webnovel

Ejército de Uno

Ethan detuvo el coche en el aparcamiento de la comisaría y miró a Chayton, fue mas tranquilo de lo que esperaba y no se movió para nada, al menos sabia como comportarse, y bueno tambien tenia que ver con el taser en manos de Emmett que le apuntaba todo el tiemppo —Chico blanco, ¿por cuanto tiempo vas a quedarte viéndome? —preguntó Chayton inexpresivo, mientras extendía la mano para untar un poco de sangre en la herida sin cicatrizar frente a él, luego se metió el dedo en la boca y lo lamió. —No por mucho si tienes suerte. —Te voy a recordar policía. —Simplemente no te enamores de mí —respondió Ethan con indiferencia, luego salió del coche, abrió la puerta trasera y le dijo a Chayton, cuyos ojos parecían escupir fuego—. Mueve tu trasero y sal de mi auto. Chayton se mordió la mejilla antes de salir del auto. Se puso de pie, un poco más alto que Ethan.La parte superior de su cuerpo, cubierta de tatuajes nativos, estaba llena de cicatrices de cuchillos y de disparos de arma. Varios peatones que pasaban vieron a Chayton y se alejaron apresuradamente, como si se encontraran con una bestia feroz.Por otro lado, Brock también presionaba al hermano de Chayton, Tommy para que saliera del auto. Tommy no era robusto, pero comparado con su hermano, parecía un niño. Después de que Emmett salió del coche, los dos caminaron hacia la estación de policía con los detenidos.Ethan no se dio cuenta de que, en el banco frente a la comisaría, un joven vestido con una chaqueta vaquera y cabello rubio desordenado estaba mirando a Hood.El joven seguía sacudiendo las piernas y fumando un cigarrillo.Después de dudar un momento, dejó caer la colilla, la apagó, recogió la bolsa militar verde que tenía a sus pies y cruzó la calle hacia la comisaría.Ethan saludó a Alma y luego empujó a Chayton a la sala de espera temporal junto al escritorio.En ese momento, varios amish llegaron a la estación de policía para proporcionar pistas. —Siobhan, Emmett, vayan con los Amish y tomen sus declaraciones. Ethan, tú y Brock vayan a la sala de interrogación para ver qué pueden sacarle a Tommy. Yo me encargo de Chayton —ordenó Hood con rapidez, su tono firme y decidido mientras distribuía las tareas.Ethan cerró la puerta, empujó a Tommy directamente sobre la silla del escritorio y luego se sentó en el escritorio junto a Brock, mirándolo, ejerciendo presión psicológica sobre él.Tommy, nervioso, dijo rápidamente:—¿Qué quieren hacer conmigo?—Nada solo queremos hacerte unas preguntas, sobre Lana ColleryLa sala de interrogatorios era un espacio frío y austero, con una sola lámpara iluminando el rostro sudoroso de Tommy, quien se removía nervioso en la silla de metal. Sus manos esposadas tintineaban levemente cada vez que las movía, y sus ojos, llenos de pánico, recorrían la habitación como buscando una salida.—Yo no maté a Lana —repitió con desesperación, su voz temblando.Ethan lo observaba desde el otro lado de la mesa, sus ojos fijos en él como si pudieran penetrar cualquier mentira. Dio un paso adelante, haciendo crujir sus botas sobre el suelo de cemento, y se inclinó ligeramente, apoyando ambas manos sobre la mesa.—¿Dónde estuviste anoche, entre las 8 y las 12 de la noche? —preguntó con calma, pero su mirada no dejó espacio para evasiones.Tommy se rascó la cabeza, evitando el contacto visual. Tras unos segundos de incómodo silencio, respondió con voz temblorosa:—Anoche estuve bebiendo con unos amigos. Puedes buscarlos... ellos pueden ayudarme a testificar.Brock, quien se mantenía en la esquina de la habitación con los brazos cruzados y una expresión dura, soltó un bufido y avanzó unos pasos.