La cueva estaba muy oscura. La única luz tenue que Lucien podía ver era del musgo nocturno. No obstante, con su poder de sangre Luz de la Luna, al cual la Iglesia llamó Bendición, Lucien podía ver muy bien en la oscuridad.
En la oscura pupila de Lucien, estaba la vaga figura de Angwoods, titilando y temblando como una vela que había llegado a su fin. A final se apagó.
—¿El Señor... volverá? —Lucien repitió en voz baja. Aquello fue lo que encontró en el recuerdo más profundo de Angwoods, a excepción de su ira y odio ilimitados.
Cuando Lucien encontró esa información en la memoria de Angwoods, pudo sentir el gran respeto y emoción de Angwoods.
Lucien se preguntó si algo horrible estaba sucediendo en el Mundo de las Almas, si el verdadero inmortal se despertaría y volvería.
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