En una sala de juicio en Francia, Agatha subió al estrado observando a los presentes.
Se estaba llevando a cabo un juicio en contra de la Empresa Cosmos, que estaba surgiendo y que estaba acaparando todos los mercados, con una compra extensa de múltiples empresas que iban a la bancarrota.
El último mercado al cual se adentraron fue al mercado farmacéutico, en el cual diseñaron e introdujeron medicinas, que fueron llamadas milagrosas.
En este mundo moderno se podía aplicar magia para curar enfermedades que antes eran incurables, sin embargo, la Empresa Cosmos lo llevaron a otro extremo.
Medicamentos que curaban con una sola dosis, las enfermedades más pequeñas estaban siendo borradas y tratadas con una eficacia que era abrumadora.
Mientras algunos gigantes farmacéuticos introducían 'curas' prolongadas y cuyos gastos eran astronómicos por la duración, la Empresa Cosmos fue simple, eficaz y algunos dirían estúpido.
Ellos crearon curas de un solo paso sin percances ni efectos secundarios, llevando a que el valioso mercado farmacéutico entrara en una crisis sin precedente.
Se presumía que múltiples empresas farmacéuticas y sus laboratorios entrarían en bancarrota durante los próximos meses por las pérdidas y ellos fueron quienes empujaron este juicio.
Llevando a que otras mega-empresas industriales desde lo tecnológico, médico, informático y decenas de otros campos, empezaran a unirse en contra esta nueva empresa.
Tenían un objetivo y era conocer la mente maestra detrás de toda esta investigación futurista.
Involucrándola a ella como parte de la Iglesia del Tiempo y el Espacio, ya que recibían donaciones de esa empresa.
"Por favor dígame que es lo que piensa sobre…"
Las preguntas del abogado empezaron a llegar y Agatha respondió todo metódicamente, con una expresión de aburrimiento.
La Empresa Cosmos estaba creciendo bajo el liderazgo de los gemelos Trenus y aunque destacaba la habilidad para crecer, había un grave problema a la hora de introducir nuevas tecnologías.
No estaban siendo para nada amistosos con otras empresas, lo que significó que dejaron en bancarrotas a muchos.
La razón por la cual no estaba obteniendo tan mala reputación era porque la tecnología que brindaba al público y a los gobiernos estaba siendo de mucha utilidad en estos tiempos turbulentos.
Y mayor que todo, era que compraban todo aquello que pisoteaban y arruinaban, en muchos casos re-contratando a los antiguos empleados.
"El dueño de la Empresa Cosmos pasó de ser un desconocido don nadie a ser uno de los hombres más rico del mundo en el transcurso de dos años." Dijo el abogado y observándola, preguntó. "¿Cuál cree que es la causa? Responda honestamente."
Estaba tratando de dirigir la conversación al dueño, que hasta ahora ni siquiera había aparecido a los ojos del público.
Había teorías de que él era un títere que ocultaba al verdadero dueño detrás de la empresa y otros hablaban de tratos demoniacos o diabólicos que lo llevaron a obtener todo lo que deseaba.
La causa que llevó a ese hombre a estas alturas era…
"Falta de interés, emoción y empatía. Y por sobre todo una mente brillante." Dijo Agatha y con calma, añadió. "Él no es la mente brillante."
Falta de interés, porque si estuviera interesado en la compañía podrían llevar a que se introdujera lentamente la tecnología o se cooperara con otras empresas, ralentizando el desarrollo y los beneficios.
Era lo mismo con la falta de emociones y empatía… De los millones que dejó sin trabajo era poco probable que pudiera contratar a todos y más cuando el mundo estaba en una crisis tan grande como la actual.
Estados Unidos estaba en un tipo de guerra civil y en Europa estaban políticos levantándose con alguna clase de ideología de superioridad a favor de los usuarios de habilidades, queriendo que no sucediera lo mismo que al país norteamericano.
Las naciones estaban tambaleándose y con decir que habían sucedido varios golpes de estado en el continente africano y asiático, era suficiente para dejar en claro lo caótico que se estaba convirtiendo este mundo.
