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Harry Potter: El poder de la Intención.

Cuando Arcturus recibe una visita inesperada, se enterara de la situación en que se encuentra su sobrino nieto, Harry James Potter. Sin poder tolerarlo, el viejo y retirado Lord Black decide tomar medidas. Esta es la historia de Harry Potter, heredero del legado de Charlus Fleamont Potter y Arcturus Orion Black. El niño que vivió, y también el niño que Dumbledore no podrá controlar.

IgnathiusNZX · 書籍·文学
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11 Chs

El Callejón Diagon.

El día anterior había sido divertido pero agobiante para Harry Potter, divertido porque había sido capaz de ver como su tío abuelo jugaba con Albus Dumbledore como si se tratara de un simple niño, y también porque parecía saber exactamente lo que pasaría antes de que pasara, y tenia una respuesta preparada para aquello.

Arcturus le había dicho que se llamaba pensamiento político, y planificación de Slytherin. Lo que Harry simplemente asumió con el viejo dicho muggle de que más sabe el diablo por viejo que por ser diablo, y que el abuelo Arcturus simplemente había sido más astuto que Dumbledore.

Tal como había predicho Arcturus, una vez que la sesión se encamino hacia la custodia de Harry, las cosas estuvieron listas. En menos de diez minutos el Wizengamot había despojado a Dumbledore de su posición como Guardian Mágico de Harry y le había otorgado la custodia al tío abuelo Arcturus con la promesa de convertirlo en un Lord Potter adecuado y orgulloso de la tradición mágica.

Según lo que el tío abuelo explico de aquello, era una frase para obtener el apoyo del lado mas tradicionalista del Wizengamot en el futuro inmediato.

Harry estaba completamente extasiado, oficialmente nunca tendría que volver con los Dursley, y podría quedarse con su tío abuelo en el futuro, y lo mejor de todo, ya no necesitaba quedarse en la Mansión todo el tiempo.

Apenas habían pasado unas trece horas desde que habían salido del Wizengamot, y Harry ya estaba nuevamente despierto y vestido, apenas conteniéndose por la emoción que la primera visita al Callejón Diagon prometía.

El abuelo Arcturus le había hablado sobre aquel lugar, y que era el sitio con la mayor cantidad de tiendas de magos y brujas en todo Gran Bretaña. Al parecer Gran Bretaña no tenía ningún barrio o localidad enteramente mágica, a menos que contaran la aldea de Hogsmade, que era demasiado pequeña para importar realmente.

Harry sabia que aun era demasiado temprano, y que su tío abuelo aun estaba dormido, por lo que decidió hacer una nueva expedición al bosque en los terrenos de la mansión, acompañado por su elfina domestica Mint, y su serpiente de jardín mascota Venom. Un nombre un tanto inapropiado, porque la serpiente en cuestión no era venenosa, pero si a ella le gustaba, estaba bien para Harry.

Poniéndose una capa gruesa sobre la túnica semi formal que solía usar, Harry salió al jardín trasero. El sol aun no se levantaba, y era la hora favorita de Venom para atrapar "jugosos" ratones, no es que Harry compartiera su peculiar gusto por las presas vivas.

Caminaron por el sendero del jardín hasta el denso y oscuro bosque. A Harry le encantaba aquel bosque, era divertido lanzar monedas de plata cerca del nido del escarbato y ver al pequeño animalito peludo recogerlas como si estuviera cometiendo un crimen atroz, con un nerviosismo tal que pareciera estar saqueando una bóveda en el banco de los Duendes.

A Harry también le fascinaban los Augureys en el bosque, parecían buitres de plumajes de color negro verdoso, desaliñados a simple vista pero elegantes cuando sus alas están extendidas, sus cantos eran tan tristes que podía entender porque los consideraban de mal agüero.

Lamentablemente ese día seguía siendo demasiado temprano por la mañana y el escarbato estaba profundamente dormido, y el día estaría demasiado soleado para que los Augureys salieran a cantar sus ominosas y tristes melodías.

