La noche en que Fu Hanzheng llevó a Gu Weiwei al plató, Gu Siting, que había regresado al hotel, no pudo dormir en toda la noche.
Kuroda Shio envió a sus hombres a rastrear a Ling Yan pero habían pasado ya unas horas y no se había entregado información precisa.
—La capital es muy vasta y la Familia Fu es poderosa. Si realmente quiere mantenerla oculta, nos costará un esfuerzo —comentó uno de sus subordinados.
Gu Siting abrió el armario de licores y tomó un poco de whisky de un vaso.
—Los periodistas nos están vigilando constantemente, así que no la busques más. Será liberada cuando sea el momento —dijo dando una orden.
—Pero ¿y si la Familia Fu le hace algo malo a la señorita Ling Yan...? —Kuroda Shio pronunció unas palabras y se detuvo sin terminar.
Era más que asuntos de vida, cuando se trataba del rencor entre la Familia Fu y la Familia Gu.
—Si él le hace algo, entonces su pequeña novia tampoco tendrá una vida tranquila —Gu Siting se veía feroz.
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