—¡Si no puedo probarlo, es una verdadera lástima!
Caleb Mamet levantó una ceja y su garganta se movió. —Hmm.
Xaviera Evans subió felizmente a cambiar de ropa, mientras Caleb sacaba los ingredientes del refrigerador y comenzaba a cocinar. Ingredientes frescos eran entregados todos los días al Clubhouse de Lowen —todos de la mejor calidad— que solo necesitaban un simple enjuague.
Después de preparar los ingredientes, Caleb sacó su teléfono y encontró la receta correspondiente. El plato que Xaviera quería parecía un poco complicado, pero con la receta, no debería ser demasiado difícil.
Caleb estaba lleno de confianza. Él era un pez gordo en el mundo de los negocios, capaz de ver a través de todo tipo de planes. Cocinar sería pan comido para él.
Cuando Xaviera bajó las escaleras con su bata puesta, sus ojos se iluminaron instantáneamente. ¡Los platos en la mesa se veían tan tentadores!
—¡Caleb! ¡Eres increíble!
Caleb se mantuvo calmado, concentrándose en terminar el último plato.
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