Aun así, Harry se divirtió explorando, y luego regreso a la mansión justo a tiempo para desayunar con su tío abuelo Arcturus.

Fue un desayuno abundante, con todas las cosas favoritas de Harry, un gran plato de tocino con huevos revueltos, tostadas, medio pie de melaza, jugo de naranja y un plato con galletas de chocolate.

Arcturus debió notar que Harry estaba entusiasmado por el viaje al Callejón, pues en cuanto terminaron de desayunar, llevo a su sobrino nieto directamente al Caldero Chorreante por medio de aparición.

Harry solo conocía unos pocos lugares, la casa de los Dursley con su aburrida normalidad y su estrecho armario bajo las escaleras, la escuela primaria a la que había asistido solo por un año con sus aulas y pabellones planos e igual de aburridos que Privet Drive, la magnífica mansión de su tío abuelo con su aspecto oscuro y elegante, donde cada cosa parecía destacar en una armonía elegante, el ministerio de magia con su atrio luminoso y decorado de forma excesiva, y ahora el Caldero Chorreante... Harry realmente no se esperaba encontrarse en un lugar así.

El Caldero Chorreante era cualquier cosa menos elegante y cómodo. Parecía sucio y oscuro, pero Harry podía notar que era solo cosa de aspecto, las mesas eran viejas y gastadas, rusticas pero bien cuidadas, no tenía iluminación natural, parecía desordenado y bullicioso, con mucha gente extraña con ropa que debería ser un crimen usar. Harry había pensado que los magos se vestían como su tío abuelo, y los miembros del Wizengamot, ordenados y formales con túnicas limpias y pulcras…

El local era un hospedaje, un bar y un restaurante, como una posada medieval. Y parecía remontarse así de atrás, a juzgar por la apariencia del lugar.

Mientras Harry miraba anonadado el desconcertante lugar, Arcturus apoyo una mano en su espalda y lo empujo ligeramente para que caminara.

—No te detengas a saludar a nadie, Harry —dijo con tono serio— muchos te conocen en nuestro mundo como te he explicado, pero no les prestes atención, solo se volverán mas molestos. Camina derecho con la frente en alto, y no desvíes la mirada si te llaman —instruyo con tono severo— mientras mas demuestres que eres el heredero de una familia noble, menos problemas te causaran los transeúntes entrometidos.

—Si, abuelo —contesto Harry ligeramente nervioso.

—Y no te separes demasiado —continúo instruyendo Arcturus— Si hay una ventaja en mi reputación es que nadie en su sano juicio se acercara por una charla casual, a menos que sean lambiscones y besadores de traseros —gruño el anciano Lord Black mientras conducía a su sobrino nieto hasta un pequeño muro de ladrillo cerca de un bote de basura destartalado.

Arcturus entonces procedió a sacar su varita y golpear uno de los ladrillos de la pared, que de forma increíble para el joven Harry comenzó a moverse y reorganizarse para formar un arco de ladrillo que daba a la más fantástica y cautivadora calle que había visto en su vida.

Se detuvieron un momento mientras Harry miraba anonadado el Callejón Diagon, Arcturus podía ver el brillo en los ojos de su sobrino nieto y una ligera sonrisa se formo en su anciano rostro.

Harry apenas podía creer lo que veía, nunca, jamás, ni en sus más imaginativos sueños habría esperado ver algo similar. El callejón Diagon eran ancho, de adoquín blanco y gris que terminaba por desembocar en un enorme edificio de piedra blanca elegante e impresionante. Las mas variadas tiendas salpicaban a cada lado del callejón, con escaparates de colores, nuevos, viejos, y otros tantos tan antiguos que parecían llevar allí siglos sin ser reemplazados. 

Magos y brujas con los mas variopintos atuendos lo recorrían, y nuevamente Harry se sintió impactado por el mal gusto por la ropa de los magos británicos, mezclas de colores tan excéntricos que le parecían imposibles a Harry, conjuntos de ropa muggle anticuada y ropa de mago que no deberían ir juntos por nada del mundo, e incluso sombreros de colores tan brillantes que los ojos dolían al verlos.

