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CAPITULO 9 RENCOR DEL CORAZÓN por Sylar

PERSPECTIVA: Rozuel Drayt

El tiempo se remota a un siglo atrás, Windaz es atacado por una imparable abominación de varios metros de altura, ni el poder de la Eldar de aquel entonces y sus leales brujas podían hacer frente a tal amenaza, todo parecía estar perdido para el pueblo.

Pronto una veloz figura pasa por encima de las brujas y con un solo ataque destruye al formidable monstruo, el responsable se muestra como un héroe de reluciente armadura mágica y una larga como ancha espada encantada, ante la Eldar se presentó como un mago de la espada procedente de tierras lejanas que imploro por su atención para pedir humildemente un importante favor, ante la demostración de sus extraordinarios poderes no dudo en escucharlo.

Con su mano el héroe se atraviesa el pecho retirando de su interior un huevo dorado adornada con una piedra preciosa de color morado en la punta a la cual entrega a la Eldar.

—"Por favor acepta este artefacto, protégelo, un enigmático poder duerme en su interior, algún día este poder traerá la salvación o la destrucción de este mundo" –Fueron sus últimas palabras.

Su cuerpo empezó a partirse en cientos de fragmentos flotantes que desaparecen sin dejar rastro alguno de su existencia, la Eldar abraza con aprecio el regalo del héroe y promete cumplir su voluntad. Esa era la historia.

La actual Eldar, Sara Dorbo, es la descendiente de la anterior, heredando la responsabilidad de proteger a su pueblo y la promesa del héroe que su antecesora conoció.

—Este es el mayor secreto de Windaz que solo pocos conocen, si el mundo se enterara de su existencia quien sabe si las más viles figuras vendrían por el huevo dorado –Dijo la Eldar.

—Si es un objeto muy importante y el asalto de los forajidos de Lars no es mera coincidencia, ¿dices que es posible que ellos estuvieran tras este artefacto? –Pregunte detenidamente.

—Sí, es lo más posible.

Tiene su lógica, incluso mirando detenidamente el objeto sentía una leve cantidad de poder mágico sobre esta, uno pensaría a simple vista que su auténtico valor vendría de su lado material, pero tratándose de un artefacto antiguo no me extrañaría que ocultara un tremendo poder capaz de desatar un desastre de proporciones bíblicas, en Avalia y con la magia todo era posible en mi criterio.

— ¿Por qué confiar tal verdad en alguien como yo?, a alguien incapaz de empuñar la magia o que desiste en venerar a su dios –Manifesté yo.

—Cada quien es dueño de creer o no en las doctrinas religiosas de Windaz, pero es obligatorio respetar las creencias del pueblo y no insultarla –Explico Naya —Sin embargo no puedo objetar mucho en el caso de la magia, Windaz nunca ha tenido habitantes no mago permanentes, todos con esa particularidad eran extranjero que llegaron aquí como visitantes, algunos tentados por brujas desesperadas por engendrar hijos y otros eran comerciantes ambulantes o aventureros que pasaron por aquí para reposar y marcharse al poco tiempo.

— ¡Naya!, no deberías ser tan detallada con eso último, es solo un niño –Comento la bruja líder.

—Conozco más de lo necesario acerca de la reproducción sexual, no necesitan ponerse quisquilloso conmigo –Opine haciendo que ambas se sonrojaran un poco —Mas importante, ¿tan impactante es un niño nacido del vientre de una bruja?.

—En toda la larga historia de Windaz… eres el primero.

Las brujas no les tienen mucha confianza a los forasteros, sobre todo a los hombres, pero ellos son necesarios para su sociedad con el fin de prevalecer su pueblo, por lo que incluso hay quienes tienen permitido vivir aquí en compañía de alguna bruja como su pareja y son aceptados por todas, sin embargo mi existencia es un fenómeno.

Todo varón nacido de una bruja no hereda la magia, eso es un hecho, incluso si el padre es un mago el resultado es el mismo, fue entonces que cuando nací y este fue mi destino, a causa de mis rasgos era un extranjero a sus ojos, volviéndome en lo que más desconfiaban y al tenerme entre ellas no como un visitante sino como un habitante, no toleraban mí presencia, entonces una cuestión sencilla se formuló entre ellas; "¿Por qué debo tratarlo como a uno de los nuestros a ese extranjero?".

