Entonces, Emilia le respondió a Sylphy con una expresión seria.
_Emilia: El latido de tu corazón.
_Sylphy: ¡——!
_Emilia: Se debe a que soy una espiritualista. Aunque actualmente mi compañero original no está, aún puedo comunicarme con espíritus menores. Les pedí a los espíritus que monitorearan sus cuerpos y me dijeron que tus latidos eran extraños.
_Sylphy: ¿Mis… latidos?
Sylphy dejó de respirar por un momento.
Su expresión era una de completa sorpresa incrédula. Obviamente, su conmoción era lo menos importante. Después de todo, acababa de escuchar un resumen del Corazón de León antes de contarle el cambio en su pulso.
Y si las cosas habían llegado a este punto, sólo había una explicación.
_Emilia: Qué cruel. ¡Regulus combina su corazón junto con el de alguien a quien ha reclamado como su esposa!
***
_Regulus: No importa cómo lo mires, aunque estés usando una imagen virtuosa mientras recitas tu retórica respetable, no entiendo en absoluto de dónde obtuviste la idea de que realmente conseguirías algo ganando tiempo con esta batalla. Y aunque no sé cómo pudiste descifrar mi poder, ahora que lo has entendido claramente, ¿realmente quieres seguir luchando?
Mientras miraba al ensangrentado Subaru, Regulus parecía sonreír jactándose de su victoria.
Desplomado en el suelo junto a un edificio mientras respiraba con dolor, la mitad del rostro de Subaru estaba cubierto con sangre fresca.
_Subaru: Ah… ugh.
_Regulus: Aunque te he permitido correr de aquí para allá, realmente eres aburrido después de haber caído. Bueno, era de esperarse. No podría ser de otra manera. Estoy a un nivel tan por encima de ti, que no cabía esperar otro resultado. Finalmente, se acabaron las distracciones absurdas y ha llegado tu fin.
Acercándose al desplomado Subaru, los talones de Regulus destruían las rocas que ensuciaban su camino. Su autoridad aún estaba activa, como si él deseara que fuese vista.
_Regulus: En resumen, ¿no sientes que todo esto es culpa de tu excesivamente impertinente ser? Hasta ahora, han aparecido muchos como tú, personas que quieren derrotarme o iniciar una batalla conmigo. Pero, de entre todos ellos ni uno solo pudo tocarme. Ese es el destino de aquellos que desean sobrepasar sus habilidades, una ley absoluta de la naturaleza. Lo entiendes, ¿verdad?
El Arzobispo del Pecado de la Codicia estaba dando un discurso sobre la falta de deseo, afirmando que detestaba a quienes habían sido inmolados por sus propios deseos.
El tener deseo crearía conflictos sin sentido. El tener deseo crearía hambruna sin fronteras. El tener deseo crearía crueldad sin límite.
Y precisamente por esta razón, el estar sin deseos era valioso.
Si eres pobre, lo mejor es rezar para tener tu propio talento.
_Regulus: Estar satisfecho con lo presente es suficiente, anhelar lo que está más allá de tus habilidades te guiará a tu propia destrucción. Siempre todos y cada uno de ellos se niegan a aprender. Ustedes en verdad son criaturas sin remedio.
Con un suspiro, Regulus deslizó una mano a través de su cabello blanco. Sacudía su cabeza como si hubiera sido abrumado por una tragedia.
Sin embargo, el dolor en su voz no era fingido. Más o menos, desde el fondo de su corazón, Regulus estaba suspirando por la torpeza de Subaru y aquellos que no eran él mismo.
Esa era la pretenciosa e imperceptiblemente solitaria voz de alguien omnipotente.
_Subaru: An—tes de morir, tu… poder de…
_Regulus: ¿Qué? Ah, ¿"una última ofrenda", como dice el dicho? Confío en que conoces algo arcaico como eso. Me has superado en una reserva irrelevante de conocimiento, ¿es lo que intentas decir?
Regulus se rio mientras observaba a Subaru, cuya respiración parecía estar a punto de cortarse, deseando esa última respuesta. Sin ni una sola ruta de escape, lo único que le quedaba a su triste existencia era la muerte inminente.
