Dejó un rastro de besos por su cuello y atrapó sus pezones con sus labios. Rozó allí con sus colmillos mientras succionaba con fuerza. Su cuerpo se arqueó, dándole mayor acceso. Y él, él tomó todo lo que ella tenía para dar. Se prendió de otro pezón. Ella gimió mientras él la amamantaba. Levantó la cara y la miró a los ojos con esos suyos amarillos dorados llenos de deseo.
—¡Voy a tomarte ahora, princesa! —dijo Íleo con una voz tan profunda que la conmovió por dentro. Se inclinó para tomar su boca y al mismo tiempo se introdujo profundamente en ella de una sola vez.
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