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Capítulo 7: El Destino de Yassmin

Yassmin al-Rashid se encontraba en su habitación privada, en el vuelo rumbo a Argentina, meditando sobre los eventos recientes y el futuro incierto que le aguardaba. La noticia del fracaso de su hermano Yassir había complicado sus planes. Ahora, más que nunca, debía asegurar el control sobre el Apofis para poder evitar el ritual que la destina a ser una de las cuatro elegidas para la reencarnación de Dios Rá.

Desde su infancia, Yassmin había sido entrenada para un propósito elevado: ser la reencarnación de una de las figuras más poderosas y enigmáticas de Egipto. Junto a otros tres elegidos, había sido seleccionada por los ancianos de su familia y una orden religiosa secreta que aseguraba la existencia de los dioses. Esta orden había seguido esta tradición desde los tiempos de Cleopatra, sin éxito hasta el momento. Sin embargo, con la aparición de estos mundos envueltos en magia, ellos pudieron hacerse con las claves de un ritual para sus propósitos.

Yassmin se había destacado desde joven debido a su determinación, inteligencia y habilidades mágicas, incluso sobresaliendo por sobre los demás elegidos. Pero detrás de su fachada de obediencia y devoción, albergaba un deseo secreto de liberarse del destino impuesto. Con la ayuda de su hermano Yassir, había empezado a buscar formas de escapar al ritual y vivir una vida de su propia elección.

Los hermanos al-Rashid habían descubierto que la clave para romper el vínculo con el ritual de reencarnación era absorber la energía del Apofis, un demonio de sombras cuya esencia se oponía al Dios Ra. Sin embargo, el Apofis era un ser extremadamente raro y esquivo, lo que hacía su captura una tarea titánica.

Yassir había fallado en capturar al verdadero Apofis y, en su lugar, había traído una versión falsa y sin alma del mismo. Esto había enfurecido a Yassmin, quien sabía que cada día que pasaba los acercaba más al ritual. Ella necesitaba urgentemente la energía del verdadero Apofis para romper el hechizo que la mantenía atada al destino impuesto.

Recostada en su asiento, Yassmin repasó los eventos que la llevaron hasta este punto. Recordó las largas sesiones de entrenamiento, los duelos en los que participó y las pruebas que superó para demostrar su valía. Desde que se descubrió la forma de acceder a los otros mundos hace unos años, ella había sobresalido enormemente en la magia, dominando por completo el arte de la Teriantropía. Mientras sus compañeros se centraban en habilidades más convencionales, Yassmin exploró las diferentes formas de la magia, buscando cualquier ventaja que la ayudara a vencer y sobrevivir.

A lo largo de los años, había acumulado un considerable poder, pero también había aprendido a disimular su verdadera fuerza. Sabía que debía aparentar ser una más entre los elegidos, sin destacar demasiado para no levantar sospechas. Junto con Yassir, desarrollaron un plan para escapar del ritual de reencarnación y reclamar su libertad. La captura del Apofis era el elemento crítico de su plan, y la reciente falla de su hermano había puesto todo en riesgo.

Yassmin había decidido tomar cartas en el asunto personalmente. No podía tolerar ningún tipo de retraso; su tiempo se estaba acabando. Por eso, dio un paso al frente por primera vez para viajar a Argentina, donde Ethan Blackwood, el hombre que tenía en su poder al Apofis, trabajaba y vivía.

Su determinación era inquebrantable; no permitiría que nada se interpusiera en su camino.

Al llegar a Buenos Aires, Yassmin se dirigió directamente al lugar donde sabía que encontraría a Ethan. Sus contactos le habían proporcionado información detallada sobre él, su empresa y sus movimientos recientes.

Ethan, por su parte, continuaba mejorando sus habilidades y trabajando en su ejército de esqueletos autónomos. Estaba concentrado en su laboratorio cuando Sara le notificó sobre la extravagante visita. Dejó lo que estaba haciendo y salió a la recepción de su empresa, donde encontró a Yassmin y Yassir esperándolo.

Ella se presentó con una elegancia y autoridad que no podían ser ignoradas. Era una joven mujer con cabello negro que caía sobre sus hombros. Sus ojos, violetas, brillaban con una intensidad que reflejaba su resolución y el poder que llevaba dentro. Ethan había sido hipnotizado incluso por unos pocos segundos a causa de su gran belleza. Aunque era la primera vez que Ethan la veía, reconoció al instante que tenía algún tipo de parentesco con Yassir; su apariencia y porte eran similares, aunque ella sobresalía incluso entre los más bien parecidos.

—Buenas tardes, soy Ethan Blackwood. Creo que es la primera vez que los veo a ambos. ¿Qué los trae a mi empresa? —Él sabía que en teoría le habían borrado la memoria, por lo que decidió actuar como si no conociera a Yassir.

Esto le funcionó de maravillas, ya que Yassir sospechaba un poco de Ethan y la posibilidad que lo haya engañado. Pero, al no notar ni la mínima indicación de ser reconocido, descarto la posibilidad de esto y pensó en que es solo obra del Apofis. 

—Mucho gusto, Ethan Blackwood. Soy Yassmin al-Rashid —dijo, con su voz firme y cargada de elegancia—. Tenemos un asunto serio que hablar con usted. ¿Podemos ir a algún lugar más privado?

Ethan la observó con cautela, consciente de que se encontraba ante una mujer y un hombre extremadamente peligrosos. Él sospechaba que no tenían demasiadas buenas intenciones, pero tampoco podía resistirse demasiado, por lo que los llevó a su oficina privada.

—¿Y qué es exactamente de lo que quieres hablar aquí, señorita Yassmin? —preguntó, manteniendo su compostura.

—Ethan Blackwood, hijo único, tus padres murieron hace cuatro años a causa de la pandemia. Con solo tu ingenio y creatividad fundaste tu empresa actual, Blackwood Industries, prácticamente desde la nada. Incluso puedo hablarte del origen de tu nombre, y sobre el ya fallecido, el señor Blackwood III. Sé todo sobre ti, pero solo me interesa una pequeña cosa… —Yassmin habló con cierta picardía. 

—Dime qué quieres—. Respondió Ethan totalmente serio.

Yassmin sonrió con frialdad, sus ojos clavados en los de Ethan.

—Estoy aquí por el Apofis, y no me iré sin él.

La tensión en el aire era palpable, y ambos sabían que el enfrentamiento era inevitable. Ethan se preparó mentalmente, sabiendo que la verdadera prueba de sus habilidades y su suerte estaba a punto de comenzar.

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AutorMYVcreators' thoughts