—¿Amigos, eh? —Brock lo miró con escepticismo—. Según lo que sabemos, le enviaste correos electrónicos amenazantes a Lana unos dias antes por salir con un chico Amish y ahora ella aparece muerta en la propiedad los Amish, no te parece eso una coincidencia.Tommy se tensó al escuchar la acusación. Sus ojos se agrandaron y agitó sus manos esposadas con desesperación, golpeando levemente la mesa.—¿Y qué? —espetó, su tono subiendo de tono—. Le envié algunos correos, pero eso no significa que la maté. ¡Estaba cabreado, sí, pero no soy un asesino! —El sudor perlaba su frente mientras alzaba la voz—. ¿Por qué no vas a buscar a ese bastardo Amish? ¡Él tenía más razones para hacerle daño que yo!Ethan lo observaba con calma, su rostro inmutable ante la súbita explosión de Tommy. Dejó que las palabras flotaran en el aire por un momento antes de continuar, su tono frío como el hielo.—No estamos hablando de nadie más. Estamos hablando de ti. —Se inclinó un poco más cerca—. Los correos que enviaste no solo eran amenazas, Tommy. Dijiste que la harías pagar por lo que te hizo. ¿Qué hizo Lana para que estuvieras tan... enfadado?Tommy abrió y cerró la boca varias veces, como si estuviera buscando las palabras correctas. El miedo comenzaba a nublar su juicio.—Ella... me dejó en ridículo. Lo sabéis. Me desechó como si no fuera nada. Pero eso no significa que la haya matado. Solo estaba... furioso.Brock intercambió una mirada con Ethan y luego golpeó la mesa con fuerza, sobresaltando a Tommy.—¡Eso no explica por qué tu teléfono fue rastreado cerca de su casa la noche de su asesinato! —dijo Brock, su tono afilado como un cuchillo.Tommy se congeló, su rostro palideciendo. Tartamudeó, intentando encontrar una excusa.—Eso no... no tiene nada que ver... Yo no estaba cerca de su casa... no... no fue lo que parece...Ethan aprovechó el momento de debilidad. Se inclinó aún más cerca, su rostro a escasos centímetros del de Tommy.—Mírame a los ojos y dime que no estuviste allí, Tommy. Dímelo.Tommy tragó saliva con fuerza, sus manos temblaban, y por primera vez, no parecía tener una respuesta.El silencio se alargó en la sala de interrogatorios.En ese momento, Ethan vio a través de las persianas a Gordon y una mujer negra, de figura esbelta y traje impecable, que entraba apresuradamente a la comisaría.Ethan, miró a Brock y profundizó el interrogatorio.Un momento después, alguien golpeó la puerta de la habitación, Brock salió y vio por el pasillo a Alex Longshadow, el jefe de la tribu Kinaho, había llegado en algún momento y miraba dentro con una expresión de molestia en su rostro.—Abre la maldita puerta ahora.La voz enojada de Alex se escuchó a través de la puerta, y Ethan no tuvo más remedio que levantarse y acercarse.—¿Qué crees que estás haciendo? Tommy Littlestone tiene solo 17 años. Estás interrogando a un menor sin autorización de sus tutores, y además, no tienes el derecho a arrestarlo dentro del territorio de la tribu. —gritó Alex a Hood tan pronto como la puerta se abrió.Luego gritó hacia con impaciencia:—Tommy, no tienes que decirles nada. Este ridículo interrogatorio terminará pronto. Vamos, vuelve conmigo.La rapidez con la que habían reaccionado sorprendió a Brock, quien se tocó las comisuras de la boca antes de abrir las esposas de Tommy.Alex sacó a Tommy mientras la atractiva mujer negra lo seguía rápidamente, explicándole algo a Alex.—¿Quién es ella? —preguntó Ethan con curiosidad.