—Nunca te olvidaré, Carrick —dijo ella cálidamente y acarició su frente.
No pudo evitar notar que su piel hormigueaba al contacto. Como por instinto, llevó su dedo a su nariz, siguió su afilado borde y sintió como si algo se resistiera a su tirón. Jadeó. Sus ojos se abrieron de par en par. Curiosa y animada a ver qué era lo que se resistía a su tirón, forzó su dedo para trazar una línea recta frente a la nariz.
Todos a su alrededor guardaron silencio cuando vieron una pequeña estela de partículas rojas en polvo saliendo, que caían sobre sus mejillas. La respiración de Anastasia se volvió superficial. ¿Cómo podía hacer esto? Estaba extrayendo el veneno de él. Con la esperanza de que volviera a suceder, llevó su mano a su frente y recorrió su nariz nuevamente. Más veneno salió y cayó sobre su rostro.
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