Cuando Duan Ling Tian acababa de llegar, los hermosos ojos acuosos de la Princesa Bi Yao estaban absolutamente calmados mientras observaba al recién llegado, sin embargo, ahora había un brillo intranquilo en ellos.
Este joven era completamente diferente de las personas que ella veía habitualmente. Al encontrarse con las burlas de los demás, era capaz de mantenerse alejado del asunto y ser indiferente. Era difícil imaginar cómo un joven podría tener una fuerza mental tan impresionante.
—Joven Maestro Duan, Bi Yao ha oído hablar de tus hazañas, y te admiro profundamente. Bi Yao usará esta taza de té como vino para brindar por ti —habló finalmente la Princesa Bi Yao, y su clara voz suprimió las voces burlonas de la multitud de jóvenes talentos.
La mirada de Duan Ling Tian parpadeó un poco, al notar que la Princesa Bi Yao le estaba ayudando. En ese momento, hasta el anfitrión, el Tercer Príncipe, miraba fríamente de costado y no hablaba.
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