté de ignorar su presencia.

-Ya es mediodía, ¿acaso fuiste a una reunión?

-Señor Quintana, ¿ahora trabaja en el departamento de recursos humanos? Si no es así, ¿Por qué no mejor se preocupa por sus propios asuntos? -dije mientras lo miraba con molestia y presionaba el botón del ascensor. Joel también parecía no tener un buen día, así que contesto:

-La realidad es que escuché que tu mejor amiga estaba encerrada y aquí estas tú, en la oficina como si nada pasara… jamás creí que fueras tan fría.

Después de haber recibido órdenes de Álvaro toda la mañana me sentía muy incómoda, totalmente harta y ahora Joel había sido la gota que colmó el vaso.

- ¿Has sido el perro faldero de Rebeca tanto tiempo que ya no sabes hablar con una persona? Tu lealtad hacia ella es envidiable, pero me pregunto si se debe a que juega contigo siempre o porque aprendes trucos de la persona más engreída de la oficina… -Mientras seguía hablando, algo más llego a mi mente -Ah, y hay otra cosa que deberías saber, aunque el bar esta registrado bajo el nombre de Rebeca las acciones todavía pertenecen a Álvaro y si quiero, puedo contratar a un abogado para recuperar todo. Dado que soy la esposa legal de Álvaro dudo mucho que haya algún problema.

- ¡Crees que eres mejor que yo! -No estaba listo para mi contraataque y parecía que se había bebido algo amargo; no dejaba de pensar en que otros insultos podía utilizar contra mí. En ese momento la puerta del ascensor se abrió y lo mire con unos ojos fulminantes.

-De verdad espero que dejes de ser un lameculos de segunda y te conviertas en un trabajador de primera; hasta luego.

El imaginar que a Joel le salía humo por las orejas hizo que me olvidara por completo todo lo que me hizo pasar Álvaro por la mañana. Cuando entre a mi escritorio ya había alguien esperándome. Estela vino hacia mí y rápidamente dijo:

-Señorita Arias, el señor Herrera de Créditos Herrera la está esperando dentro de su despacho.

Asentí y después le ordené que me trajera un vaso de leche caliente. Al entrar en mi despacho me encontré a Nicolas sentado cómodamente en mi silla, incluso tenía las piernas levantadas y los ojos cerrados, como si estuviera descansando. Se dio cuenta de que había llegado, pero ni siquiera se molestó en abrir los ojos.

-Señorita Arias, ¿viene a trabajar cuando le da la gana?

Ignore su sarcasmo y deje mi bolso de lado para poder sentarme en el sofá, segundos después entro Estela con mi vaso de leche y pregunto:

- ¿Desea que le traiga todos los informes de la auditoria?

Negue con la cabeza y tomé un sorbo de la leche; al final, dije a Nicolas:

-Imagino que recibiste el mensaje así que, dado a que estas aquí, ¿deberíamos firmar el contrato?

En ese instante por fin se dignó a abrir los ojos y me miro con duda.

- ¿Eso significa que decidieron trabar con nosotros?

Fruncí un poco el ceño y tome un respiro hondo para tratar de aliviar el dolor que sentía en mi espalda; unos segundos después me gire hacia Estela y le pedí que me trajera un contrato. Cuando Nicolas lo tuvo en sus manos apenas lo miro, solo hojeo un poco sin tanta seriedad y lo firmo. Dentro de la empresa, yo solo era la responsable por la firma de contratos, lo que significaba que el siguiente paso dependía totalmente de que Créditos Herrera se pusiera en contacto con nuestro departamento de finanzas, lo que ya estaba fuera de mi alcance; a pesar de ello, Nicolas no parecía tener muchas ganas de irse, así que sin perder la amabilidad pregunte:

-Señor Herrera, ¿hay algo más en lo que pueda ayudarle?

Al escucharme hablar se puso en pie y se sentó a mi lado.

-Vayamos a comer juntos.

En verdad tenía muy poca paciencia para soportar a ese mocoso, de inmediato me gire hacia Estela.

