webnovel

ᐷ Capítulo X

Estoy aquí para contarles lo que sucedió el 17 de septiembre de éste año, efectivamente lo hago, pero deben de tener el contexto de lo que sucedió antes. Sé que me vuelvo algo poético cuando hablo de lo que vivimos juntos.

Y con razón, fue un fuerte y tentador sentimiento que nunca llegamos a experimentar en su máximo esplendor. Aunque desearíamos haber hecho algo diferente.

Sí, desearíamos, ella también lo quería, pero fuimos demaciado lógicos en un tema donde la lógica pasa a un segundo plano.

•||•||•

Dominick Grossman

Junio 18

15:05

Entre mis morbos más excéntricos se encuentra el verla dormir, ver sus pestañas rozas sus pómulos poco definidos; sus labios ligeramente resecos entreabiertos, su cabello despeinado... pero, sobre todo, su respiración es lo más fascinante para mí.

Verla respirar tan calmadamente y, tan sorpresivamente, verla dar una profundo suspiro es mi parte favorita. Sólo la observo, no hay nada de malo en eso.

Mirar no es un delito.

Entonces, ¿por qué siento como si lo fuera?

Dejo mi debate interno al verla fruncir el rostro, parece adolorida, el periodo no le sienta bien al parecer. Salgo de la habitación por precaución y voy hasta la sala, dónde enciendo la laptop para repasar la presentación de mañana por la tarde.

El sol cae lentamente, puedo ver, con la luminosidad de la sala de estar, que va decayendo con el paso de las horas. El imperfecto silencio de la tarde se ve aún más corrompido por el tintineo del cerrojo de la puerta.

Mi cuerpo no sabe cómo reaccionar, me quedo estático unos segundos antes de dar un par de pasos hacia la habitación donde se encuentra Naomi.

—¡Dom! Abre rápido, tengo noticias. —Grita Victor del otro lado de la puerta, lo que me hace detener un momento.

—V-voy —Antes de siquiera poder alcanzar el pasillo para avisarle a Naomi, la puerta se abre. Haciéndome girar hacia la cocina para disimular que iba ahí.

—No importa, usé la llave de respuesto. —Dice sacándola de la cerradura y guardandola de nuevo debajo de una roca del jardín.

—Iba a abrirte. —Digo volviendo a la sala para sentarme en el sofá, intentando en la medida de lo posible, no girar la vista hacia la puerta de mi habitación.

—Olvídalo, a lo que vengo —Cambia rápidamente de tema. —. Nos han dado dos días más para la presentación, así que podemos hacerle las mejoras que propusiste antes de ayer.

—Oye, eso es muy bueno. —Comento menos estresado que hace un momento, pero aún así, la presión de que Naomi está durmiendo en mi cama a tan solos unos metros de nosotros, es devastadoramente estresante para mí.

—¿Bueno? ¡Es fantástico! —Exclama con una sonrisa de oreja a orejas, las presentaciones nunca fueron su punto fuerte.

—Sí, lo es —digo sintiendo un desagradable escalofrío por la nuca al siquiera pensar que Naomi vaya a hablarme pidiéndome algo como lo ha hecho toda la mañana antes de que se fuera a dormir. —. ¿Quieres una cerveza o un refresco?

—Una cerveza está bien, ¿ya comiste? Puedo hacer la cena. —Dice mientras camino hacia la cocina.

—Si, comí hace un rato —Respondo señalando un embase de plástico de fideos instantáneos que está en la barra de la cocina mientras saco dos cervezas del refrigerador. —. No te preocupes por eso.

—Te va a salir otro ojo con tanta comida de microondas —Bromea riendo mientras abre su cerveza. —. Luego de ésta—Alza la lata gris en su mano–haré algo de comer para tí.

—Está bien. —Accedo para no levantar sospechas de su parte, antes ni siquiera protestaba cuando se ofrecía a hacerlo.

Claro, antes no había una adolescente desaparecida en mi habitación.

—¿Éstas bien? Estás más raro de lo normal.

—Yo no soy raro —Objeto dando un trago a me cerveza.—, es sólo que estoy preocupado.

—¿Por qué?

—Naomi no ha aparecido aún y comienza a preocuparme. Ya van cuatro días desde que desapareció.

A veces, el adjetivo bruto me queda realmente pequeño. ¿Por qué guíe la conversación en ésa dirección? Millones de temas en el mundo y lo guío específicamente hasta el tema que no deberíamos tocar.

