Kain y Hephaestus habían hecho todo el camino hasta la casa que ahora quedaba en los límites del territorio de Hephaestus. En este sector no habían tantas tiendas de herrería, mucho menos talleres, pero aún se podían ver algunas chimeneas emitiendo el humo del carbón y otros reactivos para trabajar los metales. Para ser más preciso, al lado de la casa de Kain había un sonido constante del martillar del acero. Sonaba vigoroso e incansable, en un movimiento constante.
Por su parte, Kain no se preocupó demasiado, ya que ahora no tenía niños pequeños y dentro de todo, le era bastante familiar el aroma de la fragua. En estos momentos estaba más concentrado en abrir el portón metálico para entrar a la propiedad. Este lugar lo ocupó poco, pero le trajo gratos recuerdos. Sobre todo de sus hijos y sus esposas cuando eran jóvenes. Por otro lado, Hephaestus saco la llave de su bolsillo y abrió la reja generando un sonoro clic, para luego empujar el portón y generar un leve chirrido.
-Vamos Kain- dijo Hephaestus tirando del brazo de Kain mientras este último estaba soñando despierto.
-Sí- dijo Kain sin nunca apartar la mirada de la casa de dos pisos. Dentro de sus pensamientos, la encontró muy grande para vivir solo.
Avanzaron hacia la puerta de la casa, siguiendo una hilera de escalones que los elevaban cuarenta centímetros sobre el nivel de la calle y cuando llegaron a la puerta, se detuvieron. Kain no quiso entrar de inmediato, camino bordeando la casa hacia la derecha y fue al jardín. Al igual que como lo dejo Reida en su momento, estaba florido por todo el borde, lleno de flores de todos los colores. Un manto de pasto verde que se extendía de pared a pared y un camino de pastelones de cemento que conducía a una mesa de madera en el centro. Estaba vieja y el color no era tan claro y vivido como en aquella época. Pero Kain aposto que todavía podía sentarse con el trio de idiotas para intercambiar unas cuantas cosas. Kain noto una gran diferencia, había un árbol de manzanas en la esquina derecha, al fondo del sitió. Estaba rodeado por pastelones de cemento de forma tal, que pudieras poner una mesa pequeña y sillas. De esa manera podrías disfrutar de la sombra y beber durante la tarde.
-Yo lo mande a plantar- dijo Hephaestus mientras notaba hacia donde se dirigía la mirada de Kain. Ella se puso colorada y continuo -Lilia me dijo que te gustaba sentarte a beber con la fresca de la tarde bajo un árbol que había en tu casa-
Kain sonrió al ver a la linda diosa tímida y se acercó para besarle la frente. Hephaestus se puso aún más roja y Kain se dedicó a pasear por el jardín. Una vez que inspecciono que todo estuviera en su lugar, llevo a Hephaestus a la entrada de la casa y se pararon delante de un gruesa puerta de madera. Hephaestus igual que antes, tomo la llave y abrió la puerta para al final empujarla hacia adentro. La casa estaba bastante fresca, por lo menos más que la temperatura ambiente de un día soleado. El hecho es que fue bastante agradable entrar y resguardarse del implacable sol.
-Hace una semana envié a una mujer que conozco a que limpiara la casa- dijo Hephaestus -como ves, todo está impecable y en su lugar. Solo hay que ventilar un poco la casa para que se vaya el aire estancado-
Entonces Hephaestus se comenzó a mover de aquí para allá mientras abría las ventanas y puertas. No obstante, de esa manera igual entro el viento cálido, cosa que no fue tan agradable, pero no había mucho que hacerle. Kain la ayudo en eso y le ofreció una comida. Así que pasaron algunos paños por la cocina y el comedor. Después de eso, Kain creo algo de hielo e invito a Hephaestus a beber jugo de manzana. Solo intuyo que por el tipo de árbol que pidió plantar en el patio, a ella le gustaba ese sabor. Cosa que fue un acierto. No obstante, dejando eso de lado, Kain se dedicó por su cuenta a preparar un guiso mientras la diosa lo miraba.
Mientras Kain se dedicaba a cortar las verduras, Hephaestus estaba sentada al lado de una pequeña mesa cuadrada que había en la cocina. Ella lo veía mover sus agiles manos pensando en uno que otro pensamientos ocioso. De repente pensó en algo y le pregunto -Kain, una vez que murieron las chicas, tu, bueno ¿Tuviste alguien que te hiciera compañía?-
Kain sonrió -sí, pero solo fueron mujeres que querían divertirse- dijo -yo también quería divertirme y después de eso, no nos vimos más-
Hephaestus se sintió mal al escucharlo, pensó que era un cerdo y se quedó callada, guardándose su resentimiento. Kain sintió como si le clavaran varios cuchillos por la espalda. Cosa que le hizo tener varios escalofríos y tiritones, pero se concentró en elaborar la comida.