Ningún habitante de Windaz es un no mago, incluso los pocos hombres que hay pueden ejercerla aunque no al nivel de una bruja, pero basta para ser tratados como un habitante y no un forastero.

—Varones nacidos de brujas… considerados forasteros, esa es la cruda explicación de lo que soy –Dije en voz alta poniéndome a reír con cierto tono histérico hasta calmarme —Perdón por eso, es que me parece una excusa tan estúpida y trillada, me recuerda a un relato infantil de un libro titulado "Grog el rojo", trataba sobre un pueblo en el que habitaban personas de piel azul y un día en su comunidad nace alguien con piel roja llamado Grog y a consecuencia de su aspecto es tratado como un marginado, todo a causa de juzgarlo por ese superficial defecto. Como sea, si es todo entonces me retiro para irme a dormir, prometo no decir nada sobre el huevo.

Lo que no le dije a la Eldar, fue el final del relato, Grog crece a consta de los incontables maltratos incluso de sus propios padres, fortaleció su cuerpo con intensos entrenamiento hasta volverme el más fuerte de todos y un día su pueblo fue invadido por sanguinarios guerreros que superaban en todo ámbito las fuerzas de cualquier piel azul, el muchacho de piel roja lucha contra ellos venciéndolos sin problema, pero lejos de terminar los invasores se preparaban para llevar a cabo un segundo ataque con todo lo que tenían, entonces Grog decide marcharse del pueblo siendo interrumpido por los ruegos de los pieles azules de no irse y quedarse para proteger a los suyos, él voltea y con una expresión rencorosa dice.

—"¿Y cuándo me han considerado uno de los suyos?"

Ignorando sus suplicas los deja a su suerte, eventualmente los guerreros masacran a todo el pueblo y nadie sobrevive salvo el piel roja quien aun en su partida sigue buscando un lugar al cual pertenecer.

Volviendo a mi vida, otros dos días trascurrieron y el pueblo estaba lo suficiente estable para no precisar más mi ayuda, madre y yo estuvimos de acuerdo con que hoy seria nuestra última instancia en Windaz.

De regreso a casa tras ir por algo de metalito, abro la puerta para encontrar a madre con una sonrisa jubilosa, con duda pregunto a qué se debe su tan buen humor en nuestro día de partida y ella me contesta señalando a la mesa, me fijo hasta darme cuenta de que habían varios obsequios acompañado de cartas.

— ¿De dónde salió todo esto? –Pregunte.

—De los habitantes –Respondió madre.

Habiendo regalos comestibles y materiales el cual curiosamente todos estos eran de metal, diversas cartas de agradecimientos ponían en ellas "gracias por salvar al pueblo", "muchas gracias por defender Windaz", "por favor acepta mi ofrenda y gracias por todo" y un sinfín más.

— ¿Qué dices Roz?, ¿probamos a quedarnos un tiempo más? –Pregunto madre.

—Claro –Contesto devolviéndole la sonrisa.

Antes de ir a mi cuarto me topo con un regalo que llamo mi atención, se trataba de un frasco de vidrio con el ungüento que uso sobre la herida maldita de mi brazo, esta venia con una carta anónima pegada encima que ponía "gracias por salvarme, por favor no te marches y acepta mi regalo para ti", al fijarme en el frasco me asombro al ver que el color de la medicina no era verde como el resto del que suelo usar, sino que esta era de color rojo.

—Un momento, este color…

Era un preparado hecho con hojas del hada roja, aquella capaz de deshacer la maldición incura de mi herida. Lleve a mi cuarto el frasco pero en vez de usarlo, desistí de hacerlo al darme una evidente idea de quien pudo entregarme tal presente, por lo que lo envolví junto a la carta en una tela blanca.

Al día siguiente de un día de semana, las clases se reanudan tras todo volver en calma, en mi camino a la escuela soy salúdalo por todos los habitantes con quienes me topo.

— ¿Me habré golpeado la cabeza lo suficiente fuerte para terminar en una dimensión paralela o realmente me están dirigiendo la palabra? –Me planteaba a modo de broma tal duda.

