—Ofelia.
Ofelia se tensó. Luego, sintió un cálido peso sobre su hombro. Frunció el ceño hacia el suelo, viendo su sombra acompañada por otra. La levantó a sus pies, y ella sacudió su cabeza con reticencia.
—Entra y recházame, no lo hagas en el frío. La voz de Killorn estaba baja y suave. Era tan paciente que ella pensó que era un cordero, pero en realidad, era un lobo disfrazado, literalmente. Su corazón se aceleró cuando él deslizó una mano cálida a lo largo de su columna vertebral.
Ofelia se dio cuenta de que él se quitó su capa. Ella estaba usando su chal de piel, dejándolo congelarse contra el viento helado. Por una vez, el chal se sintió frío. Ella intentó quitárselo, pero él lo mantuvo en su lugar.
—Te vas a enfermar, Ofelia.
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