-Ve al piso de abajo y trae algo de comida para el señor Herrera, se la llevara consigo.

Estela se sorprendió, pero acato mi indicación y se fue en busca del almuerzo. Pude sentir como crecía la decepción dentro de Nicolas al tiempo que decía:

-Oye, Samara, lo que dije fue una petición con honestidad y porque de verdad quería hacerlo, ¿Por qué me rechazas así? -pregunto. Me sentía incomoda y lo mire con frialdad.

-Señor Herrera, estamos en el trabajo y mi asunto con usted se ha terminado, con respecto a las relaciones personales le recuerdo que soy una mujer casada, así que me gustaría que mantuviera distancia conmigo. -Dicho eso, volví a mi escritorio mientras me daba un leve masaje en las sienes y busqué el archivo de Hitech; el solo pensar en todo el trabajo que tenía pendiente hacía que mi dolor de cabeza aumentara.

No puedo entender cómo piensan los jóvenes de hoy en día, ¿acaso no captan las indirectas sociales? Pensé que ya había dejado muy claro que no quería tener nada que ver con Nicolas, no obstante, seguía dentro de mi despacho. Pero, en fin, el mismo podía atenderse y me puse a trabajar; justo en ese instante Estela volvió y dijo:

-Señor Herrera aquí tiene su comida.

Sin embargo, a Nicolas no le hizo mucha gracia y contesto con sarcasmo:

- ¡Pues muchas gracias!

Estela le regalo una pequeña sonrisa y luego se giró hacia mí.

-Señorita Arias, el señor Larios de Créditos AC ha venido en diversas ocasiones a buscarla… ¿le gustaría verlo?

Abrí mi email para ver si había algo nuevo, pero estaba vacío, después contesté a Estela:

-De momento no.

Sabía que la situación en cualquier momento me atraparía; nos saltamos al ganador de la oferta y aceptamos trabajar con Créditos Herrera, lo que Créditos AC no tomaría a la ligera. Esto estaba lejos de tener un fin.

-Si te interesa mi opinión, creo que sería bueno que fueras a verlo, puede que te lleves una sorpresa -interrumpió Nicolas mientras comía -ah, lo olvidaba, Créditos Herrera solo se hará responsable de la auditoria del Corporativo Ayala.

Fruncí las cejas en confusión y pregunté:

- ¿A qué te refieres?

Nicolas puso el tenedor a bajo y dijo:

-Lo que has escuchado, pero corrígeme si estoy equivocado: por lo que se, el año pasado el Corporativo Ayala empezó a cotizar en la bolsa y colaboro con el Corporativo Quintana, por lo que puedo suponer que sus finanzas también están bajo su supervisión.

- ¿Estás diciendo que trabajaras con nosotros, pero no con el Corporativo Quintana?

-Así es, los reportes financieros del Corporativo Ayala son bastantes y muy complicados por sí mismos, si incluimos los otros no tendremos oportunidad de ponernos al corriente con los estados financieros del siguiente trimestre.

Tras escuchar su respuesta empecé a hiperventilar.

- ¡Es una decisión tan tonta! Ambas empresas se han fusionado y ahora trabajan juntas bajo el nombre del Corporativo Ayala, así que su empresa se hará cargo de la empresa principal, también debe hacerse responsable por la otra.

Nicolas sonrió y contesto:

-Yo no lo veo así.

-Estela, por favor lleva al señor Herrara fuera de mi oficina -dije, pues no estaba segura de evitar golpear su cara si se quedaba más tiempo. Por el momento necesitaba hablar con Álvaro de inmediato sobre esta situación, porque si no se desataría el caos. Nicolas estaba a punto de marcharse, cuando de repente se detuvo y dijo:

-Te recuerdo que hace poco hemos firmado un contrato que nos vincula legalmente, así que no me hagas la vida imposible.

- ¡Vete! -exclame mientras todo mi cuerpo temblaba por la ira.

- ¡Ja, ja, ja! Cuídese mucho, señorita Arias. -Seguía riendo después de salir de mi despacho. Mi cabeza empezaba a doler otra vez, estaba a punto de perder la cordura.

