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Cap. XIII

ʚ Encuentros y revelaciones ɞ

 

Tom se acostó en la cama balanceando sus piernas mientras hablaba con James. Cada cierto tiempo mencionaba el color de su cabello, se lo había teñido de un rojo bastante fuerte con algunas gamas de naranja y amarillo; parecía la llama de una vela, hasta él lo decía y le pedía la opinión de su amigo. Estuvo parloteando sin parar hasta que se vio en el espejo y todo el tema comenzó a girar en él; se tocaba la cara bronceada quejándose de que tenía muchas pecas por la nariz, le recordaban a su abuela que despreciaba rotundamente.

 

 

—¿Ya vas a terminar? —Preguntó nuevamente acostado con una manta cubriéndole los ojos.

 

 

—¿Por qué tanto el apuro?

 

 

—Quiero que conozcas a alguien —balbuceó con muy poco interés en esa persona—. En estos meses hice un amigo. Me recuerda al pobretón con el que te llevabas, aquel niño raro que te daba tarjetas hecha con crayolas; este del que te hablo también es pobre.

 

 

—A ti no te gustaba verme con él, ¿por qué eres amigo de este niño? —Interrogó con una tristeza en los ojos al escuchar el comentario hacia Nicolás.

 

 

—Una vez me dijiste que el chico aquel era genial y muchas cosas más. —Dibujó círculos en el aire, entre sus murmullos—. Lo que sea, recuerdo que en una mencionaste que no te importaba de que eran diferentes; ya sabes, vos sos rico y él pobre. Pues quería saber cuál era la emoción de tener un niñito así y encontré uno muy patético. —Soltó un par de risas pausadas—. Era suicida. Vieras todas las marcas que se hizo en los brazos y le dije que era estúpido, que si se quiere matar debió cortar en vertical y no en horizontal. En fin, ahora anda bien. 

 

 

—No deberías decir eso...

 

 

—Mi prima es otra estúpida por enamorarse de ese chico; anda como perrita faldera detrás de ese y se preocupa por él —interrumpió molesto, acomodándose sobre la cama para alcanzar una almohada; luego de dirigir su mirada en la aguja sujeta al antebrazo de James, continuó hablando—. Le dije que no iba a salir nada bueno de esa situación y que hiciera como yo, solo lo escucho, asiento a lo que me dice y nada más. Darle atención sería peligroso porque una vez que a un enfermo le das esa sensación de seguridad te jalan de los hombros y se hacen las víctimas. Vive en la miseria, es mejor que se quede así.

 

 

—Sigo sin entender por qué estás con él.

 

 

—¡Es divertido! Me divierte bastante. Tiene una risa tan escandalosa que te reís de eso —comentó risueño con solo recordarlo—. El único problema es que se me pegó más. Te mencioné que ahora anda bien, pues se enamoró de alguien de su colegio y me pide ayuda para conquistar su corazón. Helena muriéndose por él y este baboso ya está enamorado de otra.

 

 

—Me encantaría saber por qué quieres que lo conozca.

 

 

—¡Ah! Es súper divertido y te cuento... Él es extraño —comenzó con una ligera mueca de solo pensarlo mejir—. Mira porno gay, cosas gay y no es gay —murmuró entre pausas, fijando su mirada en los ojos de James—. Cierto día lo encontré viendo una serie, o algo así, con hombres dándose bien duro y yo en plan: "Viejo, ni siquiera te la estás jalando, ¿cuál es la gracia?" y como lo encontré con su porno me habló de todo y le escuché decir que algún día quería conocer a un gay de verdad.

 

 

—Y ese soy yo. —Arqueó las cejas. Ya había terminado con la medicina, cuando se recostó cerca de Tom.

 

 

—¡Sí! Deberías traer a tu novio y se besan enfrente del niño este... ¡Muchacho más enfermo! —Expresó con cierto hastío, antes de cruzar miradas con su amigo—. ¿Te imaginas que ande allí persiguiendo parejas? Solo quiero que te conozca para que se le quite.

 

 

James amplió la mirada al escuchar a Tom, pues ese era el primer día de trabajo para Nicolás y pronto regresarían justo en el peor momento. Debía sacar a Tom de la mansión o terminarían teniendo una fuerte discusión con un completo desconocido al que James no conocía, ni siquiera deseaba conocer.

 

 

—Estoy listo. Vayamos a ver a tu amigo.

 

 

—No quiero —Tom se negó de inmediato, volviendo a acurrucarse en la cama—. Está afuera, tal vez se aburrió de esperar y se fue... Ahora solo quiero dormir.

