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7

Nicolas había tenido la mala suerte de encontrase conmigo aquel día, después de todo, seguía mal por el incidente de la mañana, pero me contuve y fui a los apartamentos. No me había dado cuenta de que Nicolas aun me seguía, hasta que de repente me cogió de la mano y con valentía dijo:

- ¿Aun me consideras un niño?

- ¡Maldita sea! Aun no te has ido. Claro que… -Estaba a punto de decir algo cuando me levanto de los muslos y me puso en sus hombros, ni siquiera me dejo terminar de hablar.

- ¿Con que sí? ¡Pues ahora veras de que soy capaz! -grito, cada vez se le notaba más alterado. Debido a mi embarazo y la presión que estaba ejerciendo en mi barriga empecé a sentir muchos mareos; mientras el corría conmigo en sus brazos no aguante más y exclame:

- ¡Nicolas, bájame! ¡Estoy embarazada y esto es peligroso!

Cuando me escucho se detuvo en seco y al instante me bajo.

- ¿De cuánto estas?

-Dos meses y no estoy para aguantar tus payasadas, ¡aléjate de mí!

- ¿Álvaro es el padre? -pregunto

Cuando escuche su pregunta no pude evitar irritarme, pero trate de mantenerme relajada.

-Claro que sí, soy su mujer, ¿de quién más podría ser? Solo déjame en paz.

Aun así, parecía estar sorprendido y me impidió el paso, luego me miró fijamente:

- ¿Él lo sabe?

-Obvio, es el padre.

Note que se decepciono al escucharme, pero no me importo y entre al edificio. Al llegar al apartamento Mayra seguía dormida, podía suponer que debido a su tiempo detenida no había podido descansar, ya había pasado bastante tiempo desde la última vez que la visite y su casa era un desorden. Me puse a limpiar y luego pique un poco de fruta y me senté en el salón mientras esperaba a que despertara, pero yo también me quede dormida y al despertar, me encontré con una nota que había dejado Mayra en la mesita de centro. Decía que se había ido a comprar cosas. Para entonces ya casi era medianoche y decidí irme a mi habitación, cuando llegue mi teléfono empezó a vibrar, pero era una llamada de un numero desconocido así que decidí ignorarlo. Sin embargo, siguió llamando y no me quedo más remedio que contestar.

- ¿Hola?

- ¡Samara! -parecía ser la voz de Joel. Pero… ¿Por qué me está llamando a estas horas?

- ¿Pasa algo?

- Álvaro no fue a casa, ¿verdad? -Parecía emocionado. - ¿acaso creíste que iba a tratarte diferente por el embarazo? De verdad que das lastima, mientras tu estas sola tu marido se está acostando con otra, ¿no te molesta?

Me di un leve pellizco en el entrecejo y le respondí impaciente:

-Señor Quintana, ¿está enfadado porque Álvaro y Rebeca están teniendo sexo en estos momentos y no lo han invitado? ¿por eso me está llamando? ¿para desquitarse conmigo? -tras una pequeña pausa agregue: - ¡No me vuelva a llamar para descargar su ira! Si en verdad le gusta Rebeca, entonces háblelo con Álvaro directamente, incluso puede que entre los tres… con lo perra que es Rebeca es posible que acepte.

- ¡Samara, vete a la… -corte la llamada antes de que tuviera la oportunidad de terminar su frase.

Había sido un día tan horrible, tenía problemas tanto en el trabajo como en mi vida personal y sentía que todo se me venía encima. Después de haberme sentido tan irritada todo el día decidí que lo mejor sería dormir para olvidarme mis preocupaciones, pero, para mi desgracia, no pude conciliar el sueño y mejor encendí mi ordenador. De repente, escuché que tocaban la puerta y de inmediato me pude de pie creyendo que se trataba de Mayra y que había vuelto de hacer las compras, aunque empecé a sentirme mareada, probablemente por haber estado acostada durante tantas horas. En cuanto abrí la puerta me agaché para coger algo que estaba en el suelo y dije:

-Has tardado, ¿Qué has comprado? -todavía me sentía un poco mareada. Como no hubo respuesta, de inmediato me gire hacia la puerta. Fue cuando me di cuenta de que había un hombre frente a mí, este parecía estar serio y tenía una mirada inexpresiva, cada vez se acercaba más; no pude evitar fruncir el ceño. ¿Qué hace Álvaro aquí? Ahora mismo debería estar compartiendo cama con Rebeca. Quise cerrar la puerta de inmediato, pero Álvaro le detuvo y mirándome con los ojos negros, me dijo:

- ¿A quién estabas esperando? -después empujo la puerta con tanta fuerza que no tuve posibilidad de cerrarla. Entonces me rendí y respondí sin tratar de darle importancia.

- ¿A quién más podría estar esperando en medio de la noche? Claramente se trata de alguien que pueda aliviar mi soledad.

Cerró la puerta detrás suya y en tono de burla contesto:

- ¿Aliviar tu soledad? -después de decir eso empujo y presiono su cadera contra mi cuerpo y agrego: - ¿Crees que puedes calmar tu soledad con esto?

Estaba sin palabras y mi cara se puso roja.

- ¿Por qué estas tan callada? -mientras decía eso apretaba más su cuerpo contra el mío, me dio un

leve beso en la frente, pero poco después las cosas empezaron a ponerse más calientes - ¿Por qué no te fuiste a casa? ¿Por qué te escondes aquí? -pregunto al tiempo que me mordía el labio.

- ¡Álvaro, suéltame! -jamás había conocido a un tipo tan descarado como el, antes no paraba de hablar de Rebeca y ahora, tenía la osadía de querer acostarse conmigo.

Me abrazo con más fuerza y susurro en mi oído:

- ¿Crees que soy capaz de hacerlo en estos momentos?

No sabía que decir. En otra situación le habría seguido el juego, pero después de lo que sucedió por la mañana, apenas me quedaban ganas de responder a sus caricias. Al darse cuenta de que no reaccionaba cuando me tocaba, me llevo hasta el armario donde guardaba los zapatos y me sentó sobre él; cuando intentó quitarme la ropa lo detuve de inmediato.

-No deberías molestarte, ya no siento nada por ti.

No supe que fue lo que nos llevó a este momento, pero aun que las cosas se veían bien desde la superficie, por dentro no era igual. Álvaro frunció el ceño y me miro con frialdad

- ¿Ya no sientes nada por mí?

