``` La historia de un hombre que trae la muerte y una chica que la niega. ---- En la montaña embrujada del reino, dicen que vivía una bruja. Ella nació princesa. Pero incluso antes de su nacimiento, el sacerdote la declaró maldita y exigió su muerte. Envenenaron a la madre para matar al bebé antes de que diese a luz, pero el bebé nació de la madre muerta —una niña maldita. Una y otra vez, intentaron matar al bebé pero ella milagrosamente sobrevivió cada intento. Dándose por vencidos, la abandonaron en la montaña embrujada para que muriera pero ella aún sobrevivió en esa tierra estéril —una bruja. —¿Por qué no muere? Años más tarde, la gente finalmente se hartó de la bruja y decidió quemar la montaña. Pero el Diablo llegó en su rescate y la llevó consigo de aquel lugar en llamas, porque morir no era su destino ni siquiera entonces. Draven Amaris. El Dragón Negro, que gobernaba sobre los seres sobrenaturales, el Diablo con quien nadie deseaba cruzarse en su camino. Odiaba a los humanos pero esta determinada chica humana lo atraía hacia ella cada vez que estaba en peligro. —¿Es realmente humana? Él se llevó a la humana con él y nombró a esta misteriosamente tenaz chica “Ember”, un pedazo de carbón ardiente en un fuego moribundo. Un alma manchada de venganza y la oscuridad del infierno, se levantaría de las cenizas y cumpliría su revancha. ------ Este es el segundo libro de la serie de Los Diablos y Las Brujas. El primer libro es - La hija de la bruja y el hijo del diablo. Ambos libros están conectados entre sí, pero puedes leerlos de manera independiente. ```
Mientras su conciencia luchaba con su racionalidad, los ojos grises de Morpheus se clavaban en los verdes de ella.
—Sí lo hago. Te amo… —confesó con una sonrisa—. Te amo Ember.
Y luego se inclinó para darle el beso que ella estaba exigiendo.
—Aunque esté mal, aunque lo olvides, aunque sea un recuerdo que solo yo pueda atesorar… permíteme ser egoísta por última vez, amor mío.
Disfrutó de su beso, grabando cada precioso segundo, deleitándose con su dulce sabor.
Y sin importar cuán dulce sea una ilusión, al final, Morpheus tuvo que enfrentar la amarga verdad: que estaba enamorado de una mujer que no le correspondía.
—Espero que me perdones, Ember, —solo podía rezar en silencio en su corazón—. Si recuerdas este beso, que no sientas asco por este hombre bajo y egoísta. Incluso en la muerte, no podría soportar tu odio. No me odies. Todo lo que quiero es que nunca me odies.
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