En los ojos de Ning Qing, Chen Shulan siempre había sido una mujer anciana ordinaria.
Esta era la primera vez que la veía exudar tal actitud y aura.
Ning Qing se quedó paralizada por un momento antes de reaccionar a lo que acababa de decir.
Casi pierde la compostura y se quedó mirando a Chen Shulan. —¿Cómo podría ser? Mamá, ¿estás loca? ¡No me hagas esa clase de broma! ¿Cómo podría Qin Ran escribir eso?! ¡Ni siquiera había pasado un solo examen!
—¿No eres consciente del nivel en el que está Qin Yu? —Chen Shulan miró a Ning Qing y se sentó, suspirando suavemente—. Con su patrón, ¿podría escribir una melodía así?
Su expresión era ligera y casi no se podía ver emoción alguna.
Desde el principio, cuando Qin Yu le hizo preguntas sobre las partituras de Qin Ran hasta que el Maestro Wei la llamó personalmente, Chen Shulan lo había esperado en su corazón.
Por eso, había pedido a Ning Qing el video de la actuación de Qin Yu.
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