Abrí la boca para contestar, pero en ese momento no salió nada; con brusquedad, me tomo de la mano y me llevo hasta el baño, luego me sujeto y me retuvo bajo el agua helada de la ducha.

-Álvaro, ¿Por qué haces esto? Deberías estar con Rebeca para satisfacer tus necesidades y no molestar a una mujer embarazada. -Casi me caía.

Siempre había estado al pendiente de Rebeca, ¿Por qué no la buscaba? De repente, me di cuenta de cómo su ira iba desapareciendo e incluso dejo de desabrochar su cremallera, segundos después me saco de la ducha y se alejó de mí. Por mi parte, aleje mi mirada del e intente caminar, pero como no tenía fuerzas, caí al suelo después de perder el equilibrio. De repente, se pudo escuchar como fuera empezaba a llover e incluso había truenos; después de unos segundos nos invadió el silencio y aunque pensaba que aún estaba enfadado conmigo, parecía ya no estarlo. Una vez que logro recuperar la compostura se giró hacia mí y dijo:

-Deberías descansar. -dicho eso, se fue sin decir nada más.

Que hombre tan temperamental. Todavía estaba sentada en el baño, totalmente perdida, cuando Mayra fue a buscarme y al encontrarme en este estado dijo:

- ¡Samara! ¿Qué estás haciendo? Pase lo que pase siempre debes pensar en él bebe primero.

Después de eso, me ayudo a secarme el pelo con una toalla mientras yo miraba a la nada. Minutos después me anime a preguntar:

- ¿Crees que un hombre pueda enamorarse de una mujer por su bebe?

Mayra se detuvo y contesto:

-Es probable, si te pones a pensar, hoy en día hay muchas mujeres que se enamoran por esa razón. Así es, existen cientos de casos del tipo.

La mire confundida y agregue:

-Pero ¿qué crees que pasaría si pierdo al bebe?

Sorprendida por lo que estaba diciendo, Mayra me dio una palmadita en la espalda.

- ¿Qué estás diciendo? Tienes dos meses de gestación y para este momento ya ha crecido bastante, solo tenlo y no pienses demasiado en estas cosas.

Me cubrí la cara llena de frustración, pues últimamente me sentía muy irritada. Después de que Mayra terminara de secarme el pelo, me ayudo a ir hasta la cama y me arropo. Para mi pequeña sorpresa, Álvaro no volvió durante la noche y Mayra se quedó conmigo pues le preocupaba que no pudiera dormir debido a la tormenta. Y resulto que tenía razón, salvo que no era por la tormenta sino porque me sentía bastante incomoda como para poder dormir; me quede despierta hasta la mitad de la noche. Apenas sentía que había dormido cuando me despertó el zumbido de mi teléfono, ahí me di cuenta de que había amanecido.

Era una llamada de Estela y parecía ansiosa.

-Señorita Arias, Créditos Herrera ya se ha puesto en contacto con el departamento financiero, pero ¿Qué pasara con el Corporativo Quintana?

Estaba consciente de que en mi estado actual no podía tomar las mejores decisiones, así que preferí darle una indicación.

-Ahora mismo ponte en contacto con Créditos AC y entrégales el informe del Corporativo Quintana, a partir de este momento tú te harás cargo de este asunto.

-Por supuesto, por cierto, Hitech empezara a operar pronto por lo que es probable que tenga que irse de viaje unos cuantos días.

Asentí, pues sabía que el viaje sería inevitable, así que después de colgar me puse en pie, aunque seguía agotada; al levantarme me di cuenta de que Mayra ya había preparado algo de comer.

- ¡Perdóname, creo que perdí el toque! Hacía mucho tiempo que no cocinaba…

Miré la comida quemada sobre la mesa y me reí.

- ¿De verdad serias tan cruel con una pobre mujer embarazada?

Los labios de Mayra se curvaron en una pequeña sonrisa llena de ironía.

-De todos modos, deberías comer.

Ni siquiera necesitaba probar un bocado para saber cuál era su sabor, pero al ver que Mayra estaba tan entusiasmada no pude rehusarme.

- ¿Te gusta? ¿sabe bien? -esperaba mi respuesta.

En realidad, no sabía que decirle, así que opté por hacer un comentario divertido ya que tampoco quería desanimarla, solo me reí y dije:

- ¡Necesitas más practica!

Como no podía soportar verla así, cogí mis cosas y me fui a trabajar, no obstante, Mayra vino detrás de mí.

-Vuelve pronto, voy a cocinar algo delicioso.

- ¡¿Qué? ¡no! ¡Por favor, espero que puedas perdonarme!

Llegué temprano a la empresa, pero para mí mala suerte, cuando se abrieron las puertas del ascensor Joel estaba en él y en ese momento me di cuenta de que no podía estas más de acuerdo con el dicho "en cuanto más odias a alguien, más probable es que te lo encuentres". Al verme me saludo con una sonrisa.

- ¡Buenos días, señorita Arias! ¿Álvaro se quedó contigo durante la tormenta? -Me quede callada mientras el seguía hablando con sarcasmo. -Rebeca tiene miedo a los truenos, así que siempre que hay tormenta Álvaro se queda con ella, estoy seguro de que ayer no la dejo sola.

Al tiempo en que miraba las perlas en mis zapatos no pude evitar reírme. Ahora todo tiene sentido, Álvaro se recompuso de su frenesí ayer porque había tormenta y temía que Rebeca no pudiera ser capaz de dormir, por supuesto que no podía dejar a su querida amante sola. Esta vez Joel tenía razón y no sabía que responderle. En un triángulo amoroso siempre hay dos personas que se quieren de verdad y luego está la que sobra, en este caso, soy yo. De repente, Joel me dio un codazo y dijo:

- ¡Oye, porque parece que estas perdida! ¿Has escuchado lo que acabo de decir?

Lo miré con calma y respondí:

-Si, lo escuche perfectamente y claro que son la pareja ideal. -Dicho eso, las puertas del ascensor se abrieron justo a tiempo y Sali a toda prisa. Pero Joel, seguía sin estar satisfecho con lo que dije y exclamo:

- ¡Samara, que te pasa!

