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Capítulo 48: Empieza la guerra

 Marcus se marchó de la sala, entre sollozos y maldiciones.

 Le queda bien, ese asqueroso bicho emplumado.

 Aunque muchos querían matarlo en el momento, tanto Gwen como yo decidimos no hacerlo, la razón era simple, como un inmortal, él simplemente regresaría a la vida donde este su piedra, de esta manera volvería de inmediato a su ciudad y podría preparar el ataque de inmediato, pero ahora tendría que nadar y caminar, por lo menos hasta llegar al emplazamiento que tiene en el bosque y desde allí acelerar los preparativos para la guerra, traer todas las unidades, la logística, todo.

 Solo conseguiríamos unas horas, un día como máximo, pero la guerra puede llegar a decidirse por minutos, así que era un tiempo valioso.

 Podía ver a Gwen algo nerviosa, irritada, enfurecida. Solo pensar en todo el tiempo que ha tenido que aguantar al pájaro para que al final, le traicionase, quién no desearía la muerte de este.

 - Todos mis generales, hoy tendremos una reunión de emergencia, los demás cargos, prepararlo todo para la guerra, la batalla empezará en pocos días, quiero a los civiles preparados, empezad el acopio de armas, quiero todo soldado, guardia y explorador listo, cada arma afilada y cada armadura reparada, no se permiten fallos, pues la vida de nuestros amigos y vecinos está en juego - Con fuertes palabras, Gwen dio las órdenes pertinentes, como si zarandease una colmena, todos los presentes comenzaron a levantarse de sus asientos y empezaron a correr de un lado a otro, hoy nadie iba a dormir.

 Ella me miro y tuve que asentir.

 - Bien, daré mi apoyo en todo lo que pueda - Ella asintió y dio un sincero, gracias.

 - Bien, nosotros también tendremos que movernos - Mis hombres asintieron y se postraron.

 - Lint, en tu caso tengo algo que pedirte, quiero que vigiles la puerta, es posible que la necesitemos en esta batalla - Lint entendió de inmediato, aunque sé que no le gusta la idea de quedarse quieto en plena batalla, no desobedecería una orden.

 - Cuando regreses, te concederé cualquier cosa que esté en mi mano - Él asintió y abrió el portal al abismo, ante la asombrada mirada de los presentes, el desapareció entre la bruma negra y la terrible presión.

 - Saun, dijiste que había esclavos, ¿verdad? - A lo que él asintió.

 - Sí mi señor, parecían ser unos monos con afinidad a la tierra, los usaban como herramientas para deforestar, además de un profundo maltrato - Por dentro sonreía e Irina parecía entender mi idea.

 - Tranquilo mi señor, iré junto con Saun, nos encargaremos de que ellos estén de nuestro lado en la próxima batalla, el precio de la libertad es realmente tentador - Asentí, esto me encantaba de mis compañeros, ellos entendían mis pensamientos y en muchos casos incluso eran más profundos que los míos, realmente era bueno que fueran tan capaces.

 - Baltasar, podrás aprender de las runas, pero tendrás que esperar a terminar la próxima batalla, en esta guerra no se usara la magia, no tenemos ninguna habilidad buena contra varios objetivos, pero quiero que en caso de perder, prepares una buena zona de portales, para poder extraer a los civiles - El asintió, aunque el muy desgraciado estaba temblando de emoción, como le gusta la magia y aprender esta.

 - Gea tú seguirás como antes, quiero que uses tu aura de curación en los hombres y que estén lo mejor preparados antes de la batalla - Ella asintió.

 - Gal, Pelé, Velona y Lilith, ayudad en las patrullas, no quiero que se nos escape nada, toda el área desde el bosque hasta el mar, tiene que estar vigilado, hasta el último centímetro -

 - Caronte, en tu caso te quedarás conmigo y ayudarás a Baltasar a escoger el mejor camino para los civiles - No fallare, mi señor.

 Asintiendo, comencé a caminar hacia la sala de guerra, los demás salieron disparados en aras de completar las tareas impuestas, solo espero tener tiempo suficiente para completarlo todo, sobre todo, tener ese as, si llega a tiempo, podría estar más seguro.

 Ella ya ha pasado del estado de cría ha joven adulto, esa sobre alimentación de bestias clase demonio le dio un gran impulso en experiencia, haciéndola crecer rápidamente y alcanzar su tercer estrato de crecimiento y sobre todo, llegando a ser una criatura de clase demonio, pero eso también me trae algo preocupado, tener un familiar de clase demonio es realmente poderoso, pero no he obtenido ninguna clase de recompensa, es decir alguien ya tiene una criatura de esta clasificación, es decir el poder de un ejército de diez mil, aproximadamente.

 Y eso puede acabar siendo realmente terrible.

 Seguí el camino antes recorrido y llegué a la sala de guerra, allí estaban los generales discutiendo a voces.

 Al verme ellos se silenciaron, por lo menos por un instante antes de proseguir con sus berridos.

 - Tenemos que asegurar las puertas, si dejamos la mitad del ejercito dentro e intentamos batallas rápidas, podremos defendernos y los hombres de Marcus no podrán atacarnos - ese era el pensamiento del cangrejo.

 - Imposible, si ellos son capaces de burlar nuestras fuerzas o no muerden el anzuelo, se lanzarán sobre la ciudad, si llegan a sitiarla, perderemos - Leva tenía razón.

 - ¿Entonces que?, salimos y lo damos todo en una batalla, pero si perdemos se acabó, o si consiguen redirigir su ejército, también habremos perdido - Este fue el momento que el general Bull, refuto. 

 Gwen estaba en silencio pero una vena en su frente mostraba lo furiosa y concentrada que estaba.

 En ese momento, Luneth, la cual ineficazmente intentaba detener la discusión y calmar el ambiente, pareció llegar a un momento de iluminación, me miro y lo que temía, lo dijo.

 - Señor Hel, ¿qué es lo que piensa usted? - Como no, ellos callaron de repente y me miraron con inquisitivos ojos, maldita sea, esta sacerdotisa no dejaba de meterme en problemas.

 - Señor Hel, no tema en decir lo que piensa - Como no, Gwen también se unió a la fiesta.

 Como no podía hacer nada más, me puse a pensar y llegué a una conclusión, teníamos que engañarlos y también tendríamos que usar algo realmente aterrador, aunque esa es mi especialidad al parecer.

 Me aclaré la voz y dije.