Al rato después que persistió el incomodo silenció, Kain le pregunto -¿tú no has tenido ningún amigo? Por decirlo así-
-No- respondió Hephaestus en un tono cortante
Kain supo en ese momento que no debió haber sido tan trasparente con su respuesta, pero lo hecho, hecho esta. Así que solo siguió moviendo sus manos y puso la olla a calentar agua mientras colocaba un sartén en paralelo para freír la carne y las verduras.
Mientras la carne chirriaba en el sartén, Kain le pregunto -¿Y tus amigos dioses, no tienes alguien con el que te gustaría quedar?-
-No Kain- dijo Hephaestus en un tono molesto -yo no soy tan suelta que ando por ahí con cualquiera. Además, mi cara…-añadió bajando la voz hasta callarse por completo.
Kain en ese momento recordó lo que le comento en algún momento Lilia. Si quería aceptar a Hephaestus, primero tenía que ver su cara y después decidirse. Kain quedo pensando un gran rato, hasta que estuvo hervida el agua y freída la carne. Convino las dos cosas y después las mezclo con algunos aliños y tapo la olla durante un momento. Después puso otra olla para cocer arroz y se alejó de la cocina. Fue hasta donde estaba Hephaestus y se sentó frente a ella. Por su parte, Hephaestus tenía una mirada deprimida y miraba la mesa como si hubiera algo importante ahí. Kain estiro su mano y le levanto el rostro desde el mentón. Sonrió y ella miró hacia otro lado, en un gesto de fastidió. Entonces Kain se levantó y se ganó a su lado para invitarla a levantarse. Hephaestus se levantó de mal humor y se asustó cuando Kain trato de tocar su parche en el lado derecho de la cara.
Hephaestus dio un paso atrás y casi trastabilló con la silla en la que antes estaba sentada -¿Qué haces?- Le pregunto en un tono molesto.
-Quiero ver que tan terrible es, que te hace sentir tan deprimida- respondió Kain mirándola al ojo
-No puedes- dijo Hephaestus mirando al suelo con un tono de voz mimado -tú no te preocupas por mí, así que, qué más da-
-Me preocupo por ti, por eso quiero mirar-
-Mentira, tú, tú, no te preocupas por mi-
-Déjame mirar tu ojo- insistió Kain, pero Hephaestus no quería levantar su rostro. Así pasaron durante un rato, parados uno frente del otro sin moverse hasta que Kain tuvo que ir a ver el arroz. Por otro lado, Hephaestus se sentía incomoda en este momento. Pensó en irse, pero pregunto qué ganaría de eso. Al final se sentó en la misma silla y espero a que la comida estuviera lista.
Veinte minutos más tarde estuvo todo listo, pero Kain no quiso servir. Pensó que la comida sabría como la arena si la comían con este estado de ánimo. Así que fue a donde estaba Hephaestus y se sentó al otro lado de la mesa.
Kain apoyo sus brazos sobre la mesa y le pregunto con un tono de voz suave -¿Por qué no quieres dejarme ver tu ojo?-
-Yo- dijo Hephaestus con duda, miró para todos lados como tratando de encontrar una excusa, pero al final no la encontró. Así que al final solo respondió de mala manera -¿Y eso a ti que te importa? No eres nada mío, así que déjame en paz-
Kain soltó una larga exhalación cargada de fastidió y la miró a los ojos -¿Por qué te pones así? Hubiera sido mejor que te hubiera mentido-
-Pues sí- dijo Hephaestus levantando su rostro y mirándolo con odio -llevo más de sesenta años esperando que vengas, pero andas por ahí de suelto ¿Debería tomármelo en broma?-
-Yo que sepa, no acordamos nada-
-No- dijo Hephaestus con una voz pequeña, pero luego elevo su tono -pero eso no importa, no importa nada de mí. A ti te da lo mismo, así que metete en tus asuntos-. Después de eso miró hacia la pared.
Kain soltó otro suspiro y le dijo -Hephaestus, solo vine a estudiar la divinidad como te dije, no puedo tener una relación sería con alguien. Solo será tristeza al final. Llegado su momento me tendré que ir y puede que no vuelva más. Así que es mejor que sigamos como amigos-
Kain se levantó sin dejarle replicar y al rato después escucho un sollozo. Se sintió como un pedazo de mierda, pero prefirió dejar las cosas así. De esa manera, no habrá sufrimiento en el futuro-
Como lo predijo Kain, el guiso acompañado de arroz tuvo un sabor a arena. Kain no recuerda haber tenido una comida más mala durante todos estos años. Ni siquiera cuando murió Maaya, que fue su última esposa en irse.