Hice caso omiso a sus provocaciones y fui rumbo a mi despacho. Al momento en que pise en mi oficina, Estela entro con una pila de documentos y los dejo encima de mi escritorio.

-Debe firmar todos estos documentos antes de que empiece la auditoria, Créditos Herrera ya empezó con su trabajo y deberían tener una auditoria en Ciudad A en estos días, así mismo Créditos AC empieza su trabajo en el Corporativo Quintana hoy mismo.

Asentí y empecé a firmar los papeles.

-Estate al pendiente de la auditoria del Corporativo Ayala y mantenme informada ante cualquier problema, también vigila a Hitech, empezaremos con todo, una vez estemos listos.

Estela asintió mientras esperaba a que terminara de firmar, sin embargo, al tiempo que revisaba algunos de los documentos empecé a sentirme mal. Hacia días que estaba así y para colmo, no

había logrado dormir la noche anterior. Como quedaban pocos documentos por firmar, le dije a Estela:

-Puedes irte, los enviare cuando haya terminado.

Pero ella respondió con una sonrisa:

-No se preocupe, puedo esperar porque tengo que entregar estos documentos cuanto antes a Créditos Herrera y Créditos AC.

Así que no me quedo más remedio que darme prisa, pero mientras seguía firmando, sentí un fuerte dolor en las sienes, así que rápidamente se los entregué a Estela.

Estela se dio cuenta de mi estado y preocupada pregunto:

- ¿Está bien?

-Si, no te preocupes -conteste, pues de todas formas ya hacía tiempo que sentía este dolor y no había nada que podía hacer.

Entonces se fue con los papeles en la mano. De pronto, se me ocurrió llamar a Gael, pero para mi sorpresa, al mismo tiempo me entro una llamada suya; antes de que pudiera hablar, me pregunto:

- ¿Te iras de viaje una vez que finalicen la auditoria?

-Si -conteste mientras me masajeaba el entrecejo, luego conteste algo irritada: -Últimamente he tenido mareos y dolores fuertes de cabeza, ¿son síntomas normales?

Gael hizo una pausa para responder.

-Es probable que te hayas esforzado o estresado de más estos meses, te voy a recetar unos cuantos medicamentos, solo tienes que tomarlos y descansar.

Respondí entre dientes mientras me movía en mi silla nada contenta.

- ¡Si hubiera sabido que quedarme embarazada sería tan agotador, no lo habría hecho!

A lo que contesto con una risa.

- ¡Que dices! Me uniré a ti al viaje, así que te cuidare.

Sorprendida conteste:

- ¿Vienes por mi o…?

- ¡Oh, no! Es que también tengo cosas que hacer por allí.

- ¡Bien! Entonces estaremos en contacto -dije sintiéndome más tranquila, ya que sabía que Gael era un amigo atento y minucioso.

Después de colgar me quede recostada sobre el escritorio, me sentía completamente cansada y no podía creer que estaba embarazada de dos meses. Antes solía pensar que me divorciaría y que sería capaz de dejar la ciudad al renunciar a mi trabajo, pero, la vida suele dar muchas vueltas, ¿Qué debería hacer ahora? Además, si Álvaro quería a nuestro bebe tendría que quedarme, ya había aguantado la existencia de Rebeca durante dos años, así que, con mi hijo no creo que las cosas sean peores, ¿cierto? Comparando el hecho de que mi hijo creciera sin un padre, el resto de mis preocupaciones dejaban de importar.

En los siguientes días continúo lloviendo, eran las lluvias torrenciales por lo que algunas áreas de la ciudad terminaban inundadas así que en la empresa tuvieron el gesto de dejarnos salir antes. Como sabía que Álvaro pasaría el rato con Rebeca, decidí irme directo a casa de Mayra. Mayra había dejado de ir al bar después del incidente, así que se quedaba en casa para cocinar y yo estaba feliz porque podía pasar más tiempo con ella. Después de pensarlo, entendí que debía perder la esperanza en que Álvaro me visitara algún día por lo que solía perderme mirando hacia el techo. A veces me pasaba que me quedaba tanto tiempo sentada que se me empezaban a entumecer las extremidades y aunque Gael me había dado muchos medicamentos siempre me olvidaba de tomarlos, así que Mayra se encargaba de recordármelo.

Después de una semana de lluvias intensas, el cielo se despejo y el sol empezó a asomarse sobre toda la ciudad. La auditoría con el Corporativo Ayala ya había empezado y yo me encontraba muy ocupada con Hitech; por otro lado, Mayra me dijo que saldría de viaje unos cuantos días. Yo sabía lo frustrada que se sentía por haber sido acusada de manera injusta de posesión de drogas y tal vez si el señor Montoya no la hubiese ayudado, en estos momentos estaría cumpliendo su condena; además se sentía muy estresada porque sabíamos que Rebeca estuvo detrás del incidente, no podíamos hacer nada porque Álvaro la protegería. Podía entender a la perfección lo que sentía.

Dado a que Mayra no estaba, decidí que lo mejor sería volver a casa porque estaría con la señora Hernández y ya no me quedaría sola. Después del trabajo, conduje hasta casa y por casualidad, me encontré con Rebeca fuera de casa; esta llevaba un vestido azul, era largo y acampanado, parecía una diosa griega junto al coche de Álvaro.

- ¡Qué bonita! -exclamé, no pude evitar decirlo. Al mismo tiempo, pude sentir como mi corazón se rompía en mil pedazos y como la ira y el odio me recorría el cuerpo. Para entonces debí desacelerar, pero en su lugar acelere y me fui directo contra ella; mi lado oscuro estaba saliendo y pensaba que siempre y cuando Rebeca muriera, no tendría que preocuparme por si Álvaro se iba o a que horas llegaba. Mientras iba directo hacia ella, en verdad empecé a desear que estuviera muerta, pero de pronto, Álvaro intervino y se colocó frente a Rebeca para protegerla; su expresión se mostraba totalmente seria. De inmediato frene en seco llena de confusión, pero debo reconocer que por un instante desee su muerte. En eso, Álvaro se acercó a mi coche y me bajo de el de manera agresiva.

- ¡Samara! ¿Qué crees que estás haciendo?

Me deje caer en el suelo, pero el me detuvo al tiempo en que su mirada se llenaba de ira. Sin poder aguantar más, empecé a llorar y lo miré.