- ¿Y si decidimos que Créditos AC se encargue de todo el trabajo? El señor Herrera no me parece muy confiable -dijo Estela en sugerencia.

Hice una pausa breve sumida en mis pensamientos y luego dije a Estela:

-Debo hablar con Álvaro de esto.

Aunando en el problema de Mayra, ahora tenía otra cosa por la cual preocuparme y sentía como si mi cabeza estuviera a punto de explotar; y hablando de ello, Álvaro todavía no me había confirmado si podía ayudarla o no, pero ya no podía quedarme sentada y esperar. Recogí mis pertenencias y le di una indicación a Estela:

-Estate al pendiente de Nicolas, por lo pronto yo hablare con Álvaro sobre la situación. También hazme saber si habrá la necesidad de recurrir a una fuente externa para hacer una inspección y repórtalo para mí, por favor.

- ¿Está segura de que se encuentra bien?

Le conteste y asegure de que estaba bien y me fui, pero como Álvaro se llevó mi coche tuve que ir en taxi a la comisaria. Al llegar me enteré de que no había avances en el caso de Mayra y que tendría que quedarse encerrada otros quince días para continuar con la investigación. Una vez ahí, me las arregle para poder hablar con la policía, sin embargo, solo me dijo lo que ya sabía. Justo como dijo Gael, la noche del incidente las cámaras de seguridad no funcionaban por lo que, en otras palabras, no había evidencias; así que no podía ver a Mayra hasta que la investigación llegara a su fin.

Me sentía abrumada y me dirigí al bar, pero me encontré que este estaba acordonado y no permitían la entrada a nadie. En momentos como ese me daba cuenta del sistema deficiente que gobernaba nuestra ciudad; toda la situación por si sola ya era complicada, pero estaba interconectada, lo que volvía imposible encontrar cualquier tipo de prueba. Por otro lado, tenía la esperanza de que Álvaro estuviera en uno de estos lugares, pero creo que me equivoque con el otra vez. Mientras estaba en el bar, me empezaron a llamar por el teléfono. Se escuchaba mucho ruido de fondo, pero su voz era clara.

- ¿Dónde estás?

-En la empresa -conteste, pues no me atrevía a decirle donde estaba de verdad. Pero de inmediato me arrepentí de mentirle cuando escuché su voz distante y fría.

- ¿Desde cuándo tu despacho esta en este basurero?

Sorprendida, levante la mirada para encontrarme con mi propio coche a tan solo dos metros de mí y ahí también estaba el, con sus ojos color negro tan difíciles de leer mirando directamente hacia mí. Con eso en mente camine hacia el coche y me subí al asiento del copiloto, después me recosté y deje escapar el aire.

- ¿Qué haces aquí?

-Eso debería preguntarlo yo

Ignore su respuesta, cerré los ojos y me masajee las sienes.

-Nicolas de Créditos Herrera dijo que solo se harán cargo de las auditorias del Corporativo Ayala, no quieren tener nada que ver con el Corporativo Quintana.

-Deja que créditos AC se encargue de ello – contesto de inmediato encendiendo el coche.

- ¿De las dos empresas o solo del Corporativo Quintana? -dije confundida.

Después de pasar el semáforo me miro y dijo:

- ¿Planeas romper un contrato recién firmado?

En ese momento tanto mis hombros como mi espalda empezaron a doler otra vez, intentaba encontrar una posición cómoda en el asiento cuando me di cuenta de que no nos dirigíamos a casa.

- ¿Dónde vamos?

-A cenar.

Como Álvaro estaba frio y distante conmigo, mantuve mi boca cerrada, pero cuando aparco el coche en un centro comercial no pude evitar preguntar:

- ¿Vamos a cenar aquí?

Todavía sin responder a mis preguntas, Álvaro se bajó del coche y yo fui tras él, pues jamás me había gustado caminar a su lado, él era una figura imponente, fría y atractiva, el tipo de hombre que atrae miradas innecesarias; por obvias razones, la mayor parte de la atención que recibía venia de otras mujeres. Seguí caminando tras él y murmuré:

-Presumido. -De pronto Álvaro se detuvo y me hizo chocar con su espalda. - ¡Aí! ¿Por qué te has parado?

