Cuando terminó de hablar, la persona al otro lado de la línea contestó.
—¿Hola? —sonó la voz familiar de Qin Chu al otro lado.
Al escuchar la voz de Qin Chu, Huo Mian quiso llorar. Sin embargo, no dijo nada, mantuvo la boca cerrada. El secuestrador dijo que no quería dinero, no le interesaba el rescate, solo su vida. Por lo tanto, el motivo para llamar a Qin Chu ahora era obvio, quería matar a Qin Chu también.
Para ella estaba bien si ella era secuestrada, pero nunca arrastraría al Sr. Qin a este desastre.
—Habla.
Qin Chu sintió que su corazón estaba por salir por su garganta.
—Mian, ¿eres tú? —preguntó gentilmente, lo único que le importaba era saber si estaba viva.
Huo Mian mordió sus labios, rehusándose a hablar. Ella sabía que, si lo hacía, Qin Chu vendría.
—Perra, habla. —El hombre le dio una cachetada. Una enorme marca roja apareció inmediatamente en el rostro de Huo Mian.
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