-Álvaro por favor dile que se vaya -dije al tiempo en que tiraba de su mano y suplicaba -Yo te quiero más que a nadie, incluso más de lo que puedes imaginar, el verla me está volviendo loca, o le pides que se vaya o no sé qué rayos le pueda hacer, así que, por favor, ¡dile que se retire! -Ya no podía detener más mis emociones, tenía el corazón partido y le había mostrado mi crueldad, egoísmo y todo lo que sentía y llevaba dentro. Al tiempo en que nuestras miradas se encontraron

Álvaro frunció los labios y pude notar como su mirada se relajaba, luego extendió su mano, me tomo y me acerco a él. Después presiono su nariz con la mía y dijo:

-Eres tan tonta.

Después de ponerme de pie, miro hacia la señora Hernández que venía corriendo hacia nosotros después de escuchar la conmoción.

-Pida un taxi para la señorita Ferrer -dijo Álvaro.

La señora Hernández en respuesta asintió y se fue de inmediato. Rebeca acababa de recuperarse del susto cuando nos miró a ambos con la cara pálida.

- ¡Álvi! -imploro

- ¡Vuelve a casa! -exclamo Álvaro mientras entraba en casa conmigo.

Detrás de nosotros pude escuchar como la señora Hernández le decía a Rebeca que su taxi ya había llegado. De vuelta a nuestra habitación, Álvaro me coloco sobre la cama con mucho cuidado y me miro para darme un tierno beso.

-No vuelvas a ser tan imprudente, porque si no… -No termino la frase, en su lugar, poso sus gélidos labios sobre mi hombro y me dio un mordisco, lo que dejo una marca en mi piel. Sin embargo, no dije nada, me limite a fruncir el ceño y quedarme callada. Después de cubrirme con una manta su teléfono empezó a sonar, me acerqué y me di cuenta de que era una llamada de Rebeca. Álvaro también la miro, pero no la contesto, así que después de unas cuantas llamadas entrantes, ella le envió un mensaje de texto.

<Álvaro, por favor no me dejes… después de haber perdido a mi hermano tu eres la única persona a la que tengo>

Quise sonreír, pero se me formo un nudo en la garganta. Álvaro leyó el mensaje, pero no lo contesto, en cambio, cogió un cigarrillo y se fue al balcón a fumar con tranquilidad. Y yo sin darme cuenta me quede completamente dormida. Un trueno retumbo con fuerza cuando desperté, pensaba que ya no estaría lloviendo, pero me equivoque; los días anteriores no me daba miedo dormir durante la tormenta porque Mayra estaba conmigo, pero en esta ocasión, estaba sola en la habitación; los truenos seguían atravesando la noche y resultaban aterradores en la oscuridad. Encendí la luz y miré a mi alrededor, buscaba a Álvaro, pero no lo encontré por ningún lado, solo pude ver las colillas en el balcón; como no estaba en la habitación, salí descalza con la esperanza de encontrarlo en el estudio, pero otra vez fui demasiado ingenua.

En el salón del primer piso estaba Rebeca, estaba empapada.

- ¡Vete a casa! -exclamo Álvaro lleno de exasperación.

- ¡No! -dijo Rebeca, al tiempo que sus labios se curvaban con una leve sonrisa; miraba fijamente a Álvaro -Sabes muy bien que tengo miedo a los rayos

Parecía una mujer frágil y delicada, sobre todo porque estaba completamente mojada y tenía el pelo despeinado. Después de un largo silencio, Álvaro cedió.

-Está bien, ve a tomar un baño.

Rebeca asintió y dijo:

-Pero no tengo ropa limpia que ponerme…

-La ropa que trajiste sigue en la habitación de invitados.

Me quede en silencio todavía en las escaleras mientras escuchaba su conversación; entonces, Rebeca entro en la habitación. En aquel tiempo, Richard había comprado esta casa porque era muy grande y espaciosa, era perfecta en el caso de que Álvaro y yo tuviéramos hijos, pero luego me di cuenta de que ese día jamás llegaría. Ni siquiera sabía cuándo Rebeca llevo ropa a la habitación de invitados. ¡Que ridículo!

- ¡Ah! -de pronto, un grito que provino de la habitación pudo escucharse por toda la casa, parecía que Rebeca había resbalado y caído. Entonces Álvaro fue apresuradamente a la habitación de invitados, pero se detuvo a medio camino y levanto la mirada para encontrarse conmigo.

- ¿Te desperté?

Asentí, pero pude sentir un nuevo dolor en mi corazón.

-Puede que se haya hecho daño, deberías ir a ver como esta.

- ¡Samara!

Lo ignoré e insistí:

- ¡Ve!

No podía conseguir que sintiera algo por mí, pero tampoco evitar que amara a otra persona, ¿cierto? De inmediato volví a mi habitación y podía escuchar como la lluvia golpeaba en el balcón, así que decidí salir y dejé que las gotas de agua empaparan mi cuerpo, poco a poco mi corazón se adormeció. Me deje caer y me abrace a mí misma con fuerza, enterrando mi cabeza en mis rodillas; las lágrimas salían por mis ojos de manera incontrolable. Poco a poco fui entendiendo que los cuentos de hadas no existen, tampoco había nadie que pudiera ayudarme ni tenían el deber de hacerlo, yo era la única que podía salvarme de esta situación, y así lo hice.

Después de un rato empecé a sentir mucho frio y un fuerte dolor de cabeza, además mi corazón seguía adormecido, todo esto probablemente por el tiempo que había pasado bajo la lluvia. De repente escuche unos pasos que venían de la habitación y cuando menos lo espere, levante la vista y tenia a Álvaro de pie a mi lado. Era obvio que estaba furioso.

- ¿Te hace feliz torturarme?

Sorprendida conteste:

- ¿Eres feliz?

Me ayudo a levantarme con disgusto.

-Samara, hay responsabilidades que no puedo evadir, no me tortures utilizándote a ti y a nuestro hijo, ¿está bien?

Baje la cabeza mientras las lágrimas continuaban cayendo en mi cara.

-Mi intención jamás ha sido torturarte, es solo que el dolor que siento en mi corazón es demasiado para mí.

Me llevo al baño; yo seguía empapada y empezó a desnudarme, luego abrió el grifo de la ducha sin decir nada.

