webnovel

Miedo, Terror y Descubrimientos

Un terror devorador le invadía el cuerpo de manera tan atroz que siente ser engullido por una oscuridad absoluta. Con el sudor frio corriendo por la espalda, temblaba tanto que sus piernas estuvieron a punto de ceder. Tan alto como es comenzó a encogerse, resbalando por la pared en la que se había apoyado para mantenerse en diagonal, hasta terminar sentado abrazando sus piernas, como una bola de carne y huesos que no paraba de agitarse por los espasmos. Sus ojos azules estaban sumamente abiertos, mirando a un punto indefinido en el vacío.

En algún momento la respiración se vuelve superficial, no puede respirar, esta a punto de colapsar. Paredes imaginarias se cierran a su alrededor impidiendo que el aire ingrese a sus pulmones. Comienza a fallarle la vista, manchas negras y puntos brillantes blancos le hacen saber que está a punto de desmayarse, los oídos le zumban con fuerza, los latidos de su corazón son tan acelerados que tiene la certeza que esta sufriendo de nuevo ataques de pánico.

Termina completamente tendido en el piso, hecho un ovillo. Cierra con fuerzas sus ojos, luchando por respirar, pero no puede. Se ahoga. Quiere gritar, pero parece imposible, la tensión en su cuerpo es tal que cree que de un momento a todo estallaran sus músculos y tendones.

Los sonidos que salen de su garganta son sollozos mezclados con gemidos de dolor. Sufre un dolor tan físico como si cada parte de su cuerpo ardiera en llamas.

Todo vuelve con fuerzas. La angustia, la desesperación y el miedo.

"No, no, no" se dice mentalmente mientras su mente se desmorono.

Quiere que todo pare, que deje de girar. No, no quiere mas dolor, ni más miedo.

Lucha, lo intenta. Trata de respirar mas lento, sin embargo, no puede se está perdiendo en la oscuridad del pánico, incapaz de detener sus pensamientos. No puede respirar, los pulmones le arden.

Entonces percibe su presencia, como una débil esperanza. Casi como la tenue luz de una vela tratando de no apagarse por el viento.

No es capaz de abrir los ojos, aun a pesar de eso, sabe que no esta solo. Su aroma le inunda primero lentamente y poco despues es como ser cubierto por una manta que le concede un poco de calor a su fría alma.

No sabe cuento tiempo transcurre hasta que es capaz de abrir de nuevo los ojos, quizás fueran solo segundo o quizás horas, en ese estado el tiempo es tan relativo que no se detiene a pensar en nada.

La respiración sigue superficial, a penas puede llevar aire a sus pulmones, pero es el suficiente de momento para saber que ella está a su lado.

Cuando sus parpados se abren, lo primero que ve son sus impresionantes ojos azules a poco centímetro de su cara.

Se a recostado a su lado, sin importar estar sobre el frio piso de piedra. Sus grandes ojos con pestañas rubias le observan con calma, sin juzgarle, sin mostrar ningún sentimiento contrariado o de animosidad negativa.

Le mira como lo hace siempre, con una dulzura y una calma infinita.

No se apresura a tocarlo, solo se queda hay, tendida a su lado, mirándole tan profundamente como si estuviera desentrañando cada uno de sus secretos y a pesar de la oscuridad que rodea su existencia y lo poco humano que se siente a veces, lo que experimenta es tan cálido que parece que aun puede guardar una ínfima esperanza de que no esta complemente perdido.

Luna no lo juzga, lo comprende. Entiendo la lucha que tiene que librar todos los días. Lo difícil de estar roto e intentar armarse lo suficientemente bien para seguir adelante.

Sabe que veces hay días buenos, donde parece que todo vuelve a encajar, que todo se a cocido con un hilo fuerte para mantenerle unido y la luz llega a iluminarlo todo, las risas son fáciles y todo parece hermosamente brillante y colorido. Pero a veces, los días se vuelve oscuros sin razón aparente, las costuras se rompen y vuelve a ser solo pequeños trozos de un todo, que nunca estará completo.

