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capítulo 1 : Los Héroes

Hace mucho tiempo atrás existían siete tipos de razas: los demonios, ángeles, hadas, semi humanos, enanos, elfos y humanos. Estas eran razas que completaron al mundo en el que nacería un nuevo Dios, el Dios del Inicio y el Fin, hasta que una guerra se desató donde unos seres que se llamaban así mismos dioses y querían gobernar el mundo entero provocaron la extinción de la raza de los demonios.

- Cuando tomé conciencia, estaba en un lugar oscuro. Este lugar parecía el espacio, aunque me dije a mí mismo que ¿qué es el espacio? Nunca había escuchado esa palabra, en mi celebró que no las conocía; sabía muchas cosas que yo no sabía. Poco a poco, la sabiduría de esta me hacía ver cosas y aprender nuevas cosas que no comprendía, pero a la vez sí.

- El tiempo transcurría con lentitud, con una lentitud que parecía que nunca nada nuevo ocurriría. El aburrimiento era parte de mí, hasta que en un momento me comenzó a doler la cabeza. Al cerrar los ojos por un instante, estaba en otro lugar. El lugar estaba en llamas; sentía un dolor intenso, mi vista parecía borrosa, no podía mirar bien dónde estaba, pero podía escuchar llorar a un niño. Su silueta borrosa parecía que estaba arrodillado mientras sus brazos abrazaban a una mujer; creo que era su madre por la diferencia de edad, aunque había una diferencia del niño y de ella está tenía cuernos en la cabeza.

- No podía ver bien lo que pasaba alrededor, pero podía escuchar la voz de la madre diciéndole al hijo que no llorara, que fuera fuerte, mencionando el nombre del niño: él se llamaba Kurayami. Hasta que de la nada, todo se volvió más borroso y, de repente, no pude escuchar ni ver más, y de la nada estaba en otro lugar.

- Parecía una cueva por la forma del lugar. Frente a mí había un hombre con armadura blanca, una capa roja en la espalda y un casco que le escondía todo el rostro. Este, sin más, mientras sostenía su espada con fuerza, me preguntó: —¿Quién eres tú y qué es eso en lo que estás dentro?

- Sin más preámbulos, le respondí con una sonrisa: —Esto es una cápsula y sirve para que la gente duerma por mucho tiempo sin envejecer en el proceso, durante muchos, muchos años.

- Mientras el hombre con armadura bajaba la espada con la que me apuntaba al cuello, como si en un momento u otro me atacara sin avisar y matarme sin piedad, me dice que yo soy el último que encuentra en esas cosas metido y que afuera me están esperando otros once más que se hacen llamar héroes.

- A lo que, con una sonrisa, le respondí que no había ningún problema y que si me podía enseñar el camino. Él, con un suspiro, me señala el lugar donde estaba la salida, y los dos, sin más, salimos del lugar donde yo desperté.

- En el camino, él me contaba que estaba patrullando como siempre hasta que vio esta cueva y entró a explorar para mirar si no había soldados enemigos. A lo que yo le dije que por qué estaba buscando soldados enemigos, con qué país estaban peleando. A lo que me respondió que en este momento los humanos estaban en guerra casi contra todas las razas que existen.

- A lo que, sin más que decir, un sonido de silencio nos acompañó hasta llegar a la salida de la cueva. Allí vi a once personas más, entre mujeres y hombres; parecían muy jóvenes, casi de la edad entre dieciséis y diecisiete o hasta dieciocho. A lo que estos me saludaron con una sonrisa y un abrazo.

- No sabía por qué no los conocía o ellos a mí, si ellos me seguían tratando como si fuéramos muy cercanos. A lo que seguí la corriente a todos ellos sin protestar. Algo dentro de mí se sentía muy feliz de verlos, pero otra parte de mí se sentía muy confundida.

- Ellos, con una sonrisa, se presentaron al caballero que les pedía el nombre de cada uno y se presentaron frente al caballero como Iko, Hanai, Rin, Akira, Ken, Emi, Aiko, Mei, Dakeshi y Daichi llamandose haci mismo como el hermano mayor y el que está acargo de todos nosotros.

-Me pregunto a mi mismo en ese momento¿hermano mayor? Eso significa que todos nosotros somos hermanos Hasta que el caballero se acercó a mí y me preguntó cuál era mi nombre. A lo que quedé pensando por unos segundos, hasta que me acordé del nombre que la mujer que le dijo a su hijo en ese recuerdo borroso, y le dije: "Me llamo Kurayami".