webnovel

Cae la base.

Mientras estábamos en la base, estaba dirigiendo para mejorar las defensas e incluso también nuestras necesidades, pero esto último me estaba costando porque como estábamos la electricidad no era ilimitada, sino que era limitada y algún día la electricidad acabaría, o si no, si algún otro continente lanza un cohete electromagnético, este tipo de cohete, cuando explota en la atmosfera puede llegar afectar a todos los aparatos electrónicos, de móviles hasta coches. 

Antes de darme cuenta, ya habían pasado dos años, aproximadamente, desde que ocurrió el Apocalipsis y aún seguíamos vivos, aunque con muy pocos suministros y no podíamos aguantar más sin ellos. Pero un día, se acercaron un grupo de supervivientes y vieron que el centro estaba limpio de los perdidos y se pusieron a escalar la verja del centro, pero como nosotros siempre poníamos un vigía para que no entraran perdidos, pues el vigía vio como saltaban la verja, en ese momento que los vio entrar, se fue a buscar a los demás para comentarlo, después de enterarnos de que estaban entrando un grupo de sobrevivientes nos pusimos en guardia, por si acaso fueran uno de esos grupos violentos que suelen haber siempre cuando pasa este tipo de cosas. Cuando entraron nos vieron en frente de la puerta principal y se acercaron los dos líderes de los dos grupos y empezaron a hablar para buscar una solución pacífica.

-  Buenos días señores, ¿qué os trae por aquí? – Pregunté yo.

-  ¡Ni buenos días ni nada, ahora el centro queda bajo mi mando y aquí se hará lo que yo diga! – Grito el chulito del grupo.

-  Tranquilo amigo, lo podemos arreglar sin tener que hacer estos gáleos que, si no vendrán más perdidos, pero también, ¿no ves que hay dos edificios?, podríamos repartírnoslos, vosotros os quedáis con uno y nosotros con el otro.

-  Entonces nosotros nos quedamos con este y vosotros os vais al otro.

-  Hombre se justo nosotros somos más personas, o sea, que necesitamos más espacio, ya que vuestro grupo es pequeño dirigíos al otro edificio.

-  ¡Que no! Nosotros nos quedamos aquí u os vais, ¿entendido?

De repente en mitad de la discusión salió una manada de perdidos agolpeando la puerta de hierro del centro, y entonces les dije:

-  Tranquilizaos, un rato y mañana discutimos sobre quien se va a quedar en que sitio se queda cada uno, que nos están atacando los perdidos.

-  Vale, pero ¡nosotros nos quedamos esta noche aquí!

-  Entendido, os podéis quedar ahí.

Esta solución que plantee era para poder ganar tiempo para preparar nuestro plan de escape y dejarles morir aquí a esas asquerosas personas que solo valían para intimidar y aprovecharse de los demás.

Cuando terminamos con la discusión nos encargamos de la manada, eso sí, esta manada de perdidos nos costó más que cuando libramos el gimnasio, porque no paraban de entrar cada vez más, y cuando vimos que ya habíamos matados a todos, fuimos a cerrar la puerta, pero vimos que no podíamos cerrarla y tuvimos que improvisar algo para mantenerla cerrada, durante toda la noche, y luego nos dirigimos al otro edificio. Cuando llegó la noche, empezamos a dormir y nos despertamos nueve personas muy, pero que muy pronto para salir y encontrar algún otro refugio, entonces nos dirigimos al patio y de allí cogí a los seis miembros con más experiencia, para preparar un plan antes de irnos de allí, el plan consistía en ir a la sala de profesores para conseguir las llaves de los coches de los profesores porque allí era donde todas las llaves de los autos se guardaban. Cuando terminamos de planearlo, nos fuimos, silenciosamente, cuando llegamos cogimos todas las llaves y nos fuimos al parking que había en el centro, por detrás y de allí, cogimos tres coches porque no entrabamos en uno solo, éramos demasiados y no había ningún autobús allí, aparcado y nos fuimos de allí, pero no antes de joder al otro grupo de supervivientes, lo que hicimos fue abrir todas las puertas y poner un ruido arriba para que entraran los perdidos.

-  ¿Por qué no los matamos a todos aquí y ahora? – Preguntó Lukdrai.

-  Porque no quiero mal gastar la munición, en una cosa tan insignificante y además terminaríamos mejor matándolos de una manera más lenta y dolorosa, sino sería una muerte rápida y tendrían lo que buscaban ellos.

