Aunque Clímaco, el nuevo capitán del segundo escuadrón, fue recientemente nombrado capitán, había sido caballero durante mucho tiempo. Tenía amigos y conexiones entre los caballeros. Así que, utilizando eso, organizó en secreto el encuentro de la princesa heredera con la celda del octavo príncipe en la prisión.
Aries caminó por el frío y angosto camino en la prisión donde encerraron a Carlos. Aunque era pleno día, la única luz que iluminaba su camino eran las antorchas adheridas a las ásperas paredes.
Al mirar a su derecha, Aries vio a algunos prisioneros abrazando sus rodillas por el miedo. A su izquierda había prisioneros que estaban inconscientes o apenas vivos; sus heridas y rostros desfigurados eran suficientes para que Aries supiera que habían sido torturados.
Sin embargo, su expresión permanecía distante y fría.
Ella no venía por estos criminales que podrían ser inocentes o condenados según corresponda. Su agenda era otra.
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