—¡Esa voz! —gritó Raidha, con una mueca desagradable en su rostro.
—Sí, a mi también me suena esa voz… Si no me equivoco…
Tanto Raidha como yo tragamos saliva sonoramente y, como si estuviéramos completamente sincronizados, giramos lentamente nuestro cuerpo hacia atrás.
—Lo sabía… —murmuré.
Como pensé, la chica de cabello dorado con la que peleó Raidha esa noche se encontraba de brazos cruzados observándonos con una mirada terriblemente afilada.
[Esto… ¿Quién es?]
—Una loca… —murmuré.
El silencio incómodo entre nosotros por fin se rompió.
—¿Sabéis?, os he estado buscando desde hace mucho tiempo. ¡No tenéis ni idea de las ganas que tenía de teneros justo enfrente de mí y terminar con esta tortura!
Empezó hablando muy pausadamente, pero a medida que seguía diciendo tonterías su tono y velocidad subían poco a poco, hasta que finalmente prácticamente gritaba como si estuviera desfogandose de todos sus dolores de cabeza.
—¡Desde que nos encontramos ese día no he podido dejar de pensar en vosotros! ¡Siquiera podía dormir bien! ¡Día tras día, noche tras noche, solo vivía pensando en hoy, el día en el que os encontraría de nuevo! ¡Aaaaa! ¡Lo que he llegado a sufrir por vuestra culpa!
Y por si fuera poco, parecía estar perdiendo la cabeza ella solita.
«Creo que empiezo a entender cómo se siente una víctima de acoso…»
Sin embargo, se recuperó de golpe y volvió a su actitud inicial en un momento. Definitivamente esta chica estaba chalada.
—¡Sobre todo por ti! —me señaló.
—¿Ah? —respondí sin entender nada.
—Sí tú, no importa cómo lo mires, eres un simple humano. Tu presencia es insignificante y no pareces ser capaz de amenazar ni a un niño, pero los ojos con los que me miraste en ese momento, esos ojos rojos como la sangre, quedaron grabados a fuego en mi ser. Cada vez que intento dormir siento esa mirada fija en mí, ¡los quiero fuera de mi cabeza! ¡Déjame vivir de una maldita vez!
—¡¿Qué se supone que significa eso?! Un momento… ¿rojos? ¿Acaso te refieres a…?
—¡Pero qué idioteces está diciendo esta loca! —Raidha interrumpió a todo pulmón, tirándose de los pelos desesperadamente.
La calma de unos momentos atrás se fue a la… dejando únicamente al par de locas gritándose la una a la otra.
—¡Otra vez parece que me estéis usando de excusa para pelearos! ¡Calmaros las dos y hablemos civilizadamente por una maldita vez!
Sujeté a Raidha y me puse entre ambas, suplicando que esa chica no se lanzara al ataque como la última vez… Aunque había varios metros de distancia entre nosotros no tenía confianza en que podríamos evitar otra rafaga de cuchillas voladoras como la última vez.
—¡AAAAAAAAAA! ¡No hay forma de hablar civilizadamente con esa loca! ¡Si alguien tiene que dejar en paz a alguien eres tú! ¡¿Qué te hice para que me persigas desde que salí de casa?! ¡¿Quién eres?! ¿Qué quieres?!
«¡No la provoques!», supliqué en mi mente mientras me esforzaba en sujetar a Raidha para que no le saltara a la yugular.
Por suerte, a diferencia de Raidha, esa chica parecía ser capaz de contener sus emociones… más o menos…
—Mi nombre es Calitia. He estado cazando Silphen desde que mi edad alcanzó los dos dígitos. No pienso permitir que destruyas el universo con vuestros pérfidos planes. Tus fechorías terminan hoy —nos dijo con una mano en la cintura y la otra señalando a Raidha.
Todos los pelos de mi cuerpo se pusieron de punta en el momento en el que me llené de vergüenza de la cabeza a los pies… Raidha pareció sentirse más o menos igual, ya que hasta retrocedió dos pasos con una enorme mueca de disgusto.
—Confirmado, está loca —murmuró Raidha.
—Como una maldita cabra —asentí.
-Ey, tómalo más en serio. Esta situación es más peligrosa de lo que crees. Esta katryde es más fuerte que cualquiera de los demás que nos hemos encontrado. Si decide atacarnos hasta yo no tengo la certeza de poder hacerle frente.
Y ese comentario en mi mente no ayudó a relajar la situación.
—¿Cómo estás tan seguro?
-Mi intuición me lo dice.