Sin embargo…
"Es lo que necesitamos hoy en la actualidad." Dijo Agatha y al recibir miradas sorprendidas, añadió. "El mundo necesitaba avanzar y adaptarse a la nueva realidad que se nos ha presentado."
Sin decir más bajó del estrado molesta por estar en este lugar.
¿De qué servían las emociones y la empatía cuando literalmente el mundo se estaba viniendo abajo?
Y lo gracioso era que no estaba cayendo por culpa del 'Caos' y las energías que se filtraban del vacío, sino que intereses de humanos, que buscaban generar conflictos.
Una guerra de usuarios de habilidades en Estados Unidos o aquí, en donde los intereses de grandes compañías estaban en juego.
La falta de emoción y empatía llevó a que la Empresa Cosmos creciera hasta este punto, aunque la base era el genio que tenían.
Dirigiéndose a la parte posterior, Agatha en vez de retirarse, se quedó cuando Elerius Trenus le hizo una señal.
El juicio siguió y ella se ocultó con magia de ilusión, dándose cuenta de nadie la observaba.
"Mi joven maestro se disculpa por haberla involucrado. No esperaba que todo llegara a este punto cuando él deseó ayudar." Dijo Elerius inclinándose con sutilidad.
¿Él deseó de ayudar? ¿Trataba de ayudar al distribuir esas medicinas milagrosas?
En cierto sentido, se podía decir que así lo era, ya que las enfermedades del pasado necesitaban quedarse atrás, para hacer frente a los nuevos fenómenos.
Agatha no estaba muy involucrada en el círculo médico, pero como alguien que estudiaba magia de curación, conocía que varias enfermedades mágicas estaban apareciendo.
Lo tecnológico era una fortaleza humana que necesitaba estar a la altura y si no fuera por la Empresa Cosmos, se hubiera quedado atrasado.
¿Había perdidas y sufrimiento en el proceso de avance? Por supuesto, como en toda revolución y aunque fuera cruel, era necesario.
Aun así…
"Si lo que desea es ayudar, no lo está haciendo muy bien. Cada paso que da crea más problemas." Respondió Agatha con solemnidad.
Había múltiples maneras de ayudar y no verse envuelto en este tipo de situaciones.
"Estamos haciendo lo mejor para evitar las consecuencias." Respondió Elerius en una calma digna de un hombre de negocios.
La Empresa Cosmos no necesitaba comprar otras empresas en bancarrota y re-contratar a sus trabajadores, pero lo hizo y al hacerlo, mejoraron su imagen.
Otra razón era los investigadores de algunos laboratorios que eran muy capaces y que ellos buscaban enseñarle los conocimientos de la empresa, para de esa forma llevar a cabo nuevos proyectos.
La empresa estaba revolucionando varios campos de conocimiento al mismo tiempo y era complicado, mantenerse al día con todos ellos.
—Oh, mira parece incómodo. Has sido dura, Agatha. —Regañó una voz infantil de repente.
La expresión de Agatha tembló por unos segundos.
"Trataremos de hacer lo mejor. Lamentablemente, este no es el único asunto legal que se nos ha interpuesto en nuestro camino. Varias naciones en el continente asiático y americano se han puesto en nuestra contra." Dijo Elerius con cierta seriedad y suspiró.
Algunos avances necesitaban pasar por diferentes organismos que comprobaban aspectos como la calidad o en el caso de los medicamentos, necesitaba una aprobación de expertos de ese organismo.
Organismo que estaba bajo los intereses generalmente de terceros o siguiendo ideologías políticas, lo que retrasaba o impedía que los proyectos avanzaran.
"¿Por qué no construyen una ciudad para deshacerse de esos impedimentos?"
Una voz resonó cerca de ellos y Elerius sin cambiar de expresión, dio una mirada pensante y…
"Trasmitiré esa idea al joven maestro." Dijo Elerius inclinándose antes de disculparse para retirarse.
Agatha que quedó sola dio un suspiro.
"¿Qué? Si te decía que lo mencionaras, no lo harías." Murmuró Jezabel en su oído y entonces riéndose, añadió. "No importa, no es como si dijera algo."
