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Un tipo lamentable (EDITADO)

El cuarto que Selene tenía en la mansión era casi tan espartano como la sala de entrenamiento del último piso.

Aunque la elevada posición que ocupaba en el aquelarre la hacía acreedora a una suite completa, con un balcón que daba al jardín delantero, el mobiliario era más bien escaso.

Una mesa de acero de aspecto moderno le proporcionaba un sitio para trabajar, mientras que un diván ricamente tapizado le permitía descansar la cabeza cuando decidía hacer una parada.

El retrato de una familia humana, formada por un padre, una madre, dos hijas y un par de gemelas, ocupaba un lugar de honor en la mesa.

La foto enmarcada servía como recuerdo y como inspiración, y recordaba a Selene por qué odiaba a los Lycans.

Como si le fuera posible olvidarlo.

La luz de la luna entraba en su cuarto por la ventana del balcón y proyectaba pálidas sombras azules sobre la severa alfombra blanca que cubría el suelo.

La persistente lluvia golpeteaba contra los cristales de la ventana. Selene estaba sentada frente a su mesa, mirando fijamente la pantalla iluminada de su ordenador portátil, que ahora contenía el disco de memoria de la cámara digital de Rigel.

Estaba absorta por los dos eventos que habían sucedido la noche anterior, sucesos que dejaron una huella en su ser.

Las balas con luz ultravioleta le generaban una suerte de ansiedad por la desastrosa forma de morir que causaban en los de su especie.

El segundo asunto era el humano con la fuerza y habilidad sin igual que mató a los dos Lycans, lo cual la dejó más conmocionada, ya que ese tipo ni siquiera se había esforzado en lograr tal hecho.

El problema era que no había forma de encontrar información del citado sujeto, ya que Kraven no la dejó salir por el resto de la noche y mandó a otros Vampiros para la recolección de información, los cuales llegaron con las manos vacías.

Por más que odiara la forma en como el deplorable Vampiro tomaba decisiones, fue designado por el mismo Viktor, uno de los ancianos del aquelarre y una figura paterna para ella, por lo que de mala gana debía aceptar sus decisiones, al menos las coherentes.

Vestida todavía con la misma ropa, pasaba rápidamente las fotos que su compañero había sacado durante su vigilancia la noche anterior.

Sus labios se abrieron para mostrar los colmillos y emitió un siseo venenoso al ver a los dos Lycans asesinos vestidos de calle.

"Si pudiera exterminaros a los dos… tal como lo hizo el humano" - Se dijo a sí misma, presa de un odio insaciable que no conocía descanso.

¡No bastaría con la sangre de un solo Lycan para vengar la muerte de un cazador!

Erika, una Vampiresa rubia al servicio de Kraven, pasó por detrás de ella, con un elegante vestido entre las manos.

El vestido, de color turquesa, tejido a mano e importado directamente desde París, se ajustaba a la perfección a las medidas de Selene, que habían permanecido intactas a lo largo de las generaciones.

La solícita doncella había seguido a Selene hasta sus aposentos, obedeciendo en apariencia las instrucciones de Kraven.

A la cazadora le hubiera gustado que Kraven estuviera tan preocupado por las actividades de los Lycans como por la gran recepción de aquella noche.

La Vampiresa rubia se acercó al espejo con marco de cromo que colgaba de una severa pared blanca. Posó delante del espejo, sosteniendo el vestido de encaje delante de su propio cuerpo.

"Ooooh, sí" – Dijo con el tono de una adolescente – "Definitivamente tienes que ponerte este, es perfecto"

Dio una elegante vuelta delante del espejo y a continuación añadió entre dientes – "Puede que demasiado perfecto"

A pesar de estar concentrada en las fotos digitalizadas, Selene no dejó de advertir el tono de envidia que supuraba la voz de la joven vampiresa.

Erika se encontraba a décadas de distancia, tanto en poder como en prestigio, de un atuendo tan elegante.