—Sin comentarios…
Fuera verdad o no, prefería no descubrirlo, pero a duras penas podía centrarme en buscar una manera de escapar. Rápidamente repasé nuestros alrededores, incluso el cielo, no parecía haber rastros de otros katryde alrededor.
«¿Está realmente sola?»
Todo apuntaba a que esta chica tenía algún tipo de complejo de justiciera, pero si había otros katryde a la espera de una emboscada no tendríamos oportunidad alguna de escapar de esta.
—¿Estás aquí sola? Todos los katryde que nos hemos encontrado van siempre en grupos… —pregunté escudriñando atentamente los alrededores.
—Es simplemente por nuestra formación militar. Yo sola soy suficiente para lidiar con vosotros dos, no pienso dejar que mis hombres se manchen las manos por nada.
—¡Ja! Un silphen es más que suficiente para eliminar a todo un escuadrón katryde. ¡El único motivo por el que vais ganando es porque sois muchísimos más! —Raidha se adelantó de nuevo.
«¡No empeores las cosas!», la sujeté de nuevo.
—Tsk, quisiera contradecir eso, pero por mala suerte en general es así. De todos modos, no te creas que es igual en todos los casos. El rango de comandante es dado a aquellos que son capaces de hacer frente a un grupo de silphen por sí solos, estoy acostumbrada a pelear contra silphen de tres en tres. Aparte, hay muchos comandantes mucho más fuertes que yo. Entre mis superiores hay tres que podrían competir con el mismo Arkin.
—Bah, ninguno de vosotros es capaz de igualar a mi padre. Ya nos encontramos con un tal Theralox, quien se enfrentó con él creyendo lo mismo, y te aseguro que no terminó muy bien después de eso.
Pude ver durante un momento como esa chica tembló entera.
—¿Tu padre? … ¡¿Ehhhhhhhhhhhhhhhhh?! Tu… pa…pa… ¿padre? ¡Ehhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡¿Eres la hija de Arkin?! Imposible, ¡estás mintiendo!
—¡No miento!
—Y que Theralox… Theralox… ¡¿se enfrentó a él?! ¡Ehhhhhhhhhhhhhhhhh!
Sus temblores se incrementaron y sus ojos parecían querer salir de sus cuencas oculares. Además como gritaba… literalmente podía ver reflejada a Raidha en ella.
—¿No sabías quién era yo? ¡¿Entonces por qué me has estado siguiendo?!
Rastros de sudor podían verse en su cara, pero su expresión volvió a endurecerse de nuevo.
—¿Acaso Arkin…? ¡¿Qué pasó con Theralox? No estará…
—El muy cobarde terminó saliendo por patas después de enfrentar a mi padre.
—Entonces está bien… cuánto me alegro… y en realidad, esto es bueno…
Sus ojos se afilaron de nuevo y un escalofrío recorrió mi espalda. Inmediatamente empujé a Raidha con todas mis fuerzas y dirigí mi energía hacia el suelo, empujando la tierra tan rápido como pude hacia arriba. En un momento un enorme muro apareció entre Raidha y yo, justo a tiempo para bloquear la larga espada de esa chica, que fue capaz de clavárse hasta pasada la mitad de la hoja en ese muro recién levantado a menos de un metro de mí.
—Será mejor no resistirse, os ahorrará bastante dolor —me dirigió una mirada de reojo llena de recriminación.
[¡No te acerques!]
Pyro, que hasta el momento había estado dentro de mi capucha en silencio se levantó en el aire y dirigió una fuerte ráfaga de llamas directamente a la chica. No obstante, antes de que el fuego la alcanzara su figura desapareció, dejando únicamente la espada clavada en la pared.
—¡Ugh!
Y antes de siquiera entender lo que había pasado sentí un terrible dolor en mi estómago al mismo tiempo que el dolor de un fuerte golpe en mi espalda.
—Cof, cof.
Mi cerebro se aceleró intentando entender lo que había pasado, y rápidamente me di cuenta de que esa katryde me había dado un fuerte puñetazo, lo suficientemente fuerte como para hacerme rebotar contra la pared.
—¡¿Drayd, qué estás haciendo?!
Escuché el grito de Raidha desde el otro lado del muro. Lentamente me levanté apoyándome en la pared de tierra mientras tosía con dificultad con mis ojos fijos en la chica que se encontraba ilesa a apenas dos metros de mí. Incluso así seguí extendiendo la pared a la máxima velocidad que mi poder permitía. Me sacudí el dolor de encima y mordí mi labio con frustración.
—¡Pyro, llévate a Raidha lo más lejos de aquí! —grité hacia el pequeño pájaro que se encontraba encima de mí.