Ella lo entiende, por que lo a vivido.

En esos momentos las palabras no bastan, por que no hay manera de controlar la angustia es como un maldito monstruo que les acecha para atacarles en el primer descuido.

Por eso esta en silencio, aguardando. Presente, pero otorgándole un tiempo que sabe que necesita. No minimiza su dolor, ni juzga sus acciones.

Para cuando estira sus pequeñas manos para envolver con ellas las de su marido. Los nudos en el cuerpo de Nott comienzan a aflojarse. Sigue sin poder respirar con completa normalidad, el miedo sigue erizando los vellos de su piel y empapando sus ropas con el sudor frio del pánico, pero la enorme tención parece comenzar a ceder tan lentamente que su rígida espalda se relaja un poco.

Le mira en silencio, con sus ojos azules lleno de amor, paciencia y comprensión. No lo apresura, ni lo presiona. Espera como debe esperarse la llegada de las estaciones.

Acaricia sus frías manos con sus dedos cálidos, pero no va más allá.

Le dice sin palabras "estoy aquí, estoy para ti, no estás solo"

El cuerpo de Theodore comienza a relajarse, su respiración se a normalizado, aunque sigue sin fuerzas para moverse.

Luna nota como el cuerpo de su marido va desenredándose hasta terminar recostado de lado. A dejado de temblar. Hasta entonces se acerca más, hasta que sus alientos se combinan, pero aparte de sus manos no toca otra parte de su cuerpo.

Le encantaría abrazarlo, calmar con sus caricias el sufrimiento que le aqueja, sanar con sus labios las heridas profundas de su alma. Quisiera decirle en voz alta que le ama, que estará siempre a su lado como ahora, pero conoce el estado de agitación en el que se encuentra, que lo mejor es permitirle tomarse el tiempo para salir de aquel abismo en el que se encuentra.

Por la ventana puede apreciarse con claridad el paso de las horas, comienza a oscurecer, cuando Nott se mueve de nuevo. Le duele el cuerpo no solo por estar sobre el duro piso, sino por la tensión que domino su cuerpo por varias horas.

Sus músculos tensos se quejan cuando estira sus piernas. El toque suave de las manos de Luna lo mantienen de nuevo unido.

La espera se ve recompensada cuando los brazos de Theo se alargan para abrazarla, acercándola hasta que sus cuerpos se funden en un tranquilizante acto de comprensión. Siguieron por mucho rato así, en silencio, sin moverse. Con los latidos de Nott acompasándose a los de Luna.

Quizás mañana les duela el cuerpo o pesquen un resfriado por dormir toda la noche en el piso frio. Pero de momento es algo que no les importa.

Por la mañana Theo es quien despierta primero, se levanta con cuidado para cargar a Luna y llevarla hasta su habitación para recostarla en su cama. Es inevitable sentirse culpable, en su estado no debía ser conveniente para ella haber pasado tanta hora cuidándolo.

La mira durmiendo plácidamente, tranquila y dulce. Acaricia suavemente sus cabellos para no despertarla, le parece tan frágil todavía a pesar de su fuerza interna. Lo cierto es que, es mucho mas fuerte que el mismo.

Suspira largo con cierta tristeza recostándose a su lado, disfrutando de su aroma y el calor que desprende su delgado cuerpo. Si darse cuenta pasa de acariciar su cabello a poner la mano con ligereza sobre su vientre.

Se estremece de nuevo por miedo. Aun así, mantiene su toque. Un bebe crece en el vientre de Luna, el hijo de ambos.

Cuando le dio la noticia el miedo lo invadió, la necesidad de huir se hizo insoportable. Corrió, encerrándose en la primera habitación que encontró, derrumbándose por completo.

Es aterrador.

"No quiero ser como mi padre" se repitió una y mil veces. Y a pesar de su vehemente deseo, en el fondo teme, terminar siendo el mismo monstro que fue el.

-Vas a ser un buen padre.

La voz de Luna lo sobresalta. No noto en que momento despertó. Le sonríe segura con sus ojos azules tranquilos. El niega con la cabeza.