Me senté en la bañera con la mirada perdida, la cabeza me estaba dando vueltas mientras que una punzada de dolor recorría mi corazón. Nos habíamos visto desnudos el uno al otro más de una vez, así que no me daba vergüenza que me viera tan vulnerable y le permití que me limpiara; pronto el vapor empezó a inundar el baño y el calor volvió a mi cuerpo. Después de un rato me envolvió en una toalla, me saco y me ayudo a ponerme el pijama; después me seco el pelo. No obstante, ninguno de los dos dijo una sola palabra. Cerré los ojos y me recosté mientras el cansancio me invadía.

-No te duermas, primero deja que te seque el pelo -dijo Álvaro y ya no sonaba enfadado.

De esta manera continue en silencio con los ojos cerrados. Escuchar la secadora me pareció tan cálido y al mismo tiempo tan irreal; el sonido resonaba fuerte en mis oídos.

- ¡Samara! -grito Álvaro después de apagar la secadora.

Entonces abrí los ojos llena de confusión. Luego me atrajo hacia él y dijo:

-Tenemos que bajar juntos. -Lo dijo como una orden y ni siquiera me dejo negarme, pues en ese momento me levanto y salió conmigo de la habitación.

En el piso de abajo estaban Rebeca y sorprendentemente, también Joel; ella ya se había duchado y se estaba secando el pelo. Cuando Rebeca me vio en los brazos de Álvaro pude ver los celos en sus ojos, así que se levantó de golpe y corrió a hablar con él.

-Álvi, ¿piensas dejarme?

Sus ojos estaban rojos e hinchados de tanto lamentarse; baje la mirada y cerré los ojos de cansancio; al mismo tiempo me preguntaba por qué rayos Álvaro me habría bajado con él; ¿acaso quería que nos vieran intimar?

- Rebeca, para, Joel va a llevarte a casa -dijo Álvaro sonando irritado.

Rebeca estaba a punto de dejarse caer sobre el suelo cuando dijo:

-Todos vosotros creéis que estoy siendo demasiado, ¿verdad? Desde que mi hermano murió no he podido evitar sentir que me desprecian y que quieren dejarme.

- ¡Ja! -Me burle.

Mi risa provoco a Rebeca, quien al instante se giró hacia mí y me miró fijamente.

-Samara, ¿Qué es tan gracioso? ¡Ah seguro estas tan feliz porque tienes todo lo que querías!

Su comentario me hizo gracia.

- ¿A qué te refieres con todo lo que quiero? -hice una pausa para dejar escapar una risa amarga, -sí, claro que conseguí todo lo que quería, gracias a ti, Rebeca, estoy atrapada en una relación donde no me aman, ni siquiera tengo el valor de decirle al resto del mundo que estoy esperando un bebe y tu estas aquí utilizando a tu hermano muerto para destruir una familia. ¡No puedo creer la falta de vergüenza que tienes al ser una amante y sentirte orgullosa de ello!

- ¡Samara, deja de decir tonterías! -la cara de Rebeca estaba roja de la ira.

No podía molestarme en seguir peleándome con ella.

- ¿Tonterías? ¿A caso no te das cuenta de cómo te estas comportando en estos momentos? Esta es mi casa y no es un lugar para que te luzcas. Por favor, váyase, señorita Ferrer.

Las manos de Rebeca empezaron a retorcerse de la furia, luego miro a Álvaro y volvió a girar su mirada hacia mí, estaba llena de odio. Y yo, estaba muy cansada como para continuar la conversación, así que cuando me giré para irme, pude escuchar como Rebeca imploraba.

-Álvi…

- ¡Es suficiente! ¡Joel, llévala a casa! -dijo Álvaro irritado.

Seguí subiendo las escaleras sin dudarlo, pues después de todo no estaba de humor como para continuar. Cuando llegué a la habitación me recosté sobre la cama y podía sentir como mis ojos y cabeza palpitaban de dolor, de inmediato llame a Mayra. El teléfono sonó durante un rato hasta que ella cogió la llamada.

-Señorita Arias, ¿has visto que hora es?

Parecía que mi llamada la había despertado de repente, mire el reloj y eran las dos de la mañana; me sentí algo culpable pero aun así susurre al decir:

-May, creo que estoy enferma.

Mis palabras la tomaron por sorpresa.

- ¿Qué pasa? ¿te encuentras mal? ¡Debes ir al hospital! ¿Álvaro está contigo? -preguntó en voz alta.

Me quede en silencio pues no sabía explicar cómo me sentía, no era algo que pudiera verse a simple vista; entonces respondí con un suspiro:

-No es nada, es que te echo de menos.

Mayra no insistió porque tenía sueño.

-Cariño, ¿no puedes dormir?

Abrí la boca, pero no conseguí decir nada.

-Deberías volver a dormir, hablamos mañana.

Después de colgar me acurruque sola en la cama, me sentía totalmente aburrida. Me quedé completamente dormida, pero pude darme cuenta de que, en algún momento de la noche, la

cama se hundió; alguien se metió bajo la manta y me atrajo a sus brazos; debía ser Álvaro, pero no dije nada y continue durmiendo. La noche pasada no pude descansar, tal vez debido al estrés al que me había expuesto en los últimos días, así que cuando llegué a la empresa no me sentía muy bien. Estela entro en mi despacho con unos cuantos documentos para que los firmara y me sirvió un vaso de leche tibia.

-Se ve muy pálida, ¿necesita ir a un hospital?

Sacudí la cabeza en negación.

-Estoy bien, ayer no pude dormir… deberías seguir con tu trabajo.

Y es que, en efecto, mi horario de sueño estaba siendo horrible estos últimos días. Estela me miro una vez más con preocupación y antes de salir del despacho con los papeles, me pregunto:

- ¿Le gustaría ver al doctor Ceja? Lo vi hace un momento en el ascensor.

Gael estaba obsesionado con la investigación en el campo médico y por eso era accionista del Corporativo Ayala, pero rara vez aparecía en el edificio. Álvaro debe estar planeando invertir en la medicina y por eso abrió un laboratorio para Gael dentro de la empresa.

Asentí con la cabeza.

- ¡Claro!