—¡Dominick! —Grita frenético.

—¡¿Que?! ¿Que pasa? —Me altero lógicamente, ¿la vió?, ¿la vió salir de mi habitación?

—¡Ésto no puede ser! —Dice viéndome con desaprobación, pero una sonrisa de total burla en las labios.

—¿Qué? ¿Que no puede ser?

—Acercate, te lo diré al oído —Me inclino para estar más cerca el uno del otro al igual que él. —. Te gusta Naomi, ¿cierto?

—¿Que? No. Es sólo una niña.

—¿Por qué te sonrojas?

—No me sonrojo, es el calor.

—Estamos a veintidós grados, hace frío de hecho.

—Deja el tema. —Pido suspirando hondo y apartando la vista avergonzado.

—Si la encontrasen, ¿que harías? —Mis nervios me traicionan haciéndome tragar la saliva de mi boca. Miro hacía mi habitación y, posteriormente a Víctor que me observa bastante serio. Ésa pregunta viene con un fuerte doble sentido. —No lo harías —Dice con una sonrisa complaciente. —. Eres demasiado correcto.

—¿A qué te refieres?

—Sexo, Dominick, coger. —Aclara.

—Yo no haría algo así, ¡Qué vergüenza!

—Eres un mentiroso, solías ir corriendo hasta el parque central para ver si ella estaba ahí.

—De eso, a querer tener sexo con ella hay una brecha enorme.

—Lo que digas, amigo —Deja la lata en la mesa y se levanta con dirrección a la cocina. —, ¿qué quieres comer?

—Sopa. —Respondo, Naomi quería algo así más temprano.

—Bien, veamos que tienes aquí —Comenta revisando el refrigerador. —, vaya, ¿quién eres y que hiciste con Dominick.

—¿Qué pasa?

—"¿Qué pasa?", ¿en serio me vas a preguntar que pasa? —Cuestiono como si estuviera ofendido mientras gira hacia mi con indignación.

—Eh... sí.

—¡Tienes orégano fresco! ¿Si quieras sabes para que se usa? —Pregunta restregando la planta en mi rostro. —¿Lo sabes?

—Se usa en el spaghetti, ¿no?

—... no mereces ni estar vivo, analfabeta culinario. —Dice sacando algunos ingredientes del refrigerador.

Observo el pasillo, tengo unas inmensas ganas de ir hasta donde está Naomi durmiendo y avisarle sobre ésto.

—Veré que es tan importante, llevas desde que llegué viendo el condenado pasillo. —Dice adentrándose al mismo, voy corriendo detrás de él, si entra a mi habitación la verá, ¿cómo explicaré eso?

—¡No entres ahí! —Chillo al verlo abrir la puerta de mi habitación.

—¡¿Es en serio?! Maldita sea, Dominick.

—¡Puedo explicarlo! —Digo entrando a la habitación... vacía.

—Aun sigues con tu adicción al porno. —Comenta viendo en video en mi teléfono, los auriculares están conectados por lo que no se oye nada.

—Es que...

—Dios mío, ¿que pasó con la chica de la fiesta? La morena. ¿No puede ayudarte?

—Sofía, así se llama. Y no es mi tipo.

—Eso no dijiste en el club.

—Cállate.

•||•||•

20:45

Victor se fue hace unos minutos, cierro todo y guardo mi llave de repuesto dentro de la casa.

—¿Dónde estás? —No recibí respuesta alguna. —Naomi. —Llamo abriendo el closet, nada; Debajo de mi cama, nada.

Abro la puerta del baño y veo la cortina de la ducha corrida, al abrirla la veo sentada en una esquina, adolorida.

—¿Te sientes mal? —Pregunto colocando mi mano en su frente. —Estas un poco caliente.

—Tengo frío y calambres. —Responde, la ayudo a levantarse y la llevo de nuevo a la cama.

—¿Quieres comida? ¿Agua? ¿Algo?

—Una compresa caliente estaría bien. —Dice envolviéndose en las sábanas.

—Ya vuelvo.

—Dominick, eso estuvo muy cerca. ¿Y si me hubiera visto?

—No pasó.

—¿Y si lo hubiese hecho? Te quedarías solo.

No pude responder, y sólo fui por la compresa. Hoy tuvimos suerte, pero ¿y si la próxima vez no? Victor siempre llega sin avisar y está aquí por horas. Si Naomi y yo hubiéramos estado en la sala en ese momento...