-Vas a ser un padre increíble. -Repite con convicción, acariciándole el rostro con una mano y posando la otra sobre la de su marido, que mantiene contra su vientre.

-No lo sabes.

-Por que te conozco puedo asegurarlo. Se que tienes miedo de ser como el, pero tu no eres como tu padre.

-Estoy roto. -Confianza con amargura aun sin poder creer en la seguridad de sus palabras.

-Todos los que vivimos esa guerra estamos roto. -Declaro encogiéndose de hombros como si no fuera importante.

-Tu luchaste, yo no hice nada.

-Pudiste ceder, ayudar a tu padre y te negaste. Sobreviviste Theo. Serás un buen padre.

-No se como serlo.

-Aprenderemos juntos. -Prometió.

Por alguna razón el corazón de Theodore Nott se apaciguo. El miedo dejo de ser un peso para ser una tenue sombra, sonrió esperanzado, sin dejar de tocar el vientre de su mujer.

. . .

. .

.

Dinora Zabini estaba descolocada, el dolor punzante le atravesaba el rostro, específicamente en su mejilla izquierda donde había recibido unos segundo antes una bofetada por una enfurecida pelirroja.

Ginny respiraba agitadamente, su pecho subía y bajaba rápidamente como si hubiera corrido un maratón. Empuñaba los puños tratando de aplacar el impulso asesino que en ese momento circulaba con fuerza en su sistema.

Podía tolerar que esa horripilante mujer renegara de ser su suegra, tolero sus insultos y malos tratos, pero que se atreviera a maldecir a su hijo no nacido esta completamente fuera de los límites.

Si se encontraba en aquel lugar, era solo por complacer a Blaise. La habitación donde se llevaba a cabo la reunión le erizaba la piel. No importaba que los dementores hubieran sido expulsados de Azcaban, el lugar seguía teniendo un ambiente siniestro.

Por mucho que la mujer hubiera sido una persona horrible, seguía siendo la madre de su esposo y por esa única razón habían ido juntos a darle la noticia de que en algunos meses seria abuela. La mujer lejos de alegrarse por la buena noticia se había burlado de Ginny por ser tan poca cosa para su hijo, se atrevió a hablar de su familia como si no valieran nada e insinuar que Blaise no fuera el verdadero padre de la criatura que esperaba.

Ginny se mordió el labio, con ojos llameantes guardo silencio, no por ella sino por su marido. Podía sentir su vulnerabilidad ante las crueles palabras de Dinora.

Blaise no discutió, se limito a ayudar a su mujer a levantarse de la silla para retirarse. Sabia que no tenia caso intentar razonar con su madre en ese momento, la conocía lo suficiente para saberlo. De alguna manera se sentía estúpido por haber albergado la esperanza de que enterarse de que pronto seria padre le complacería.

Decepcionado se puso de pie, ayudando a Ginny a hacer lo mismo. Ya estaban por llegar a la puerta cuando escucho a su madre pronunciar aquellas dolorosas palabras.

-Eres un estúpido Blaise, débil y patético, debí abortar cuando podía, solo trajiste vergüenza a la familia, maldigo el momento en que decidí tenerte, como maldigo a ese bastardo que espera esa traidora de la sangre.

Ginny sintió a Blaise estremecerse a su lado. El fuego prendió en su pecho con furia. Se giro lentamente y en tres zancadas llego hasta estar frente a Dinora Zabini quien le sonreía con complacencia y cierta satisfacción enfermiza.

Dinora no vio venir la primera bofetada, pero escucho claramente a Ginny.

-No merece tener un hijo como Blaise, es un hombre grandioso y bueno. Y usted no es más que una mujer enferma de poder, egocéntrica y narcisista, que no puede ver más allá de su nariz.

Ginny apretó los puños con fuerza y al hacerlo Dinora sintió como si le estuviera apretando el cuello a pesar de que no la tocaba.

Magia poderosa sin varita fluyo de la pelirroja.

-Vuelva a expresarse así de mi marido, atrévase a maldecir a nuestro hijo de nuevo y me asegurare de que sea lo último que haga.

