Un largo silencio pasó, pero Ezequiel no parecía querer responder. Y ya que era así, Alicia esperó a que él dijera —siguiente—, pero tampoco lo hizo. Así que asumió que había una posibilidad de que él respondiera si ella esperaba un poco más. Pero incluso después de esperar, no hubo respuesta y tampoco un —siguiente—. Por lo tanto, decidió hacer otra pregunta para incitarlo.
—¿Esto tiene algo que ver con tu hermano, Sebastián? —su pregunta fue lenta y cuidadosa.
Y sus ojos lentamente se cerraron. Su mano en ella también se tensó, indicando que Alicia había acertado en el clavo. Siempre se había preguntado acerca de Sebastián desde que lo había visto en la mazmorra.
Ezequiel asintió. Los músculos en su cara y cuello también se tensaron.
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