*Criink*,*Criink*...Abel trato de forzar nuevamente la trampilla pero efectivamente la misma no se había y por desgracia no se había imaginado el candado por que el ruido de las cadenas chocando se hacía bastante evidente al forzar la trampilla más de la cuenta.
Viendo con desagrado las gruesas cadenas y el imponente candado que lo estaban enjaulando en este sótano, Abel maldijo su fortuna y procedió a bajar las escaleras con cuidado de que su enojo lo llevará a hacer más ruido que el necesario.
—Un problema atrás del otro, dios mio que pueblo de mierda…—Murmuro Abel mirando con complicidad el baúl de metal oxidado lleno de herramientas de dudosa utilidad.
Sin impacientarse por la situación, Abel camino hasta el baúl oxidado y rebuscando un poco logró sacar una hoja de sierra en pésimo estado y tan picada por el óxido que solo sus dientes aserrados indican su antigua utilidad.
Abel miro el estado de la hoja de sierra en su mano con más dudas de las que le gustaría y procedió a dirigirse a la trampilla nuevamente, ciertamente Abel no estaba demasiado preocupado por haberse quedado en un sótano, en primer lugar siempre podía ponerse a gritar como un loco y tarde o temprano el guia lo oiría al igual que como lo había hecho antes al romper uno de los baúles antiguos en este cuarto.
Por desgracia aceptar ese plan era aceptar pagar una multa y eso claramente nunca seria una opción válida, puesto que el hecho de no pagar tal multa injusta desde la perspectiva del viudo a estas alturas se había transformado más en una cuestión de orgullo propio, que una cuestión económica y legal.
No obstante, también había otra opción y en ella estaba contemplado el no pagar la multa, dicha opción era simple aunque muy ruidosa y era simplemente romper los tablones de madera de la trampilla, al igual que el sótano esos tablones estaban muy corrompidos por el tiempo y mucho más por estar en la intemperie, por lo que con bastante poco esfuerzo podrían ser removidos.
El gran problema de tomar la opción violenta, era que claramente el guía se despertara, pero acá estaba el truco para que el plan funcionara: correr como un loco hacia el estacionamiento!.
En definitiva el malvado guia deberia estaba durmiendo pacíficamente en su habitación y en el tiempo de que el terminara de reaccionar a los ruidos, vestirse y llegar hasta la trampilla, Abel ya estaría muy, pero muy lejos de esta solitaria mansión como para que lo atrapen en el acto.
Con lentitud y sin apuro alguno, Abel llegó hasta la trampilla y empujo levemente la misma creando una pequeña abertura por donde se podía ver las cadenas y el candado que lo retenían. Haciendo algo de malabares, Abel logró sacar la hoja de cierra por la abertura y con incomodidad comenzó a aserrar la cadena.
*Criiik*,*Criiik*,*Cruuk*...Por suerte el aserrado no hacía demasiado ruido, aunque parecería que los dioses tenían otro destino reservado para nuestro protagonista, porque cuando abel logró cerrar un cuarto de la gruesa cadena, la hoja de aserrar terminó cediendo al esfuerzo y se partió por la mitad dejándola inutilizable.
—Mierda, no me está saliendo una sola bien…—Maldijo Abel tratando de controlar su irritación, con pasos bruscos el hombre volvió a bajar por las escaleras y contempló la habitación donde había pasado la noche.
Lamentablemente esta hoja de sierra en mal estado era la única del baúl oxidado y en los otros dos baúles no había nada de utilidad en principio, mientras que en el escritorio claramente no había nada similar a una hoja de sierra. No obstante,todabia habia unas cuantas cajas de apariencia mas moderna en la habitación y como cais todo en la habitacion era muy miselancio, talvez en una de estas cajas se encontraran las respuestas que evitará que Abel tubiera que tirar abajo la antigua trampilla y salir corriendo como un demente.
Decido a gastar algo de tiempo en probar suerte, Abel procedió a investigar las cajas en la habitación, mientras le pedía a dios que finalmente le tendiera una mano y le diera algo de suerte, la cual desde que llego a este pueblo parecería haberse agotado.