Agregue un nuevo libro a su biblioteca: La obsesión de la Corona.
Penny no escuchó el resto de lo que los dos hombres hablaron, perdiéndose de nuevo en sus pensamientos, los cuales no tenían sentido. Pero más que sentido, no se sentía bien escuchar lo que acababan de descubrir. Ella estaba callada, dejando que Damien la llevara de vuelta al exterior hacia la capilla mientras caminaba sin mente, en shock.
El Padre Antonio lanzó una mirada preocupada hacia la bruja blanca que aún era joven y que ahora estaba sentada en el banco en silencio.
—¿Estará bien? —preguntó Damien, quien estaba de pie con él.
—Lo estará —debería estarlo, pensó Damien para sí mismo. Era lamentable que descubrieran que era la madre de ella quien tan desesperadamente deseaba su muerte. Una mujer no tenía límites cuando se trataba de arruinar la vida de una persona, sin siquiera detenerse cuando se trataba de su propia hija.
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