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Siete. La Titiritera.

—De pronto escucharon algo por el pasillo en la oscuridad...Uuuh~… —relato Sokka con voz misteriosa para luego hacer un sonido extraño. —Se apodero de la luz de la antorcha y supieron… ¡Que la espada de Wing-Fu estaba encantada! ¡Uuhaa~…! —grito.

—Esa es la historia más aburrida que he escuchado. —dije mientras miraba la fogata que habíamos hecho en nuestro campamento improvisado en la mitad del bosque.

—Yo creo que nos asustaríamos más el hombre con mano de espada. —dijo Aang.

—La historias de la Tribu Agua son aburridas. —dijo Toph.

—Esperen, yo conozco una y es una historia real de la Tribu Agua del Sur. —dijo Katara.

—Estoy seguro de que se trata de esas historias del amigo de un primo de un tío conocido. —dijo Sokka rodando los ojos.

 —No, esto le paso a mamá. —dijo seria. —Un invierno cuando mamá era niña una tormenta de nieve azoto el pueblo por semanas. Un mes después mamá se dio cuenta de que no había visto a su amiga Nini, así que con un grupo de personas fueron a buscar a su familia pero cuando llegaron no había nadie más que un fuego a medio encender. Mientras los hombres salieron a buscar, mamá se quedó en la casa y cuando estaba sola escucho una voz "Hace mucho frio y no logro calentarme" —hizo la voz más aguda haciendo que los demás se asustaran. Aang se pegó más a mí y me abrazo. Yo por otro lado no le encontraba nada de aterrador a esa historia. —Mamá se dio vuelta y vio a Nini sentada junto al fuego, estaba azul, parecía congelada. Mamá corrió a pedir ayuda pero cuando llegaron a la casa…Nini desapareció. —

—¿Y adonde se fue? —pregunto Sokka asustado.

—Nadie lo sabe. La casa de Nini sigue vacía hasta el día de hoy pero a veces la gente ve humo salir de la chimenea como si Nini quisiera calentarse. —

—Esperen. —dijo Toph de repente poniendo una mano en el piso. —¿Oyeron eso? Escucho gente debajo de la tierra y están gritando. —

—Si, como no. —dije incrédula. —Tu solo quieres que nos asustemos. —

—No, enserio, escucho algo. —insistió, guardo silencio un momento y luego dijo: —Se detuvieron. —

—Ahora si tengo algo de miedo. —dije.

—Hola, niños. —escuchamos una voz de repente.

Nos asustamos y gritamos.

De la oscuridad del bosque se hizo presente una anciana.

Esa mujer no me daba confianza, toda su aura gritaba misterio con destellos de manipulación y rencor.

—Lamento haberlos asustado. Mi nombre es Hama. —se presentó amablemente. —No deberían estar en el bosque y solos. Tengo una posada cerca, ¿Por qué no vienen a tomar algo de té caliente y a dormir en algunas camas. —

—Si, por favor. —dijo Sokka.

Recogimos nuestras cosas y seguimos a la anciana hasta la posada.

Una vez en el lugar, nos indicó donde dormiríamos y nos invitó a tomar té en la sala.

—Gracias por dejarnos estar en su posada. —dijo Katara mientras Hama nos servía té. —Es muy linda su posada. —

—Que linda eres. —dijo Hama. —Deberían ser más cuidadosos, las personas han estado desapareciendo del bosque en donde estaban. —

—¿Cómo que desapareciendo? —pregunto Sokka.

—Cuando la luna está llena, las personas van y nunca más regresan. —dijo seria pero de repente se puso de pie y nos sonrió. —¿Alguien quiere más té? —pero al ver nuestra cara nos relajó diciendo que todo estaría bien.

Era mentira. 

Al final terminamos nuestro té y fuimos a dormir. Por desgracia Aang y yo no habíamos convencido a Hama de que nos dejara dormir en la misma habitación, ella dijo que éramos muy jóvenes y que no estábamos casados como para dormir en la misma cama. 

Rodé los ojos y me metí en mi habitación para poder dormir un rato.

Al día siguiente Hama nos despertó temprano para alistarnos y salir de compras. Así que tomé un baño y me puse uno de los pocos conjuntos de ropa que había podido comprar. Después desayunamos y nos fuimos al mercado.

Entonces ahí nos tenían, cargados de cosas mientras seguíamos a Katara y a Hama.

—¿Personas desapareciendo en el bosque mientras hay luna llena? —nos susurró Sokka a Toph, Aang y a mi después de haber escuchado a un par de personas hablar. —Esto huele a jugarreta del mundo de los espíritus. —

—Tal vez podemos ir a investigar que hicieron las personas para molestar a los espíritus. —dije.

—Y entonces rápidamente resolverán el misterio al estilo Avatar y Ānníng. —dijo Sokka con una sonrisa.