Conociendo a esa pequeña, Agatha suponía que era probable que hiciera parecer como si esa idea nunca hubiera venido de una voz que apareció de la nada.
La idea, aunque sonaba descabellada resultaba bastante útil y más cuando la Empresa Cosmos estaba tan restringida y como si fuera poco, la iglesia necesitaba estar en un lugar en donde no pudieran restringirlos.
Una ciudad controlada por una empresa podría ser útil para deshacerse de algunos asuntos legales problemáticos tanto para esa empresa, como para la iglesia.
"No te olvides de que es interesante jugar a la construcción de ciudades." Murmuró Jezabel y con una voz emocionada, exclamó. "¡Construyamos la nuestra! Tiene que ser grande y magnifica. Levantaremos una porción de tierra y haremos que flote. ¡Será del tamaño de Francia!"
Sonaba como una idea que se le ocurrió de repente y el problema era que la voz llevaba un entusiasmo único, lo suficiente como para creer que lo haría.
"Te aburrirás a los días y lo dejarás volando en medio de la nada sin hacer nada." Respondió Agatha e ignorando los lamentos de la pequeña, observó el estrado en donde estaba por subir la siguiente persona.
El objetivo de este juicio no era solo detener la expansión agresiva y salvaje de la Empresa Cosmos, sino que descubrir a la persona que estaba detrás de todo.
Mientras que el dueño parecía un tipo con suerte, que dio el financiamiento necesario para que todo fuera llevado a cabo y que contrató las personas correctas, el investigador era otro asunto.
Y lo que buscaban era conocerlo y mayor que todo, ver si era posible 'robarlo'
Ese mismo científico entró llevando una túnica de investigador y observando lo que parecía una pantalla holográfica que era proyectada desde un reloj en su muñequera.
Los murmullos aparecieron al darse cuenta de la tecnología que ni siquiera había aparecido y ese hombre que rondaba sus veinte y tantos, caminó al estrado frunciendo el ceño.
Tenía ojeras y estaba perdido en su propio mundo, lo suficiente como para ser llamativo, pero luego de enviar unos datos, levantó la cabeza para observar a los presentes.
Una mirada indiferente, que lentamente se llenó de desprecio y…
"Patéticos y estúpidos ignorantes. Molestándome en mitad de mi próxima investigación. Lo único que causan sus insignificantes vidas es molestia." Dijo el hombre con una expresión de desagrado y observó los abogados y luego al juez y anunció. "Si, les hablo a todos ustedes. Quienes se interponen en el avance del mundo."
Fue directo provocando que nadie supiera cómo reaccionar y por las expresiones molestas de algunos, estuvo claro que no se lo tomaron bien.
Aunque era normal que no se tomaran bien que los despreciaran en sus caras.
"Estamos en medio de un juicio. Cada palabra quedará en el registro con su nombre en él." Dijo el juez en un tono amenazante y…
"Excelente. Enfatiza 'patéticos y estúpidos', si quieres agrega 'simios' a la mezcla. Y cita que lo puso Lucius Aufidius, Sabio del Dios de la Tecnología y ante ustedes, soy un Dios delante de trogloditas." Dijo Lucius dando una sonrisa llena de desprecio y superioridad.
El abogado que estaba llevando a cabo las preguntas, se quedó aturdido y tras unos segundos se recuperó.
"¿Usted acaba de mencionar que es un Sabio del Dios de la Tecnología?" Preguntó el abogado y conteniendo su molestia ante el asentimiento indiferente, cuestionó. "¿Si el conocimiento se lo entrega un Dios, no cree que es su deber compartirlo con el mundo?"
Un Sabio de algún dios.
Recibían conocimiento de ese dios y la idea general era que fue dado para ayudar a la humanidad.
La respuesta fue…
"¿Lo dices de verdad?" Preguntó Lucius y cuando el abogado, asintió se rio a carcajadas.
No fue una risa ligera, sino que a carcajadas golpeando el estrado mientras se recostaba en la silla y luego se limpió los ojos y siguió riéndose, como si hubiera escuchado lo más divertido de su vida.
