"Sigh..."
Tristan Black suspiró frotándose las sienes por vigésima vez, estaba atascado en un importante proyecto que cambiaría toda su vida laboral.
Llevaba semanas centrado en este trabajo y justo cuando llegó al punto culminante, se atascó. No tenía opciones continuar esto.
Volvió a suspirar muy resignado mientras sus dedos repasaban el teclado del ordenador que estaba situado justamente frente a sus ojos.
Estaba pensando en una solución.
Lo cual le resultaba bastante irónico.
Toda su vida fueron problemas. Sus padres lo abandonaron y creció en un orfanato hasta que una amable mujer le acogió a los nueve años.
Ella le dio todo lo que nunca tuvo: una casa, ropa, comida, educación y sobretodo amor. Sí, fueron los seis años más felices de su vida.
Hasta que un día ella murió.
Vino de la escuela y al llegar a casa vio cómo un par de hombres se llevaban el cadáver de su madre al tanatorio, ella falleció de un infarto...
Aquel día Tristan juró dos cosas:
La primera es que jamás se olvidaría de su madre y la segunda es que se iba a esforzar al máximo en su vida, no la desaprovecharía.
Todo para honrar a su madre.
Eso le llevó a esforzarse como nunca en sus estudios, y todo valió la pena; fue un destacado estudiante, en secundaria y en la universidad.
Ahí Tristan se graduó en un doble grado de ingeniería mecatrónica y computación informática en la famosa e ilustre MIT.
Pronto una multinacional llamó a sus puertas, sólo habían transcurrido dos meses desde que terminó la universidad y le llegó una oferta...
Por fin la vida le estaba sonriendo.
Tristan comenzó a trabajar en la sección de programación de aquella multinacional que se dedicaba a múltiples sectores tecnológicos.
Escaló con el paso de los meses y por fin los directivos le ofrecieron un ascenso, sabían que el joven era capaz de hacer mucho más.
Iban a ofrecerle un puesto como el jefe del área de programación, y para ello Tristan debía demostrar sus capacidades en una prueba.
En un proyecto de la compañía.
Y en eso estaba trabajando ahora.
Llevaba ya cerca de tres semanas y sólo le quedaba una más para presentarlo. Pero se había bloqueado justo en el tramo final.
Así de genial era su suerte.
"Ningún algoritmo me permite solucionarlo, tal vez debería probar otro programa" Tristan murmuró antes de liberar una fuerte tos.
Si había tardado más de la cuenta con este proyecto era por su enfermedad crónica, que se agravó durante sus últimos años de carrera.
Y en las últimas semanas fue a peor.
Le costaba respirar, tosía con más frecuencia y los dolores de cabeza eran constantes, pero aun así debía entregar el proyecto sin importar qué.
Tristan no se iba a rendir tan fácilmente.
"Pero un descanso no estaría mal jeje" Tristan profirió con una gran sonrisa levantándose del escritorio, llevaba cuatro horas sentado en él.
Sin hacer demasiado esfuerzos caminó hacia la cocina, lo que menos quería era empeorar la pésima condición de su cuerpo ya debilitado.
Tristan tomó un bote de fideos y puso el agua a calentar, lo malo de haber vivido solo durante tantos años es que él no sabía cocinar nada.
Aprendió lo básico pero hasta ahí.
"Igualmente me habría dado pereza cocinar" admitió el chico vertiendo los fideos en un bol y caminó de regreso al salón, listo para comer.
Encendió el televisor y resultó que hoy estaban enseñando una de sus series favoritas... ¡Dragon Ball! Sí, era el anime con el que había crecido.
"Qué nostalgia, voy al día con el manga y todo pero nada mejor que ver los antiguos episodios" Tristan comentó mientras sorbía los fideos.
Se sumergió totalmente en la televisión y terminó de cenar sin darse cuenta. Pero era mejor para él, necesitaba darse un aire.
El proyecto le tenía muy estresado.
Lo único que detuvo su entretención fue su fuerte tos como era habitual, y los dolores de cabeza que iban y venían, pero se divirtió.
Y al final se quedó dormido en el sofá, con una sonrisa en el rostro tras haber revivido los únicos recuerdos felices de su infancia en el orfanato.
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"¿Uh? ¿Qué ocurre?"
Tristan habló bastante absorto.
Lo único que notaba a su alrededor era oscuridad, no veía nada ni tampoco podía moverse. Todo parecía estar congelado.
Como si estuviera en un limbo.
¡Un momento! ¿Acaso él había...?
"¡No me digas que he muerto!"
No veía otra opción, así que lloró internamente dado que no pudo acabar el proyecto. No había conseguido nada que valiera la pena recordar.
Fue un rotundo fracaso.
No pudo honrar a su madre.
No pudo hacer nada.
"Maldición, ¿así de cruel es la vida?" Tristan no pudo evitar preguntarse eso, el destino le había tratado como un vulgar animal. Incluso peor.
No tuvo tiempo para seguir lamentándose, una luz brilló frente a él y se vio obligado a cerrar los ojos. Esto le recordaba a una cosa curiosa...