-No te quedes atrás al caminar -dijo, luego me llevo a una tienda de ropa y agrego: -Hoy vamos a una reunión importante, elige algo con clase.

Me detuve de inmediato al recordar que la moda no es lo mío. Al no poder ser capaz de escoger algo que fuera lo suficientemente bonito para él, llamo a una encargada de la tienda para que me ayudara. Después de un rato pudimos llegar a un acuerdo y elegí un vestido floral con una chaqueta beige; para ser honesta me sentía bastaste satisfecha con el conjunto que había elegido. Fue cuando llegamos al coche que me di cuenta de que solo me había llevado al centro comercial a comprar ropa.

- ¡Álvaro Ayala! -exclame mientras el encendía el coche.

- ¿Sí? -este hombre estaba serio al volante, pero aun así me dio una mirada rápida y luego miro el camino.

-Estoy muy enfadada contigo -dije, sin embargo, debo aceptar que no estaba segura de porque, solo sabía que de repente la rabia se me había acumulado; por un momento pensé que talvez estaba empezando a tenerme cariño y que por eso me había llevado de compras. El levanto las cejas y parecía confundido.

- ¿Por qué estas enfadada?

Me mantuve callada y trate de suprimir mi frustración, pero de repente, tomo mi mano entre las suya. En ese instante sentí como un tierno calor recorría mi cuerpo, entonces, también pude escuchar un tono de voz más amable y agradable salir de la boca de Álvaro:

-Que seas tan emocional es malo para él bebe.

Algunos momentos dulces podrían durar para siempre y era probable que, dentro de algunos años, estos fueran los únicos que tendría mi memoria. Minutos después nuestro coche se detuvo en frente de una lujosa mansión.

-Así que cuando dijiste que teníamos una reunión, ¿te referías a que íbamos a visitar a alguien?

En eso, Álvaro me hizo un gesto para que bajara del coche y entrego las llaves al aparcacoches, luego se inclinó hacia mí y dijo:

-Solo quede de vernos con unos amigos.

Camine detrás del hasta llegar a la entrada, donde una mujer de mediana edad ya nos estaba esperando con una gran sonrisa.

- ¡Álvaro, ha pasado mucho tiempo! -después la mujer me miro y dijo: - ¿Y ella debe ser la señora Ayala?

Álvaro asintió y estiro la mano para estrechar la de la mujer.

-Me alegra mucho verla, señora Ortega, pero me apena haberla hecho esperar.

Me pregunto en que estaba pensando Álvaro al traerme aquí. Después de intercambiar algunas palabras de amabilidad, la señora Ortega nos llevó al segundo piso donde se encontraba el comedor; al llegar, algunas personas ya estaban sentadas en sus respectivos asientos de la mesa, todos parecían ser hombres de mediana edad junto a sus esposas. Camila nos invitó a tomar asiento y después dispuso que trajeran la comida, luego se dirigió a los invitados:

-Muchas gracias a todos por estar aquí, hacía tiempo que no podíamos invitar a nadie a una reunión como esta, pero espero que todos puedan pasar un rato agradable y por favor, siéntanse en casa.

- ¡Ja, ja! Está bien Camila, pero creo que se te ha pasado presentarnos a esta joven pareja.

La voz provenía de un hombre que era un poco gordito. Aunque lo dijo con una sonrisa en la cara se le notaba la edad, entonces Camila rio.

- ¿Por qué tiene tanta prisa, señor Montoya? Él es el joven y exitoso Álvaro Ayala, de quien ya le había hablado y la señorita a su lado es su mujer.

