A la mañana siguiente:
Desperté, y al ver que Ruby aún estaba acostada a mi lado, no pude evitar sorprenderme. Pensé que escaparía mientras dormía.
Me le quedé viendo, al ver lo tierna que se veía mientras duerme.
No dormimos mucho anoche. No recuerdo cuántas veces terminé dentro de ella. Jamás había tenido tanto sexo durante una misma noche. Siempre lo hacía una vez y terminaba, pero es que con ella todo es distinto. Debe estar igual de agotada que yo, y tenemos grabación hoy. Espero que cuando despierte, no se moleste por haberla hecho quedarse. Es con la primera chica que amanezco en la cama, y no me molesta en lo absoluto. De hecho, dormí más cómodo que nunca.
Acaricié su mejilla, y removí el mechón de pelo que cubría su rostro. Ella se movió y puso su mano en mi pecho.
Maldición, siento ganas de hacérselo otra vez. Este deseo me está matando.
Me quedé observándola hasta que despertó, no había querido molestarla. Aún estábamos a tiempo de ir al teatro, así que preferí dejarla tranquila. Ella me miró y quedó sentada en la cama.
—Lo siento, me quedé dormida.
Se levantó de la cama tapándose con la sábana. Incluso así me dan ganas de decirle que se vuelva a acostar, aunque desnuda se ve mucho mejor.
—Puedes usar el baño. Encontrarás lo que necesitas.
—Gracias.
Entró al baño y me quedé en la habitación. Se veía avergonzada. Creí que estaría de mal humor.
Me fui a usar el otro baño y la dejé tranquila.
Al salir, y subir a mi cuarto, ella estaba poniéndose el traje y me quedé observándola. No se puso la ropa interior. Sonreí con malicia, y entré a la habitación.
—¿Necesitas ayuda? — le dije a lo que ella se sobresaltó—. ¿Por qué estás tan nerviosa?
—No te escuché, lo siento. Ya me voy.
—Espera— le agarré la mano —. Al menos desayuna aquí. Tenemos que ir luego al teatro, así que sería bueno que comas algo antes. Debes tener mucha hambre.
—Está bien.
Es raro que no se haya negado. Me puse un bóxer y caminé a la cocina con ella.
—Entonces ¿No sabes cocinar?— preguntó en un tono de burla.
—Sé hacer huevo hervido o revuelto y cereal. ¿Te apetece alguno?
Ruby sonrió.
—¿Para que un huevo revuelto? Si tienes uno que tiene todo y cáscara — sonrió.
—¿Prefieres cereal?— arqueé una ceja.
—¿La leche está incluida? — mordió sus labios.
—Tienes que hacer el proceso primero, pero te aseguro que es 100% de aquí; muy saludable, servida al instante y calientita. Rico en potasio y puede satisfacerte, hasta quitarte el hambre.
—Yo quiero.
La besé, y metí mi mano hasta tocar su vagina.
—¿Ya estás así sin haber hecho nada? — me empujó, y se recostó sobre la mesa.
Abrió sus piernas y se comenzó a masturbar frente a mi. Mordió sus labios, y sonrió.
—¿Te gusta el desayuno servido en la mesa?— su pregunta acabó con mi autocontrol.
La halé hasta el borde de la mesa, y la penetré.
—De todos los procesos, este es el mejor; porque va directo dentro de mi y me va a llenar sin duda.
—¿No te llené lo suficiente anoche?
—No, no lo suficiente.
—Maldita sea, eres insaciable, y eso me encanta de ti. Voy asegurarme de llenarte de mí entonces.
El sexo mañanero es uno de los mejores, y si es con ella más. Se ajustaba alrededor de mi, como si fuera a tragarme. Estaba demasiado caliente, no pensé que ella también amanecía así. Somos el uno para el otro, es una lastima que no pueda tenerla todos los días aquí.
Subí su pierna a mi hombro y la penetré más rápido. Me aferré a su muslo y lo apreté. Tiene unos muslos grandes; sin duda puedo aferrarme a ellos sin problema.
Mordí su pierna y ella gimió. Poder apreciar todo de ella en esa posición, era increíble. Ahora entiendo el refrán que dicen: «Quien prueba una gordita, no vuelve a comerse a una flaquita»
Definitivamente he estado comiendo puro hueso y comida chatarra, es por eso que ahora con ella me siento satisfecho.
Me detuve, y ella se bajó de la mesa, para así inclinarse sobre ella y mostrarme su trasero. Ella sabe lo que quiero. Nos entendemos sin siquiera hablar sobre ello.
La volví a penetrar y halé su pelo. Le gusta que la trate muy mal. Ese lado también me enciende. Vi sus uñas enterradas sobre la mesa. Esta posición es su favorita, no hay duda de ello.
Alcé su pierna y la puse sobre la mesa, para así poder llegar más allá de ella. Ese temblor que provocó en ella, me estremeció también.
¿Cómo puede sentirse tan bien estar dentro de ella?
Es imposible aguantar un segundo más. Sus gemidos eran tan constantes y excitantes, que se meten en mis sentidos. Sin contar ese poder que tiene, y más al verlo rebotar mientras la penetro. Es demasiado para mi. De una última y profunda estocada me corrí dentro de ella. Rechiné los dientes y cerré mis ojos por unos instantes. Su respiración estaba agitada y sus piernas estaban temblando.
Le solté el pelo y me agaché.
—Quédate inclinada— le ordené.
Quería ver como de su interior emergía toda mi descarga. Vi como las gotas caían al suelo. Ese espectáculo era fascinante.
Metí mi dedo en su interior y luego me levanté. Me fui por el lado de la mesa y halé su pelo, con la otra llevé mi dedo a su boca. Ella lo chupó con deseo y sonrió.
—¿Qué te parece? — le pregunté.
—Deliciosa y de muy buena calidad. Mejor que las tres monjitas— sonrió, y reí.
—Lastima que se derramó bastante en el suelo. Para la próxima no dejaré que se pierda, ¿De acuerdo?
Asintió con su cabeza y volvió a lamer mi dedo. Esta mujer es muy erótica y perversa.
Luego de limpiar el desastre y desayunar, la llevé a la casa de Jared. Tenía que vestirse y arreglarse para ir al teatro. Llegamos unos minutos tarde, y a pesar de que el director se molestó, terminó calmándose.
—Veo que vinieron juntos — nos dijo Jared.
—Nos encontramos por el camino y me trajo— comentó Ruby.
—Así es, pura coincidencia— lo miré, y sonreí.
Ruby
Horas después:
Salí a tomar aire fresco, necesitaba pensar luego de todo lo que ocurrió. No sé qué está pasando conmigo. Dije que no iba a mezclar las cosas y lo he estado haciendo. Soy una tonta. Parece que ya estoy cayendo en sus encantos.
—¿Tú eres Ruby?— preguntó una chica joven, de estatura media, ojos azabache, pelo castaño largo y delgada.
Me parecía haberla visto antes, pero no recordaba en donde.
—Depende de quién pregunte. ¿Quién es usted?
—Mi nombre es Lily, soy la novia y fotógrafa de Adrián. Es un gusto conocerla — me extendió su mano, y la miré fijamente.