 

 

—¿Lo dejaste esperando todo este tiempo? —Preguntó molesto saliendo de su cuarto—. ¡Ven acá!

 

 

—No debí decirle —se quejó en voz baja, removiéndose de la cama con flojera.

 

 

Ambos fueron a la entrada encontrándose con el susodicho. Se había quedado sentado en los escalones, viendo su celular con los audífonos puestos. Tom frunció el ceño al notar que era lo mismo de siempre, con sigilo se le acercó arrebatándole el aparato y llamando su atención instantáneamente.

 

 

—¡Dámelo!

 

 

—Luis, dijiste que no ibas a ver porno aquí —reclamó enfadado, suspendiendo más el celular ante la insistencia del contrario en recuperar su celular—. Mira, ya te traje a un gay de verdad.

 

 

Luis se giró emocionado encontrándose conque solo era James. La sonrisa que había formado se torció un momento, al igual que su mirada se opacó en breve. James lo saludó amistoso sin saber quién era, solo quería disculparse de que Tom lo hiciera esperar bastante allí afuera.

 

 

—No te preocupes —exclamó forzado, una vez que James se disculpó—. Entre los dos nos entendemos.

 

 

—¿Me trajiste comida? —Preguntó el pelirrojo revisando una bolsa a su lado—. Te dije que trajeras dulces, ¿qué es esto? —Intentó leer una envoltura—. ¡Yo no sé leer chino!

 

 

—Es coreano, pendejo —corrigió de inmediato—. Son súper deliciosos, saben a maíz.

 

 

—Tom, deja de ser tan quisquilloso. —James lo regañó al verle la expresión de desagrado—. Te gustan los tamales de maíz, no vas a encontrar diferencia alguna con un dulce.

 

 

—Más les vale. —Los señaló a los dos mientras tomaba más de los extraños y exóticos dulces.

 

 

—¿En serio eres gay? —Preguntó Luis dirigiéndole su total atención, una vez que Tom se sentó a comer.

 

 

—¡Claro que lo es! —Tom respondió abriendo una envoltura—. Es tan gay como un narciso; ya hasta tiene novio el hombretón.

 

 

—¡¿En serio?! —Interrogó asombrado, llegando a fruncir más una mueca al sospechar lo que ocurría.

 

 

—Sí, recientemente. —James asintió incómodo, volviendo la mirada en Tom—. Ya regreso, tengo que hacer una llamada.

 

 

—¡¿Tienes celular?! —Tom gritó con la boca llena de dulces. Sacó el suyo para dárselo rápidamente—. Apunta mi número, tenemos mucho de qué conversar y te tengo que etiquetar en tantos memes.

 

 

—¡A mí también! —Pidió Luis con amabilidad—. Hay que tener un grupo en Whatsapp.

 

 

—¡Qué gran idea!

 

 

—Lo haremos después. —James le devolvió su celular—. Es urgente que haga esta llamada. Por favor, quédense aquí.

 

 

A pesar de que se regresó solo Tom sabia que algo sospechoso estaba ocurriendo y quería saber el porqué no sabía nada aún. Dejó a Luis nuevamente solo para espiar la llamada de su amigo. Encontró a James en su habitación caminando de un lado a otro con el celular. Se veía nervioso, tal parecía que no había obtenido una respuesta del otro lado. Tom siguió esperando sin saber que Luis había entrado para espiar la mansión, reconociendo que el dueño de la propiedad era un hombre que ya conocía de antes.

 

[. . .]

 

Nicolás estaba terminándose una bebida caliente mientras terminaba de cocinar el desayuno; ahora debía levantarse temprano para dejar todo listo antes de marcharse a trabajar. Cuando Catarina llegó a recogerlo con el chofer de la mansión notó el gran desánimo en el contrario, enfatizando su interés en las ojeras formadas bajo sus párpados. Nicolás abrió un poco la ventana para no ensuciar el interior del auto, mientras buscaba a sacarse la tierra del jardín de sus uñas.

—No pongas esa cara enfrente del amo James, se sentirá terrible si te ve mal.

Aquellos ojos marrones se iluminaron con el sonido del nombre mencionado. Su expresión mejoró casi instantáneamente. No se dio cuenta que todo era parte de un plan de James, pero ahora que lo pensaba se daba cuenta que él era el único que podría darle un obsequio envuelto con un moño azul. Catarina se animó a sonreír para Nicolás, sintiéndose mejor de ver que ese pequeño comentario había hecho una gran diferencia.