—Alison Medin, la nueva fiscal de distrito interina. Era la exasistente de Gordon. Ahora que Gordon es el alcalde interino, la ayudó a ascender —suspiró Hood antes de continuar—. ¿Cómo fue la entrevista con Tommy?Brock dijo:—El tiempo fue muy corto, no conseguimos información útil. Y, según su reacción, no parece ser él, no tiene el temperamento para asesinar, un crimen pasional hubiese sido mas violento, a ella la ejecutaron, y tommy no tiene el valor para hacerlo..En ese momento, Alison Medding, la recién nombrada fiscal de distrito interina, se acercó con tacones altos y un aura autoritaria. Con una expresión de desagrado en su rostro, dijo:—No tenían derecho a invadir el territorio de la tribu Kinaho y ni se diga arrestarlos. Si la investigación de este caso se ve afectada por este arresto ilegal, jefe Hood, la responsabilidad será suya.Hood miró a Gordon, que estaba parado no muy lejos, y luego retrocedió sin ceremonias.—Si quieres responsabilizarme de esto, haz lo que quieras, pero mientras das órdenes desde la oficina, somos mi gente y yo quienes arriesgamos nuestras vidas afuera, tratando de encontrar al asesino.Alison miró a Hood, quien tenía una herida en la frente, y a Brock, que ya estaba junto a él con la boca hinchada. Frunció los labios en silencio.Ethan, tratando de romper el tenso silencio, miró a Chayton, que estaba sentado en la sala de detención.—¿Alex no se llevó a Chayton?Alison caminaba de un lado a otro, sus tacones resonando en el suelo. Respondió:—No, Chayton Littlestone tiene dos órdenes de arresto en el condado cercano de Jefferson. Y el señor Longshadow no tiene intención de ayudarle. Mañana dos de ustedes deben transferirlo al Departamento de Policía de Jefferson.—El señor Longshadow no va demandar a la estación, si ustedes jamás vuelven a entrar sin autorización a la reserva. Por favor, asegúrense de seguir los procedimientos cuando manejen las cosas a partir de ahora.Después de decir esto, Alison miró a Hood y salió de la comisaría junto con Gordon, quien la seguía de cerca.—Cómo debería decirlo, este es el mejor resultado que pudimos obtener. —dijo Brock, ajustándose el cinturón antes de regresar a su asiento.Siobhan y Emmett, que estaban cerca, también dieron un suspiro de alivio y continuaron con su trabajo.Después de todo, esta operación de arresto había sido completamente ilegal. Si Alex hubiera querido causarles problemas, nadie podría haber escapado. Solo era cuestión de a quién le tocaría asumir la responsabilidad.Después de verlos irse, Ethan se encogió de hombros y regresó a su asiento.Tan pronto como tomó el café y dio un sorbo, vio a un joven con una chaqueta vaquera parado en la sala de espera junto a él.—¿En que te puedo ayudar?Dejó su taza y saludó.—Estoy buscando al Sheriff Hood.El joven, que parecía tener aproximadamente la misma edad que Ethan, le sonrió levemente y luego llamó a Hood.No mucho después de que los dos entraron a la oficina, Ethan vio a Hood cerrar las contraventanas de la Oficina del Sheriff con una mirada nerviosa en los ojos.Encendió el cigarrillo con dudas y, tras pensar por un momento, sintió que el hombre ahora le parecía familiar. No mucho después, Hood salió de la oficina del Sheriff con el hombre y le guiñó un ojo a Ethan.Ethan se levantó y lo siguió fuera de la comisaría.—¿Es tu amigo? —preguntó Ethan, mirando al hombre rubio sentado en el auto que los observaba con curiosidad.—Es el hijo de Lucas Hood —respondió Hood, frotándose las sienes con evidente cansancio.Aquella declaración era complicada, pero Ethan lo entendió de inmediato. El joven le parecía familiar porque era el hijo del fallecido Lucas Hood. Recordó vagamente que este muchacho había causado problemas en el pasado, igual que su predecesor. La diferencia es que, mientras el padre aún podía encontrar ayuda en la figura de Lucas Hood, su hijo solo podía buscar a un extraño que vivía bajo la identidad de su padre.Ethan olvidó momentáneamente por qué el hijo de Hood había llegado a Banshee y preguntó rápidamente:—¿Qué quiere hacer?Hood negó con la cabeza.