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prólogo

Prólogo

En alguna ciudad se cernía una noche helada que sólo era reducida por los postes de luz en toda la gran plaza.

Un sujeto caminaba muy tranquilo mientras dejaba salir un silbido muy tétrico que hacía

eco. Sólo podía observar miles de edificios alrededor de esa plaza y un perro que se detuvo en medio del camino.

Se le quedó viendo al sujeto de cabello rojo que portaba una oscura aura e incrementaba con su sonrisa.

—Oye, ¿cómo estás muchacho? —Le preguntó al perro con un tono infantil.

En ese instante, con una mirada casi humana, la criatura se puso sobre sus patas traseras y manteniendo el equilibrio, fue acercándose al sujeto con la lengua afuera.

Una vez que el pelirrojo estuvo delante del labrador, el perro intentó articular palabras con un tono grave.

—Increíble —hablaba con un tono perturbador—. Esta noche se terminaron de activar todas las marcas de herencia.

" El Heredero sombrío ha sido llamado y ahora va a tener que responder.

"Si quieres tener tu deseo cumplido, deberás usarlo para la resurrección de Darkson.

—Un mundo de paz donde todos puedan ser libres, para eso necesito el poder de ese debilucho —exclamó el chico.

Cuando ya estaba por irse, no pudo evitar sentir cómo un extraño crujido salía de él, miró hacia abajo topándose con un raro arpón que salió de su pecho, lo dejó con una expresión llena de confusión.

Al ver hacia atrás, se encontró cara a cara con un chico de tez morena que jadeaba por cansancio.

—Por fin, después de tanto tiempo... ¡Nataniel, te he vencido! —exclamó con una sonrisa.

Nataniel pudo sentir como había una disminución de maná en el ambiente, frunció el ceño antes de sacarse el arpón, el cual destruyó con nada más que sus manos.

El hechicero que tenía enfrente estaba asustado, pero tragándose el temor, se prendió en electricidad para ir rápido contra su rival.

Con golpes rápidos parecía haber conseguido darle batalla a Nataniel cuando este no se movía, sólo lo observaba con una fría mirada.

Lo único que hizo el pelirrojo fue tocar la parte superior de su nariz con dos dedos. Suspiró antes de detener la patada de su rival, quien estaba acalorado por la batalla.

 Sin quedarse quieto, el mago prendió en fuego sus manos para dispararle una poderosa llamarada. Lamentablemente, Nataniel lo observó intacto y con una mirada furiosa.

Por un momento, el mago pensó que no le haría nada, pero no era así. Nataniel apretó fuertemente su pierna antes de lanzarlo hacia la derecha con tanta fuerza que acabó arrancándosela.

Su cuerpo cayó en la pista mientras que su pierna seguía en la mano de su rival. El mago solo sollozaba ante su pérdida de sangre y algunas raspaduras.

—Tontos hechiceros —dijo mientras se acercaba a él—. Cuando aprenderán que ni ustedes ni nadie podrá evitar que cumpla mi sueño, un mundo sin maldad —agregó con una mirada maníaca.

Nataniel hizo una pistola con sus dedos para apuntar al pecho del chico. Sin embargo, antes de poder moverse sintió una nueva presencia en el campo de batalla.

Movió su cabeza a la derecha esquivando un potente rayo que destruyó una casa causando una gran explosión. Por detrás, apareció una figura femenina con los ojos cubiertos por su flequillo rosa. 

Tenía los brazos levantados, listos para repetir su ataque mientras volaba en el aire. Nataniel solo la miró enfurecido, de un momento a otro, desapareció para aparecer detrás de la chica.

La mujer abrió sus ojos ante una sensación de frío que recorría su cuerpo, había sido atravesada por el brazo de Nataniel.

Sus ojos bajaron para presenciar la forma en la cual un brazo cubierto con sangre salía de su pecho, solo pudo intentar gritar. 

No obstante, la sangre inundó su cuerpo haciéndola escupirla y terminó por caer al duro concreto. Nataniel vio su brazo manchado con la olorosa sangre, pero se mantenía frío.

Aquel mago no lo podía creer, su compañera estaba muerta y ahora seguía él.

Parecía ser su fin, pero Nataniel le dijo que se tranquilizara, necesitaba a alguien que difundiera su palabra, no pensaba que los hechiceros tuvieran oportunidad. De la nada, el mago desapareció sin dejar rastro.

Nataniel dirigió su atención al perro en dos patas, pero este se encontraba sin vida en el suelo.

Parecía consternado, y más cuando la chica hada se levantó rápido con un rostro sin vida. Parecía entender lo sucedido.

Ella se puso de pie, puso sus manos en su pecho y de estas salió una onda que cubrió su cuerpo, convirtiendo su ropa en un vestido antiguo de estilo gótico.

Fue hacia Nataniel.

—¿Así que ese perro ya estaba muerto? —exclamó Nataniel.

—Este cuerpo tiene mayor semejanza a mi verdadero yo. —Fue hacia él—. Es momento de ir por esos Herederos —dijo el extraño ser con un tono delicado.

—Con nuestra fuerza militar será fácil que gane esta vez —mencionó Nataniel.

—Hmm, no estoy tan segura, luego de que Alex y yo acabáramos con la rueda zodiacal. —Rió—. No quedan muchos que te puedan hacer frente. —De entre las penumbras de un callejón, emergió una chica de unos veintinueve años.

—Victoria, la Inquisidora del tiempo —gruñó Nataniel con una evidente molestia—. ¿A qué te refieres con eso?,  Y más importante aún, deberías estar muerta.

—En todos los futuros que veo pasan una de tres cosas. Mueres a manos del Capa Sombría, mueres a manos del caos y por último, una oscuridad profunda te consume.

" No importa que seas un estratega tan cauteloso si de todas formas perderás. Ni siquiera con ese poder para alterar el tiempo puedes vencer al mismo tiempo —Sacó un cigarro y lo encendió.

—Si te crees tan poderosa, ¿Por qué no me borras de la faz de la tierra?, ¿Acaso no te gustaría que todos vivieran en un mundo sin maldad y sin reglas para más libertad?

—En primera, si no te mato no es porque no quiera. Tantas muertes me hacen querer llorar, pero mis ansias de investigación me impulsan a analizar y descubrir.

"Será interesante ver como tratas de evitar tu muerte después de varias pruebas y errores que tuviste. En segundo lugar, la libertad es buena, pero si nuestra sociedad ya es un caos con reglas, imagínate lo que pasará con menos control y con más libertad.

" Muertes sin razón y otras atrocidades que la mente humana tiene oculta. Lamentablemente, no puedo interferir de manera significativa —Tenía una expresión neutral. Tiró el cigarro al suelo y lo pisó.

—Veo que tú sí que eres un fastidio para mi plan, pero descuida, solo debo acabar con los Herederos para poder encontrar a la Inquisidora del caos y así ganaré.

—Si estas versiones de estos dos acabarán con el mundo, hagamos que tengan un buen inicio. —Fue hacia Nataniel.

Sacó la mano del bolsillo de su bata de laboratorio para estrechar la de Nataniel. De este modo, marcaban el inicio del fin que se avecinaba.

Fin del Prólogo...