Después de la ronda de presentaciones, me di cuenta de que no sería una cena ordinaria, dado que todas las personas presentes eran figuras importantes dentro de los negocios y la política. Mientras estábamos cenando, Camila hablo sobre algunas noticias locales e interesantes que había escuchado; desconocía si lo estaba comentando a propósito, pero empezó a hablar de drogas y que necesitaba un medicamento que contenía un pequeño porcentaje. Luego el señor Montoya agrego:

-Ahora que lo mencionas, ayer escuche sobre un caso relacionado, pero si lo busca con fines médicos, con unos cuantos gramos bastara.

Camila sacudió la cabeza de inmediato y agrego:

-Es que es ese el problema, justo el otro día hable de esto con Samara, gracias a Dios que es una chica tan buena y amable y pidió a una de sus amigas que la consiguiera para mí, desgraciadamente, su amiga está en la cárcel.

Me tomo por sorpresa cuando me di cuenta de que la señora Ortega estaba hablando de Mayra. Me gire hacia Álvaro en espera de que me diera algún indicio de lo que estaba pasando, pero el miraba al señor Montoya con indiferencia. El señor Montoya era un hombre inteligente y no llego al cargo que tiene por ser un hombre insensible, así que al instante se dio cuenta de que la señora Ortega le estaba hablando con indirectas y sus ojos empezaron a buscarme.

-No tenía idea de que Camila y usted estuvieran tan unidas, ¿podría decirme como se llama su amiga? Porque este malentendido es muy injusto con ella.

De inmediato me puse de pie y me acerqué a él, con la voz más dulce que pude hacer dije:

-Muchas gracias por su ayuda señor, su nombre es Mayra Murillo y tiene más o menos mi edad, estoy embarazada así que tendré que brindar con un zumo de naranja, de verdad se lo agradezco. El señor Montoya soltó una carcajada y dijo:

-Me gusta mucho tu forma de ser, niña.

El señor Montoya y Camila ya habían bebido demasiado y ahora estaban hablando del pasado; el hombre miro a Camila y dijo:

-Durante todos estos años has estado buscando a tu hija, ¿estas cerca de encontrarla?

La tristeza podía notarse en los rasgos de Camila.

-Han pasado más de veinte años y todavía no tenemos información relevante, ni siquiera estoy segura de que siga viva.

-No te rindas, estoy seguro de que pronto las cosas irán a mejor.

Después de escuchar brevemente la charla, mi estomago estaba revuelto, probablemente porque había comido mucho, así que deje mi asiento y fui al sanitario. De pronto, me di cuenta de que Álvaro venia detrás de mí.

- ¿Estas bien?

-Si, solo tengo nauseas. -Recientemente había empezado a sentir las náuseas matutinas, así que esto no era nada. Cuando tuve las suficientes fuerzas pregunté:

- ¿Sabes de que están hablando Camila y el señor Montoya? Yo pensaba que ella solo tenía un hijo.

Entonces me llevo fuera del baño y nos sentamos en unos pequeños asientos en el pasillo, después coloco su gran mano en mi barriga y dijo:

-Camila estuvo casada con otro hombre antes de casarse con el padre de Nicolas, ella y su exmarido tuvieron una hija, pero el abandono a la pequeña y desde entonces, Camila la ha estado buscando.

Álvaro no aparto su cálida mano de mi vientre mientras seguía hablando conmigo, jamás lo había visto comportarse de esta manera tan agradable. Con una sonrisa en la cara lo mire y pregunte:

- ¿Te gustan los bebes?

Hacía dos años que estábamos casados y yo antes era como una pared para él, simplemente me ignoraba, pero desde que supo que estaba embarazada cambio su actitud de manera positiva. Debo de aceptar que siempre había creído que solo existían dos tipos de amor entre un hombre y una mujer, ya fuera a primera vista o de ese que se va dando al pasar del tiempo y la convivencia, pero en mi relación con Álvaro ni una de estas opciones era el caso, parecía que el incentivo era él bebe. Ignoro mi pregunta y caminamos juntos de vuelta a la mesa; fue una velada larga y prolongada, cuando por fin salimos de allí ya era tarde y yo solo quería irme a la cama, así que cuando nos subimos al coche me quede dormida. Cuando llegamos a casa, Álvaro me bajo sin que me diera cuenta. Por la mañana desperté debido al timbre de mi teléfono, miré a mi alrededor y Álvaro ya no estaba ahí; cuando cogí mi teléfono me di cuenta de que era una llamada de Mayra.