—Aún no está claro. Primero lo llevaré a cenar al bar de Sugar, con algo de suerte puedo arreglar esto rapido.—Entonces, ¿qué planeas hacer? —insistió Ethan.—No lo se, pero si necesito tu ayuda te llamare. —respondió Hood, preocupado, mientras se alejaba en su camioneta azul.Ethan sacudió la cabeza y regresó a la estación de policía.Proctor y Rebecca, después de salir de la comisaría, esperaron mucho tiempo en casa sin recibir buenas noticias de sus hombres. Viendo la confusión de su sobrina, Proctor decidió conducir hasta el lugar de reunión de los Amish, con la esperanza de encontrar alguna pista.El Rolls-Royce llegó a la casa de los Bowman. Rebecca vio una figura familiar y abrió la puerta antes de que el auto se detuviera. Proctor esperó a que Borden estacionara el coche, frunciendo los labios antes de bajar del vehículo.Rebecca gritó varias veces, pero al ver que su madre la ignoraba, miró a un lado con impotencia. Notó a una chica Amish en la distancia, apresurándose con una canasta de bambú. Era Pesha, su antigua buena amiga, y rápidamente corrió tras ella.Proctor, mientras tanto, se quedó observando a la mujer de cabello gris que estaba de espaldas a él y habló con voz profunda:—Sabías que Rebecca sería expulsada y terminaría en la calle, pero lo dejaste ir porque sabías que yo la ayudaría, ¿verdad?. La acogí, le di comida y le compré una casa y cuido de tu hija, pero aun así te niegas a mirarme.La hermana de Proctor se detuvo por un momento antes de continuar colgando la ropa en sus manos.—Soy el único que puede ayudarte ahora —dijo Proctor, apretando los dientes— Se que ya no me consideras como familia, pero aun asi sigues siendo mi hermana. ¿De verdad prefieres dejar que Solomon muera antes que hablar conmigo?La hermana de Proctor soltó la ropa, que cayó al césped. Lentamente se agachó, cubriéndose la cara con las manos, y comenzó a sollozar dolorosamente. Proctor suspiró, dio dos pasos hacia adelante y, justo cuando iba a tocar el hombro de su hermana, ella se levantó llorando y corrió hacia la casa.—¡Maldición! —Proctor estaba tan enojado que pateó el lavadero, apretando los puños, furioso por haber crecido en un grupo como ese.Jadeando, se dio la vuelta con intención de regresar al auto, pero vio a los Amish que trabajaban en la granja corriendo apresuradamente. Detrás de ellos, varias camionetas los perseguían, mientras los ocupantes en las cajas traseras gritaban y blandían palos.Los Amish no creen en la violencia, por lo que más de veinte hombres que trabajaban en la granja se retiraron hacia la casa de los Bowman, buscando refugio.Al escuchar el ruido afuera, Bowman y el padre de Proctor salieron de la casa y miraron a los atacantes con pánico.—¡Entreguen a ese chico, malditos alemanes!—¡Vengan aquí si se atreven, cobardes!—¡Entreguen al asesino!Los atacantes, armados con palos, bajaron de las camionetas, golpeando sus armas y gritando amenazas. Proctor, lleno de ira, desabrochó su chaqueta de traje y comenzó a caminar hacia ellos.—¡Kai, no! Ya llamamos a la policía —gritó Bowman, preocupado, al ver que Proctor no detenía su avance.Proctor se dio la vuelta y, con los brazos extendidos, dijo con calma:—Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. Como el Señor aún no ha aparecido, déjame a mí.Se volvió y siguió caminando hacia los agresores, ignorando las miradas de preocupación de los Amish.