Esta escena le hizo acordar a las 'Santas' de algunas iglesias en Terra nova, que literalmente eran usadas para ayudar siguiendo la imagen de su dios.
Por lo general, esas personas quedaban obligadas ayudar cuando algunos mencionaban su título y al dios, deseando no empañar la imagen de su iglesia.
Y la idea era más fuerte en las iglesias que mantenían una imagen solemne y estricta sobre su dios.
"Es un deber moral. La humanidad se encuentra en peligro sin precedente, monopolizar el conocimiento debe ser castigado y repudiado." Dijo el abogado con una voz llena de molestia y con la misma seriedad, anunció. "La ayuda de un Benevolente Dios no debe pertenecer a una sola empresa ni individuo."
Los beneficios no debían recibirlo solo ellos, sino que debían compartirlo… Para Agatha tal era la idea que buscaba expresar con su rebuscada respuesta y resultaba divertido incluso para ella.
"¿Conoces al Dios de la Tecnología? ¿Sabes su carácter como para llamarlo benevolente? ¿O al menos has hablado con él como para saber lo que desea?" Preguntó Lucius con una expresión seria y sin esperar, que respondiera, añadió. "Déjame lo llamaré por ti."
¿Quién era el Dios de la Tecnología? Si no lo mencionaba Lucius era probable que nadie lo conociera y menos, cuando literalmente había demasiados dioses en los incontables universos presentes en la existencia.
Y aquí un abogado al azar, lo estaba utilizando como un medio para conseguir lo que deseaba.
El asunto era que los Dioses existían y a diferencia de antes del Gran Cataclismo podían comunicarse con ellos y algunos no eran tan misteriosos o le gustaba guardar imágenes.
Agatha supo que este dios era de este tipo y lo supo, cuando una presión mayor cayó al lugar y…
"Si vuelves a hablar a quién debe pertenecer el conocimiento que comparto, te arrancaré órgano por órgano para averiguar si los terrícolas son tan ignorantes como tú."
Una voz cayó sobre lugar, desmayando a la mitad de los presentes, poniendo de rodillas a la otra mitad y presionando a todos mientras la misma sala cambiaba.
La pared de piedra se convirtió en una pared metálica con cables futurista, el estrado en donde estaba Lucius y ahora estaba el Dios de la Tecnología, se convirtieron en datos y ese 'Sabio', sonreía de manera despectiva y divertida.
Mientras sus ojos brillaban con un esplendor que demostraba un poderío aterrador, que se apagó por completo, sin dejar la sonrisa de lado.
"Palabras tan entusiastas como siempre, ¿no lo creen?" Dudó Lucius y riéndose divertido al escuchar el llanto de los presentes, añadió. "Ahora si me disculpan, debo terminar mi investigación. El cáncer no se cura solo y este mundo no se va a desarrollar sin mi presencia."
Junto a esas palabras se fue, dejando a los hermanos Trenus sin saber cómo reaccionar ante su excéntrico Sabio… Uno que acababa de demostrar una conexión mayor de lo que cualquier podría imaginar y hasta el punto de que la posesión era posible.
Los únicos que quedaron en este lugar indemne fue el juez, que estaba con los ojos abiertos y aquellos asistentes que vinieron de la Empresa Cosmos.
Agatha que también fue una de esas personas que no sintió la verdadera presión, contuvo su expresión temblorosa.
—Me gusta como los terrícolas creen que los Dioses tratan de ayudar a los humanos. Sin darse cuenta, de que a los únicos que desean agradar es a Aión y en menor medida a mí. —Dijo Jezabel en su mente y riéndose divertida, comentó. —Es como llevarle juguetes a la mascota de un conocido, queriendo caerle bien al dueño.
En esa analogía la humanidad era la mascota de los Primordiales y el mayor de ellos, cuya atención estuvo en la tierra desde Terra nova, era Aión.
Nada sorprendente para Agatha.
Al menos que los dioses quisieran algo de los terrícolas no actuarían tan abiertamente como lo acababa de hacer el Dios de la Tecnología.