-  Y ¿Cómo vamos a matarlos? – Preguntó Lukdrai.

-  No los vamos a matar nosotros sino los perdidos. ¿Qué os parece esta idea?

-  Yo creo que no sería una mala idea, es que pueden oír el ruido y salvarse. – Dijo Lukdrai.

-  Pues, ¿qué ideas aportáis para matarlos?

-  Yo digo que podríamos matarlos, atándolos a una columna y luego si, que se encarguen los perdidos de rematarlos, ¿qué os parece mi idea? – Preguntó Gastón.

-  Buena idea, vamos a ejecutar ese plan, para matarlos a todos.

Y con el plan repartido, nos dirigimos a donde estaban ellos, con cuidado de no despertarlos los atamos a las columnas. Pero eso sí, no conseguimos atar a todos en las columnas porque uno de los miembros se despertó y tuvimos que matarlo para que no pudiera liberar a los otros. Cuando terminamos de atarlos y matar al que se despertó, abrimos las puertas del centro para que entraran los perdidos, pero no antes de poner el ruido en la parte de arriba y con las puertas abiertas el grupo se despertó, pero no podían salvarse por eso nos daba igual, hasta que ya no podíamos oír los gritos de aquellas personas y desde ese momento el otro grupo ya no existía.

Cuando no oímos los gritos de las personas, nos habíamos percatado de que el centro ya no era seguro y nos tuvimos que retirar porque dentro, además con el ruido que pusimos estábamos atrayendo a más de ellos.

Aunque al inicio, cuando empezamos a limpiar el centro podíamos contra todos los perdidos que había por el centro, porque estaban dispersos y además no estaba todo el instituto completo, solo un poco más de la mitad, pero ahora venían todos los perdidos juntos y con lo que teníamos en ese momento, no podíamos contra ellos, eso sí, si usáramos las armas de fuego que habíamos encontrado, podríamos acabar con ellos, pero en ese momento quería guardar toda la munición posible por si una emergencia pasara, y entonces tuvimos que abandonar el centro, eso daba muchísima pena porque nos había costado limpiar todo el centro y  aunque éramos, un Campione; Chelnald Whiteblade, una maestra con la katana, Kazumi Hana y algunos que sabían algo de como matar a un perdido, igual hubiéramos podido haber ganado, pero eso sí, no podría asegurar todas las bajas que hubiéramos tenido.

Cuando salimos del centro en los tres coches que habíamos cogido del parking, nos pusimos en marcha, ya pasado unos dos kilómetros, y vimos a lo lejos un autobús que podríamos utilizar para trasladarnos más rápido en vez de ir en tres coches porque no sabíamos toda la gasolina que se podría gastar con tres coches. Cuando nos acercamos al autobús estuvimos mirando que no hubiera ninguno de esos malditos perdidos en él ni cerca de él. Cuando terminamos de inspeccionar el autobús y las cercanías del mismo, en ese momento nos habíamos encontrado con 10 perdidos en total, 5 de ellos estaban dentro y los otros 5 estaban por la cercanías y cuando los matamos, fuimos a avisar para que se acercaran y se metieran al autobús, de repente, Barthulk se puso a intentar arrancar el autobús porque sabía mucho más de mecánica que nadie de nosotros porque su padre trabajaba en un taller, mientras otros le ponían por delante del autobús algo para que no pasara la sangre y los pedazos de los perdidos al motor y al terminar quemamos los cadáveres y nos pusimos en marcha, quien condujo el autobús fue Apolonius, ya que tenía más experiencia que nadie de los que estaba allí y también cabe mencionar que tenia licencia, aunque eso ya no importaba en este apocalipsis de perdidos.