El viaje fue mucho más cómodo a partir de ese punto. Una sonrisa se dibujaba en los labios de Nicolás al pensar más en James. Su mente se llenaba de los hermosos recuerdos vividos, los más recientes y, entre ellos, su beso. Tocó su collar, que no se quitó desde la despedida hace una semana, le gustaba mantener el corazón cálido con su cuerpo y ahora extrañaba bastante a James.

—¡Dios mío! —Catarina se asustó al revisar su celular, llegando a empalidecer de inmediato. Regresó la llamada que avisaba en la pantalla—. Amo James, lo lamento muchísimo. Aquí traigo al niño. Perdóneme, por favor, lo tenía en silencio al llegar al barrio. Estamos a punto de llegar a la mansión... ¿Hola?

La llamada había sido cortada en cuanto volvió a revisar la pantalla. Sintió que estaba en muy graves problemas al ver las cuarenta y ocho llamadas pérdidas anteriores. ¿Qué podría ser tan importante? No pudo estar tranquila el resto del trayecto, el cual era muy corto; tarde o temprano le tocaría recibir un castigo por el amo si se enteraba de que no había contestado de inmediato las llamadas de su hijo.

Catarina visualizó desde la ventana que James venía corriendo hacia ellos; detrás de él venía Tom gritando como de costumbre y más atrás, estaba Luis que se entrometió al escuchar al pelirrojo. Todos estaban esperando a Nicolás, aparentemente.

—¡Quiero ver a tu novio! —Pidió Tom persiguiéndolo cada vez más cerca de alcanzarlo.

—¡Yo también! —Exclamó Luis.

—¡Jimmy, ven para acá!

James entró apresuradamente al vehículo haciéndose espacio en los asientos. Cerró con seguro la puerta justamente cuando Tom chocó contra la ventana; solo pudo escucharse el gran golpe que se dio con la frente, ahí se quedó después de sobar su dolorido rostro.

—Cierre las puertas —James ordenó al chófer que presionó un botón de inmediato.

—¡Ábreme! —Golpeó Tom, mostrando únicamente sus manos al mantenerse aún en el suelo—. ¡Tengo que conocer al hombre que me va a robar a mi amor!

—Él es heterosexual —le explicó a Nicolás con la respiración agitada—. No soy su amor, es un amigo muy celoso y cariñoso, a la vez.

—¡Jimmy! —Chilló aruñando el vidrio de la ventana—. ¡Abre, maldita sea!

—¿Luis? —Nicolás visualizó a su compañero llegando poco después—. Él va conmigo al mismo colegio, ¿qué hace aquí?

—Significa que tampoco puede vernos juntos —exclamó más relajado—. Le preguntará bastante asuntos personales, está muy obsesionado con los homosexuales y todo lo relacionado a ellos.

—Así es él —comentó entre risas—. Hace lo mismo en el aula.

—¡Jimmy, me voy a morir! —Insistió derrumbándose, nuevamente, en el suelo—. ¡Prometo no secuestrarlo!

—Allí está —susurró James, abriendo la puerta, sin pensar que lo golpearía de nuevo—. Bien, con esa sencilla oración acabas de prometer que no dirás nada ofensivo, ni vas a discriminar o reprocharme mis decisiones en la cara. Espero consideres lo que acabas de decir, porque en el instante en que digas algo molesto no volverás a ser mi amigo.

—Me golpeaste —exclamó lloriqueando—. Me dolió mucho —murmuró despacio, siendo ayudado por James al levantarse. Una vez que Tom se sintió mejor, volvió su mirada en la puerta del auto—. Sí, sí, ahora saca al novio, que quiero verlo. A ver la mercancía.

James extendió la mano al interior para ayudar a Nicolás a salir de ahí. Tom apreció la pequeña mano blanca que tomaba la de su amigo, llena de muchas pecas en el dorso. No pudo creer con facilidad que estaba impresionado sin haberlo visto a la cara aún. Nicolás salió con ayuda de James, estornudando y dejando relucir sus rojizas orejas por el frío. Tom lo reconoció, pero no podía creer lo que veía.

—¡Es el niño de la escuela! —Gritó suspendiéndolo en el aire, comenzando a agitarlo—. ¡Mirá qué pequeño es! Creí que habías crecido un poco, pero seguís igual que siempre.

—¡Tom! —James consiguió recuperar a Nicolás, devolviéndolo al suelo—. No es un juguete.