—Sí, vamos hijo de perra —gritó uno de los hombres.Proctor continuó acercándose sin temor, con los ojos fríos.—¡Maldición! ¡Es Proctor! —murmuraron algunos de los atacantes, reconociendo al hombre.Uno de ellos, más audaz, avanzó con fiereza.—¿A qué le temen? Es solo uno. Vamos a aplastarlo.Proctor escupió a un lado con desprecio.—Se atreven a venir aquí a amenazar a quienes saben que no se defenderán. Qué valientes son.Burton, sentado en el Rolls-Royce, también se quitó las gafas y guardó un puño americano en el bolsillo antes de caminar hacia el grupo.—Proctor, estás solo ahora. Voy a meterte este bate de béisbol en el culo. Creo que te gustará la sensación —dijo el hombre con gorra, avanzando unos pasos y arrojando el bate frente a Proctor, amenazante.Proctor asintió con calma.—Lo entiendo. Seguro que no será agradable.Antes de que el hombre con gorra pudiera reaccionar, Proctor le arrebató el bate y lo golpeó en el estómago con la velocidad de un rayo.—¡Ah!El hombre gritó de dolor.Proctor no se detuvo. Giró el bate y lo estrelló contra la parte inferior del cuerpo del hombre con la gorra, haciendo que se desplomara al suelo.En el momento en que Proctor bajó el bate de béisbol, los aborígenes que iban delante inmediatamente sujetaron sus piernas.—¡Ahhh! —el hombre del sombrero de visera aulló miserablemente y rodó por el suelo.Proctor no se detuvo en absoluto. Sostuvo el bate de béisbol con ambas manos y golpeó furiosamente al hombre. Hubo un sonido seco de golpes durante un rato, como si golpeara un trozo de carne sin piedad.El hombre que estaba al lado no pudo soportarlo más, reprimió el miedo en su corazón y trató de golpear a Proctor con el palo de madera que tenía en la mano.En ese momento, Burton corrió detrás de Proctor, y el nudillo de acero que llevaba se encontró con el palo de madera que silbaba hacia Proctor. Burton desvió el ataque, inclinó la cabeza y esbozó una leve sonrisa antes de lanzar un puñetazo en la cara del atacante.El golpe fue directo, y el nudillo afilado desgarró la comisura de la boca del hombre. La piel y carne volaron en todas direcciones, mientras más de una docena de dientes se esparcían por el aire acompañados de un chorro de sangre.Al ver al hombre desmayarse en el suelo, Burton, aburrido, se quitó el nudillo de acero y miró a su alrededor.—No te emociones, mantén la calma.—¡Están locos! ¡Ambos están locos!La docena de aborígenes restantes retrocedió al ver la escena frente a ellos. Agitaron sus palos nerviosamente, sin atreverse a acercarse más.Proctor, sosteniendo el bate de béisbol en una mano, echó un vistazo a su alrededor. Nadie se atrevía a mirarlo a los ojos.—Si alguno de ustedes quiere llamarme maldito paleto alemán en mi cara, esto es lo que les espera.Bajó el bate de béisbol, se dio unos golpecitos en el brazo y sonrió.—Déjenme hacerles una pregunta, ¿saben qué se siente peor que recibir un golpe en las pelotas con un bate de béisbol?—Por favor, no... ¡sé que me equivoqué! —el hombre del sombrero de visera agitó las manos desesperadamente, su rostro empapado de sudor mientras suplicaba por su vida.Proctor negó con la cabeza.—Siento la necesidad de darte la respuesta.De repente, Proctor agitó el brazo y golpeó al hombre nuevamente, esta vez directo entre las piernas.El hombre del sombrero de visera aulló de dolor. Su rostro se puso rojo al instante antes de desmayarse.Con nadie más dispuesto a dar un paso al frente, Proctor finalmente soltó un suspiro de alivio. Le arrojó el bate de béisbol a Burton y se dirigió rápidamente hacia el Rolls-Royce.Burton frunció los labios, balanceó el bate un par de veces por aburrimiento, y luego lo tiró al suelo al ver que los demás no se atrevían a moverse.Departamento de Policía de Banshee Town. El timbre del teléfono sonó.Siobhan contestó, asintió por un momento y luego se levantó.