Me estaba sintiendo muy mal así que me puse de pie y fui al despacho de Gael; su espacio estaba en el mismo piso que el de Álvaro y aunque mi intención nunca fue espiar, me di cuenta de que Rebeca estaba de pie frente al despacho de Álvaro; llevaba un vestido largo, blanco y acampanado, el estilo que ya la caracterizaba, por eso la reconocí de inmediato.

Camine directo a la oficina de Rafel y toque su puerta.

- ¿Qué pasa? -Alcance a escuchar una voz profunda y masculina, era Álvaro, pude reconocerlo enseguida.

-Álvi, decidí que ya no quiero irme al extranjero ni entrar en el mundo del entretenimiento, lo pensé mejor… -dijo Rebeca, quien no parecía estar nada contenta.

-Ah -contesto el, parecía no estar interesado.

Dejé de prestar atención y volví a tocar la puerta de Gael, de hecho, lo hice un par de veces más y nada.

-Joel vendrá más tarde y él te llevara a casa -dijo Álvaro con frialdad.

Puede que sus palabras hubieran molestado a Rebeca porque después de un rato, respondió:

-Álvi, me rendí ¿no es suficiente?

Se podía sentir la tensión flotando en el aire acompañado del silencio de Álvaro; después de unos segundos dijo:

- ¡Rebeca, ya te he dicho que no tomaras ninguna decisión que me involucrara! Samara está embarazada y si insistes en quedarte en Ciudad J está bien, yo me encargare de ti, pero no de tu vida amorosa; ya tengo mi propia familia.

- ¿Tu familia? ¿pero qué hay de mí? ¡Te recuerdo que mi hermano me dejo en tus manos! -dijo al tiempo en que empezaba a llorar.

-Pablo jamás me pidió que me casara contigo, llevamos vidas separadas. -La respuesta de Álvaro había sido cruel.

- ¿Acaso crees que la amas? ¡Porque no es así! ¡Solo te sientes responsable porque es la madre de tu hijo! -exclamo Rebeca con voz temblorosa, -Álvaro, ni siquiera sabes lo que quieres, lo único que tienes con ella es un sentimiento de responsabilidad, pero no es amor, ¡justo como cuando te preocupabas por mí!

Deje de escuchar una vez que ella termino de hablar pues creía que habían llegado al final de la conversación, así que como Gael no me abrió la puerta me iba a retirar, pero antes de que pudiera hacerlo, volví a escuchar la voz de Rebeca .

-Álvi, por favor permite que me quede a tu lado, no pido nada más. Te hare caso, pero no me abandones, no puedo vivir sin ti. -parecía desesperada.

Baje la mirada al sentir pena por ella, porque sabía lo fácil que podía llegar a ser perderse por amor.

- ¿Qué haces aquí? -una voz masculina me trajo a la realidad, era Gael, quien estaba saliendo de su despacho algo adormilado.

Estaba asombrada, pues parecía que estaba durmiendo.

-Vine a verte -dije, pero antes de que pudiera decir algo más, la voz de Rebeca se volvió a escuchar.

-Álvi, se bien que no amas a Samara y un matrimonio donde no hay amor solo te hará daño, incluso aunque tengas un hijo no será completamente feliz, sino al contrario, se convertirá en un obstáculo para los dos y siempre te sentirás atado a ella por culpa de ese bebe.

Gael también la escucho y levanto una ceja en mi dirección.

- ¿Estabas escuchando a escondidas?

Me sorprendió su comentario.

-No, es que necesito tu ayuda -dije, con el temor de que no me creyera.

- ¿Qué pasa? -respondió sin mirarme, era obvio que prestaba atención a la conversación de Rebeca y Álvaro.

-No me he sentido bien últimamente, ¿podrías ver si mi bebe también está enfermo? -No respondió, seguía escuchando a escondidas, así que subí el volumen de mi voz - ¡Doctor Ceja!

Entonces me miro y me hizo una señal con los ojos para que continuara escuchando. Rebeca estaba segura de que tenía la razón y agrego:

-Sabes que Samara te quiere, pero tú no la quieres y después de un tiempo eso también le hará daño y ninguna mujer quiere acabar así.

-Señorita Ferrer, usted no es yo, ¿Cómo es que sabes lo que quiero o no? -No pude aguantar más, después de todo, Gael también los estaba escuchando. Me decidí por entrar en el despacho de Álvaro y la mire con frialdad -Aunque mi marido no me quiera ahora estamos esperando un bebe que es nuestro y eso nos vuelve familia. Puede que usted no lo sepa, pero no todas las parejas se aman.

Álvaro y Rebeca se sorprendieron ante mi repentina aparición, después ella contesto:

- ¿De verdad crees que puedes hacer que se quede contigo por tu hijo?

-Yo le ofrecí el divorcio y criar a mi hijo sola y en realidad no estaba segura de poder lograrlo, pero después de ver su reacción creo que lo logre; mi hijo y yo estamos por encima de usted, señorita Ferrer. -Pude notar como la expresión de Álvaro se tornaba cada vez más seria, pero lo ignore y continue: -Pero claro que será lo suficientemente descarada para intentar quedarse a su lado; puede que después de dar a luz él se aburra en casa y quiera probar algo diferente y es ahí donde usted encaja, podrá darle esa nueva experiencia.

- ¡Ja, ja, ja! -De repente, se escuchó una risa que provenía de la puerta, resulta que Joel y Nicolas estaban ahí.

Nicolas trato de contener la risa y dijo:

-Disculpen, no era mi intención espiar su conversación, pero estaban haciendo mucho ruido y todo se escuchaba fuera. No pude evitar reírme.

Después Joel entro en el despacho y me miro con rabia; entrego un documento a Álvaro y dijo:

- ¡Esta bien que tengas tu propia familia, pero no debiste permitir que alguien como Samara insulte a Rebeca! -dicho esto. Se llevo a Rebeca con él.

Pero antes de que pudieran salir me interpuse en su camino y lo mire irritada.

-Señor Quintana, ¿alguien como yo? ¿Qué quiso decir con eso?

- ¡Que eres egoísta, despreciable y que no tienes corazón! -respondió de inmediato.

Asentí con la cabeza y mostré una sonrisa en forma de burla.