—Nos gusta ayudar. —dijo Aang mientras yo asentía. —Eso es lo que hacemos. —

Hama dejo de caminar y nos dijo que lleváramos las cosas de regreso a la posada en lo que ella hacia un par de cosas más, no nos quedó de otra más hacerle caso y regresar.

Una vez en la casa, Sokka no se quitaba de la cabeza que la señora ocultaba algo cosa que Katara no creía en realidad. 

Sokka decidió ir a "Investigar" un poco por la casa. 

Los demás lo seguimos.

A Katara no le pareció en lo mínimo que Sokka husmeara en una casa que no era de él y lo fue regañando todo el camino. 

Cosa que Sokka ignoro.

No había nada siniestro ni misterioso de lo que habíamos recorrido hasta que Sokka abrió un pequeño armario mostrando un montón de marionetas un poco espeluznantes.

Una vez recobrados del susto momentáneo seguimos recorriendo la casa hasta llegar al ático donde había una puerta con llave.

Eso si llamo nuestra curiosidad.

Sokka rápidamente abrió la habitación con su espada y tomo la única cosa que había en ella: Un pequeño cofre.

—No creo que debamos estar aquí. —dijo Aang.

—Estoy con él. —dije.

Sokka tomo el cofre pero obviamente estaba cerrado así que Toph se lo quito y comenzó a intentar abrirlo con su pulsera de metal la cual la había convertido en una pequeña llave. 

—Vamos, vamos. —animo Sokka.

—Esto no es tan fácil como parece. —dijo Toph.

—Esto no está bien. —dijo Aang.

—Claro que no lo está. —susurre.

Katara comenzó a ponerse nerviosa, no quería que nos descubrieran.

—Es una locura. Me voy. —dijo Katara.

—Pues hazlo. Vamos Toph. —animo Sokka.

El sonido del seguro abriéndose se escuchó y todos nos acercamos a ver que era.

—Les enseñare lo que hay en la caja. —se escuchó de repente la voz de Hama.

Nos sorprendimos y Sokka escondió la caja en su espalda al mismo tiempo en el que encarábamos a la anciana.

Ella se nos acercó y tomando la caja de las manos de Sokka, la abrió y saco un peine.

—¿Un viejo peine? —pregunto Sokka incrédulo. 

—Es mi más grande tesoro. —dijo Hama. —Es el único recuerdo que tengo de mi infancia en la Tribu Agua del Sur. —

Eso si me sorprendió.

—¿Viene de la Tribu Agua del Sur? —pregunte.

—Igual que ellos. —dijo apuntando a Sokka y a Katara.

—¿Cómo lo supo? —pregunto Katara.

—Los oí hablar en el bosque. —

—¿Por qué no nos dijo? —pregunto Sokka.

—Quería darles una sorpresa. Compre toda esta comida para hacerles una cena al estilo Tribu de Agua, por supuesto no tengo todo lo que necesito aquí pero las naranjas enanas marinas son muy parecidas a las ciruelas de mar si las cueces bien. —

Aang y yo hicimos cara de asco.

Las ciruelas de mar era el platillo que menos me gusta.

—Desde el principio supe que teníamos un lazo. —dijo Katara feliz.

—Yo sabía que guardaba un secreto, ambos estábamos en lo correcto. —alardeo Sokka.

Katara lo miro mal y lo golpeo en el brazo.

—{Sigo creyendo que algo esconde.} —pensé.

—Pero lamento haber husmeado en su casa. —dijo Sokka mientras se sobaba el brazo.

—Acepto tus disculpas jovencito. —dijo Hama mientras se daba la vuelta. —Ahora vamos a cocinar. —

Bajamos a la cocina a ayudarle Katara y yo a hacer la comida.

—Lamento no ser de mucha ayuda. —le dije a Hama. —De dónde vengo no teníamos que cocinar. —

—Oh, ¿Como? ¿Tu madre nunca te pidió que la ayudaras a cocinar? —me pregunto mientras revolvía el contenido de una olla que ella llamaba "Sopa de cinco sabores".

—No teníamos la necesidad de hacerlo. —

Me miro raro.

—¿No comían? —bromeo.

—Si pero tenemos gente que lo hacía por nosotros. —dije mientras terminaba de picar algunas verduras. —A diferencia de Katara y Sokka, yo vengo de la Tribu Agua del Norte. —

—Ella es la princesa, Hama. —dijo Katara.

—Oh…—me miro raro y su aura se perturbo por un momento. —Entonces te enseñare todo lo que se, después de todo somos de tribus hermanas y siempre hay que apoyarnos entre nosotros. —

Ese último comentario no me gusto como lo dijo ni como me miro, lo hizo como con rencor.

Entre cerré los ojos y luego le di una sonrisa forzada y termine de hacer lo que estaba haciendo.