¿Que habríamos hecho?

Vuelvo a la habitación con la compresa y se la doy. Ella me observa detenidamente mientras la coloca en su vientre.

—Acuéstate conmigo. —Pide metiéndome a la cama de un tirón. —¿El siempre viene de esa manera?

—Sí, suele venir así. Lamento que estuvieras ahí tantas horas. —Digo acariciando su cabello, está un poco grasoso.

•||•||•

Naomi Benet

—Eso no puede seguir así, Dom —Digo acercándolo un poco más. —. Pudo verme.

—¿Qué podría hacer? —Cuestiona parando de acariciar mi cabello.

—Inventa escusas, simula que no estás, dile que no entre así a tú casa... dile lo que sea.

—Sería raro, es mi mejor amigo, ha hecho eso por años —Las náuseas volvieron haciéndome fruncir el rostro, me siento realmente miserable justo ahora. —. ¿Te duele? ¿Te sientes mal?

—Tengo náuseas.

—Tengo medicina para eso, ¿quieres un poco?

—Sí, y me gustaría comer también. —Digo levantándome después de él.

—Hey, acuéstate. Yo te traigo todo.

—Dom, cállate —Exijo tomando su mentón. —. Quiero ir a la cocina, necesito comer.

—Pero... ¿no tienes náuseas?

—Puedo tener hambre y náuseas al mismo tiempo, busca la medicina de una vez. —Respondo sentándome en una de las sillas de la mesa de la cocina apoyando mi cabeza en la misma.

—Alguien está de mal humor.

—Si estuvieras desangrandote, no creo que estuvieras de buen humor...

—Buen punto, ¿puedo hacer algo para que te sientas mejor?

—Sopa, un abrazo, chocolate, un baño caliente, el cielo es el límite, Dom.

—Puedo hacer todo eso. —Responde dejando una pastilla frente a mí junto a un vaso de agua.

—Que bueno. —Ingiero la pastilla y tomo el resto del agua, tengo sed.

—¿No quieres un beso? —Comencé a toser, el agua me ahogó un poco. No creo haber escuchando bien. —¿Todo en orden? —Rie a carcajadas.

—Sí y sí —Se quedó en total silencio con un fuerte rubor en sus mejillas. —. ¿Por qué tan tímido? —Me burlo de su rostro antes de ir a por un poco de sopa.

Las náuseas se sienten un poco mejor.

—Quince años de cárcel, ¿son muchos?

—Depende de tu percepción del tiempo —Respondo sacando un tazón de vidrio de uno de los cajones. —y serían más de quince, tal vez unos veinte años.

—¿Por un beso?

—Se supone que estoy secuestrada, ¿lo olvidas?

—Cierto, se supone que te secuestré.

—Claro, todo eso en el hipotético caso de que alguien lo sepa, mientras eso no pasé, eres un hombre de treinta y tantos años que trabaja para vivir.

—Cierto...

—Y ése caso, está demasiado cerca de la realidad.

—¿Por qué?

—Victor, si supiera que estoy aquí, llamaría a la policía.

—No hay nada que podamos hacer.

—Sí puedes, sólo que aún no sabemos qué hacer —Me levanto de la silla y lo envuelvo con mis brazos. —... pero existe alguna solución para deshacerse de él, de eso estoy segura. Algo se te ocurrirá.

—Sí...

—De momento, mientras Victor no sepa que estoy aquí, seremos sólo nosotros.

—¿Y si él llegase a saber que estás aquí?

—Yo volvería a mi sitio y tú te quedarías solo. ¿Podrías lidiar con eso? —Elevo mi vista luego de tanto silencio. —¿Estás bien?

Me recuesta nuevamente contra su pecho sin decir nada, sólo acariciando mi cabello con delicadeza.

—No quiero quedarme solo.

Deshazte de Víctor. Él es un problema para nosotros.

•||•||•

Para mí, ése fue el día donde todo fue en declive. Ahí, en ése momento, ése día, comencé a convertirme en lo que ven aquí hoy, señoras y señores del jurado. Lo que le he hecho a otros y a mi mismo, las cosas horribles por las que me juzgan.

Comenzaron ahí.

Subestimaba a Naomi, "sólo es un niña egocéntrica que cree saberlo todo." En efecto, eso era lo que yo veía, pero no era Naomi.

Naomi no era así, nunca fue así.