El pequeño y corto vestido que llevaba la sirvienta era considerablemente más barato y más vulgar, lo que hacía que pareciera una cabaretera londinense más que una aristócrata no-muerta.

Sin embargo, los celos de la joven suponían la menor de las preocupaciones de Selene mientras la diligente cazadora seguía examinando las imágenes digitales en busca de alguna pista sobre la misión que había llevado a los Lycans a la ciudad.

'¿Adónde pretendían dirigirse en el metro?' - se preguntó.

No le cabía la menor duda de que lo que pretendían no era nada bueno. Aquí había algo que no encaja.

De pronto, una cabellera negra empapada, unida a un rostro atractivo y varonil, atrajo su atención.

'Es el humano' - pensó al reconocer al extranjero bien parecido en el que se había fijado en la Plaza Ferenciek.

Curiosamente, el guapo joven aparecía en muchas de las fotos tomadas aquella noche.

Aunque a menudo estaba desenfocado o aparecía en los márgenes de las fotografías, el extranjero era a pesar de todo una presencia continua en las imágenes que pasaban en sucesión por su pantalla.

'¿Una mera coincidencia?' se preguntó Selene '¿o algo más?'

Cerró los ojos y examinó sus propios recuerdos.

En su mente volvió a ver al joven caminando sin prisa bajo el aguacero por delante del mismo trayecto que tenían las dos bestias y a continuación revivió mentalmente el cruce de miradas que tuvo con él en la plataforma del metro.

'Joder... denuevo esos ojos... esos malditos ojos' - pensó la vampiresa mientras se perdía momentaneamente en sus recuerdos.

¡No obstante, al instante siguiente, solo hasta ahora se percató que los ojos de los dos Lycans, quienes caminaban entre la descuidada muchedumbre con algún propósito oscuro, estaban fijos en la espalda del misterioso hombre!

Si esto hubiera sido visto por alguien más no habría notado una conexión, pero Selene no era alguien ordinaria, ella pudo conectar todos los puntos.

Sus oscuros ojos se abrieron de repente.

"Iban detrás de ti" - murmuró al caer en la cuenta mientras miraba detenidamente las fotografías.

Pero ¿por qué? ¿Por qué esas bestias irían tras un ser que podria matarlas en un instante y sin mucho esfuerzo?

¿Los Lycans sabían algo sobre la identidad de este humano?

Abrumada por una renovada sensación de urgencia, Selene empezó a trabajar febrilmente con el teclado y el ratón de su ordenador.

Tras seleccionar rápidamente la mejor foto del anónimo transeúnte, la amplió y ajustó su enfoque.

Las facciones cinceladas del joven aparecieron en claro relieve y quedó claro que era el mismo individuo que había llamado su atención en la ciudad.

"Mmm, es guapo... diablos, está caliente" – De repente Erika comentó asomándose por encima del hombro de Selene, quien había olvidado que la criada seguía en la habitación – "Para ser un humano"

"¿Quién es guapo?" – Preguntó una tercera voz.

Selene y Erika se volvieron al mismo tiempo y se encontraron con Kraven, resplandeciente en un traje nuevo de Armani, de pie en la entrada del aposento.

En su interior, Selene reprimió un estallido de indignación. El regente ni siquiera había creído necesario llamar antes de entrar.

Erika, por otro lado, adoptó de inmediato sus modales de humilde criada. Bajó los ojos, se inclinó con mansedumbre y salió de la habitación sin hacerse notar y agachándose bajo el brazo extendido de Kraven al salir al pasillo.

Selene se quedó a solas con el regente.

Sin esperar a ser invitado, éste entró en los aposentos privados de la cazadora con las manos a la espalda. Caminó hasta la ventana del balcón y se asomó a la tormentosa noche.

"¿Tengo que recordarte que esperamos invitados muy importantes?" – Dijo con aire condescendiente.

"No" – Respondió Selene con voz neutra – "Erika lo ha hecho al menos veinte veces en la pasada hora"

Kraven le dio la espalda a la gran ventana y dirigió a Selene una mirada dolida, como si tratara de mostarse acongojado.