[¡Pero!]
—¡Sin peros! ¡Llévatela!
El pequeño pájaro y yo intercambiamos miradas fijamente durante un momento.
—Por favor…
Pyro asintió y tomó altura de nuevo.
[¡Tienes que regresar!]
No respondí, únicamente di dos pasos hacia adelante y clavé mi mirada hacia Calitia.
—¡¿Qué crees estar haciendo?! ¡Estupido! ¡Retrasado! ¡Imbéciiiiiiiiiiiiil! …
Podía escuchar los gritos de Raidha alejándose de la pared que seguía extendiendo sin parar incluso en ese momento. Probablemente Pyro estaba arrastrándola con todas sus fuerzas, y Raidha no podía volar, así que no había forma de que pudiera saltar en medio de Calitia y yo. No obstante, Calitia si era capaz de volar, con lo que no le costaría nada ignorarme e ir tras de Raidha, pero en su lugar se encontraba parada delante de mí.
—¿Así es cómo lo quieres? —Calitia me preguntó mientras se acercaba a su espada.
Apreté mi agarre sobre la empuñadura de Vurtalis y respondí entrecerrando los ojos igual que ella.
—Sí.
Ella sujetó la empuñadura de su espada y la sacó de la pared con un único tirón antes de decir una única palabra.
—Bien.
Un parpadeo, eso es todo lo que vi antes que Calitia desapareciera de delante mio. Mi sentido del peligro se puso al máximo. En ese momento el tiempo pareció congelarse para mí. Pero incluso en medio de ese tiempo parado pude ver como el filo de su espada empezaba a acercarse por el rabillo de mi ojo.
«Esto… ha pasado antes…»
Sentí un deja vu ante esta situación. Recordé el momento en el que casi me disparan a quemarropa, pero había una gran diferencia entre ese momento y ahora.
«No puedo parar esto…»
Ese día sentí que podía haber parado esa bala, pero las probabilidades de bloquear esta espada eran literalmente cero.
«Mierda… ¿esto es lo máximo que puedo hacer?»
En el momento en el que esa espada me alcanzara era el fin. Después de deshacerse de mí le costaría menos de un segundo alcanzar a Raidha.
«¡Ni hablar!»
En esa fracción de segundo dirigí mi energía hacia el mundo de bolsillo e instantáneamente me encontré en medio de ese lugar vacío.
—Cof, cof, cof.
Caí de rodillas en medio de la oscuridad mientras tosía sangre. Mi cuerpo se sentía pesado y mi mente borrosa. Apenas podía respirar. Sabía que apenas había pasado una fracción de segundo, pero me sentía como si hubiera estado corriendo durante días.
—Mierda, es tan frustrante…
Golpeé el suelo con ambas manos antes de calmar mi respiración y lentamente levantarme.
—Oye, mister edglord, ¿estás aquí?
-¿Què me has llamado? Bueno… aquí estoy.
Me quedé en silencio unos segundos. No quería escupir las palabras que estaba a punto de decir, pero…
—Dijiste que no tienes la certeza de poder hacerle frente, ¿verdad? Pero… ¿significa eso que quizás tú puedas hacer algo contra ella?
La respuesta también tardó unos segundos en llegar, pero finalmente resonó en mi cabeza.
-No lo sé… apenas vi venir ese ataque de ahora… pero si es solo escapar de ella…
—¿Escapar los cuatro?
—Solo nosotros. Si decide ir detrás de esos dos no hay forma de que la pueda parar.
Suspiré pesadamente.
—Pero no hay forma de que hagamos eso, ¿verdad?
-Idiota, ¿acaso quieres hacerte el héroe? Has estado a punto de morir un montón de veces y aún no aprendes.
—No es eso… y no se como ponerlo en palabras sin que suene… bueno, vergonzoso… Como dices he estado a punto de morir un montón de veces… y por eso…
Las palabras simplemente no salieron. Estaba frustrado y avergonzado…
-Bien, creo que me hago a la idea. Igualmente, dejar morir a unos idiotas a pesar de tener la oportunidad de hacer algo al respecto me dejaría mal sabor de boca… pero si veo que la situación se complica demasiado escaparé…
Me reí irónicamente a lo que sonaba como una clara mentira.
—No me hace ninguna gracia la idea, pero… incluso si es necesario que mi cuerpo termine hecho pedazos, confiaré en que puedas hacer algo al respecto… compañero…
-Claro.
Y junto a las sombras que empezaron a salir de mi cuerpo, mi consciencia se perdió en el vacío.