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Mi nombre, mi maldición

La historia de Alexandra Snowy, la Señora del Imperio Red Moon, y su misteriosa muerte se extiende por un vasto territorio, los cuatro grandes imperios y los seis reinos dependientes, la curiosidad aqueja a todos quiénes escuchen la historia. En uno de los seis reinos dependientes, un reino de humanos, despierta gravemente herida una bebé de unas semanas de nacida, su cabello es blanco y sus cejas también pero sus ojos son tan negros como la noche, una vida que pende de un hilo para ella y una amable bruja que se apiada de su vida y empieza a cuidarla como si fuera su propia hija. Maureen Leclerk tenía una estrecha amistad con Alexandra Snowy y Charlotte Dimitry antes de accidentalmente usar un hechizo de reencarnación y acabar misteriosamente al otro lado del continente, sin memoria y convirtiéndose en una sombra de lo que una vez fue, su nombre es algo que no puede recordar y, por lo tanto, para ella es una maldición. Una bruja sin nombre es una existencia errante, Maureen nunca volvería a ser la misma y sus poderes serán incontrolables, será aislada del mundo creando a su alrededor un caparazón impenetrable, pero algún día tendrá que bajar su guardia contra el mundo para poder recuperar lo que alguna vez perdió. ¿Llegará a reencontrarse con sus viejas amigas?

alejandra_herrera · ファンタジー
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16 Chs

Capítulo 3: Familia (parte 2)

- Buah Buah Buah Buah

Pasó aproximadamente la mitad de la noche, la luna llena colgaba del cielo acompañada por las estrellas, era una cálida noche de verano y la brisa era fresca pero en realidad no hacía frío. La bebé empezó a llorar suavemente y a quejarse por el dolor en su pequeño cuerpecito, aunque por algún tiempo no hubo nadie que le salvará, por el agotamiento cerró sus ojos lastimosamente y dejó que el sueño la tomará.

Cuándo la luna empezó a moverse para dejar paso al sol, la pequeña niña volvió a despertarse pero sin fuerzas para llorar lo único que hizo fue quejarse lastimosamente.

De repente una mujer encapuchada se acercó, ella tenía la piel color melocotón tan limpia como la porcelana, su rostro maduro no tenía signos de ninguna arruga, sus iris eran color castaña y su cabellera oculta bajo una capa era de color rubio cenizo, su rostro tenía forma ovalada y su nariz respingona era pequeña, la mujer llevaba una sonrisa tenue en su elegante rostro y parecía tener unos cuarenta años o menos. Se acercó a la orilla del acantilado y uso sus manos de dedos largos y delicados para retirar la capa que cubría el malherido cuerpecito de la bebé, sus ojos profundos y sabios destellarón con compasión, tomó a la bebé en sus brazos y la arrullo suavemente, al hablar su voz era apenas un susurro pero era como la brisa marina en la playa:

- Tranquila pequeña... estas a salvo ahora, te cuidare bien... mi pequeña, mi niña, mi Lukene[1]...

La bebé poco a poco se calmó y durmió en brazos de la mujer, ambas ajenas a lo que en realidad pasaba a su alrededor, y es que cuando la mujer le dio el nombre a la niña algo extraño sucedió en el carruaje a bastante distancia de ellas, el fuego que ya se había extinguido volvió a arder con furia para consumir completamente la madera hasta volverla cenizas.

La mujer tomó a la niña con delicadeza en sus brazos y luego continuó su camino por el borde del acantilado durante algún tiempo para después asentarse en el bosque de apariencia exótica.

***

Año 1850, Reino Flor de Durazno, Ciudad Anillo Hechizado, mansión en el bosque.

Las suaves notas del piano se podían escuchar en los alrededores, en una habitación espaciosa decorada lujosamente una niña de cinco años estaba sentada frente a un piano tocando con concentración, el adorable rostro de la niña era de forma ovalada, su piel era tan blanca y delicada como la nieve, su cabello largo hasta la mitad de su espalda era ondulado y sedoso con un color blanco seda[2], sus pestañas largas y rizadas eran del mismo color y sus cejas delgadas y curvas también, sus ojos eran en forma de avellana y sus iris eran color negro conteniendo en ellos una amabilidad nata.

La niña se detuvo al escuchar los pasos de alguien que se acercaba a la puerta, levantó sus adorables ojos hacia la puerta.

- Mamá...

Lukene bajó del asiento y corrió para lanzarse a los brazos de la mujer en la puerta, ella le correspondió con evidente cariño en sus ojos.

- Mi Lukene es una niña talentosa - Halana Hauking levantó a su hija en brazos, ella era una mujer de mediana edad de cabello rizado color rubio cenizo y ojos color castaña.

- ¿Lo hice bien, mamá? - Lukene miró con ojos expectantes a su madre, su tierna carita podría encantar a casi cualquier persona.

- Por supuesto, mi niña - Halana acarició suavemente la cabeza de la niña - ¿Quieres ir a la ciudad conmigo?

- Si mami - los iris oscuros de Lukene brillaron intensamente con alegría al aferrarse al cuello de Halana con sus pequeños brazos.

- Nailea dile a Román que prepare el carruaje - Halana dio una mirada de soslayo a una cruda que estaba cerca de ella.

- Si señora.

Tan rápido como llegó, así de rápido se fue la criada llamada Nailea, cumpliendo con eficiencia las órdenes dadas por su ama.

- Mami ¿a donde vamos a ir? - Lukene parpadeó sus ojos redondos como avellanas.

- Visitaremos a tu abuelo Eloy y tú tío Cassiel - Halana le respondió mientras caminaba con ella en brazos en dirección a la puerta principal.

- ¿También estarán mi primo Juvenal y mi prima Araceli? - Lukene bajó de los brazos de su madre en las escaleras que había en la puerta principal de la mansión de su madre, las bajo cuidadosamente con sus pequeñas piernas para no caer mientras sostenía firmemente la mano de su madre.

- Si, pero no nos quedaremos mucho tiempo... debo visitar al Cansiller en la mansión Reeve por asuntos de trabajo, ¿lo entiendes mi niña?

- Si mamá. Prometo portarme bien.

- Esa es mi pequeña - Halana ayudo a subir a la niña en el carruaje antes de subir ella misma.

[1] Lukene: Significa "portadora de luz". Se contradice con el nombre Maureen que en latín significa "oscuro"

[2] Nailea: Significa "La de los ojos grandes". Proviene del árabe.

[3] Cassiel es un ángel de la religión judeo-cristiana.

[4] Juvenal: Significa joven, puro, inocente y honesto.