"Esto es algo típico de una novela" recordó con una débil sonrisa las historias que solía leer de vez en cuando, y eso fue lo último que hizo.
Tristan desapareció del lugar.
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El sol resplandecía sobre una pequeña casa situada en un monte lejano para muchos, pero que ahora era el hogar de una nueva familia.
Dicha familia estaba compuesta por un chico amante de las peleas, Son Goku, y una mujer que hace diez meses se volvió su esposa, Chi-Chi.
Chi-Chi tuvo a su primer hijo hace ya unos días y en estos momentos estaban debatiendo sobre qué nombre debían ponerle al recién nacido.
"Papá, ¿qué nombre te gusta a ti?" Chi-Chi le preguntó a su corpulento padre, quien estaba parado junto a ella frente a la cuna del bebé.
Era el imponente Ox-Satan.
"Pues pensé en algunos nombres" el hombre sacó un largo rollo dejándola con una gota de sudor tanto a ella como a su esposo Goku.
¡¿Eran necesarios tantos nombres?!
"Mira, podría llamarse Ox-Satan, Ox-Sataron, Ox-Manosque..." el padre de Chi-Chi comenzó a citar y el bebé en la cuna lloró al escucharle.
Ese bebé... ¡no era otro que Tristan!
'Espera, ¿dónde estoy?' ristan inquirió sin ver nada todavía, pero oía varias voces que le resultaban muy, pero que muy familiares...
"Papá, parecer que tus nombres no le gustaron" Chi-Chi se rió nerviosamente tras oír el llanto del bebé. "Sigo insistiendo en llamarle Arquímedes"
'Esa voz... ¡es Chi-Chi! No me digas que yo he...' Tristan intentó asimilar su situación, era bastante surrealista pensar en esa opción.
¿Había reencarnado en Dragon Ball?
'No tiene lógica alguna, pero siento mi cuerpo más pequeño y mis oídos no me engañan... pero parece tan irreal' Tristain pensó resignado.
No sabía qué hacer en este momento.
Tampoco tenía muchas opciones en verdad.
"¿Tú qué opinas Goku?" Chi-Chi habló mirando al azabache, quien estaba apoyado en una silla escuchando la conversación sin participar.
Goku parpadeó varias veces mirando a su esposa y luego a Ox-Satan, miró al bebé en la cuna antes de procesar una respuesta.
"Yo..."
"Tú..." Chi-Chi y su padre hablaron a la vez, esperando ansiosamente qué nombre iba a sugerir el chico para ponerle al bebé.
"Yo... creo que deberíamos comer algo para pensar mejor" respondió Goku rascándose la nuca y todos ellos se cayeron de espaldas.
"¡Tómatelo en serio Goku!" Chi-Chi se quejó mirándole con el ceño fruncido y Goku tragó saliva sintiendo un pequeño escalofrío.
Chi-Chi era aterradora.
'¡Esa era la voz de Goku! ¡Entonces realmente estoy en Dragon Ball!' Tristan se emocionó al oír la voz del héroe de su infancia. 'Oh, dios mío...'
Todavía no daba crédito. Como fan de la franquicia estaba muy ilusionado pero debía pensar todo con calma y no dejarse llevar.
'Primero debería saber quién soy en este mundo, si Goku y Chi-Chi están aquí tal vez sea el hermano de Gohan' pensó Tristan tanteando opciones.
Tras la reprimenda de Chi-Chi, Goku decidió ponerse serio y miró con ojos atentos al bebé, ganándose así la atención de su esposa.
"Se llamará Son Gohan... como mi abuelito" declaró finalmente Goku mirando al bebé con rostro serio, y luego se giró hacia Chi-Chi.
"Como el viejo maestro, es un gran nombre" Ox-Satan habló con una sonrisa, pues el bebé tendría el nombre de un gran artista marcial.
"¡Bien! ¡Nuestro hijo se llamará Son Gohan!" Chi-Chi comentó felizmente mirando a su hijo, quien parecía muy contento por el nombre.
"¡Sí! Ahora podremos comer" clamó Goku saltando de alegría y tanto su esposa como Ox-Satan liberaron varias carcajadas.
Mientras tanto Tristan, ahora llamado Gohan, estaba perplejo por lo que estaba sucediendo.
Su mente todavía lo estaba asimilando.
'¡Soy Gohan! ¡Soy el personaje con mayor potencial de la serie!' exclamó Gohan en su mente indagando sobre el personaje.
Era uno de sus favoritos... y aunque no logró desplegar todo su potencial al menos cumplió su meta y era feliz. Eso era lo más importante.
Pero ahora todo era diferente.
Había comenzado de cero, la historia sería escrita por él. Cada acción, cada paso que diera podría cambiar los sucesos que conocía.
'La ventaja aquí es que conozco los eventos del manga, esta vez sí que haré bien las cosas... ¡seré el más fuerte!' pensó Gohan con una sonrisa.
Y así comenzó su leyenda.
La leyenda del gran Son Gohan.