—Bueno, Harry —dijo Arcturus apoyando la mano sobre la cabeza de Harry— Bienvenido al Callejón Diagon.

Después de aquello Arcturus simplemente giro su bastón dos veces y comenzó a caminar adentrándose en el callejón, marcando el ritmo con el golpeteo de la madera contra el adoquín.

—No te separes, Harry —instruyo sin voltear a ver si su sobrino nieto lo seguía o no.

Harry notando que su tío abuelo avanzaba se puso en marcha a paso rápido para ponerse inmediatamente al lado de Arcturus.

—Nuestra primera parada es Gringotts —explico Arcturus señalando hacia el enorme edificio de piedra blanca al fondo del callejón— pasaremos a tu Bóveda Familiar, y también a la mía, además debo resolver un par de asuntos ahora que soy tu tutor, y es mejor hacerlo cuanto antes.

Mientras caminaban por la calle, Harry no pudo evitar desviar la mirada a algunas de las tiendas que llamaron su atención, como la librería de Flourish y Blotts, con el cristal al frente de la tienda con diversos libros bastante atractivos visualmente, pero especialmente el libro de "Las Aventuras de Harry Potter" despertó la curiosidad del niño. Aunque evito preguntar sobre aquello a su abuelo Arcturus.

O la tienda Animales Mágicos desde la que se podían ver un par de jaulas con búhos, y un acuario rectangular con serpientes coloridas.

O la lúgubre y un tanto escalofriante librería Obscurus, con sus clientes sombríos que entraban y salían.

Pero lo que despertó la curiosidad del niño y sobre lo que no pudo evitar preguntar fue un cartel destartalado con letras doradas que rezaba "Ollivander's fabricantes de varitas desde el 382 antes de Cristo".

—¿Es de verdad? —pregunto Harry a su tío abuelo, quien se detuvo para mira lo que el niño señalaba.

—¿Qué cosa? —pregunto un tanto huraño— ¿Qué vende varitas? ¿Qué las fabrique? ¿O que se remonte tan lejos?

—Lo último, abuelo —dijo Harry— ¿Cómo podrían fabricar varitas desde el 382 antes de Cristo? Los libros dicen que se comenzaron a producir varitas en el siglo cuarto después de Cristo.

—Porque no es cierto, Harry, al menos no como lo publicitan —explico el anciano Lord Black con tono complacido al saber que Harry había estado leyendo sobre el mundo mágico— debería decir "Fabricantes de focos mágicos desde el 382 antes de Cristo", ¿entiendes la diferencia? —cuestiono al final.

Harry lo pensó un momento y asintió.

—Las varitas son un foco mágico, pero antes se usaban bastones de hechicero. Así que los Ollivander hacían bastones antes de que comenzaran a hacer varitas, ¿es eso, abuelo? —contesto Harry con tono esperanzado.

Arcturus ya conocía bien a su sobrino nieto, y sabía que buscaba aprobación de forma casi constante, pero su respuesta fue perfecta, por lo que gruño en acuerdo, y revolvió el cabello del niño.

Continuaron caminando hasta llegar a la entrada del gran edificio de piedra blanca, el Banco Gringotts. Y Harry reparo en el aviso que aparecía escrita en una placa de bronce junto a la entrada del banco.

—Entra desconocido, pero ten cuidado… con lo que espera al pecado de la codicia… porque los que cogen, pero no se lo han ganado… deberán pagar mas caro a su vez… así que si buscas debajo de nuestro suelo… un tesoro que jamás fue tuyo… Ladrón, has sido advertido, ten cuidado… de encontrar aquí algo mas que un tesoro… —recito Harry leyendo la inscripción, a lo que los guardias, una criatura humanoide con orejas puntiagudas, rostros salvajes y con colmillos sonrieron con saña.

—Si, Harry —dijo Arcturus con una sonrisa igual de intimidante— Por eso guardamos nuestro oro con ellos, solo un imbécil trataría de robarles —añadió mientras cruzaban por la puerta— ven, vamos a hablar con el gerente de cuentas de los Potter.