_Regulus: Bueno, ya has llegado muy lejos. Al final le daré a tu despreciable ser una recompensa por sus esfuerzos. Te lo diré, todo este tiempo, que has estado luchando lo mejor que puedes para ganar tiempo, ha sido completamente en vano.
_Subaru: Sin… sentido, ¿dices?
_Regulus: Es muy simple. Mi corazón, el que tú y esa mujer buscan, definitivamente está en una de mis esposas. —Pero, con respecto a quién lo carga, ni ellas ni yo lo sabemos. Mismos derechos, amor dividido equitativamente, al igual que las mismas responsabilidades y obligaciones.
Ante el abrumado Subaru, Regulus se encogió de hombros con un "Bueno, ¿es algo así?".
_Regulus: Para aquellos que han tomado múltiples esposas, el tratarlas a todas por igual es algo natural. Además de algunas justificaciones ingeniosas, sólo los que practican la equidad tienen permitido ejercer su autoridad. En otras palabras, estoy apostando mi vida. Constantemente manifiesto mi amor hacia ellas.
_Subaru: ¿Y las esposas desconocen del corazón porque…?
_Regulus: No es como si fuera una razón particularmente complicada. —Escuchar el latido de tu propio corazón a diario, nadie le pone demasiada atención, ¿o sí?
Mirando a Regulus, que se reía con su boca abierta, Subaru lo entendió. El método con el que Regulus escondía su corazón, ese método despiadado.
Simple, efectivo, y más defensivo que cualquier otro método.
_Subaru: ¡A los corazones de tus esposas… con tu corazón has…!
_Regulus: Administrar la propiedad del esposo ciertamente es una de las obligaciones de la esposa. Pero verás, soy un hombre sin deseo. En primer lugar, yo no tengo una cantidad de posesiones sin sentido como los tipos como tú. Y además, lo que le he confiado a mis esposas es mi existencia en sí misma… qué romántico, ¿no es ésta la esencia del amor conyugal?
—Asqueroso.
La autoridad conscientemente despiadada de Regulus. Sin malicia, sin remordimientos y creyendo que eso era lo más natural del mundo.
Antes de enviar a Emilia a la catedral, Subaru le había dicho algunas hipótesis de cómo escondía el Corazón de León. Pero, ciertamente, ninguna de ellas contemplaba este método.
Además, si nadie podía romperlo—
_Subaru: Algo tan alejado de la razón… Emilia no podría hacer nada.
Si eso de lo que Regulus se había jactado justo ahora con una expresión llena de orgullo fuese todo lo que había que saber del Corazón de León, aún debería de haber una manera para superarlo.Si se lo pudiese comunicar a Emilia, ella podría resolverlo rápidamente con su poder.
Los pros y contras ahora no importaban; había que elegir vivir.
_Regulus: ¿Qué—? Oye, tú…
Regulus mostró una mirada de desconcierto al ver a Subaru ponerse en pie con expresión de disgusto, para posteriormente devolverle la mirada a Regulus.
Subaru, que hasta ahora había parecido estar al borde de la muerte y atrapado entre los escombros de la ciudad, se limpió el polvo de sus rodillas y se paró manteniendo su mirada. Después de un momento, Subaru subió sus cejas con un "aah" al notar la mirada incrédula de Regulus.
_Subaru: Estaba haciéndome el muerto… no, más bien, fingiendo estar al borde la muerte. Se me ocurrió hacerlo aprovechando que una piedra me hizo un corte en la frente, eso es todo.
Manchar su rostro de sangre y fingir estar en agonía había conducido a esto.
Con una gran sonrisa en su rostro, Subaru miró a Regulus, quien había estado bailando en la palma de su mano.
_Subaru: Confié en ti. Definitivamente eres de los que, si encontrase a un enemigo moribundo, presumiría arrogantemente de su victoria sin parar de parlotear.
_Regulus: ¡——gggh!
_Subaru: ¡Whoa!
Elevándose de un salto, el cuerpo de Regulus avanzó en línea recta. Con una velocidad increíblemente vertiginosa y los movimientos de un aficionado, voló en línea recta.