Delante nuestro teníamos una enorme lagartija de más de cinco metros de altura... Muchos dientes, un par de cuernos, y unas garras que parecían muy muy afiladas. Tenía un par de alas que estaban directamente conectadas a sus patas delanteras. Realmente era un dragón, aunque a pesar de su gran tamaño, no era tan grande como los dragones que imaginaba.
Era… ¿Un guiverno? O al menos eso parecía ser. Sin embargo, a pesar de no ser uno de esos grandes dragones que aparecían en todo tipo de historias, seguía siendo un dragón menor, y yo no podía usar todo mi poder en este lugar.
—Chicas… No sé si es buena idea enfrentarnos a eso… Parece ser extremadamente peligroso.
—No digas tonterías, un soldado nunca se echa atrás por una simple lagartija. Ven Noné, quédate detrás de mí y no te acerques mucho. Yo me encargo de esa lagartija con alas.
Calitia no dudó en desenfundar su enorme espada y enfrentar al guiverno de frente. Le asestó un fuerte mandoble que prácticamente mandó a volar al enorme lagarto, pero la espada a duras penas había conseguido cortar a través de sus escamas. Una gran cantidad de sangre empezó a salir de su herida, cosa que indicaba que realmente había recibido bastante daño.
—¡Duro! ¡Está muy duro!
No obstante, dada la reacción de Calitia y que el giverno se estaba poniendo de pie una vez más, no parecía haber sido suficiente para dejar una herida mortal.
—Bueno, tenemos suerte de que solo se trata de un dragón menor…
—T… ¡Tengo miedo!
«¡No haber venido!», me quejé para mí al ver a la niña retroceder y caer de culo.
—En fin, espero que sepa a pollo —comenté despreocupadamente mientras desenfundaba a Vurtalis.
—¿Ehhhhh? ¿Quieres comerte eso? —Raidha también se unió.
Ambos nos lanzamos a la vez hacia el gran lagarto, quien no podía hacer frente a los tres a la vez. A pesar de que tenía una piel realmente dura no se acercaba ni de lejos a la del gusano de mierda. No obstante, a diferencia de un simple insecto, este tenía armas realmente peligrosas, era realmente ágil y se resistía con toda su fuerza. El combate cercano era realmente peligroso.
—Pyro, ¿puedes encargarte de esto tú mismo?
[Enseguida.]
Pyro se lanzó contra el giverno soltando una enorme llamarada que envolvió al lagarto por completo.
—Bueno, ahora realmente podemos saber si sabe a pollo…
Pero cuando ya creía que el lagarto estaba cocinado por completo, las llamas se sacudieron y el animal salió de entre ellas mientras rugía con furia.
— … o quizás nos quedamos sin saber a qué sabe un dragón.
Sin embargo, en lugar de acercarse al ataque, lentamente retrocedió y tomó algo de distancia.
—Parece que se retira —comentó Raidha aliviada.
—Sí, se habrá asustado. Probablemente se dio cuenta de que no es rival contra nosotros.
—Bueno, no me apetece perseguir a un lagarto, mejor dejémoslo ir y sigamos…
Y un horrible escalofrío recorrió mi espalda al mismo tiempo que la imagen de cierto compañero mío se superponía con la del lagarto en frente de mí.
—¡Oh! ¡Mierda! No, no se retira…
Por pequeño que fuera, él era el dragón, no Pyro. Y lo que caracteriza a los dragones es… ¡Su aliento!
—¡Correeeeeeeeeeeed!
Inmediatamente sujeté a ambas chicas y tiré de ellas mientras echaba a correr hacia Noné, quién inmediatamente se nos unió. Corrimos desesperados a escondernos tras un muro cercano medio derruido. Nos tumbamos en el suelo tanto como pudimos y con la ayuda de la magia tanto de Raidha como de Calitia, reforzamos la pared para aguantar el golpe. No tardó en llegar un sofocante calor a nuestro alrededor mientras intensas llamas volaron a poco más de un metro por encima nuestro. Casi descubrimos en nuestra piel lo que sienten los enemigos de Pyro.
—Bien, ya me he cansado de esto. Esta vez voy a cortarlo en dos.
Tan pronto el aliento cesó, Calitia se levantó a toda prisa mientras abría sus alas de par en par y un tenue resplandor blanco la rodeaba. Sin embargo, en el momento que dio un único paso, un enorme estruendo sonó y una luz azulada pasó por encima nuestro. Todos giramos nuestra cabeza hacia arriba, dónde se encontraba la cuerva, con rayos moviéndose a través de su plumaje.
Todos quedamos sin palabras. El rayo le dio de lleno al guiverno, quien no pudo siquiera defenderse de tal ataque y se desplomó en el suelo mientras rugía con agonía al mismo tiempo que un tenue humo se elevaba de su cuerpo.
[No imaginaba encontrarme a uno de ellos aquí.]
—Yo me imaginaba que me encontraría con un dragón en mi vida…
—Me podría haber hecho cargo yo misma —remugó Calitia mientras guardaba su espada.
—Pues haber hecho algo de primer momento —le replicó Raidha.