-Gracias por su respuesta tan detallada, entonces, ¿Cuál es el tipo de mujer que atrapa su ojo? -hice caso omiso de sus expresiones y proseguí con una sonrisa -Cuando eres una perra, jamás dejas de serlo. Al parecer la señorita Ferrer es tan simpática que los ha hecho olvidar que le encanta destruir familias, incluso ha obligado a una esposa a abortar a su propio hijo y ha inculpado a alguien por posesión de drogas, ¿a ella la perdonan porque parece delicada y débil?

- ¡Samara, deja de decir estupideces! -exclamo Rebeca enfadada.

Levante las cejas en su dirección.

- ¿Por qué tan desesperada?

- ¡Basta! Joel, lleva a Rebeca directo a su casa y que no vuelva -intervino Álvaro.

Joel estaba a punto de decir algo cuando de repente, Gael lo interrumpió.

-Joel, cuando vuelvas pasa por mi despacho, tengo algo para tu padre, es para su reumatismo.

Al mismo tiempo Nicolas miro a Álvaro y pregunto:

-Señor Ayala, ¿ya está disponible? Necesitamos hablar.

De esta manera, Joel ya no tuvo oportunidad de agregar nada más y solo me miro con desprecio al tiempo que se iba con Rebeca. Después me giré hacia Gael y dije:

-Necesito hablar contigo.

Asintió y dijo:

-Vamos a mi despacho.

Una vez dentro del despacho de Gael me senté y suspiré con cansancio.

-Últimamente sufro mareos y tanto los hombros como la espalda me duelen mucho…

Una vez que termine de contarle todos mis síntomas se encamino a su asiento y empezó a buscar información; después de un rato me mostro lo que parecía su diagnóstico.

-Al parecer tus mareos son resultado de no dormir como deberías, tienes que descansar como corresponde, además, puedo notar que tienes indicios de depresión así que debes intentar estar bien y mantenerte de buen humor.

Lo escuche y luego apoye mi barbilla en una mano.

-Pronto me iré de viaje de negocios a Ciudad A, ¿hay algún somnífero que pueda tomar?

-Si, pero no son buenos para él bebe y no creo que deberías -contesto.

Asentí en respuesta y pensé en que, si esto seguía así, no estaba segura de poder seguir adelante, ni siquiera sabía si él bebe lo lograría. Una vez que salí del despacho de Gael casi me tropiezo con Álvaro, quien parecía muy irritado, pero lo ignore porque no me sentía bien. Entonces me detuvo con una mano.

- ¿Qué te pasa? -pregunto con voz grave.

- ¡Que sigo viva! -respondí alterada y entre en el ascensor.

De vuelta a mi despacho. Estela coloco un par de documentos sobre mi escritorio.

-Estos son los informes de la auditoria del Corporativo Ayala, por favor revíselos y firme.

Asentí y pregunté.

- ¿Qué hay de Créditos AC? -el proceso de auditoría del Corporativo Quintana podía llevar algo de tiempo.

- ¡Va muy bien!

Empecé a revisar los documentos cuando de repente me acorde que al día siguiente era mi viaje.

- ¿A qué hora sale mi vuelo?

- ¡A las cinco de la mañana! -después de una pequeña pausa, continuo: -Tenemos previsto terminar todo en dos días en Ciudad A, así que debemos ir cuanto antes. También vendrá con nosotros un representante de Créditos Herrera.

-Está bien -conteste -puedo ir yo sola, tu deberías quedarte y apoyar a Créditos Herrera y AC en caso de que sea necesario.

- ¡Por supuesto!

La temporada de lluvias seguía en la ciudad, aunque ayer había salido el sol un par de horas, más tarde volvió a llover. Eran las cinco de la tarde cuando por fin termine de firmar y sentía los ojos secos y cansados, así que le pedí a Estela que comprara unas gotas; después de que termine mi reporte del día, ya eran pasadas las seis y mi estomago gruñía de hambre. Entonces apague el ordenador y baje por las escaleras; ya era hora de salir así que todos los empleados estarías saliendo del edificio.

Mientras salía me saludaron amablemente y les devolvía una sonrisa forzada, al lado de nuestro edificio había un restaurante de pollo frito, así que decidí entrar; al tiempo que esperaba por mi comida, unas jóvenes se me acercaron tímidamente.

- ¡Señorita Arias, que casualidad!

Asentí por cordialidad, pero por más que intentaba recordar, no sabía quiénes eran las chicas. Entonces, una de ellas que tenía un aspecto muy profesional dijo:

-Señorita Arias, mi nombre es Isabela Leyva, del departamento de diseño electrónico.

Me sorprendió, pero escuchar sus palabras me recordó quienes eran, dado a que ahora estaba a cargo del caso de Hitech de vez en cuando visitaba el departamento de diseño así que no me extrañaba que supieran quien era. El Corporativo Ayala era enorme, en Ciudad J tenían alrededor de más de mil empleados, pero aun que todos trabajábamos en el mismo edificio, veíamos las mismas caras todos los días; sonreí y saludé a las jóvenes y luego me fui a por mí comida.

El ser humano jamás se conformaba con lo que tenía, cuando uno es pobre, trabaja duro para ganar dinero, pero cuando lo tiene, trata de ahogar las apenas con el amor.

Después de trabajar durante todo el día sin parar, entre en el coche y empecé a comer mi pollo, cuando de pronto, un coche negro estaba aparcado a mi lado y el único coche que conocía parecido a este, estaba en el garaje de mi casa y a pesar de que mis amistades eran lo suficientemente ricas para tenerlo, era demasiado ostentoso para manejarse a diario; como no se me ocurrió quien más de mis conocidos podría tener ese coche subí mi ventanilla.

De pronto, la ventana del otro coche se abrió y pude observar la cara de aquel hombre descarado, era Nicolas.

-Hola preciosa, ¿te gustaría que cenáramos juntos?

Puse mis ojos en blanco y le mostré mi pollo frito.

-Lo siento, pero ya estoy comiendo.

Frunció el ceño y asomo la cabeza por la ventanilla.

- ¡Estas embarazada, como puedes comer eso! ¿Acaso Álvaro te maltrata?

En lugar de contestar ignoré su comentario, recogí mi basura y encendí el coche para irme a casa, pero justo en ese momento, el aparco el coche delante del mío, lo que me impedía salir.

-Vamos Samara, vamos a cenar juntos.

- ¡Estoy llena! -conteste levemente irritada.

- ¡Entonces solo pasa algo de tiempo conmigo!

