Supongo que esta sería la hora de despertar… si tan solo pudiera.
Llevo atrapada en este lugar tanto tiempo, que ya no distingo lo que es real o no. Camino todos los días sin rumbo, solo para dormirme y dar con que estoy nuevamente en este lugar de locura y belleza. El mundo de los sueños… nunca llegué a pensar que fuera tan bello y tan extraño, es algo tan indescriptible, cambia y parece no tener un final, los relojes avanzan en sentido opuesto y nunca se sabe si es de día o de noche, pues los tonos pastel del mismo lugar me nublan todos los pensamientos. Veo la escarcha danzar por los suelos y a las muñecas jugar y correr, son tan lindas, pero… siempre huyen de mi presencia.
No recuerdo mi pasado, no sé quién soy y tampoco se mi nombre, solo sé que le pedí un deseo a la reina de los sueños que siempre lleva una máscara que tiene pintada un símbolo de pregunta, tampoco sé que fue aquello que le pedí y menos las razones de mi eterna estadía en el mundo de los sueños.
De cierta forma me tranquiliza el escuchar el sonido de los cristales, aquellos sonidos tan relajantes que pueden apaciguar mi alma, aunque, siempre he estado sola y… eso me destruye, tengo miedo de estar sola eternamente y no poder sacarme ese sentimiento que llevo clavado en mi pecho, es algo que nunca podré expresar o menos explicar ya que las cosas que termino sintiendo son inexplicables y solo aquellos que las han sentido saben que son. La cabeza de vez en cuando me da tumbos y llego incluso quizá a perder la cordura, aunque no sé a ciencia cierta si ya estaba loca o si sigo cuerda, las heridas sanan con una rapidez asombrosa, pero al parecer las heridas del alma no tienen remedio, lo que piensas que es real puede que no lo sea. Todo eso hace que no me entere si estoy o no cuerda, quizá mi mente me esté jugando malas pasadas. Sombras suelen de vez en cuando atormentarme, observándome y diciéndome cosas muy hirientes, me dicen que yo soy la culpable y que mis ojos fueron su condena… no las entiendo.
De vez en cuando puedo escuchar a las muñecas cantar y veo las notas salir de sus bocas. Pese a todo, nunca he logrado volver a ver a la reina de los sueños. El lugar en el que suelo levantarme es muy extraño, es una habitación llena de velas apagadas, las paredes tienen bellas mariposas pintadas en sus paredes y el dibujo de lo que parece ser una princesa, son cosas que creo nunca entender. De vez en cuando me despierto en algún sueño, me pregunto ¿de quién será el próximo sueño al que valla a visitar?
La pequeña Elizabeth se despertó en una habitación cálida, había varias estanterías llenas de libros, una chimenea con una fogata encendida. Otro sueño en el que había despertado, otro lugar, pero… ella empezaba a ver y sentir que ya había estado en ese sitio antes. Había en el centro de la sala lo que parecía ser una caja de un show de marionetas, algo que le despertó la curiosidad. Por fuera no se observaba nada más que el mundo de los sueños, algunos relojes estaban flotando y algunas muñecas se paseaban tímidamente.
Se abrió el telón y marionetas aparecieron, empezaron a cantar una historia.
Elizabeth se puso a escucharla…
"Había una vez una bella princesa, fina de habla y llena de alegría, llevaba unas enormes alas, su plumaje era suave al tacto y de un inmaculado color blanco. Ella quería salir a explorar el cielo estrellado y poder por fin nadar en el basto cielo, pero para su desgracia, estaba encadenada y no podía volar… era un ave enjaulada que quería con toda su alma salir para besar a las estrellas.
Cierto día llegó un príncipe, joven, bello y con vestiduras blancas. Él logró liberara a la princesa de su prisión y pudo ella por fin volar. Con el tiempo ella se enamoró del joven príncipe y ambos formaron un lazo de amor puro, más toda rosa tiene espinas y… una noche de luna llena, aquel príncipe apagó la llama de la princesa y ella, nunca más volvió a despertar. Sus alas se mancharon de su líquido vital y su alma se fragmentó en esquirlas como lo hacen los copos del invierno.
El dolor acompañó a la joven alma en pena, hasta que, desde lo profundo de su corazón, brotaron largos látigos con espinas, su dolor era muy agudo y la lastimaba con demasiada fuerza. Ella decidió que llevaría a las almas a un lugar en el que nunca más volvieran a sufrir, en donde los sueños prevalecieran por toda la eternidad y en donde ella pudiera bailar eternamente con su príncipe azul. Obligando a todas las almas a bailar eternamente en sus sueños. Aquel pecado amoroso la condenó a repetir sus actos eternamente y fue presa de una maldición inquebrantable, sin posibilidad alguna de ser levantada de su martirio, condenada a portar siempre una máscara que deje ver su pecado y encerrada en un lugar de sufrimiento y desesperación.