-o-
Cuando el día ya se estaba oscureciendo. Kain invito a Hephaestus a sentarse bajo el manzano y disfrutar de la brisa fresca de la tarde. Disfrutaron con un trozo de torta y una taza de café. No conversaron, no hubo mucha interacción. Solo se hicieron compañía mientras miraban como el sol se escondía a lo lejos en el horizonte. Ya cuando llego la noche, Hephaestus se quiso ir, Kain la quiso escoltar, pero ella se negó. Tuvo un arranque de ira y le grito que se muriera, que si no la quería, era mejor que la dejara sola. Se fue llorando y Kain fue a su cola. Hephaestus bajo la velocidad hasta que Kain la alcanzo y al final, se largó a llorar mientras lo abrazaba. Hubo un montón de gente que los miraba, pero Kain no les dio importancia mientras que Hephaestus no se dio cuenta. Después de que Hephaestus botó toda su pena, caminaron tomados de la mano por las oscuras calles de Orario. A estas horas las farolas se encendían y comenzaba la vida nocturna en Orario. Lo bares se abarrotaban de aventureros y las amazonas salían a buscar hombres.
Mientras avanzaban por la calle en un constante cambió entre las luz de las farolas y la sombra de la noche, Hephaestus le pregunto a Kain en un tonó de voz monótono y bajo -Kain ¿es cierto que vienes por un tiempo y te iras?-
-Así es- dijo Kain sin apartar su vista del camino
Hephaestus apretó su agarre en la mano derecha de Kain y le abrazo el brazo. Comenzó a sollozar de nuevo.
-¿Por qué no me quieres dejar ver tu rostro?- preguntó Kain en un tono bajo, casi un susurro
Hephaestus respondió mientras pasaba su mejilla por el brazo derecho de Kain, como si lo estuviera acariciando -es feo, no quiero que veas eso-
-¿Pero quieres que te ame?-
-Sí-
-En ese caso, en algún momento lo veré-
-No, si nunca me quitó el parche-
-Será un poco incomodo tener eso si lo hacemos en algún momento- respondió Kain
-Sucio- le dijo Hephaestus y le pellizco el brazo derecho, pero soltó un risita divertida.
Cuando llegaron al final del camino, a unos cincuenta metros por delante de la entrada a la mansión de Hephaestus, ella se detuvo y Kain la acompaño en el gesto. Hephaestus miraba a Kain con anhelo mientras la sombra de la noche se extendía alrededor. Su cabello rojo como el fuego y sus tiernos labios rosados eran lo que más se destacaba en su rostro. El parche sobre el ojo derecho apenas se distinguía. Por su parte, Kain la miró con sentimientos encontrados. Era cierto que la última vez que se encontraron en Orario sintió que ella tenía algún gusto por él. Pero no esperaba que lo años potenciaran tanto esos sentimientos. Por lo general debería disminuir y morir en algún punto. Se pregunto si esto era a lo que llamaban amor platónico.
Hephaestus se apoyó sobre el pecho de Kain y lo abrazo -Kain- dijo en un susurro -ámame en este breve momento. Aunque sea corto, aunque sea escaso, me gustas ¿Hay algo malo en eso?-
Kain paso sus grandes manos por la fina espalda de Hephaestus. Fue un suave roce de cariño y confort, quiso decirle que estaba mal ¿Pero lo era?. Al final negó, era lo que ella quería y lo que pasara, solo sería la consecuencia normal de elegir un camino. Así que se agacho y la abrazo con suavidad.
-No- respondió Kain en un susurro -no hay nada malo con eso, pero antes de decidir algo, quiero que lo pienses. Debes saber que me iré en algún momento. Será súbito, de un día para otro. No será algo planificado. Así que piénsalo bien-
Hephaestus asintió mientras lo seguía abrazando, levantó su rostro y presentó sus labios para que Kain los besara. Kain hizo una pequeña y casi imperceptible sonrisa y la beso. Estuvieron besándose con la oscuridad de la noche y las estrellas del firmamento como sus testigos. No había nadie en metros a la redonda, salvo los guardias que custodiaban la mansión a unos cincuenta metros más allá.
Después de terminar su beso, Hephaestus mostro una tierna sonrisa y le dijo -la próxima vez, te dejare ver mi ojo-
-En ese momento- dijo Kain -veré si puedo hacer algo por ti-
-Ni siquiera los dioses en el cielo pudieron hacer algo-
-Puede que la divinidad no sea la forma de solucionar tu problema, solo déjamelo a mi- dijo Kain y le dio un tierno beso en los labios -¿Me escucharas?-
-Sí- respondió Hephaestus enamorada.