- ¡Cariño, soy libre! -En la voz de Mayra podía escucharse su emoción, pero también parecía que estaba corriendo porque parecía jadear. Yo seguía sorprendida, así que pregunte:

- ¿Estás diciendo que terminaron de investigar tu caso y concluyeron que eres inocente?

-Si, el oficial a cargo dijo que la cantidad de droga encontrada en mi armario estaba dentro de los parámetros que se pueden usar de manera medicinal.

-Tienes que descansar, esta noche saldremos a celebrar.

- ¡Esta bien!

Después de colgar pude sentir que hasta mi estado de ánimo había mejorado. En ese momento, recordé que cuando era pequeña, una de mis profesoras solía decirnos que vivíamos en un mundo justo en el que todas nuestras acciones caían dentro del bien o el mal, sin embargo, con el paso del tiempo entendí que en este mundo no existen ni un bien ni un mal absolutos. Así como solemos decir que no podemos juzgar un libro por la portada, tampoco podemos decir que una persona es totalmente buena o mala.

Después de bañarme y arreglarme bajé los escalones y me encontré con un banquete que había preparado la señora Hernández, quien al verme sonrió.

-Buenos días, venga a comer y dígame si le gusta.

Mis ojos empezaron a buscar a Álvaro, pero no lo encontré. Una vez que me senté en la mesa, me quedé sorprendida por la gran cantidad de comida que había delante.

-Creo que es demasiada comida.

-Para nada, Álvaro me dijo que ayer ceno muy poco y las mujeres embarazadas necesitan ingerir más alimentos de lo normal.

-Ahora que lo menciona, ¿sabe dónde está? -no lo había visto en toda la mañana.

-Fue a la oficina, recibió una llamada a primera hora -murmuro la señora Hernández y yo solo asentí con la cabeza mientras pensaba en que tenía que hacer durante el día.

Como últimamente la suerte no parecía estar a mi favor y siempre me encontraba con Joel, más valía que empezara a llegar a tiempo. Después de desayunar estaba lista para levantarme, pero la señora Hernández me detuvo para colocar comida en un túper para que me lo llevara. Como sabía que tenía buenas intenciones accedí y después fui directa a la empresa.

Estaba muy feliz porque al llegar no me tope con Joel, pero al salir del ascensor, alguien me tomo del brazo y me hizo girarme, el mundo seguía dando vueltas por la brusquedad del movimiento cuando de repente, sentí una mano chocando con fuerza contra mi mejilla. De inmediato el silencio lleno la habitación; lo único que podía sentir era el ardor en mi cara. Después de unos segundos mire a la mujer que tenía delante y en su cara se podía notar la rabia, como si todavía se estuviera conteniendo. En eso, Rebeca tiro de mí y dijo:

- ¡Samara, me has mentido!

¿Le mentí? ¿Se refiere al bebe? Me di cuenta de que estaba a punto de volver a levantar la mano y la detuve en seco, entonces con tono frio conteste:

-Señorita Ferrer, ¿no tiene respeto por sí misma? ¿Cómo puede hablar con tanto descaro siendo una cualquiera? Ya sabía que no tenías vergüenza.

El sonido de unas pisadas que venían apresurados hacia nosotras hizo que ella no pudiera responder. Entonces, Rebeca soltó mi mano con brusquedad, lo que provocó que ella perdiera el equilibrio y cayera golpeando la cabeza contra el escritorio. Para cuando Álvaro y Joel llegaron, Rebeca seguía en el suelo y tenía sangre en la frente; mientras tanto yo me quede inmóvil mirándola. ¡Maldita sea! Es un desperdicio que no se haya convertido en actriz, tiene tanto talento.

- Rebeca, ¿estas bien? -Joel la ayudo, -Samara, esta vez has ido demasiado lejos.

No le dije nada, en cambio me giré hacia Álvaro, cuyo rostro no mostraba expresión.