"Entonces, ¿por qué no te has puesto algo más apropiado?" – Kraven hizo un ademán con la mirada hacia el vestido de seda que Erika había dejado doblado sobre el diván - "Ya sabes que quiero que esta noche te sientes a mi lado"

"No estoy de humor para tus cosas" - respondió Selene secamente - "Llévate a Erika. Se muere por estar a tu lado"

Kraven sonrió, a todas luces divertido por las ridículas pretensiones de la criada.

Se acercó al asiento de Selene y se inclinó hacia delante hasta que su rostro estuvo demasiado cerca para el gusto de ella.

"Estoy seguro de que es así" - susurró - "pero todos saben que eres tú a quien deseo"

"¿Y qué?" - Respondió Selene, aburrida más allá de toda medida de las intentonas de Kraven mientras alzaba el hombro en señal de desagrado.

Habían repetido aquella misma escena incontables veces en el pasado.

Ella esperaba que después de todos estos años hubieras cogido la indirecta. Su aliento, con un intenso olor a plasma, resultaba desagradablemente sobre su mejilla.

Contrariado por su rechazo, Kraven se irguió en toda su estatura, muy rígido, y se echó atrás la leonina melena negra.

Con el ceño fruncido, pasó una mirada desdeñosa sobre las botas y la ropa de Selene, que todavía mostraban los sucios recuerdos de su visita al mohoso sistema de callejones y alcantarillas de Budapest a través del cual había escapado de la vista humana la noche pasada.

Su animo no era el mejor esta noche, ya que había perdido toda conexión con el grupo que había enviado para la negociación.

Glenn, el único en regresar, le dijo que fue dejado atrás por el mismo Soren ya que consideraba que no tenia mucha experiencia, por lo que lo dejaron cuidando los autos.

Sin embargo, el grupo de Vampiros demoró más de la cuenta, por lo que el fue a buscarlos debido a que se había cansado de esperarlos.

Grande fue la sorpresa del neófito Vampiro al no encontrar rastros de su grupo ni del grupo de Lycans con los que harían el trato, dándole una sensación de mala espina.

Por ello regreso a la caravana rápidamente para buscar el teléfono celular y llamarlo.

¡En el momento en el que iba a abrir el auto una gran explosión lo arrojó contra las rocas, causándole las heridas y laceraciones que tenía al momento de llegar a la mansión!

Desconcertado por lo que había sucedido, el inexperto Glenn regresó corriendo lo más rápido posible, sin detenerse.

Kraven quiso estrellar la cabeza de este tipo inútil contra el piso cuando escuchó la historia, pero se calmó en el instante siguiente, ya que Glenn no había cometido algún error, por lo que le dijo que se fuera y mantenga la boca cerrada.

Ahora tenía un nuevo problema del que ocuparse: la desaparición de Soren y su gente, quienes eran pieza clave en todo el asunto de la rebelión.

Se suponía que Soren debía ir por los dignatarios que venían en representación de Amelia; ahora ya no podía tener todo bajo control debido a que tuvo que delegarle la misión a Kahn, cosa que no le agradaba para nada, pero mantuvo la boca cerrada para no levantar sospechas.

Por ello quiso despejar su tumultuosa mente con esta reunión, y quien mejor que la hermosa Selene, a quien había deseado desde hace cientos de años, para hacerle compañía esta noche.

Este sujeto era increíble, en todo el sentido sarcástico de la palabra, ya que, en los momentos más críticos para su aquelarre, el se preocupaba más por saber si tendrá sexo esta noche que por otra cosa.

Sin embargo, parecía que hoy tampoco probaría suerte en este punto.

"Si quieres mi opinión, creo que te estás tomando demasiado en serio todo ese asunto de los guerreros" – Kraven volvió hacia el retrato enmarcado de la familia que descansaba sobre la mesa

"No puedes cambiar el pasado, por muchos Lycans que mates" – Su mirada insensible dejó un rastro de imaginarias huellas viscosas sobre el precioso retrato – "Lo sabes, ¿no?"