Sin aire la mujer callo de rodillas a los pies de Ginny.

-Soy orgullosamente una traidora de la sangre, los Weasley ganamos el derecho de ser llamados de esa manera, sus palabras no me ofenden. Pero vuelva a lastimar a mi marido de cualquier forma y sentirá en carne propia lo que puedo ser capaz de hacer por defender a los que amo.

Ginny abrió los puños al tiempo que Dinora jalo aire con desesperación volviendo a respirar.

Se giro sin volver a ver a esa mujer una vez mas. Blaise todavía estaba cerca de la puerta mirando si poder creer lo que ocurría frente a sus ojos.

La pelirroja lo tomo del brazo y se apresuraron a salir. El viaje de regreso lo hicieron en completo silencio. Ginny temía que estuviera enojado con ella por golpear y amenazar a su madre, pero simplemente no tolerar la situación.

Cuando por fin llegaron a su casa, Ginny se atrevió a hablar.

-Lamento haber perdido la compostura. -Se disculpo.

Como respuesta Blaise la beso profundamente, tomándola por sorpresa.

-Lo merecía. -Dijo por fin cuando se separa lo suficiente para mirarla a los ojos.

-No estas molesto. -Pregunto tímidamente con las mejillas sonrojadas.

-¿Por qué lo estaría? -Pregunto encogiéndose de hombre.

-Le pegue a tu madre.

-Defendías a los que amas. -Los ojos azules de Blaise brillaron con emoción. -¿En verdad me amas?

El rubor volvió a colorear las mejillas pecosas de Ginny, mas aun cuando se dio cuenta que en verdad amaba a Blaise. No podía negar lo evidente en algún momento de toda esa odisea de matrimonios concertados descubrió que se había enamorado profundamente del moreno.

Sin poder hablar asistió con la cabeza.

El moreno la apreso en sus brazos levantándola para hacerla girar, arrancándole una carcajada y suspirando aliviado.

-Eso es bueno de oír, pensé que era el único que estaba enamorado.

-Estas diciendo que te enamoraste de mí.

-Si, aunque tu lo dijiste primero. -Dijo arrogante.

Ginny sonrió feliz, disfrutando del sentimiento que inundo su pecho.

-No quiero volver a verla.

-Estamos de acuerdo en eso, ya no hay ninguna razón para verla. Ha dejado clara su postura. Aunque a sido sensacional ver como pusiste a mi madre en su lugar.

Blaise comenzó a recordar todo lo ocurrido con entusiasmo como si haber abofeteado e intimidado a Dinora Zabini hubiera sido lo mejor del mundo. Al menos para el así lo era y se encargaría de narrar en la reunión semanal en la madriguera que su mujer es su ídolo.

. . .

. .

.

No fue hasta varios meses después de casarse, mientras revisaba y corregía uno de los muchos documentos que descansaban sobre su escritorio que la luz se hizo en su cabeza. Fue completamente inesperado y tan espontaneo que por un momento tuvo que suspender sus actividades para intentar calmarse.

Quizás es una estupidez, pero fue leer la palabra Dragon en los pergaminos, lo que la hizo acordarse de su marido y sonreír de manera boba. Cuando se dio cuenta, sus pensamientos corría más allá de su nombre, para ser más específicos, pensó lo que había ocurrido la noche anterior y esa misma mañana.

Sus mejillas se sonrojaros, el calor que nació en su cuerpo la tomo por sorpresa. Haciéndola consciente por primera vez lo mucho que amaba estar en sus brazos. No se trataba solo del buen sexo que compartían sino de la sensación de estar en el lugar correcto.

La magia les había unido, contrario a lo que se pudiera suponer eran sumamente afines con todas sus contradicciones. Podían pensar diferente y discutir por casi cualquier cosa, pero era precisamente ese espíritu de lucha lo que siempre terminaba llevándolos por caminos sumamente placenteros no solo en temas de cama.

