En el instante en que Garfiel entró a la cocina y detectó una figura poco conocida, suspiró, reconociendo que había caído en una trampa.
_Garfiel: ...todos son tan jodidamente 'ntrometidos.
A pesar de sus insultos, una sonrisa surgió en su rostro.
La nariz de Garfiel era única. Su sentido del olfato era tan fuerte que no se podía ni comparar con el de un humano común. Era obvio que había detectado su olor incluso antes de entrar en la habitación.
Aun así, lo ignoró, quizás como una pequeña última muestra de terquedad, o tal vez su orgullo como hombre.
_¿¿??: ¿Garf?
Garfiel se rascó la cabeza mientras la mujer lo miraba de vuelta, llamándolo con una voz extraña.
Ante Garfiel había una mujer con un largo y lustroso cabello rubio. Ella era más alta que él, y su cuerpo era marcadamente sólido. La hilera de colmillos decorando su boca, combinados con su poderosa figura, la hacían ver, de alguna manera, salvaje y violenta.
Si no fuera por su suave voz y el tierno resplandor de sus ojos, la gente habría tenido constantemente una impresión errónea de ella.
Frederica Baumann. Es como ella se había hecho llamar, o eso era lo que Garfiel Tinsel había oído. Tinsel era el apellido de su madre, y Baumann el de su padre.
Garfiel no sabía por qué Frederica insistía en usar el apellido de su padre, y había optado por no pensar sobre eso.
Dudaba que los que habían ideado este encuentro hubieran tomado en cuenta esos complicados sentimientos. O quizás Garfiel estaba exagerando y, desde el punto de vista de otras personas, no parecía un gran problema.
_Garfiel: No te veo muy menudo por aquí, hermana.
_Frederica: Yo podría decir lo mismo de ti. Quién pensaría que vendrías justo aquí… La cena todavía no está lista, así que no encontrarás nada que rapiñar por aquí.
_Garfiel: No 'stoy aquí por la comida. Deja de tratarme como un maldito niño.
_Frederica: ¿Pero no es infantil frustrarte cuando alguien te trata como a un niño? Y sospecho que aún estás en la edad en la que deseas que alguien te mime como a un bebé, Garf.
_Garfiel: Nah, tengo catorce, ya superé esa 'stupidez. ¿¡Quién mierda es un bebé acá!?
Sintiéndose ofendido, Garfiel aulló en rechazo.
Frederica sacudió la cabeza ante la reacción exagerada de Garfiel y volvió su mirada al frente—para mirar a la cocina.
_Frederica: Ahora estoy ocupada con un asunto, Garf, no puedo ocupar todo mi tiempo en relajarme, a diferencia de ti.
_Garfiel: No es como si 'stuviera todo mi asombroso tiempo jugando. Y no 'stoy aquí para perder el tiempo. —Creo que 'stoy aquí por la misma razón que tú, hermana.
_Frederica: ¿La misma razón?
_Garfiel: Parece que a ti también te han pedido que vinieras aquí.
Con sólo esas palabras, Frederica pareció haberlo deducido.
_Frederica: Así que era eso.
Murmuró comprensivamente.
_Frederica: Sí que me pareció un poco extraño. Que de la nada, Annerose-sama comenzara a decir que moriría si no probaba uno de mis pasteles de carne.
_Garfiel: ¿Cómo es posible que te 'ngañase con eso, hermana?
_Frederica: ¿Qué te dijeron…? No, ¿Qué fue lo que la abuela te dijo para traerte aquí?
_Garfiel: Me dijo que si no probaba uno de mis asombrosos pasteles de carne, se volvería aún más senil.
_Frederica: También me pregunto cómo es que lograste encontrar credibilidad en esa afirmación.
Garfiel cerró la boca ante la respuesta de Frederica.
Al oírla decir eso, él también se cuestionó a sí mismo, pero de verdad se había preocupado, así que era inevitable.
_Garfiel: Bueno, tal vez no logras 'ntenderlo porque dejaste de cuidarla. Pero no es para nada raro que ella aparezca preguntando si la cena 'staba lista, incluso cuando acababa de terminar de comer. Así que obviamente me preocuparía de hacerle algo.
En realidad, era un triste malentendido surgido del hecho que, cuando la personalidad de Lewes rotaba a la siguiente, la nueva Lewes no heredaba los recuerdos de la anterior de una manera tan extensa como para saber si la cena había ocurrido o no. Pero ni Garfiel ni Frederica se darían cuenta de eso.
El par de hermanos se preocupaban por la salud mental de Lewes.
Sin embargo, la declaración de Garfiel lastimó a Frederica en una manera diferente a la descrita porque, aunque sin quererlo, él había tocado el asunto de su década de ausencia.
_Frederica: ...Ciertamente. Nunca regresé al Santuario ni una sola vez durante esa década. Y eres tú quien protegió el Santuario en ese período. —No tengo derecho a hablar como si supiera lo que ocurrió allí, o lo que ha sido de la abuela.
_Garfiel: No, yo… eso no era lo que quería decir con eso. Yo sólo…
_Frederica: …
Frederica volvió a mirarlo, forzándolo a encararla.
Su rostro aún le resultaba poco familiar.
Había pasado una década. Durante todo ese tiempo, la imagen mental que Garfiel tenía de su hermana no había cambiado, seguía siendo la misma de hacía 10 años.
Aunque por fin se habían reunido y había pasado un poco de tiempo con ella, le costaba aceptarlo.