Nos estábamos dirigiendo hacia el norte de la isla y a mitad del trayecto nos encontramos con una patrulla de policías, pero los agentes que se hallaban allí estaban todos muertos, entonces paramos el autobús y dos miembros de nuestro grupo bajaron para pillar las armas y municiones que sean de utilidad, cuando terminaron de recoger las armas y las municiones, me las pusieron en el asiento y vi que solo habían conseguido dos metralletas con 150 balas en cada de ellas, 200 balas de repuesto y tres pistolas con 4-5-3 balas en cada una de ellas y 30 balas de repuesto. Las dos metralletas se las di a Apolonius y a Barthulk y las tres pistolas que son fáciles de utilizar se las di a Sara, a Skyler y a Asada, por si se vieran en peligro y así defenderse en caso de emergencia, porque si en ese momento nos atacaban los perdidos, no podríamos defender a todos los miembros de los perdidos porque los que estábamos luchando continuamente y sabíamos cómo matarlos solo éramos cinco miembros, para poder defender a los 13 miembros, con lo cual al final tuve que explicarles cómo se podría matar a un perdido y les dije que con un tiro en la cabeza bastaba. Pues cuando ya estaba todo arreglado, nos  pusimos en marcha hacia el norte de la isla y una vez que llegamos a Edhelthaste que era una de las ciudades más grandes que estaban al norte, nos dirigimos al centro comercial que estaba en esa ciudad, y ya allí nos dividimos en dos grupos para conseguir más suministros y decidí quien iba a ir a por las provisiones y el primer grupo seria: Gastón y Chelnald Whiteblade, o sea yo, y el segundo grupo lo formaría: Lukdrai y como la líder Kazumi, y el resto se quedaría en el autobús mientras nosotros conseguíamos los suministros.

Pero de repente, mientras más nos adentrábamos, apareció un único sobreviviente, que se hacía llamar Fanage Rionle. Le pregunte:

-  ¿Quieres unirte a nosotros?

Después de oír lo que le dije, él nos dijo.

-  Me encantaría unirme, claro si me aceptáis en el grupo.

-  Por supuesto que te aceptamos.

Pero Gastón, de repente me dijo:

-  ¿Por qué le invitaste a venir a ese tipo a nuestro grupo?

-  Es que me da la sensación de que tiene algo especial.

-  ¿Y qué es eso que tiene?

-  No sé para eso le invite a unirse para saberlo.

-  Ok, Chelnald.

Cuando mi grupo regresaba al autobús con las provisiones nos topamos con un pequeño grupo de perdidos y tuvimos que dejarle todas las provisiones a Rionle, para que las protegiera mientras nosotros nos encargábamos de matarlos. Cuando terminamos de matarlos corrimos hasta el autobús para no toparnos con más perdidos, y de pronto vimos que todavía no había regresado el grupo de Kazumi.

Pasaron unos cincuenta minutos y aparecieron por la puerta, vimos que llevaban aparte de provisiones, todo tipo de libros, pero la mayoría eran mangas. Cuando subieron les obligue a que se explicaran porque habían cogido esas cosas, solo habíamos parado para suministrarnos de provisiones y me dijo Kazumi.

-  Chelnald, lo sentimos muchísimo, pero nos habíamos retardado mucho por culpa de Lukdrai, que se había entretenido cogiendo a parte del suministro, un montón de manga y libros.

Y en ese momento, yo le dije a Lukdrai.

-  Muy bien Lukdrai para esta ocasión te perdono, pero que no vuelva a pasar porque si en vez de que os fuera bien os hubieran atacado un grupo de perdidos demasiado grande, ¿qué hubieras hecho? Para la próxima, antes de hacer algo por lo menos pregúntale al que está al mando con anterioridad, ¿entendido?

-  Entendido, pero no se me ocurrió que podía haber pasado eso. Lo siento muchísimo, no volverá a pasar.

Cuando estuvimos todos en el autobús, nos pusimos en marcha hasta el cuartel militar que había allí, y por el camino veíamos algún coche policial o algún vehículo militar y siempre parábamos para recoger armamento, hasta llegar al cuartel militar y allí nos encontramos con unos cuantos militares atrincherados y matando a todo tipo de perdidos que se acercaban, pero de repente, los militares nos vieron y nos dijeron que paráramos para preguntarnos:

-  ¿A dónde vais con ese autobús? 

-  Lo habíamos encontrado por la ciudad de Elfeumar – Le dije – Luego, ¿nos podríais dejar pasar, por favor?

-  ¿Para qué queréis pasar al cuartel?

-  Pues para descansar y suministrarnos.

-  Si solo es eso pues adelante podéis pasar, pero eso sí, cuando termines os vais que estamos a tope de la capacidad que podemos proteger y si vuestro grupo sé queda, igual va a ser bastante más difícil defender.

-  Ok, entonces pasamos y cuando terminemos nos vamos.