Selene le lanzó una mirada de advertencia. Se estaba acercando peligrosamente a un terreno que para ella era sagrado.

Comprendiendo acaso que había ido demasiado lejos, Kraven reculó levemente. Esbozó una sonrisa amistosa, como si quisiera sacar el aguijón de su sarcástico comentario.

"Y además" – Continuó por un camino discurría mucho más lejos de una confrontación – "¿De qué sirve ser inmortal si te niegas los placeres sencillos de la vida?

"Resulta complicado disfrutar de esos placeres" – Selene reflexionó en un murmullo con mordacidad – "Cuando un Lycan te está destrozando la garganta y dándose un banquete con tus intestinos" - Aspiró profundamente.

"Tch, que aburrida" – Fue lo único que obtuvo en respuesta.

Sin querer iniciar una discusión banal ella señaló la foto ampliada de la pantalla del portátil. Ya que el regente del aquelarre estaba aquí, ella podría aprovechar el momento para contarle sobre su nuevo hallazgo.

"¿Ves a este humano?"

Ahora fue Kraven quien dejó escapar un suspiro de impaciencia.

Se tomó un momento para inspeccionar la manicura impecable de sus uñas, que aparentemente eran más importantes para él que la muerte del cazador la noche previa.

Ni siquiera le dio una buena vista a la pantalla y respondió.

"¿Qué pasa con él?"

A Selene le pareció gracioso que este tipo responda de esa manera después de haber tenido un gran arrebato al momento de ver la grabación de CCTV la noche anterior.

"¿No lo reconoces? Es el superhumano" – Dijo de manera sencilla la vampiresa.

"¡!"

La actitud de Kraven dio un cambio de extremo a extremo.

Antes el estaba despreocupado, los asuntos sobre la bala ultravioleta, la masacre de Lycans y la desaparición de su subordinado, habían quedado en un segundo plano cunado su mente estaba cachonda; ahora que le mencionaron uno de esos temas volvió a la realidad y el pesimismo y la ansiedad regresaron para atormentar su pobre mente.

"¿Por qué tienes fotos de ese humano?" – Preguntó con cierta desconfianza el Vampiro.

Ya de por si esta noche no la pasaría como deseaba, ahora debía ver de cerca a este 'superhumano' otra vez.

"Estas fotos las tomó Rigel en nuestra misión de reconocimiento de esos dos Lycans" – Empezó a decir Selene – "pero empiezo a sospechar que los dos Lyca-"

Kraven la interrumpió al ver que el repentino resplandor de unos faros pasaba por delante la ventana. Selene comprendió que Khan acababa de llegar con los dignatarios del Aquelarre del Nuevo Mundo.

'Maldita sea' - Selene pensó. Sus invitados no podían haber sido más inoportunos.

'¡Justo cuanto estaba a punto de contarle a Kraven mi teoría!'

El regente esbozó una mueca ya que su noche había sido agriada con estos temas. Sin embargo, no arruinaría este evento, por lo mostró una gran sonrisa y su sombrío humor pareció cambiar de repente.

"Ahora, por favor, ponte algo absolutamente deslumbrante y date prisa" – Su pecho se expandió bajo el elegante traje de noche, como un gallo pavoneándose frente al gallinero – "He planeado una velada gloriosa. Ya lo verás"

Se encaminó a la salida, pero Selene no había abandonado todavía la idea de explicarle sus preocupaciones con respecto a los Lycans.

Para bien o para mal, era el líder designado del aquelarre y tenía que estar al tanto de aquello.

"Kraven, esto es serio" – Le dijo – "Creo que el enemigo lo estaba siguiendo"

Kraven se detuvo en la puerta y se volvió hacia ella con una expresión de desconcierto en el rostro, como si Selene acabara de hacer un chiste malo y él no terminara de cogerlo.

"¿Qué...?" – Fue lo único que pudo decir, ya que, el que los Lycans siguieran al tipo que los mató horriblemente, tal y como decía la Vampiresa, podría demostrar dos cosas:

- Las bestias no sabían que clase de sujeto era este tipo y lo querían para la cena de esa noche.