—Son como mascotas bebes. A veces si le das un juguete peligroso pueden terminar matándose entre ellos.
Agatha que abandonó la sala, escuchó la voz entretenida de Jezabel en su mente junto a miles de imágenes del evento que estaba poniendo en vilo al mundo entero.
Batallas en medio de las calles, escuadrones militares enfrentándose entre ellos, usuarios de habilidades asaltando diferentes lugares, lunáticos, supremacistas de todo tipo y hasta ciudadanos, que se armaron para detener a los lunáticos… Todo estaba sucediendo en una nación, que estaba en llamas.
En medio de ese lugar Agatha observó a su esposo, deteniendo ataques a edificios de inocentes, ayudando en la retirada y a veces furioso por los crímenes, destruyendo todo a su paso.
Era una máquina, un Gigante de Acero que soportó los cañonazos de tanques y misiles de algunos helicópteros.
Desde el asalto a la Casa Blanca por parte de un grupo de elite, que fue repelido, la situación se mostró por completo y se evidenció la división de esa nación.
Algunos militares renegaban órdenes, no deseaban intervenir e incluso se opusieron directamente y aprovechándose de tal evento, lunáticos, jugadores, y sectarios actuaron convirtiendo la complicada situación en un pandemonio.
Robos de banco, asaltos, asesinatos y decenas de otros crímenes sucedían y las autoridades estaban colmadas de casos y aterrorizadas para hacerles frente.
Sin embargo, la sociedad no estaba de manos atadas y muchos héroes se levantaron para hacerle frente a los villanos de turno.
Usaban máscaras como ella o su esposo, ocultando sus apariencias, sin deseos de sufrir las posibles represalias y ellos eran una de las razones por la cual, esa nación no se quebraba a pedazos.
Y la otra era…
—Antes de que ellos obtengan ayuda. Necesitan estar en una situación difícil y precaria. No podré conseguir bombas nucleares si los ayudo prematuramente.
La voz infantil que probablemente conocía lo que sucedía en ese país y quienes estaban llevando a cabo todo este plan, sonó en sus oídos.
Era una observadora, una espectadora que disfrutaba de la situación y esperaba el mejor momento para obtener beneficios.
Aunque ese momento llevara a que cientos de miles murieran y lo que más lograba desconcertar eran sus razones.
Razones que no tenían sentido.
—Por favor, Agatha. ¿Cómo que no tienen sentido? ¿No me digas que no quieres ver cómo se siente recibir una bomba nuclear? ¿No tienes curiosidad por averiguar si un mago es más fuerte que un arma tecnológica? —Cuestionó Jezabel y al no obtener la respuesta que buscaba, murmuró. — Karzhal le hubiera encantado acompañarme.
La pérdida de su amado, la estaba aburriendo y ese aburrimiento para alguien como ese diablo era peligroso.
Lo suficiente como para querer obtener bombas nucleares… Agatha la ignoró.
No era capaz de comprender el proceso de pensamiento de esa 'pequeña' y era probable que nunca lo entendiera y solamente confió en que actuaría al momento correcto.
Esta llamada 'guerra civil' era un enfrentamiento de múltiples causas y algunas más conocidas que otras, sin embargo, si los jugadores que estaban en el medio causaban la caída del gobierno estadounidense, iba a ser un desastre.
Como la primera ficha de un dominó bien preparado, otros comenzarían a caer en cadena, uno tras de otro, probablemente llevando a un mundo anárquico.
—Si es que no post-apocalíptico. Sería interesante de ver. —Dijo Jezabel y cuando Agatha asintió ante esa posibilidad, añadió. —No te preocupes. Quiero ver a Aurora ir a una escuela decente, llevando un lindo uniforme y haciendo amigos inseparables.
Si cada uno de sus comentarios anteriores sonaba como diversión momentánea de alguien que probablemente no estaba bien de la cabeza, para Agatha estas fueron las únicas palabras que sonaron sinceras.
—Eres cruel, pero justa.
Escuchando ese comentario final, Agatha se rio y justo cuando estaba por moverse con magia espacial, recibió una llamada en su teléfono.
