Dejar sola a alguien tan importante en un lugar fuera de su alcance era demasiado peligroso. Si la perdía de vista, el culto podría poner sus malignas garras sobre ella.
Ese era el turbio miedo que invadía a Subaru en el fondo de su corazón.
¿Y si llevara a Emilia conmigo ante Ira? Ni hablar. Que Emilia se encontrara con el Culto de la Bruja sólo llevaría a la desgracia. De eso estoy seguro.
Le bastaba con recordar a Petelgeuse para tenerlo claro. No podía dejar a Emilia cerca del Culto de la Bruja, eso era indiscutible.
_Subaru: Beatrice, vamos a…
_Beatrice: ¿A qué, Subaru?
_Subaru: ...a comer el mismo postre, ¿te parece bien?
_Beatrice: ¿…?
Beatrice frunció el ceño al oír a Subaru. Probablemente ella sospechaba que él estaba pensando en algo diferente. Subaru asintió a la confundida Liliana y se giró hacia Emilia.
_Subaru: Voy a comprar unos dulces y enseguida vuelvo. Emilia-tan, quédate aquí escuchando atenta y elegantemente la canción de Liliana y pórtate bien.
_Emilia: De acuerdo. Pero, ¿no quieres que te acompañe?
_Subaru: No pasa nada, cree en mí. Te protegeré.
Al oírlo, Emilia pestañeó sus grandes ojos amatista y asintió a la vez que se sonrojaba.
Entonces, Subaru hizo señas a Beatrice, quien lo miraba con sospecha.
_Subaru: Protege a Emilia en mi ausencia. Si llego a necesitar tu fuerza, te llamaré inmediatamente.
_Beatrice: …¿Qué es lo que te ha pasado que ni a Betty se lo puedes contar?
_Subaru: Solamente estate alerta. Aunque, independientemente de cómo estés, si te llamo será porque estaríamos en una situación muy mala.
Al decir eso, Subaru pellizcó suavemente la nariz de Beatrice, quien estaba ligeramente disgustada, y después se despidió con la mano y se fue, sintiendo que cuatro pares de ojos miraban fijamente su espalda.
Corriendo durante todo el trayecto, llegó a la plaza en menos de cinco minutos. Sin embargo, había salido del parque un poco tarde. Y debido a la situación en la que estaba, cada segundo perdido podía costarle la vida.
_Subaru: Aunque ese sea el caso, sin hacer las compras, tendré unos 10 minutos…
Subaru aminoró su paso hasta igualar el de una caminata, e inspeccionó la plaza a la que había llegado.
Antes, sólo se había fijado en la torre y no había tenido la oportunidad de observar el área a su alrededor. Pero, al menos por ahora, no había a la vista gente extraña vestida de negro.
Lo que significaba que, seguramente, la arzobispa del pecado estaba actuando sola.
_Subaru: La cuestión es qué hacer ahora. Una vez inicie el discurso, es muy posible que sea forzado de nuevo al mismo estado mental de antes.
Dado que no estaba seguro de cuál era el origen de ese espacio anómalo, Subaru no sabía si podría volver en sí si quedaba atrapado de nuevo.
Por lo tanto, Subaru asumió que sería imposible reconocer la anomalía como lo que era debido al aterrador poder del lavado de cerebro.
_Subaru: ¿Debería decirle a todos que busquen refugio lejos de aquí? Como hice cuando lo de Petelgeuse… no, no tengo suficientes personas para llevarlo a cabo; y si mientras tanto Sirius actúa anticipadamente, me saldría el tiro por la culata.
Subaru pensó en pedir a las víctimas que no se involucrasen en esta situación y que debían buscar refugio. Pero… ¿cómo lograría eso? Después de todo, si el discurso de Sirius no tenía ningún blanco en particular, entonces nada la obligaba a dar el discurso en esa plaza.
Si no había nadie allí, ella iría a otro lugar. Por lo tanto, sólo cambiarían las víctimas del incidente.
_Subaru: En ese caso, ¡la única manera es eliminar al culpable!
Su mayor ventaja era que sabía que Sirius planeaba aparecer allí. En eso se parecía bastante a la batalla contra Petelgeuse y su secta.
Cueste lo que cueste, había que impedir que el Culto de la Bruja campase a sus anchas. Para evitar que el culto llevara a cabo sus crímenes, era necesario arrancar el problema de raíz. Si no, las tragedias se repetirían.
Pero se dio cuenta de eso demasiado tarde.
