Los pedazos rotos de madera estaban por todos lados. El camarote quedó medio destruido por el fuego y los rayos. Claramente, allí había sucedido una cruenta pelea.
Tom quedó muy sorprendido al ver aquello. Se preguntó si Lucien tenía alguna clase de objeto mágico muy poderoso, e incluso si él ya era un hechicero de segundo círculo, lo cual, de acuerdo a lo que sabía, era casi imposible para hechiceros que nunca se unieron al Congreso y estudiaron la arcana.
Entonces, cuando Tom volvió a la realidad rápidamente, le habló a Lucien, determinado:
—Tienes veinte segundos; encárgate del desastre, revisa a los niños. Déjame el resto a mí.
Dos segundos después, se dio la vuelta con rapidez y empezó a correr hacia la cabina principal de carga, de donde provenían ruidos de tablas de madera rompiéndose. Parecía que los Kuo-toans pasaron a intentar retirarse, haciéndose camino destrozando el barco.
Lucien asintió. Entendió las órdenes de Tom.
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