Draco le gustaba, le gustaba mucho. Evidentemente es un hombre atractivo y varonil, el sueño húmedo de cualquier mujer, pero es mucho mas que un cuerpo y un rostro, es inteligente, mordazmente divertido, culto, caballeroso y atento en contra de cualquier pronostico. No es muy abierto con sus emociones, pero lo que no dice en voz alta, lo demuestra con actos.

La cuida, pero sobre todo la respeta.

Ama a sus amigos, no puede imaginar un mundo sin Harry y Ron, pero con Draco es distinto por primera vez puede hablar de sus gustos y aficiones sin sentir que la juzgan por ser aburrida, es interesante tener con quien hablar de política o libros. Admira su inteligencia.

Entonces entiende que es mas que un gusto y que esta aprendiendo a quererlo. Se asusta ante el pensamiento, pero tiene que ser sincera consigo misma. No importa la manera en que todo fue ocurriendo o el poco tiempo que llevan de casados, descubrió facetas que nunca hubiera imaginada en una persona que antes había detestado con todas sus fuerzas.

Su corazón se agita, comenzando a latir con mas fuerza cuando escucha que tocan a la puerta. No necesita abrirla para saber muy bien quien está afuera.

-Pase.

Draco entra con una charola con comida, le lleva el almuerzo como todos los días. Sabiendo lo fácil que puede perder la noción del tiempo, es la única manera de asegurar que come como se debe.

-Hola. -Saluda el rubio sonriendo al verla.

-Hola. -Hermione saluda de vuelta con la misma sonrisa, consciente de los sentimientos que están naciendo en su corazón por su marido. -Gracias.

Algo en la manera de sonreír y mirarle hizo que Draco se sintiera extraño.

-¿Ocurre algo?

Hermione sacudió la cabeza intentando despejarse.

-No. -Nego al fin.

La castaña se puso de pie, tomo la charola para ponerla en el escritorio y liberar los brazos de Draco. Después solo se abrazo a su cuello y lo beso, suspirando con satisfacción cuando su marido correspondió su beso, hondando aún más.

Draco tenia la seguridad que algo pasaba, pero no perdería el tiempo pensando cuando podía disfrutar de las atenciones de su mujer de manera tan grata.

. . .

. .

.

No quería hacerlo, bueno si un poquito ¡Esta bien! tenía bastantes ganas de hacerlo, mucho mas cuando la sacaba de quicio y no iba a desaprovechar la oportunidad. Por eso cuando Harry se quedo trabado ante la confirmación de que sería padre y tuvo que arrearle una sonora bofetada sonrió con satisfacción para sus adentros.

-¿Estas segura? -Pregunto tartamudeando, con el ardor en su mejilla y el corazón palpitante.

-Estoy segura. -Rodo los ojos con frustración. -Pero si no me crees, aquí tienes.

Le tendio los resultados de las pruebas que se hizo esa misma mañana que confirmaba que tenia un par de semanas de gestación.

-¿Como? -Fue lo único que atino a preguntar cuando leía con sus propios ojos la confirmación del embarazo.

Pansy levanto la ceja sonriente.

-¿Quieres que te explique cómo ocurrió? -Se burlo.

-No es necesario. -Contesto sintiéndose tonto, pero lo tomo completamente por sorpresa.

No importaba que todo eso de los matrimonios concertados por el censo tenían la finalidad de acelerar el repoblamiento de la comunidad mágica, sin embargo, ser consciente de eso no era lo mismo que asimilar la idea de que ese bebe ya venia en camino.

Decir que Potter tenia miedo era poco, estaba aterrado, pero curiosamente también estaba feliz.

Aun con la marca roja de la mano de Pansy en su rostro no pudo resistirse a sonreír como un idiota en cuanto la idea aterrizo completamente en su cabeza y corazón.

El miedo seguía ahí contante en su pecho como una bola de plomo, sin embargo, nunca se detuvo nunca a pesar de las adversidades y esta vez por fin iba tener la familia que siempre deseo, con la mujer que esta aprendiendo a querer.

Abrazo a Pansy y la beso con tanto sentimiento que la pelinegra supo al instante que estaba eufórico de felicidad al igual que ella.