"¿Necesitas algo, Frederick?" Preguntó Agatha con una voz seria.
Su tono sonaba serio y directo, atendiendo como aquella a cargo de la iglesia, al menos de las mayores decisiones.
Y Agatha estaba a cargo, ya que ella fue enviada por el mismo 'Dios' a diferencia del Sumo Pontífice, que se comunicaba con esa existencia.
"Esto no tiene que ver con la iglesia." Dijo Frederick y luego de unos segundos, murmuró. "¿Puedes hacerme un favor? Mi familia… Ellos… ¿Podrías ayudarlos? ¿Sacarlos del país y resguardarlos? Por favor."
Un pedido que ante los oídos de Agatha sonaba desesperado.
¿Tan mal estaba la situación? Agatha no preguntó, no quería saber.
Ella podía pedirle a su nuera que detuviera todo, que cambiara el mundo o que lo pusiera bajo su control y el diablo cumpliría para divertirse.
Solo Agatha podría comprender el poder ilimitado que estaba a su disposición y ella no lo deseaba.
No iba a convertirse en la guardiana de este mundo y no iba a resguardar todas las naciones o protegerlas bajo su dominio.
La Iglesia tampoco debía convertirse en esa clase de organización y menos cuando, aquellos que lo apoyaban, podrían abandonarlos de repente.
Por eso ayudar de manera directa estaba fuera de su jurisdicción, no obstante…
"Me encargaré. Me aseguraré que tu familia esté sano y a salvo." Respondió Agatha en calma.
Recordaba a esa niña y esa mujer que perdió a su hija y ayudarlas fue lo único que ella pudo hacer… Que quería hacer.
"Gracias." Respondió Frederick antes de cortar la llamada.
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En una silenciosa oficina Frederick Crawford dejó su teléfono y se quedó en silencio en ese lugar por unos minutos.
Entonces la oficina se abrió de repente y un hombre entró revelando el ruido que venía desde afuera.
"Los refuerzos no van a venir, Frederick. Estamos rodeados." Dijo Vladímir o como él lo conocía Víctor y ese hombre, añadió. "Quien está al mando de la base militar más cercana nos ha abandonado."
El Pentágono la Sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos estaba siendo atacado y estaba rodeada sin refuerzos.
Como quienes movían los hilos no pudieron atrapar al Presidente o eliminarlo, fueron a por este lugar, buscando eliminar la última resistencia que mantenía en pie esta nación.
Este lugar era el centro en donde se seguía movilizando las fuerzas leales y ahora estaba rodeado.
"Mayormente, son jugadores y…"
"Está bien." Respondió Frederick y tirándole un dispositivo de almacenamiento portátil, explicó. "Son los registros y los historiales de las nuevas identidades que querías."
Víctor y Karzhal trabajaron para él, pero nunca de amistad y siempre por un pago.
Fue él quien eliminó todo rastro de Karzhal, su verdadero nombre, sus relaciones y prácticamente todo mientras que ese mismo hombre, también se encargó de eliminar los demás rastros físicos o mentales.
Ocultando sus verdaderos padres en el proceso.
Víctor vino a trabajar porque necesitaba nuevas identidades y Frederick cumplió sus palabras, pero ahora ya era tarde.
El Pentágono caería… Frederick no necesitaba mirar por las cámaras para darse cuenta de que eso sucedería.
Era una necesidad, un hecho en la historia y un sacrificio.
¿Qué harías para conseguir aquello que más deseas?
"Puedes retirarte cuando tengas la oportunidad." Dijo Frederick y ajustándose su corbata al salir de la oficina, vio a sus soldados de elite y anunció. "¡Esta nación sobrevivirá y en el futuro, recordarán nuestro nombre como leales soldados!"
Los soldados saludaron de forma militar, rebosante de energía y tenacidad, aunque sabían que lo que estaba por venir no iba a ser fácil.
Y Frederick apretó sus puños, esperando que Agatha cumpliera con sus palabras.
Mientras su familia y su nación estuviera a salvo, él podría morir sin arrepentimiento.