Una vez en el salón de clases, tome asiento y ninguna de las chicas de mi alrededor intentaban algo sino que me ignoraban como siempre, supongo que el trato habitual de antes no cambio del todo, o eso pensaba cuando llego el receso, mientras estaba sentado en el patio poniéndome al tanto con las tareas, soy enseguida rodeada por todas ellas.

—D-d-disculpa… ¿podemos… acompañarte? –Pregunta una de ellas un "tanto" nerviosa.

—Pueden hacer lo que quieran, ¿pero porque parece que te costara tanto hacer esa pregunta?, ¿y porque tus mejillas están tan roja?, ¿estás bien? –Respondí haciéndome el ingenuo.

—S-si lo estoy… -Dice con una sonrisa.

Lo que me llama la atención es que no era forzada, realmente sonreía con toda intención al igual las demás quienes con permiso se sientan cerca de mí, me sentí el centro de atención pero no como objeto de desprecio, sino de… ¿admiración?.

Las clases de magia estaban por comenzar y dado que no formaba parte de la materia, me preparaba para retirarme a casa, algunas de las chicas me habían ofrecido que les acompañara para ver su destreza con la magia, pero me excuse con que tenía cosas que hacer por lo que entendieron y me dejaron ir.

De camino por el pasillo de la escuela, en una esquina se encontraba Riza Gramwind con la mirada baja y una expresión de niña arrepentida, me costaba creer que esa era su verdadera cara, estaba allí como si me esperara, pero yo ignorándole seguí mi camino hasta que ella me detuvo al hablarme.

— ¡Espera!, por casualidad… ¿tu… vas a irte de Windaz?.

—De momento no, madre y yo decidimos quedarnos unos días para ver si podíamos encajar aquí.

—Ya veo… es bueno oírlo.

El tono arrogante habitual con el que siempre me hablaba, no había tal rastro verbal en la forma en que me hablaba ahora, incluso la manera en que se alegró sobre que me quedaría en el pueblo, ¿tan simple es ella?, porque yo no lo soy.

—Dime, ¿tú eres quien me dio esto? –Le enseñe el ungüento rojo que desenvolví de la tela con la que lo traje.

—Si… fui yo.

— ¡Te la devuelvo! –Dije entregándosela en sus manos.

— ¿Por qué?... es para ti, no tienes que devolvérmelo.

— ¿No lo entiendes aun?, ¿¡en verdad crees que todo se puede resolver con una sonrisa, palabras de arrepentimiento y un regalo!?.

—Yo… sé que lo hice estuvo mal, ¡es por eso que quiero hacer todo lo posible para compensar mis errores!, ¡perdóname por favor!, ¡en verdad lo siento por todo lo que te hice pasar!.

—"Claro, te perdono"… o eso diría si fuera tan simple, ¡pero no lo es!.

Recordaba cada momento y aspecto relacionado con ella, cada memoria que quebrantaba mi tranquilidad, esos agitados episodios en que la cordura y mi locura se debatían en mi interior mientras ponía mi mano sobre mi hombro herido repitiendo la frase "no lo es".

—Simplemente no puedo decir "Te perdono" y olvidar todo lo pasado, es un hecho que muchos en este pueblo me han tratado con miseria, pero entre todos solo una persona ha llegado a ser un dolor imborrable tanto físico como emocional en mi cabeza… ¡y ese eres tú!, ¡realmente te desprecio tanto, TANTO hasta el punto de asomárseme la ligera idea de matarte!, ¡¡de verdad nunca en todos mis años vivido había sentido tanto rencor, tanta frustración y odio hacia algo o alguien!!, ¿sabes porque?, ¡¡PORQUE EN VERDAD LO QUE SIENTO ES DESPRECIO TOTAL HACIA TI!!... eso es lo que mi corazón siente hacia ti… Riza Gramwind.

La bruja de cabellera naranja ante mi declaración deja caer el ungüento, sus ojos se empañaban en lágrimas a punto de romper llanto.

—Si de verdad quieres hacer lo posible para compensarlo, entonces nunca me vuelvas a hablar en todo lo que me queda de vida, agradecería ese detalle –Fue lo último que le dije.

Voltee para seguir mi camino a casa, mientras que ella llora desconsoladamente echándose a correr con sus manos cubriendo su cara, por muy fuerte que haya sido lo que dije, era lo que verdad sentía.

Continuara…