- ¡Sabían que clase de humano era y querían probarlo, fallando completamente!

Kraven sabia que tipo de persona era el líder de los Lycans, y de improvisado no tenia nada, por ello la primera opción estaba descartada, quedando la segunda opción, la cual era algo espinoso para él.

¡Había estado en contacto por un largo tiempo con Lucian, y el que este sepa de un humano tan fuerte y no se lo haya comunicado le decía que los planes del maldito bastardo podrían ir en contra de los suyos!

Todos esto tomando como verdadera la suposición de Selene, quien, valga verdades, era una de las mentes más agiles del aquelarre y por lo mucho que le duela admitir, ella lo superaba en estas cosas de largo, por ello era necesario tener en cuenta su opinión.

'¡Maldita seas Lucian… tú y tus sucios trucos!'

Su noche había sido arruinada completamente

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Gemidos y sollozos ahogados escapaban de la boca amordazadas de un cautivo humano. Maniatado como pedazo de carne y desnudo hasta la cintura, el hombre colgaba de una barra de metal que discurría a todo lo largo del techo de la abandonada estación de metro.

Le habían tapado la boca con una mordaza y su carne mortal estaba llena de golpes y moratones, mientras un 'hombre' miraba aburridos un frasco con un líquido en su interior.

Singe, así llamado este sujeto, era un Lycan de rostro ajado vestido con una manchada bata de laboratorio de color marrón, tenía el cabello escaso, la frente arrugada y una expresión maliciosa que recordaba a un zorro. No prestaba la menor atención a los incoherentes gemidos del hombre.

Después de todo no era más que cobaya de laboratorio. A él le interesaba la química de su sangre, no su conversación. La derruida estación de metro había sido transformada en un improvisado laboratorio y enfermería.

Había tubos de ensayo, jarras, redomas y materiales de laboratorio dispuestos en toscos bancos hechos de madera contrachapada y restos de metal reciclado.

Del techo colgaban mugrientas láminas de plástico transparente que dividían la cámara fin compartimientos separados.

Los improvisados fluorescentes proporcionaban la iluminación justa para que Singe pudiera llevar a cabo su trabajo.

El oscuro y sucio local no estaba ni mucho menos esterilizado y el científico Lycan lo sabía perfectamente, pero ¿qué podía hacer? Esconderse bajo tierra tenía sus desventajas.

Fotos, mapas y notas garabateadas cubrían la práctica totalidad de las baldosas agrietadas de las paredes.

Había cuadernos con canutillo que incluían larguísimas listas de nombres meticulosamente tachados.

En el centro de aquel collage de papeles había un elaborado árbol genealógico presidido por un solitario nombre escrito en grandes letras negras: CORVINUS.

Puede que hubiese interesado al humano maniatado el saber que su nombre y su rostro se encontraban entre los que podían verse en las abarrotadas paredes o puede que no.

En las presentes circunstancias, Singe dudaba sinceramente que el desgraciado espécimen sintiera demasiado interés por los elementos más destacables de su árbol genealógico. Qué pena, pensó. Es una historia fascinante.

El viejo Lycan con toda meticulosidad, colocó una aguja hipodérmica de calibre treinta y tres en una jeringuilla vacía y a continuación se aproximó al mortal al que había denominado Sujeto B.

Los ojos del humano se abrieron de alarma al ver la enorme jeringuilla y sus apagados gritos cobraron un tono más agudo. Forcejeó en vano contra sus ataduras, incapaz de liberarse.

Singe se colocó detrás del aterrado espécimen y esperó en silencio a que el humano cejara en sus fútiles esfuerzos.

Al cabo de unos momentos, el exhausto mortal dejó de debatirse y se dejó caer contra sus ataduras, resignado aparentemente a lo inevitable. Singe levantó la jeringuilla y, con total falta de entusiasmo, se la clavó al espécimen en la yugular.