La función había terminado y las marionetas se trasformaron en mariposas negras que rompieron la ventana, la pequeña Elizabeth se quedó en silencio, observando el suelo.
––Ahora recuerdo. Esa historia la había oído ya hace bastante, un millar de veces, pero, está mal… la princesa nunca pudo llevar a su príncipe azul––Empezó a llorar y sus lágrimas mostraban su rostro quebrantado–– Ella nunca… ella nunca pudo bailar con su príncipe.
Del suelo de la sala emergió una máscara, era muy sencilla, hecha quizá de barro… … llevaba pintada un símbolo de pregunta. A su vez, cuando Elizabeth se dio cuenta, toda la sala estaba en llamas y sus pesadillas empezaron a seguirla, las sombras la observaban desde la lejanía y le comentaban cosas bastante hirientes. Ella se colocó la máscara para que ninguna de las sombras la viera llorar, no quería que su verdadero rostro quedara expuesto.
––Culpable… culpable–– Las sombras susurraban a su oído y ella trataba de taparse sus oídos.
Las sombras seguían susurrando más y más. De la espalda de Elizabeth empezaron a brotar alas que eran similares a la tinta color negro, manchaban los suelos y ella se tapaban los oídos con más fuerza.
–– ¡Perdón… ya no más¡!No me digan nada más, por favor… lo lamento!
Elizabeth salió volando y observó que todo el lugar ardía en llamas y había una melodía creada de una caja de música que se escuchaba por todo el lugar, las muñecas la observaban y ella tenía miedo, quería que toda esa pesadilla acabara.
A lo lejos puedo ver lo que parecía ser su príncipe azul, ella estaba destrozada y necesitaba que alguien le tendiera una mano y le dijera que todo iba a estar bien, ya no sabía que pensar y solo quería sacarse aquel sentimiento del alma.
––He oído esa historia tantas veces y siempre repito lo mismo una y otra vez.
Con forme más se acercaba, más se aceleraba su corazón, no podía quedarse con la miel en los labios y tenía que acabar con todo ese dolor, el cielo lloraba a sus espaldas y la observaba con tristeza, la melodía torturaba sus emociones y su alma hasta puntos irrisorios y empezaba a recordar todos sus pecados. No quería oírlos más, no quería sentir más esa desesperación y soledad.
Descendió y llegó hasta donde estaba su príncipe, se tambaleaba y las sombras la observaban de lejos, no la habían dejado ni un solo espacio de tiempo, los relojes sonaban fuertemente. Ella se tambaleó y dio con el suelo, su llanto se escuchaba por todo el lugar y sus lágrimas se escurrían por su máscara, el príncipe le tendió su mano y ella alzó su rostro, sus cabellos estaban desordenados y sus ropas estaban manchadas con el hollín negro que caía lentamente del cielo. Ella, con cierta alegría le dio la mano y el príncipe la levantó del suelo. Elizabeth lo abrazó con bastante fuerza, pensaba que él la podría consolar y de una vez por todas, calmar el dolor de su alma… sin embargo, mientras ella lo estaba abrazando, el príncipe al cual no se le observaba su rostro, le clavó una daga en su corazón, la máscara se fragmentó en miles de pedazos.
––¿Qué es el amor? ––Algo susurró cerca de ella.
Las lágrimas de Elizabeth salieron con más dolor, aquellas pequeñas mensajeras que hablaban si hablar, aquellas lágrimas… que rompieron con más fuerza los pocos fragmentos de alma que le quedaban a Elizabeth. Ella no pudo decir nada, el dolor emocional no la dejó poder ni siquiera gritar.
El príncipe la observaba con una sonrisa, aun manteniendo la daga en su mano.
––Elizabeth, la duquesa del amor–– Dijo el príncipe–– La reina de los sueños.
Elizabeth perdió el conocimiento…
Supongo que esta sería la hora de despertar… si tan solo pudiera.
Llevo atrapada en este lugar tanto tiempo, que ya perdí la noción de lo que es la cordura y lo que no lo es. No recuerdo mi pasado, no sé quién soy y mucho menos como me llamo, todo lo que yo recuerdo es haberle pedido un deseo a la reina de los sueños, que siempre llevaba una máscara… que tiene pintada un símbolo de pregunta.
Nota del autor: Les recuerdo que si les gustan estos cuentos pueden comentarlos y dar una reseña. También si vienen de faernes les recuerdo que el 16 vuelve la saga actual. También si gustan que tenga un trato más directo con ustedes, estaba pensando en crear una página de Face, o un servidor de discord, pero eso lo dejaría a gusto de ustedes. Les deseo lo mejor en este 2023 y que pasen un año genial.
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