Los hombres de Higashimoto

—En la vida de un hombre, mientras pueda hacer tres cosas, se considerará que ha cumplido con sus méritos.

—¡Ser un leal guardián del país!

—¡Proteger a sus seres queridos!

—¡Ser el demonio del enemigo!

—«Ah... ¡Mátame!» —aulló Anthony.

—«¡Apúrate y mátame!»

—No quería ver su cuerpo roto sufrir más. ¡Eso era porque nadie era verdaderamente indestructible!

—«También quiero enviarte al más allá lo antes posible, pero...» —Oliver Walker hizo una pausa por un momento. La profundidad en sus ojos era como un agujero negro sin fondo—. «Todavía hay muchas cosas que no me has contado. ¡Por eso no puedo matarte!»

—«¡No diré nada!» —rugió Anthony, con el rostro enrojecido—. «¡Nunca traicionaré a Sangre Demoníaca! ¡No seas iluso!»

—Si hubiera una oportunidad de vivir, definitivamente los traicionaría. Sin embargo, ahora que sabía que iba a morir, ¡naturalmente no podía dejar que el enemigo lo tuviera fácil!