En poco tiempo terminamos la cena y nos fuimos a sentar en lo que Hama traía la comida.

—¿Quién quiere sopa de cinco sabores? —pregunto.

Todos levantamos la mano.

Levanto las manos y con agua control nos sirvió un poco.

Eso nos sorprendió.

—Es una maestro agua. —dijo Katara encantada. —Nunca conocí a una maestro agua de mi tribu. —

—Eso fue porque la Nación del Fuego los aniquilo a todos. —dijo triste y con una nota de rencor en su voz. —Yo era la última. —

—¿Cómo termino en este lugar? —pregunto Sokka.

—Ellos me tomaron prisionera. —

Nos comenzó a relatar toda su historia. Dijo que todo comenzó hace como sesenta años, los soldados de la Nación del Fuego llegaron a la tribu y comenzaron a bombardearlos. Pidieron ayuda a su tribu hermana pero la ayuda nunca llego. Cuando dijo eso me miro de reojo por un momento y después siguió con su relato.

Los maestros agua de la tribu intentaron acabar con los soldados pero ellos llegaban una y otra vez haciendo que cada vez quedaran menos maestros agua y haciéndolos prisioneros. Intentaron todo para resistir pero cada vez eran menos hasta que solo quedo ella y ya no pudo con ellos, así que se la llevaron prisionera.

Los pusieron en prisiones siendo ella la única que pudo escapar.

Katara la abrazo para consolarla.

—¿Cómo pudo hacerlo? —pregunto Sokka. —Y ¿Poque se quedó en la Nación del Fuego? —

—Lo siento, es muy doloroso hablar de lo que nos pasó. —dijo Hama con voz lastimera.

—Lo entendemos perfectamente… así perdimos a nuestra madre. —dijo Katara con tristeza.

—Oh~… mis pobres niños. —dijo Hama.

—Significa mucho para mi conocerla. Es un honor. —dijo Katara. —Es una heroína. —

—Nunca pensé que conocería a otra maestra agua de la tribu del sur. —dijo Hama. —Me gustaría enseñarte todo lo que se para que puedas continuar con la tradición del sur cuando me muera. —

—¡Si! Si por supuesto, aprender nuevas tradiciones sería un honor para mí. —Katara hizo un reverencia. —¿No quisieras venir, Lin? —

Le iba contestar pero Hama me interrumpió.

—Estoy segura de que ella tiene sus propias tradiciones y no necesita saber más. —dijo Hama.

—{Entendí la indirecta, vieja.} —pensé.

—Si, es cierto. —asentí. —Siendo quien soy, ya tengo un nivel mucho más avanzado de lo alguien podía imaginar, además de que me enseñaron las tradiciones de diferentes partes del mundo, incluyendo a mi tribu hermana. —sonreí.

El aura de Hama se tornó roja pero su cara solo mostro amabilidad.

Al siguiente día Hama y Katara se habían ido después del desayuno.

—No me cae bien esa señora. —dije.

—¿Por qué? —pregunto Aang. —Se mira que es buena gente y nos ha tratado muy bien. —

—Si pero ayer cuando se enteró que soy la princesa del Polo Norte me miro con rencor y su aura se tornó de un color muy desagradable. —hice una mueca.

—No te preocupes, Lin. —dijo Sokka. —Mejor vamos a distraernos un rato y averiguar todo eso de las desapariciones. —

Asentí y fuimos a investigar.

—Este debe de ser el paisaje más lindo que hayamos visto en la Nación del Fuego. —dijo Aang mientras mirábamos al horizonte.

—No parece que nadie haya hecho algo para molestar a los espíritus, de hecho se mira muy tranquilo por aquí. —dije.

—Tal vez el espíritu de la luna se volvió malo. —dijo Toph.

Sokka salto en defensa de Yue.

—¡El espíritu de la luna es una amable y encantadora dama! ¡Domina lo cielos con compasión y… bondad lunar! —

Sonreí por sus palabras.

En eso paso un hombre por el camino que estaba ahí.

—Disculpe, señor. —Aang corrió hacia él. —¿Conoce algo del espíritu que roba personas? —

—Solo un hombre lo vio y vivió para contarlo. Le dicen el viejo Ding. —susurro lo último.

—¿Y dónde vive el viejo Ding? —pregunto Toph.

El viajero nos dio la dirección así que emprendimos camino.

Llegamos al anochecer.

—¿Viejo Ding? —pregunte al ver a un hombre mayor clavar tablas a las ventanas de su casa.

—¡¿Qué pasa?! —nos gritó enojado. —¿Qué no vez que estoy ocupado y ya va a salir la luna llena? ¿Y porque todos me llaman así no soy tan viejo? —intento levantar una tabla y no pudo. Suspiro. —Tengo el corazón joven. —

Aang lo ayudo a colocar la tabla.

