Sammy se movía como una máquina herrumbrosa mientras sus brazos y piernas parecían bastante desmañados, pero no era lento. Había llegado a la puerta de su dormitorio y la abrió. Entonces salió al oscuro pasillo, el cual que solo estaba parcialmente iluminado por unas tenues lámparas.
—Vamos —dijo Karl de nuevo. Como una pantera negra, Karl saltó de su cama.
Donnie tenía muchos pensamientos en su mente. No sabía qué hacer, pero no dejaría que su amigo se marchara de esa forma. No tenía más remedio que ir con Karl.
Sammy, aún con los ojos bien cerrados, caminó y saltó las escaleras. No obstante, su salto no hizo ningún ruido, como si cada paso se hubiera convertido en un montón de algodón.
Donnie estaba muy asustado al ver aquello. Le dijo a Karl en voz baja.
—No creo que esté consciente. Está siguiendo alguna clase de instinto, o habría cogido el ascensor.
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