Descansaba cerca de una vieja capilla abandonada. En tiempos de antaño fue un potente cañón usado en diversas campañas militares españolas y posteriormente Mexicanas pero ahora el negro oxido la estaba corroyendo. Le faltaba una rueda y posiblemente la pólvora, o aquello que pudiese detonar la pólvora en su interior, ya no existía. Ana pensó que era una pérdida de tiempo sin embargo Winchester se veía muy confiada de que ese plan funcionaría. Acercándose al destartalado cañón, con un silbido agudo de sorpresa, Winchester exclamó:
¡Genial, no se ve tan mal! ¡¿No se ve tan mal?!- le preguntó Ana sorprendida al ver aquel cañón destruido- ¡Literalmente le falta una rueda! Entonces tendremos que cargarla hasta nuestro taller- señaló Winchester sintiéndose eufórica ante la presencia de aquel cañón ¿Nuestro taller?- le preguntó Ana confundida- si no tenemos un taller Winchester En realidad si lo tenemos- le contestó Winchester acercándose al cañón. Agachándose, lo sostuvo con sus brazos pudiendo levantarlo un poco- ¿Recuerdas la escuela abandonada? Pero…- quiso explicarle Ana diciendo que posiblemente algunos clientes suyos la esperarían allí A menos que me equivoque, nadie tiene deseos de visitarte durante estos días Ana sino de querer pelear por su libertad- se adelantó Winchester en su respuesta- quizás los planes de Madera no sean conocidos por los pobladores de San Domínguez pero ellos sospechan que hay algo que no está bien… diríamos que es como un sexto sentido que ellos tienen O que tu presencia les ha despertado- le sugirió Ana acercándose a Winchester ayudándola a cargar el cañón hasta donde se encontraban las sogas con las que lo atarían a sus dos caballos. Sonrojándose, Winchester le respondió Suelo tener ese efecto en las personas
Sin perder el tiempo, Winchester y Ana, ataron aquel cañón a sus dos caballos e iniciaron el arduo viaje hacia su improvisado taller.
Las suposiciones de Winchester no eran para nada erróneas, los pobladores no visitaron la cantina con intenciones de beber algo aquella tarde sino para hablar. Muchos de los pistoleros, forajidos y extranjeros se habían retirado, algunos asustados por la presencia de Winchester en el pueblo y otros intimidados por aquel ambiente revolucionario que comenzaba a formarse en San Domínguez.
Nadie ha sabido nada de Santiago desde hace días- les contaba James usando un tono de remordimiento e indignación- dicen que sigue vivo pero… ¿Qué tipo de vida es esa? ¿Qué tipo de castigo es ese? ¡Los hombres del gobernador son unos depravados!- exclamó el muchacho con quien Winchester había coqueteado haría pocos días atrás- tengo un hijo pequeño, cuando el oyó lo ocurrido me fue difícil tratar de explicarle la atrocidad que hicieron sobre un noble muchacho que solo deseaba lo mejor para nosotros ¿Y acaso hicimos algo para ayudarlo?- les recordó el barbero del pueblo quien se encontraba sentado delante de la barra bebiendo cerveza, no solía acudir a la cantina pero aquel día si sentía deseos de tomar un trago- ¿O solo nos quedamos de brazos cruzados esperando a que todo se resolviera milagrosamente? ¿Y que hubiésemos hecho?- preguntó James con pesar- no somos soldados ni tampoco tenemos las armas para poder combatir contra las milicias del gobernador Madera ¡Hablas de esas milicias como si fuese un ejército imperial!- exclamó el muchacho del Banco- ¡Pero como mucho deben de ser diez o veinte hombres! ¡Nuestro pueblo está conformado por un grupo más numeroso que ese! Si, quince hombres, solo nos superan cinco milicianos- le recordó el almacenero quien también se encontraba en la taberna ese día para poder beber algo. Aquel dicho hizo reír a James y el joven banquero añadió Mejor quince hombres que ninguno- tomando un poco de whisky añadió- pero no importa si fuésemos treinta o trescientos mil hombres, si no hacemos nada para evitar que nos pisoteen entonces sería lo mismo si fuésemos cero personas Los impuestos que el gobernador me impone son demasiado altos- recordó el almacenero bebiendo de su escoses- para pagarlos debo de aumentar mis precios y si lo hago entonces, tarde o temprano, terminaré sin clientes porque nadie querrá comprarme Tenemos el mismo problema- lo secundó el barbero haciendo señal de un brindis Siempre quise ser un maestro de aquella escuela- les confesó el joven banquero- pero la gran mayoría de los niños emigran a otros pueblos o se unen a las milicias del gobernador Madera. He tenido que dejar de lado mis sueños por culpa de toda esta maldita burocracia… hay días en los que me gustaría darle un puñetazo en el rostro a ese desgraciado ¿Recuerdas lo que dijo el padre sobre el actuar en lugar de Dios?- le preguntó James con un tono de curiosidad antes que de severidad Pues Dios se está tardando su tiempo para actuar ¿No crees?- le respondió el barbero sintiéndose más enojado que antes Si dejáramos todo a la suerte entonces Estados Unidos jamás hubiese sido formado- lo secundó el almacenero Nuestras esposas parecen apoyar esta vida- les recordó James sirviéndoles más tragos a los pobladores ¿Y porque ellas estén a favor del gobierno junto al clero significa que estén de nuestro lado?- le preguntó el barbero volviendo beber de su escoses- al final la única mujer del pueblo que ha estado a nuestro favor y nos ha querido ayudar ha sido Ana, la prostituta del pueblo Algo me dice que en estos momentos es más una amiga que una puta- les aseguró el almacenero Si, ella y su sobrina- sonrió el muchacho del banco esbozando una tierna sonrisa de muchacho enamorado- Winchester Espero que tu esposa no esté cerca cuando hables con ese tono de Winchester o tendrás problemas amigo- rió James logrando aligerar aquella tensión que se formaba entre hombres furiosos de sentirse tratados como si fuesen basura
Había anochecido cuando llegaron al pueblo. Deteniéndose en el patio de aquel colegio abandonado, desataron el cañón y Winchester se puso a trabajar con él.
¿Sabes cómo arreglar este tipo de cosas?- le preguntó Ana encendiendo una linterna de gas y acercándola a su amiga Podría decirse- asintió Winchester comenzando a trabajar en el cañón- solo digamos que sé cómo trabajar con armas y armamento militar ¿Cuánto tiempo tardarás en mejorarlo?- le preguntó Ana sintiéndose impaciente ante la posibilidad de que las tropas mexicanas lograran su cometido antes de que estuviesen listas para el combate No te preocupes Ana- sonrió Winchester, guiñándole el ojo le aseguró- te prometo que para mañana al amanecer la vieja Bestsy estará lista para volver a la acción