—G...gracias —Noné se acercó a la Cuerva que justo aterrizaba delante nuestro.
[¿Qué era eso? El fuego de Pyro no le hizo nada.]
[Unos lagartos que hace tiempo consiguieron subir desde la superficie. De tanto en tanto anidan alrededor. Por si solos no son un problema pero no suelen actuar individualmente.]
Gruaaaaaa.
—Pues sí… por lo visto no está solo…
[Si son simplemente ellos no hay mucho de lo que preocuparnos, pero normalmente hay algo mayor que los dirige y eso si puede ser un problema.]
Empezamos a escuchar muchos más rugidos acercándose, y justo después de ellos, uno que resonó más fuerte a través del lugar los enmudeció a todos.
-Creo que eso que acabo de escuchar no es bueno.
—¿Tú crees? Suerte que me lo has dicho sino nunca lo hubiera imaginado.
[Parece que algo realmente molesto decidió entrar en nuestro territorio.]
Y sin más palabras la cuerva echó a volar de nuevo, directamente hacia el origen de ese rugido. Todos nos quedamos mirando los unos a los otros en silencio, preguntándonos qué hacer.
-Probablemente ahora lo mejor sea correr.
—¡¿Correr?!
-Por el sonido que hace tiene que ser grande, muy grande, y no está solo. Ni yo mismo tengo muchas ganas de enfrentarme a algo así… y me da pereza salir a pelear ahora mismo…
—¿Te da pereza? ¡¿Te da pereza?! ¿Pero tú tienes algo de sentido común?
-¡Déjame en paz! ¡Simplemente no tengo ganas de moverme! ¡Tú corre! Si hace mucha mucha falta… Mucha, mucha falta… Entonces ya me encargaré… Supongo…
Todos me miraban raro, nadie se acababa de acostumbrar a mis charlas conmigo mismo.
—Estás hablando con… ¿él? —se me acercó Calitia.
—Claro… siempre está aquí. No creo que se vaya a pasear solo mientras no le miro… Simplemente no habla mucho y últimamente menos…
—Hum, pues podría hablar más y no solo contigo.
—¡No es momento para estas tonterías zorra loca!
—Ehm… esto… creo que sería mejor no perder tiempo…
—Tiene razón… Dejaos de tonterías y… ¡Corred!
Nos escondimos dentro de un edificio tan rápido como pudimos antes de que llegaran más de esos lagartos. Una vez dentro empezamos a escuchar los pasos de estos paseando fuera del lugar. Nos buscaban…
—¿Cuántos habrá? Estoy segura de que podemos con ellos. Solo son animales de piel dura.
[Aproximadamente unos diez.], comentó Pyro trás sacar un poco su cabeza por una ventana.
—¡No hagáis ruido o nos encontrarán!
—Entonces no grites tú…Y no creo poder con tantos.
[Pyro no puede quemarlos.]
Todos estábamos tensos.
—Esto es culpa mía… Lo… ¡Lo siento! Si no hubiera insistido en venir aquí no estaríamos en esta situación.
—Claro que no, nadie te culpa. Tranquila, no dejaré que te pase nada —Calitia acarició a Noné en la cabeza y desenfundó su espada de nuevo.
Me asomé un poco a una ventana. Realmente había unos diez de esos lagartos caminando alrededor…. dentro de lo que alcanzaba a ver entre las calles medio destruídas… y no se alejaban.
—Nos van a encontrar pronto… O escapamos o luchamos, pero al final quedarnos aquí no es buena idea.
—Preferiría evitar pelear si podemos evitarlo. Mejor vámonos de aquí —asintió Raidha.
—Dar la espalda a un enemigo no es típico de un soldado. Pero esta vez mi prioridad es proteger a Noné… —Calitia también asintió.
—Entonces decidido: Misión abortada, nos vamos de esta ciudad…
Dispuestos a largarnos en ese mismo momento nos dirigimos hacia la parte con menos dragones y echamos a correr… únicamente para encontrarnos a uno de frente que justo saltaba del tejado de un edificio.
Instintivamente desenfundé a Vurtalis y la transformé. Ataqué directamente hacia el cuello del lagarto, pero la espada no consiguió nada más que cortar unos pocos milímetros en su carne… Y no había tierra a nuestros pies, con lo que no podía siquiera apoyarme en mi poder.
—Maldición…
El maldito lagarto, al igual que el otro, se echó un poco hacia atrás y entreabrió la boca, pero antes de poder escupir fue golpeado con fuerza por lo que sin duda se trataba de la magia de Raidha. El golpe lo desestabilizó y evitó que su fuego volara directamente hacia nosotros. Inmediatamente después, un destello blanco pasó por delante mí y la cabeza del lagarto fue limpiamente separada de su cuello.
—¡Drayd cuida de Noné! —me gritó Raidha mientras se adelantaba hacia dónde los demás dragones ya estaban cargando.
—Y al final no hay más remedio que luchar, ¿eh? Bueno, nosotras nos encargamos.
[Pyro también.]
Esas dos y el pájaro me dejaron atrás junto con la niña.
—Tiene que ser una broma… No soy... un inútil… No lo… soy.