Entonces le preguntamos sobre el espíritu que lo intento raptar pero él dijo que no había ningún espíritu, dijo que "Ella" fue hacia él y lo obligo a caminar hacia la montaña. Dijo que intento resistirse pero su cuerpo no lo dejaba y cuando estaba por entrar a la montaña salió el sol y pudo controlar su cuerpo otra vez y salió de ahí tan rápido como pudo.

—Yo escuche a gente gritar en la montaña. —dijo Toph. —Los desaparecidos aún deben de estar ahí. —

Corrimos detrás de Toph lo más rápido que pudimos, encontramos el lugar, el cual era una cueva y nos adentramos. Toph tiro la puerta de metal que estaba al final de la cueva y al entrar nos sorprendimos de ver a más de una docena de personas encadenadas a las columnas. 

Se miraban totalmente exhaustas, hambrientas y sedientas.

—Estamos salvados. —dijo un hombre débilmente cuando nos vio.

—No sabía que los espíritus tomaran personas. —dijo Aang. —¿Quién los trajo aquí? —

—No fue un espíritu. —dijo una mujer.

—Fue una bruja. —dijo alguien más.

—¿Bruja? —pregunte.

—Parece una amable anciana pero controla a la gente como un espeluznante titiritero. —

—Hama. —dijimos Sokka y yo entre dientes.

—Les dije que algo estaba mal con esa vieja. —dije enojada.

—¡Tenemos que detenerla! —grito Aang.

—Yo sacare a la gente de aquí. —dijo Toph.

Asentimos y salimos corriendo.

—{Luna llena + maestra agua = Sangre control.} —pensé de inmediato al recordar la lección del maestro Chen y el relato del viejo Ding. —{Maldita vieja.} —

—Creo que ya se lo que hace. —dije mientras corría.

—¿Qué hace? —pregunto Aang.

—Cuando lleguemos lo verán. —dije.

Desde lo lejos pudimos escuchar la voz de Hama.

—Controlo cada musculo y cada vena de tu cuerpo. —

Al llegar Katara estaba en el piso llorando.

—¡Déjala en paz! —grite y le lance una ráfaga que la hizo caer y perder el control que tenía sobre Katara.

—¡Sabemos lo que hiciste, Hama! —grito Sokka.

—Ríndete. — dijo Aang. 

Se puso de pie.

—No, soy más que todos juntos. —

—Eso crees tu. —dije y me puse en posición para pelear.

—Niña tonta. —dijo entre dientes mientras me miraba con odio. —Sabía que debía de deshacerme de ti en cuanto supe que eras del Norte. Tú y tu gente solo son una bola de egoístas que no pudo ir cuando su tribu hermana más los necesitaba. —

Entonces levanto las manos y controlo los cuerpos de Sokka y Aang.

Yo solo sentí un leve cosquilleo en el cuerpo.

Hama me miro con asombro al no poder controlar el mío.

—¿Sorprendida? —sonreí con arrogancia. —Soy más poderosa que tu así que deja a mis amigos en paz y ríndete. — 

—¡Jamás! —grito 

Y lanzo a Aang y a Sokka hacia Katara, la cual ya estaba recuperada y lista para pelear. Por suerte ella pudo esquivarlos y lanzarle un chorro de agua a Hama.

Hama rápidamente esquivo el ataque y controlo a Sokka y a Aang nuevamente para que nos atacaran.

—Ya me cansé de esta vieja. —cerré los ojos y controle todo ser vivo que estaba a mi alrededor. —¡Alto! —grite y todos se detuvieron.

Deje a Aang y a Sokka libres antes de que se lastimaran entre ellos y controle solamente el cuerpo de Hama.

Tire a Hama al suelo y me acerque a ella.

—Tu nunca lograras superar mi poder ¿Sabes por qué? —sonreí. —Porque soy la maldita Ānníng, bruja. —

Ella me miro con asombro.

A lo lejos pude ver como llegaba Toph junto con los prisioneros de Hama.

—Espero que no hayas olvidado la sensación de estar en una celda de la Nación del Fuego porque ahí es donde vivirás por el resto de lo que te queda de vida. —

Me miro enojada y me aleje para que los ciudadanos se la pudieran llevar prisionera.

—Quedaras encerrada por siempre. —dijo uno mientras le ponía las esposas y se la llevaban.

—¿Aprendieron algo el día de hoy? —pregunte.

—Si, nunca confíes en ancianas que te encuentras en el bosque. —dijo Sokka.

—Bueno eso es verdad pero la otra cosa fue que nunca me deben de ignorar o no hacerme caso cuando alguien no me da buena espina. —dije.

—Nunca volveremos a pasar por alto eso de nuevo. —dijo Aang mientras me daba un beso en la mejilla.

—Eso espero. —