—Ning Chun, no hay medicina para el arrepentimiento en la vida. Solo puedo hacer lo posible por enmendar mis errores pasados. Debes ayudarme —dijo Ning Zhe con un suspiro.
Ning Chun asintió con lágrimas en los ojos. —No se preocupe, Maestro. Haré todo lo que esté a mi alcance para asistirle. ¡Debe hacer caso al médico para recuperarse pronto!
Ning Zhe miró a Ning Chun, aliviado. Se sentía exhausto. Después de un rato, movió la mano, indicándole a Ning Chun que se retirara.
Ning Chun se secó las lágrimas y se tranquilizó, ocultando todas las emociones que revoloteaban en su corazón.
En ese momento, Su Tong entró de repente con Ning Dong a cuestas.
Ning Chun se levantó apresuradamente. —Señora, Joven Maestro.
Su Tong se acercó al lecho de Ning Zhe y lo miró. Acomodó la manta mientras decía con un suspiro, —Ning Chun, has pasado por mucho. Has estado aquí todas las noches cuidando al Maestro, y aún tienes que trabajar durante el día. ¿Puedes con ello?
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