Apreté mi puño con fuerza mientras observaba a esos tres que se alejaban sin siquiera mirar atrás y atraían toda la atención de los dragones. Noné se me acercó y me agarró de la manga.
—Lo siento…
—¿Lo sientes? Deja de disculparte todo el rato… No hiciste nada…
Regresé a Vurtalis a la normalidad y regresé al interior de un edificio junto a Noné.
—Yo soy quien quiere disculparse…
Me eché contra la pared mientras suspiraba pesadamente.
—No… yo… si al menos yo pudiera luchar… si al menos pudiera controlar mejor el viento.
Noné juntó sus manos. Una pequeña y casi imperceptible brisa empezó a soplar a nuestro alrededor. No obstante, esa brisa se sentía algo distinta a la brisa que soplaba normalmente en medio de la llanura. Extendí la mano hacia ella y la conocida sensación de sumergirme en la energía natural se transmitió a través de ella.
«Viento y relampago… El cielo…»
Las palabras de Mirthia intentando enseñarme magia resonaron en mi mente una vez más. Me había centrado en controlar el poder de la tierra simplemente porque había entrenado en medio de ese bosque donde la energía de la tierra se desbordaba, pero encontrándome literalmente en el cielo… Pudiendo controlar el poder de la tierra, ¿podría controlar también el poder de los cielos?
—Controlar el viento, ¿eh? Quizás… ¡woah!
Y de golpe, algo se estrelló contra el edificio en el que nos encontrábamos. El techo empezó a derrumbarse y junto a los escombros también apareció la cuerva, que quedó medio enterrada en ellos.
—¿Qué demonios?
La cuerva empezó a agitarse y fuertes vientos llenaron la casa al mismo tiempo que el traqueteo de los relampagos sonaban a su alrededor. Sin duda estaba intentando salir de entre los escombros, pero parecía estar herida y agotada. Al final no pudo salir.
Mis ojos se encontraron directamente con los de la cuerva, que parecía estar pidiendo ayuda silenciosamente. No obstante, después de unos instantes intercambiando miradas, la cuerva pareció entender lo que estaba dentro de mi mente.
[Humano eres un ser extraño… El viento parece fluir hacia ti.]
Ignoré ese comentario sin sentido y empecé a caminar hacia ella.
—"El cielo era completamente nuestro dominio, puesto que controlamos el viento y los rayos."
Repetí las palabras que ella misma dijo al contarnos esa leyenda.
—"Pero un día, de la nada, aparecieron un grupo de seres no alados…"
Me agaché justo delante suyo y desenfundé a Vurtalis.
—"de alguna manera empezaron a agenciarse nuestro poder…"
Sujeté la espada con la hoja hacia abajo y la levanté encima de su cabeza.
—V… vas a… ¿La matarás?
Giré un poco la cabeza hacia la niña que temblaba mientras miraba fijamente a Vurtalis.
—Lo siento, parece que no soy tan bueno ni confiable…
Nuevamente clavé mi mirada en la cuerva que lentamente cerró sus ojos, teniendo más que clara mi intención.
[Espero que realmente puedas entender al viento…]
Empuje a Vurtalis…
—¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Lo pude notar instantáneamente. Desde Vurtalis, la energía entraba en mi cuerpo. Entraba y Dolía… Dolía mucho. Era como si me pasara electricidad por todo el cuerpo. A pesar del dolor, podía saber que estaba pasando dentro de mí. Al igual que con la tierra, un nuevo "contenedor" se estaba formando.
La niña se alejó de mí de un salto y cayó apoyada contra una pared mirándome con miedo. En apenas un minuto, el dolor cesó. A diferencia de cuando me volví un lobo, pude ver de primer momento el cambio en mi cuerpo. Mis mangas se habían rasgado por completo y había largas plumas saliendo de mis brazos.
—E… esto… ¿Eh?
La niña no sabía ni que decir al respecto.
—No te preocupes soy yo… Estoy bien… Creo…
Empuñé a Vurtalis, que también había cambiado. La gema se había vuelto de un azul eléctrico y su hoja era irregular. La empuñadura cambió a un color verde brillante y la cruz se extendió formando una zeta alargada. El filo mantenía su color plateado impoluto cual espejo de metal pulido, con la diferencia de que brillaba tenuemente con una luz azulada poco intensa de la misma tonalidad que la de la gema. Su longitud era de unos sesenta centímetros y se deformaba zigzagueando sin seguir un patrón fijo. Era claramente como un relámpago recién caído antes de desaparecer. También podía ver chispas saliendo de ella de tanto en tanto. No, no solo de la hoja, por todo mi cuerpo se podía ver un chisporroteo de electricidad. Un cuerpo lleno de plumas, plumas de color blanco y marrón.
«No soy un cuervo… Más bien parezco… ¿Un halcón?»
Pero en lo que me había convertido exactamente no era importante. Lo único importante era que no me quedaría una vez más de brazos cruzados.
—Gracias Noné…
—¿Eh? ¿Gracias por qué?
—Por desatar la tormenta…
E inmediatamente me arrepentí de lo que había dicho… Seguramente Calitia me había pegado algo raro.