Acto seguido, el viejo miró al joven con aturdimiento. Adam recién ahora pudo ver la cara del viejo, si bien la tenue luz roja que iluminaba no ayudaba para mirarlo correctamente, el joven logró observar que el viejo tenía pocos dientes en la boca y unos pocos pelos blancos en la cabeza. Sin embargo, lo más llamativo del viejo era que sus ojos eran completamente negros; un negro que buscaba chuparte el alma con solo verlo.
Adam se asustó al ver estos ojos y busco la sombra del viejo, por suerte todavía estaba ahí, si no este viejo podría sentirse tentado a atacarlo por tener karma de caminos opuestos, según lo que había investigado.
Mientras aturdía al viejo con la mirada, Adam se concentró más en sus oídos: nadie parecía haber escuchado el grito del viejo. Luego de comprobar por un rato, Adam dio la siguiente orden:
—Tomen los libros en el suelo, si no pueden cargarlos, póngalos en los bolsillos de mi túnica, mientras miro al viejo, no hagan mucho ruido y déjenme escuchar atentamente.
Los dos niños no dijeron nada y empezaron a llenar los bolsillos de Adam con los libros desparramados por el suelo: había un total de 12 libros, por lo que los bolsillos de Adam y de los niños se llenaron y tuvieron que luchar para cargar los otros. Cuando terminaron, Adam le hizo una señal de silencio al viejo mientras volvía a ponerse los anteojos.
—¿Eres un héroe? ¡Que el infinito te abrace!—Murmuró el viejo en voz muy baja, masajeando su frente; él probablemente supiera que Adam podía escucharlo de esta forma— Parece que finalmente la fortuna me sonríe. Sálvame, muchacho: si logro salir por el espejo lograré escapar de este sitio infernal. Nos atacó un tintero, tratamos de defendernos, pero fallamos.
El viejo quería seguir convenciendo al joven con túnica blanca, él sabía que tener esa edad y esos ojos era imposible: así que probablemente el héroe pudiera sacarlo con vida de acá. Pero el viejo se percató de que el joven le dijo que se callara con una señal, por lo que permaneció en silencio.
Luego de un rato, Adam cargó al viejo en su espalda, no fue muy complicado, el joven héroe tenía 20 años, además subía y bajaba un total de 800 escalones como mínimo todos los días para ir al colegio, por lo que fuerza y musculatura no le faltaba a estas alturas.
El viejo agradeció ser cargado por Adam y continuó en silencio, entendiendo que no tenía que llamar la atención de las criaturas. Desde la espalda del pelirrojo, el viejo miró a los niños, sobre todo a sus túnicas, ese color de túnicas no lo veía hace mucho tiempo, por lo cual se sintió más feliz, ya que a color de túnicas raras: historias complejas y a historias complejas: más probabilidades de sobrevivir.
Portando nuevamente sus anteojos, Adam siguió avanzando por los pasillos. Para su desgracia, las huellas parecían estar aumentando a medida que se acercaban al espejo, pero también la distancia se hacía cada vez más corta.
Mientras avanzaba, una mano de Adam se utilizaba para tomar los tablones y la otra para sostener mejor al viejo. Por lo cual el joven ya no podía tomar a los niños de la mano; lo cual lo incomodaba, porque no solo los niños obtenían valentía al sentirse acompañados.
Cuando solo faltaban unos pocos pasillos para llegar al espejo, Adam notó que la huellas no hacían más que aumentar, por lo que murmuro para Apolo y Hermes:
—Recuerden: si les digo que tomen una estantería, agárrenla y no la suelten, no importa que pase. A este ritmo nos cruzaremos con un tintero, sí o sí. Tiren los libros en sus manos al suelo si eso pasa y no se preocupen por ellos, únicamente miren a la estantería que están tomando hasta que yo les diga.