El Sujeto B se retorció de agonía. Un chillido apagado atravesó su mordaza y sus venas torturadas se hincharon como las ramas de una planta trepadora.

Abrió el émbolo y la jeringuilla se fue llenando de oscura sangre venosa. Esperó hasta tener varios centímetros cúbicos del viscoso líquido y entonces sacó abruptamente la aguja del cuello del espécimen.

Siguió saliendo sangre de la punción, así que Singe se apresuró a taparla con un vendaje por si acaso necesitaba mantener al espécimen con vida.

Dejando atrás al tembloroso humano, atravesó la enfermería hasta un mostrador toscamente cortado, donde había una redoma de cristal marcada con la etiqueta 'B', donde vertió con frialdad y eficiencia el contenido de la jeringuilla.

Sus cansados ojos castaños examinaron la redoma, ansiosos por ver cómo reaccionaba la sangre del sujeto al catalizador.

Una puerta situada en la parte trasera del laboratorio se abrió de par en par y Lucian entró, acompañado por una palpable aura de fuerza y autoridad. Su lustroso abrigo marrón barrió el suelo.

No perdió el tiempo con preámbulos.

"¿Algún progreso?" – Preguntó.

Singe inclinó la cabeza como gesto de deferencia frente al líder de su manada.

"Vamos a averiguarlo"

Volvió su mirada hacia otra redoma, le dio una suave sacudida para asegurarse de que sus componentes se mezclaban bien y a continuación su expresión se pintó de decepción al ver que la solución carmesí se volvía completamente negra.

"Negativa" - anunció con tristeza. De nuevo.

Lucian frunció el ceño, evidentemente contrariado por los resultados del experimento. Singe, sin embargo, era consciente de que la ciencia avanzaba a base de prueba y error.

Más tarde o más temprano, tendremos que localizar al espécimen correcto. Temblaba de placer con sólo pensar en el día glorioso en el que por fin dieran con el medio de acabar con sus primos vampiros de una vez y para siempre.

Pero aún no había llegado, por lo que parecía. Una expresión filosófica se aposentó en sus rasgos lupinos mientras se acercaba a una de las voluminosas listas de nombres que llenaban las paredes. Con un suspiro de resignación, tachó el nombre del Sujeto B: JAMES T. CORVIN.

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En el gran salón la atmósfera era refinada, civilizada. La música de Bach sonaba suavemente como música de fondo mientras la élite del aquelarre daba la bienvenida a sus distinguidos visitantes de Norteamérica.

La bebida carmesí, de un pedigrí especialmente delicado y servida en unos cálices de cristal destellante, fluía por la recepción con largueza.

Las damas y los caballeros vampiros, ataviados con sus mejores y más elegantes galas, flirteaban decorosamente con sus honrados invitados.

Kraven hubiera debido de sentirse en su elemento. La recepción de gala era precisamente la clase de evento elegante y refinado en la que se sentía como pez en el agua.

Pero en cambio ahora, mientras aguardaba junto a la entrada del salón, recibiendo los exagerados cumplidos de los dignatarios extranjeros y devolviéndolos a su vez, estaba distraído y se veía incapaz de divertirse.

Sus ojos examinaban sin descanso los rostros de los presentes tratando de encontrar a una vampiresa concreta, pero Selene no se encontraba a la vista.

'¡Que el Diablo se lleve a esa mujer!' - pensó mientras le ocultaba su creciente frustración a los distinguidos invitados con los que estaba conversando - '¿Dónde demonios se ha metido ahora?'

Después de la comunicación por parte de la cazadora sobre sus conjeturas con respecto al humano, él le dijo que mandaría a averiguar sobre esto a alguien de sus subordinados, cosa que molestó a Selene, ya que ella quería hacerlo personalmente.

Kraven no quiso darle el gusto, pero al ver lo interesada que estaba en este asunto, quiso jugar la situación a su favor, por lo que le dijo que le daría la investigación a ella si es que aceptaba estar en la reunión a su lado.