Dado a que su coche se quedó aparcado en medio del carril, yo no era la única que se había quedado atascada, pues había otros coches atrás queriendo salir. Los otros empezaron a sonar sus cláxones, pero Nicolas se limitó a mirarme con descaro; me llevé una mano a la frente en señal de molestia y dije:

-Bien, muéstrame el camino.

Nicolas arqueo la ceja y contesto:

-Deja que te lleve, no deberías conducir en tu condición.

Me bajé de mi coche y me subí al asiento del copiloto del suyo.

- ¿Ya nos vamos? -pregunte con indiferencia.

A lo que respondió con una sonrisa. A los jóvenes como él les gustaba llamar la atención, conducen coches llamativos y en lugar de pasar desapercibidos logran que todos en la ciudad los miren; en realidad era demasiado infantil. El viento era frio, pero no dije nada, puesto a que era su coche y él podía hacer lo que quisiera.

-Samara, ¿crees que mañana estaremos en la columna de chismes de Ciudad J? -pregunto casi gritando a través de la música rock que sonaba en la radio.

Una vez más puse mis ojos en blanco y lo ignoré, pero si aparecíamos en esas noticias seria culpa suya. Después de un rato detuvo el coche en un lugar que parecía muy animado, parecía el tipo de sitio que visita un adolescente. Tanto el cómo su coche era bastante llamativo y mientras que los jóvenes miraban y se reían, también estaban los adultos que sacaban fotos y lo miraban a él con el coche con envidia.

- ¡Tan vulgar! -dije mientras bajaba de su coche, luego mire a mi alrededor y pregunte - ¿Qué te gustaría comer?

-Decide tu.

Después de observar las opciones disponibles, entre en un restaurante francés sin dudarlo; Nicolas fue detrás de mí y comento en burla:

-Samara, eres toda una romántica.

No me moleste en responder porque en realidad había elegido este lugar porque no quería llamar la atención de otros. Una vez dentro, el camarero nos recibió y pregunto:

- ¿Mesa para dos? Hoy tenemos un combo para parejas, ¿les gustaría pedirlo?

-Claro, también queremos una botella de vino, por favor -respondió Nicolas sin pensar dos veces.

Por mi parte miré al camarero y pedí:

-Yo quiero un zumo de frutas, por favor.

Cuando el camarero se dio la vuelta con nuestra comanda, Nicolas dijo:

-Samara, disculpa, por un momento me olvide que no puedes beber.

¡Lo estaba haciendo a propósito! En eso revisé mi teléfono y me di cuenta de que Álvaro me había enviado un mensaje:

< ¿Dónde estás?>

No respondí y simplemente bloqueé mi teléfono. Cuando levante la mirada note que Nicolas me estaba observando y pregunte:

- ¿Pasa algo?

-Samara, ¿Ya te han dicho que pareces una celebridad?

El camarero estaba sirviendo nuestro filete cuando pregunto, así que le agradecí y luego respondí a Nicolas.

- ¿A quién me parezco?

-Te pareces a mi madre, sobre todo en los ojos, ambas los tienen muy parecidos.

Para entonces ya me estaba irritando, así que me metí un trozo de carne en la boca y lo miré fijamente:

-Supongo que tengo este tipo de cara, porque alguien también me había dicho que me parezco físicamente a Rebeca.

Richard solía hacer comentarios sobre mi parecido con Rebeca, pero yo jamás sentí que fuera así porque muchas personas en el mundo tienen la nariz y ojos similares; era probable que hubiéramos tenido los mismos antepasados hace siglos.

Nicolas hizo una mueca y bebió de su copa de vino.

- ¿Por qué te cambiaste de universidad en aquel entonces?

Me sorprendió mucho su pregunta porque ya había pasado mucho tiempo desde eso, además, ¿Cómo lo sabía? Deje los cubiertos de lado y pregunte:

- ¿Fuimos a la misma universidad?

Nicolas se sirvió más vino y levanto una ceja al contestar:

- ¿No te acuerdas de mí?

A lo que sacudí la cabeza en negación pues, a decir verdad, no recordaba haberlo visto antes hasta que empezó a llevar la auditoria para el Corporativo Ayala, eso era todo. Ante mi silencio solo se encogió de hombros.

-Bueno, so importa, solo espero que a partir de ahora no te olvides de quien soy -concluyo.

Después de eso estuvimos hablando, note que durante toda la charla él no comió nada, solo se limitó a seguir bebiendo vino; después de vaciar la botella, se recargo sobre la mesa y me miró fijamente.

Dado a que ya era tarde, me puse de pie para pedir la cuenta e irnos, pues me preocupaba que si me acostaba tarde no pudiera levantarme temprano y coger mi vuelo. Por casualidad nos encontramos con la madre de Nicolas, Camila, quien estaba junto a Rebeca ; la realidad es que encontrarme con Camila no era raro, ni siquiera encontrarme con Rebeca, pero lo que, si lo era, era que estuvieran juntas, no podía creer que se conocieran. A lo lejos pude observar cómo se daban la mano y compraban cosas como si fueran madre e hija, incluso parecían felices.

Después de pagar la cuenta volví con Nicolas, pronto me di cuenta de que estaba ebrio.

- ¿Puedes caminar? -pregunte.

-No. -respondió.

Suspire, cogí mi bolso y lo ayude a salir del restaurante; hace un rato Nicolas había entrado al lugar con elegancia y ahora salía con torpeza. Al llegar al coche lo dejé en el asiento del pasajero y encendí el motor, dado a que era un coche deportivo muy bajo no podía conducir con comodidad, ya estaba muy acostumbrada a conducir mi Cadillac. Para mi buena suerte casi no había coches en el camino así que no tuve ningún problema; quería llevarlo hasta su casa puesto a que Álvaro y yo ya habíamos estado allí una vez, pero él se rehusó. En su lugar, me costó algo de esfuerzo, pero averigüé que vivía muy cerca de nosotros.

-Samara, ¿de verdad que no te acuerdas de mí? -murmuro de repente.

Sacudí la cabeza.

- ¿Ya nos conocíamos?

Entonces dejo escapar una risa amarga.

- ¿Soy el único de los dos que recuerda el árbol de moras en el patio de Magnolia, además de las flores a la orilla del rio y a ti con la nariz llena de mocos?

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