Si hubiera llegado a esa conclusión inmediatamente, Subaru no habría venido solo. Ya era demasiado tarde para volver al parque.
Se preguntó si sería posible volver al hotel para pedir ayuda a Wilhelm o Julius.
_Subaru: Es inútil perder el tiempo pensando en esas cosas. Soy el único aquí ahora. Tengo que estar preparado para actuar cuando el discurso comience… no, ¡la solución la tenía delante de mis narices!
Subaru vio una pequeña ventana en la parte más inferior de la torre, que posiblemente era la que Sirius había usado para entrar y dar su discurso desde arriba.
En ese caso, ella ya debía estar en la torre, preparándose para su discurso, que ocurriría en breve. E incluso suponiendo que ella aún no estuviera en la torre, Lusbel podría estar allí dentro ya atado, esperando desesperadamente que alguien le rescate.
Así pues, Subaru miró con cautela de izquierda a derecha y, silenciosamente, se acercó a la modesta puerta de hierro, la abrió y se infiltró en la torre.
El interior de la torre estaba sumido en la oscuridad, y su aire helado estaba lleno de polvo. Toda la torre estaba en completo silencio. A diferencia de las torres del reloj del mundo de donde provenía Subaru, esta torre no tenía engranajes.
El mecanismo que indicaba la hora funcionaba mediante piedras mágicas, las cuales brillaban de manera distinta dependiendo del maná que llenase el ambiente a esa hora. Ese cambio gradual se reflejaba en un cambio en el color de los cristales de la torre.
Gracias a eso, el único sonido que se oiría dentro de la torre sería el producido por otras personas.
_???: ¡Mmgrr!
_???: No tienes por qué llorar tan fuerte. Eres un buen chico, ¿verdad? Tienes que ser un chico fuerte. Tu papi Muslan y tu mami Ina, además de tu futuro hermanito o hermanita menor, deben estar orgullosísimos de lo fuerte que eres. Es maravilloso.
Una voz desagradable hacía eco en la torre.
Unos gimoteos infantiles llenos de terror resonaron en la torre.
La voz que acompañaba a ese llanto, provenía de lo alto de la escalera de caracol que había en el interior de la torre. Sonaba a rencor, gozo, odio y amor.
Era distorsionado. Era retorcido. Era totalmente anormal.
_Subaru: …
Subaru concluyó que se trataba de Sirius. Inhaló profundamente y contuvo el aliento.
Su pulso comenzó a acelerarse, su pecho retumbaba mientras subía las escaleras. Afortunadamente, las escaleras eran de piedra. Si iba con cuidado, podría silenciar sus pasos, especialmente debido a que la atención de su contrincante estaba centrada en otra cosa.
Subaru se preparó para llamar a Beatrice en cualquier momento mientras subía lentamente las escaleras. La tensión iba en aumento a medida que el sonido proveniente de arriba aumentaba en volumen y cercanía.
Aunque la torre era tan alta que Subaru tenía que llevar completamente atrás la cabeza para poder ver el final, no había nada especialmente llamativo durante la subida. Sólo había un pilar en el centro de la torre y las escaleras de caracol que lo rodeaban.
Las voces de un demonio y de un valiente provenían del final de esas escaleras. Una sola ventana daba al exterior de la torre, quizás para que la gente pudiera ajustar y comprobar las inscripciones talladas en las piedras mágicas. El sonido provenía de un lugar inmediatamente anterior a esa ventana. Daba una impresión parecida a la de un ático.
Subaru miró sigilosamente desde debajo de las escaleras y vio que efectivamente había dos siluetas ahí interrumpiendo esa silenciosa oscuridad.
No había nadie más. Parecía que ahí no había ningún otro cultista.
— Ahora sólo faltaba que Subaru encontrase el momento oportuno para golpear.
_Subaru: …
Capturarla con vida no era factible. Aunque deseaba hacer eso, sería demasiado difícil de lograr. Además, Subaru no sabía qué tipo de trucos podría hacer ella mientras siguiera con vida.
Subaru se agachó y acercó su mano a su cintura. Agarró lo que su cinturón sostenía y tiró de él, soltándolo.
En sus dos manos sostenía un arma con un extremo alargado y curvado, tejido de fibras especiales; comúnmente conocido como un látigo. Era el arma predilecta de los arqueólogos cuando exploran ruinas, según las películas de su mundo, claro.