Selene se quedó pensando mientras miraba la pantalla de la portatil y después de una reacción pasajera le dijo que la esperara en la reunión, que pronto lo alcanzaría.

Esto lo llenó de jubilo y alegría, ya que seria la primera vez que Selene aceptaría estar a su lado, más aún, estaría a su lado en una presentación tan grande como esta, por lo que su ánimo había estado por los aires.

Sin embargo, el que ella no se presentara hasta ahora volvió a agriar la reunión para él, ya que había comenzado todo y ella no estaba aquí.

Kraven echó un vistazo a la puerta, esperando ver a Selene haciendo una entrada tardía, pero se vio decepcionado una vez más.

'¡Juro que de no haberla elegido para ser mi reina, nunca le permitiría semejante afrenta!' - pensó con indignación.

Una mano fría le dio un suave tirón en el codo y al volverse se encontró con la misma criada estúpida de antes, Erika, a su lado.

Llevaba, tal como demanda la ocasión, un vestido oscuro de lentejuelas, con guantes negros hasta los codos, que no parecían demasiado llamativos en medio de la deslumbrante generosidad en el adorno de que hacían gala los demás vampiros.

'¿Qué demonios quiere ésta ahora?' - se preguntó Kraven, enojado por la intrusión.

La delicada doncella se llevó un dedo recatado a los labios y a continuación señaló el oído de Kraven.

Carcomido por la curiosidad, Kraven se inclinó y permitió que le susurrara al oído. Su enfado contra la criada se vio al instante ahogado por una furia volcánica dirigida contra otra persona.

'¡No me lo puedo creer!' - pensó, estupefacto - '¿Cómo se atreve?'

Sin molestarse en ofrecerle sus disculpas a sus estimados invitados, salió hecho una furia del salón.

Subió de dos en dos los peldaños de la escalera imperial de la mansión hasta llegar a la puerta de roble que guardaba los aposentos de Selene.

La abrió de par en par y entró sin anunciarse.

¡En efecto, la habitación estaba tan vacía como Erika le había asegurado!

En el exterior se encendió el motor de un coche y Kraven llegó corriendo a la ventana justo a tiempo de ver cómo salía el Jaguar de Selene por la puerta exterior y se perdía en la oscuridad de la noche.

'¡Maldición!'

Enfurecido, hizo rechinar los dientes mientras las luces traseras del Jaguar desaparecían en la distancia. Consultó su reloj.

Eran más de las cinco de la madrugada. El sol se alzaría en cuestión de horas.

'Así que, en el nombre de Hades, ¿dónde se cree que va tan deprisa?' - Kraven se preguntó, presa de una furia incontenible.

Se apartó de la ventana, perplejo y gravemente ofendido. Al examinar la habitación en busca de alguna pista para el inexcusable comportamiento de Selene, vio que su portátil estaba todavía encendido sobre la mesa.

Aparentemente, en su apresuramiento había dejado el aparato encendido.

En la pantalla se podía ver una pestaña abierta, la cual era de un correo electrónico.

¡Al leer lo que estaba escrito en la parte de mensajes, Kraven casi vomita todo el plasma que había bebido en la noche por la furia, la rabia y la indignación!

El mensaje decía lo siguiente:

"Hola bella dama, no pudimos terminar de conversar en la estación del metro correctamente, así que me gustaría hacerlo en un lugar más privado y tranquilo, en el que pueda resolver todas tus dudas sobre mí y cualquier cosa que quieras. ¡Ah! y no te frenes por el tipo que dirige a tu grupo, el ni siquiera vale la pena la tu preocupación. Si quiere hacerte algo, recuérdale como doble a esos perros gigantes y listo. Estaré en el lugar del cual estabas mirándome detenidamente la otra vez, en esa estrecha cornisa. Te espero~"

¡Kraven se quedó ahi, de pie, con el rostro contorsionándose, como un tipo lamentable!

Me he dado cuenta que ya no comentan mucho, espero que no se esten aburriendo con la novela. Deja tu comentario si tienes una sugerencia o si hay algo que esté mal, trataré de mejorar.

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