Entramos poco a poco en el cuartel, y a mitad del trayecto nos encontramos con un grupo de personas subiendo hacia el cuartel, pero también vimos como dos perdidos estaban persiguiendo a esas personas y nos preguntamos porque aparecieron dos perdidos allí, si la entrada estaba bloqueada y puse por entendido que una o unas de esas personas había sido atacada y cuando estábamos más o menos a la distancia, matamos a esos dos perdidos desde el autobús con dos disparos de las pistolas. Cuando el grupo de personas oyeron los dos disparos se pararon y estuvieron haciendo señales para que paráramos, cuando lo hicimos, nos preguntaron si podíamos llevarlos hasta el cuartel. Y yo dije que no teníamos ningún problema en subirlos, pero antes los examinamos por si le habían atacado algún perdido, estaban todos limpios salvo una persona que tenía en la espalda un mordisco tremendamente profundo y le pregunte a ese señor.

-  ¿Quieres morir siendo tú mismo o morir cuando te conviertas?

-  Si tengo que elegir como tengo que morir prefiero morir siendo yo mismo.

Entonces en ese momento, cogí la katana de Kazumi y se la clave por la cabeza. Aunque él eligió morir siendo el mismo, las otras personas nos preguntaron que porque lo matamos y le respondimos que estaba ya condenado a la muerte y sino hacíamos algo hubiera muerto y se hubiera llevado consigo a numerosas personas, se calmaron con esa respuesta, pero estaban indecisos de nuestra conducta, de cómo lo hacíamos.

Llegamos al cuartel y allí todas las personas que habíamos salvado antes, se salieron corriendo porque estaban todos asustados de lo que hicimos.

Entonces cuando se fueron, nosotros nos preparamos para quedarnos un tiempo allí porque no era muy ventajoso estar donde hay muchas personas porque las provisiones se agotarían demasiado rápido y si se hace mucho ruido caería demasiado rápido, en ese momento Barthulk había visto un arsenal que tenían los militares, cogió a escondidas unas pocas de aquellas armas, y se fue, pero a mitad del trayecto le detuvo un oficial, preguntándole:

-  ¿Qué haces con todas esas armas, chaval?

-  Solo cogimos las necesarias para defendernos de aquellos malditos perdidos.

-  Pero vosotros no podéis andar con ese tipo de armas.

-  Anda ya en esta ocasión no hay leyes, la única es la de la ley del más fuerte.

-  No, nosotros seguimos con las leyes de siempre, o sea, devuelve esas armas.

-  No quiero son nuestras nos dejaron coger unas pocas armas.

-  ¡QUE NO! Devuelve las armas.

En ese momento vio Draco como le maltrataba a Barthulk un oficial que estaba con él, y los soldados viendo sin hacer nada, Draco fue a avisarme de lo que estaba pasando y cuando llegue allí, yo mismo desafié al oficial para que nos dejara en paz. Pero de repente oigo la voz de Barthulk diciéndome.

-  Chelnald, gracias por venir en mi ayuda, no sé cómo te lo podría agradecer.

-  No me lo tienes que agradecer de ninguna manera, es lo que hace un buen líder del grupo por sus camaradas.

-  Oh, eres grandioso, Chelnald. – me dijo Kazumi.

Empezamos el combate, y a mitad del combate el oficial me tira al suelo que me deja inconsciente en el suelo, pero de repente me vieron levantarme, observando como decía unas palabras antes de aquella explosión. Al despertarme, pregunté:

-  ¿Qué paso aquí?

-  No lo sabes, Chelnald. – Dijo Barthulk

-  No, ¿el qué?

-  Que has utilizado tu poder como Campione.

-  ¿En serio?

-  Si, Chelnald.

-  No habré matado a nadie, ¿no?

-  No lo sé, la explosión se vio a lo lejos en un edificio.

-  No pasa nada, vamos a mirar de que no haya muertos.

-  Ok, Chelnald.

Entonces el oficial se había largado corriendo del miedo que pasó en la pelea contra mí, y antes de podernos poner en marcha para asegurar de que no hubo ningún muerto, apareció un general, se me acerco y me dijo.

-  Puedes llevarte todas las armas que quieras, que por lo menos sabemos que no las vais a utilizar para matar a otros seres humanos.

Entonces fuimos a ver que no hubiera ningún muerto donde ocurrió la explosión y por suerte en ese momento no había nadie en ese edificio y nos fuimos al autobús con las armas que consiguió Barthulk, descansamos hasta la hora de la partida, además yo sí que tuve que descansar porque me quede casi sin fuerzas por culpa de esa pelea o, mejor dicho, me había quedado sin fuerza por utilizar mi poder.