Y lo mismo le pasaba a Frederica. Ella debía estar viéndolo con inquietud, justo como él la veía a ella.
Pero esto le preocupaba a Garfiel. Se preguntaba por qué su inquietud parecía tan intensa como la suya y qué fue lo que él le hizo sentir a ella.
_Garfiel: ...Oh.
Con esa mirada aún sobre él, Garfiel suspiró.
La respuesta golpeó su corazón.
Se dio cuenta.
Él se dio cuenta. Sabía exactamente cuál era la emoción que se veía en los ojos de su hermana.
Era la misma mirada que Lewes tuvo de vez en cuando en el Santuario. La misma que él también había visto en su propio reflejo en el agua.
Una mirada que reflejaba melancolía. Combinada con arrepentimiento.
_Garfiel: Claro que era eso.
Garfiel había asumido que los eventos de hacía diez años habían sido resueltos. En el interior de la tumba, él recordó la despedida con su madre de cuando era joven. Ahora entendía lo que su madre sintió cuando los dejó, y eso resolvió el asunto para él.
Había asumido que también se había resuelto para Frederica.
Pero no era así.
Lo que pasó en la tumba sólo le afectó a él.
Garfiel logró entender lo que sentía por su hermana, y el amor de su madre. Él nunca le dijo o le informó a su hermana de eso, ya que ella estaba lejos.
Y por eso, Frederica miraba a Garfiel, sin ninguna respuesta a lo que había pasado una década antes, sin saber qué decir.
Aunque ella había madurado, esa mirada era la misma de hacía diez años.
_Garfiel: Hermana.
_Frederica: ¡—!
_Garfiel: Perdón por no decir nada. Pero está bien. Estoy bien. Sé lo que pasó con mamá, y contigo.
_Frederica: Garf...
Los ojos de Frederica se llenaron de lágrimas, presas de una intensa emoción.
Estando frustrado consigo mismo por su falta de elocuencia, Garfiel buscaba las palabras con las cuales transmitir sus sentimientos con claridad.
Buscaba en su cabeza, en todos los libros que había leído, por las palabras que debería decir.
_Garfiel: Entiendo por qué dejaste el Santuario y por qué no volviste después… es lo que me gustaría decir pero, estoy tratando de entenderlo. Así que 'stá… bueno, ya sabes…
_Frederica: ¿Estás… listo para perdonar a mamá?
_Garfiel: ¿—Y qué es lo que hay que perdonar?
La boca de Garfiel se relajó en una sonrisa y sacudió su cabeza para responder a su hermana.
Exacto. ¿Qué era lo que había que perdonar?
El amor y el odio que Garfiel guardaba en su corazón, todo ese tiempo había estado errado.
Él no sabía nada de la verdad, ni siquiera sabía lo que sentía, arremetía con ira contra la impenetrable oscuridad—todo eso era un berrinche y nada más.
Ahora que sabía la verdad, nada de eso importaba.
No había nada que perdonar, ni nada que resentir.
_Garfiel: Ahora sé que mamá me amaba… que nos amaba.
_Frederica: …
_Garfiel: Así que no tiene sentido tratar de mantenerme al margen de lo que pasó. Tampoco tiene nada que ver con mi asombroso ser. Así que, ¿qué tal si hablamos de algo un poco menos 'stúpido, hermana?
El patrón de habla de Garfiel volvió a la normalidad mientras se frotaba la nariz sonrojada.
Frederica dio un largo y profundo suspiro y limpió las lágrimas de sus ojos.
_Frederica: Garf... en verdad has crecido.
_Garfiel: ¡Deja el sarcasmo! ¡No he crecido una jodida pulgada comparado contigo! ¿¡Qué demonios te pasó!? ¿¡Cómo es que te volviste tan jodidament—ghhhah!?
Frederica lo agarró de la pierna y lo tiró al suelo, haciendo que la cabeza de Garfiel rebotara contra el piso.
_Frederica: Aunque seamos familia, no puedes decirle tales cosas a una mujer, Garf, idiota.
Los ojos de Garfiel se quedaron sin foco mientras miraba al techo desde el suelo, con Frederica de pie frente a él. Ella volvía a sonreír.
_Frederica: ¿Qué pasa? Ponte de pie.
_Garfiel: Fuiste tú la que me tumbó.
Garfiel tomó la mano extendida de su hermana y se puso de pie.
Se limpió la suciedad ligeramente y se acercó al mostrador que Frederica había estado usando.
_Garfiel: 'Ntonces... ¿Cómo vas con ese pastel de carne, hermana?
_Frederica: He reunido los ingredientes y apenas estoy empezando a cortarlos. A decir verdad, me impresiona que recordaras cómo hacerlos, considerando que sólo los comiste cuando eras joven.
_Garfiel: Eso es porque alguna prolija no se llevó la receta para que los pudiera hacer cuando ella se fuera. Vale, mi asombroso ser va a preparar la masa.
_Frederica: Entonces yo cortaré.
Garfiel se puso frente a los ingredientes mientras se colocaba una toalla alrededor de su cabeza, preparándose para cocinar. Frederica sacó los utensilios de cocina mientras él se preparaba, y se los pasó de manera natural.
Los hermanos comenzaron a trabajar en conjunto, como si ese vacío de 10 años nunca hubiera ocurrido, mientras realizaban fácilmente aquella familiar tarea, juntos.