Contaban con un largo alcance, y eran más difíciles de manipular de lo que parecía en las películas; y durante el año pasado, bajo la tutela de Clind, la habilidad de Subaru con el látigo había aumentado bastante.
Su razón para escoger el látigo era simple. A diferencia de las espadas, martillos, lanzas y arcos, el látigo era increíblemente versátil. Además, el aprendizaje de Subaru habría sido increíblemente lento con armas como la espada.
Subaru ya estaba un poco familiarizado con la esgrima gracias al kendo, y sabía exactamente lo difícil que sería para él alcanzar cualquier nivel usando esa arma. Por eso, Subaru prefirió no optar por la lanza ni la espada, sino por el látigo.
Al principio, siempre había confiado en su inteligencia, creatividad y astucia para ganar. Teniendo eso en cuenta, un arma que aprovechase sus puntos fuertes le permitiría ejercer mejor su poder.
Otro punto a favor era que los látigos le permitían atacar desde más lejos.
_Subaru: …
Subaru aspiró aire suavemente y volvió a contener el aliento.
Se puso de pie y continuó subiendo las escaleras, agarrando el látigo con su mano derecha.
La persona escondida en las sombras no lo detectó. Eso le daba la ventaja. Dando otro medio paso, Subaru levantó su brazo derecho y, con un silbido agudo, la cola del látigo voló hacia su objetivo. Este ataque precautelar en horizontal, que priorizaba su velocidad curvada y en ángulo por encima de la potencia, se parecía a un movimiento de bádminton.
La punta del látigo cortaba el aire, abriéndose paso hacia la espalda desprotegida de su blanco, tratando de abatir esa silueta maligna.
Sin embargo,
_Sirius: ¿Por qué estás tan enfadado?
La silueta que le daba la espalda le habló con voz distraída.
De inmediato, movió su mano derecha a una velocidad abismal para desviar el golpe del látigo con las cadenas que colgaban de su brazo. Era como si una serpiente hubiera salido por los aires para interceptar a otra.
Por un instante, Subaru se quedó inmóvil ante tal imagen, pero se recuperó e inclinó su brazo hacia el costado al darse cuenta de que el golpe había contactado con su objetivo.
_Sirius: Vaya, vaya.
Con una risita, la silueta que perdió el equilibrio —Sirius— dio un paso atrás y recobró la postura.
Aunque la cadena colgando de su brazo derecho logró repeler el latigazo de Subaru, el látigo quedó atrapado en los anillos de la cadena y Sirius—
_Subaru: U… ¡RAAA!
—perdió el equilibrio totalmente cuando Subaru tiró del látigo.
Al ver que Sirius se estaba cayendo al suelo, Subaru apretó aún más su agarre mientras corría en semicírculo hacia esa psicópata cubierta de vendas, chocando contra ella con su hombro. Ella, que era más ligera de lo que él esperaba, salió despedida con facilidad gracias a la superior masa corporal de Subaru.
_Sirius: U, ¡kyah!
Sirius dejó salir un suave gemido y, tras golpearse contra el suelo, cayó por la ventana, tal como Subaru había planeado. Estaban por lo menos a diez metros sobre el suelo; si un niño cayese desde esa altura, quedaría destrozado.
_Subaru: ¡Lusbel, ¿estás bien?!
Subaru no confirmó el impacto de Sirius, sino que corrió hacia la otra silueta en el suelo. Ese cuerpo pequeño era el de Lusbel, quien sostenía en sus manos los dos extremos de una cadena y miraba con miedo a Subaru.
La cadena en su mano estaba unida a la cadena que envolvía toda la parte inferior de su cuerpo, otra muestra del mal gusto de Sirius.
_Subaru: ¡Esa desgraciada…! ¡Forzándote a atarte a ti mismo…!
Poco a poco, se fue dando cuenta del horror por el que Lusbel había pasado, siendo forzado a sostener esa cadena alrededor de su cuello. Incluso ahora, su miedo seguía visible en su cara.
Al darse cuenta de tal maldad, Subaru se vio invadido por una incontrolable ira.
Inmediatamente agarró los hombros del niño, quitándole la cadena de encima.
_Subaru: ¡Ya está! Ya ha pasado todo. Nunca más tendrás que hacer algo como esto. ¡Ven conmigo!
_Lusbel: Pero, si... yo, no sigo… los términos de nuestro acuerdo, entonces Tiina... ¡Tiina será...!
Respondió Lusbel, con ojos llorosos y labios temblorosos.
Al verlo, la garganta de Subaru se ahogó de emoción.