—Me siento mareado —balbuceó despacio, tomándose de la cabeza.

—Parece una nenita. —Tom estaba maravillado en vez de decepcionado. Hacía mucho que no veía a Nicolás—. No sabía que te gustaban así de afeminados, Jimmy. Miralo, es como si hubiese nacido niña, pero con pene.

Nicolás buscó refugio detrás de James al ver el comportamiento tan extraño de Tom. El pelirrojo sintió una atracción al verlo, llegando a verlo, realmente, como si fuese una mujer. Como era época de invierno y vacaciones Nicolás acostumbraba dejar crecer su cabello durante un largo tiempo para cortarlo al comienzo de las clases y donarlo; ahora lo traía por los hombros, aunque era un factible engaño por lo ondulado de su cabello.

Tom se acercó tomando algunos mechones para notar que de lejos parecía negro, pero en realidad era un marrón muy oscuro. Encontró algunos cabellos rubios y pelirrojos. James se colocó enfrente de su amigo con una expresión seria en cuanto lo vio sobrepasarse.

—He dicho que no es un juguete.

Luis jaló de la mano a Nicolás, apartándolo del resto en cuanto vio lo tenso que se había tornado la situaciones entre los otros dos. Lo saludó en cuanto se encontraron más lejos de ellos.

—¿Qué hacés aquí? —Preguntó curioso.

—Lo mismo me preguntaba cuando te vi. ¿También trabajas con James?

—No, no. Soy amigo de Tom; estoy saliendo con su prima, Helena. —Observó la reacción de Nicolás con cierto resentimiento. Había mentido, solo consiguiendo una sonrisa por parte del contrario.

—¡Me alegro mucho! Bueno... —Sus orejas enrojecieron más de solo pensar en su situación. Nicolás expresaba ternura en el rostro en su momento de mayor debilidad—. No le digas a Dylan de que James es mi novio. Pensé que nadie lo sabría, pero me tomaste por sorpresa... No te molesta, ¿o sí?

—¡Para nada! Sabés que me encantan los homos —aseguró entre suaves risas, antes de presionar con fuerza los puños—. Vos tranquilo, no le diré a nadie.

—Me alegro no tener que ocultarlo de ti. —Esbozó una pequeña sonrisa—. Eres un gran amigo para mí y... Gracias por no decir nada.

—Sé honesto conmigo, decime todas las cosas y nunca te ocultés nada —pidió con una sonrisa—. Sos mi amigo después de todo.

—¿Podemos irnos? —James llegó bastante frustrado.

—¡Luis, ven aquí! —Ordenó Tom con los brazos cruzados, manteniéndose de espaldas.

—Nos vemos luego —Luis consiguió decirlo antes de marcharse con rapidez.

Nicolás tomó de la mano a James esbozando una gran sonrisa para él, con la otra acarició el brazo de manera reconfortante. James torció una sonrisa, no podía desanimarse cuando sus miradas se encontraban. Ambos se fueron por el camino que conducía al jardín, ya que era real el hecho de que Nicolás había sido contratado por el mismo James para poder verlo todos los días de sus vacaciones.

Luis tomó una oportunidad para escaparse de la vista de Tom, quien discutía por llamada con otra persona. Se escondió entre los arbustos de la casa vecina para poder vigilar mejor las acciones de Nicolás. James estaba sentado en el césped. A juzgar por las risas estaban conversando de un tema muy especial para ellos consiguiendo que Luis estrujase algunas ramas. Cuando Nicolás se encontraba al lado de James, solo de esa forma, Luis conseguía ver una faceta que nunca podría conocer en persona; era esa genuina felicidad la que tanto anhelaba admirar cada día, pero era tarde si ya se habían unido como una pareja.

Su mirada se amplio perplejo al ver como Nicolás era besado, llegando a sentir su propia sangre brotando entre las ramas que terminó de romper con su agarre, llegando a clavarse las espinas. El cuerpo de Nicolás se estremecía con los labios de James, sus mejillas se coloraban más al sentirse sensible en medio de su resfriado; por reacción involuntaria estaba soltando leves jadeos entre sus besos, dejando ver sus ojos exaltados ante las emociones. Luis deseó con más fuerza llegar a ser quien dominase cada sonido de los labios de Nicolás.

Luis comprendió que debía disimular sus deseos hacia Nicolás y aislarlo de todos para que solo confiase en él. James era un obstáculo que debía eliminar pronto, antes de que esa relación floreciera aún más.