-Yo no la empuje, ¿me crees?

El miro a la sangre en la frente de Rebeca y con una mirada fría me advirtió:

-Deberías conocer tus proprios límites.

Esas pocas palabras me habían hecho perder toda la confianza en él, mientras lo miraba llena de ingenuidad me reí y solté:

- ¡Soy una tonta! -me había hecho creer que era el hombre indicado con sus acciones de los últimos días. ¡Que ridículo! Traté de reprimir la pena que sentía por mí misma y me dirigí hacia Rebeca.

- ¡Señorita Ferrer, creo que debería mejorar sus habilidades en actuación! ¿Acaso ha sabido de alguna mujer embarazada que sea capaz de empujar a alguien con tanta intensidad? -justo después de eso le di una bofetada en la mejilla, ni siquiera le di la oportunidad de responder; la golpee tan fuerte que hasta me dolió la mano. Al tiempo en que Rebeca se cubría la cara asombrada por mi acción, yo le dedique una sonrisa.

- ¡Míralo como una venganza! Y, por cierto, deberías practicar el código ético que utilizan las amantes para que no te conviertas en una burla.

Con el giro que había dado la situación, el ambiente en la oficina se había convertido en algo sorprendentemente incomodo, quería huir lo antes posible del lugar. Así que, después de mirarlos a todos una última vez, trate de salir de allí a toda prisa, pero de repente, Álvaro me detuvo cuando estaba pasando junto a él. Al instante me solté de su agarre y con sarcasmo comenté:

-Sera mejor que consueles a tu perra.

Al salir de la oficina me dirigí al apartamento de Mayra, pero luego recordé que ella tal vez estaría descansando así que preferí no molestarla y me fui al supermercado a comprar algunas cosas; como Mayra había estado fuera de casa por unos días, supuse que algunas cosas habrían caducado. En el camino me encontré con Nicolas, quien al parecer se había involucrado en una situación incómoda con una mujer, porque la joven le estaba gritando, parecía que la había ofendido; en un principio no tenía ni la más mínima intención de interferir porque no estaba de humor como para hacer algo, pero entonces el me miro y se acercó a mi sin poder evitarlo y dijo:

- ¡Ayúdame! -sin esperar una respuesta de mi parte, le dijo a la mujer -Sandra, ella es la mujer de la que te hable y a quien he esperado por diez años, de verdad no me interesas… ¿podrías dejar de molestarme por favor?

Sandra estaba visiblemente triste al ser rechazada.

-Nicolas, el hecho de que te guste no significa que ella sienta lo mismo por ti, además, a su edad ya debería estar casada, ¿Qué es lo que tiene ella que yo no tengo?

No quería verme involucrada en su problema, pero Nicolas me tenía agarrada de la mano con mucha fuerza. Con seriedad en la cara, explico:

-Cuando estábamos en la universidad me preguntaste quien era la chica de la foto en mi cartera y mírala bien, es ella, es totalmente cierto que la sigo desde hace diez años.

La chica me miro durante un buen rato de arriba abajo con sus grandes ojos marrones y después empezó a llorar. Y a mí me empezó a doler la cabeza al presenciar tal situación.

-Nicolas, ¿Qué haces?

-Solo quiero que se rinda y deje de molestarme, me ha estado siguiendo durante todos estos años -dijo con impotencia.

Esto era una pérdida de tiempo para mí, puse mis ojos en blanco, me di la vuelta y me fui, pero el llanto se Sandra todavía se podía escuchar, no obstante, Nicolas la dejo allí y me siguió.

-Samara, de verdad me gustas mucho, además soy rico; Álvaro ni siquiera siente algo por ti, deberías dejarlo y empezar a tenerme en cuenta.

Como no estaba de humor para escuchar sus estupideces me detuve en seco y lo miré con frialdad. Se sorprendió porque mi mirada lo había tomado por sorpresa, pero rápidamente se recuperó y volvió a preguntar:

- ¿Podrías tenerme en cuenta, por favor?

-No me interesas, ¡aléjate de mí! -dije en advertencia.

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