—Los Amish llamaron a la policía. Dicen que algunos nativos de la reserva fueron a atacarlos.Varios agentes se levantaron de sus sillas y agarraron sus cinturones de seguridad.—¿Dónde está el Sheriff Hood? —preguntó Brock, mirando a su alrededor.—Está ocupado en otro asunto. Vámonos, será rápido —dijo Ethan, dándole una palmada en el hombro a Brock antes de salir.Varios coches de policía encendieron las sirenas y se dirigieron rápidamente hacia el lugar de reunión de los Amish. Ethan conducía con una expresión seria, mientras Brock lo observaba con preocupación. Solo esperaban que los aborígenes no hicieran demasiado ruido.Al acercarse al lugar, una figura blanca salió corriendo del bosque y cayó en el camino.Ethan reaccionó rápidamente y pisó los frenos.Los neumáticos chirriaron, dejando una marca de unos diez metros. Los coches de policía detrás de ellos también se detuvieron bruscamente.Un Viloria Crown, que seguía de cerca, salió corriendo de la carretera y se detuvo a pocos metros de un árbol. Brock comenzó a sudar frío.Ethan se secó el sudor de la frente, abrió la puerta del coche y salió apresuradamente. Estaba a punto de gritar, cuando vio a Rebecca tirada en el suelo.Rebecca lo miraba con terror. Estaba descalza, su traje Chanel empapado de agua sucia, y le sangraba la nariz.Ethan se apresuró a ayudarla a levantarse.—¿Qué te pasó?Varias personas más se acercaron, sus caras llenas de confusión al ver el estado de Rebecca.Rebecca respiró hondo varias veces antes de hablar:—En el bosque... un hombre vestido de negro me atacó.Siobhan corrió rápidamente para sostener a Rebecca. Ethan y Emmett intercambiaron una mirada y sacaron sus Glock 17 antes de dirigirse hacia el bosque en la dirección de donde Rebecca había salido corriendo.Los dos se adentraron en el bosque a toda velocidad. El hombre que había atacado a Rebecca probablemente era el asesino de Lana, y si lo atrapaban, todo estaría resuelto.Corrieron por el bosque, los arbustos golpeando sus piernas. Siguieron las huellas dejadas por Rebecca hasta llegar a un charco lleno de barro. El área estaba revuelta, como si alguien hubiera peleado allí.Brock señaló el suelo y dijo:—Mira, además de las huellas de Rebecca, hay otras que parecen ir hacia el otro lado.Los dos rastros mostraban que Rebecca había sido perseguida, y el otro debía ser del hombre que había huido.Desafortunadamente, la lluvia reciente había dejado el suelo cubierto de lodo, dificultando el seguimiento.De repente, un disparo resonó a lo lejos.—¡Maldición! —gritó Ethan, deteniéndose antes de correr en la dirección del disparo.Cuando llegaron, vieron a Emmett herido, apoyándose contra un árbol.—¡No dispares! Soy Ethan.—Sal de ahí —respondió Emmett, con voz apagada.Ethan se acercó rápidamente y vio que Emmett sangraba por la ceja.—¿En qué dirección? —preguntó Ethan.Emmett señaló hacia adelante. Ethan siguió las gotas de sangre en el suelo, pero pronto las huellas desaparecieron por completo.Miró el bosque, pero no vio nada, solo los arbustos altos.Con Emmett herido, Ethan no tuvo más remedio que regresar.—¿Qué pasó? —preguntó Ethan mientras revisaba la herida.—Un hombre vestido de negro saltó de un arbusto y me atacó. Le disparé, probablemente en la pierna, pero escapó tambaleándose.Después de intercambiar unas palabras, los dos decidieron salir del bosque por el mismo camino por el que habían llegado.