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Fate/Hierro en plata

Fue solo curiosidad que se extendió a cada año. Una figura que todos conocían, pero de la que nadie hablaba. Un conocido, un extraño, un amigo o un desconocido. Nada importaba ahora, sólo deseaba poder comprender que había debajo de esa red que no parecía pensante. Ella no buscaba una luz guía. Ella buscaba ser esa luz.

ReydePicas · アニメ·コミックス
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12 Chs

Silencio

― ¿Por qué estás colocando tantas luces de la nada? ―la pregunta de Olga Marie fue con curiosidad para Shirou.

―Oh, a pesar de todo suelo festejar la navidad, es algo divertido ―la sonrisa de Shirou fue una serena cuando le contestó.

―Navidad… ―Olga Marie susurró como si las palabras fueran raras para ella. Shirou se giró y miró a la joven que se quedó pensativa.

―En tu país natal es una tradición bastante normal, me sorprende que estés tan fuera del tema ―Shirou alzó una ceja y vio como Olga Marie solo miró a otro lado.

―Siempre pasé todos los días estudiando, este año porque padre pidió que me cuidaras es la primera vez que voy a festejar esto ―Olga Marie no quiso admitirlo, pero si decía que ya conocía sobre el tema, entonces podría decir algo fuera de ello y revelar que estaba mintiendo, además a la última persona a la que quisiera mentir es a Shirou.

Era demasiado sincero con ella para que le mostrara su peor cara.

―Ya veo ―Shirou susurró antes de cerrar los ojos y pensar un poco―. Marisbury-san me dijo que deseaba que te cuidara por el resto del mes, ¿qué te parece festejar la navidad? ―la voz de Shirou era calmada y casi tranquilizadora para Olga Marie.

La joven dudó unos instantes, ella tenía aún deberes que completar, su horario era uno en el que gastaba todo su tiempo libre hablando con Shirou porque era lo más sencillo, a ella le gustaba escuchar música y poder disfrutar un buen té mientras que descansaba.

Pero nunca había dedicado un día completo de su vida a algo así.

―Yo… ¿estoy bien con eso? ―una mano se movió hacia la cabeza de Olga Marie antes de darle unas cuantas palmaditas, Olga Marie abrió los ojos y miró a Shirou quien le regaló una enorme sonrisa, un poco menos torcida que las de siempre.

―En ese caso qué tal si me ayudas a preparar los adornos, ¿qué te parece? ―Olga Marie abrió la boca para contesta. Sintió la mano grande de Shirou en su cabeza y las palabras que eran más que evidente que cargaban afecto y reconocimiento.

―Yo… sí ―sonrió.

Olga Marie sonrió enormemente mientras que miró a los a Shirou, el hombre ante ella le sonreía casi como si esperase que extendiera su mano. Ella dudó y lo hizo, Shirou la jaló para que se acerque, aquello sorprendió a Olga Marie.

―Ayúdame a colocar estas luces ― la sonrisa radiante de Shirou era una que hizo que Olga Marie no comprendiera.

¿Realmente le hacía tan feliz tal evento?

―No es el evento en sí ―la respuesta de Shirou sorprendió a Olga Marie, era como si el hombre le hubiera leído la mente―, es el hecho de compartir todos juntos.

―No pensé que tendrías tan arraigada esa cultura, pensé que por ser de japón… ya sabes…

―A Kiritsugu le gustaba la navidad ―una sonrisa algo triste llegó en el rostro de Shirou―, para él era recordar los tiempos en los que estaba con su hija y su esposa.

Olga Marie se quedó unos segundos pensando en ello.

― ¿Por qué no te refieres a él como padre o como un mimbro de la familia? ―Olga Marie se tapó la boca al momento en que preguntó aquello―. Digo… parece que tenían una buena relación, incluso heredaste su cresta y el título de cabeza de familia.

Shirou pensó en ello.

Como cada parte de su vida era una mentira, una vida, una marca y una promesa.

Nada fue suyo.

La cresta solo era ornamental, no había nada en ella más allá de que aparente ser una, él no heredó la cresta de Kiritsugu, solo disimuló que podía acceder a su magecraft llevando el refuerzo en su cuerpo a un punto limite, incluso así nunca sería lo mismo o se podría seguir el paso de los Emiya en la búsqueda del control del tiempo mismo.

―No es que hubiera un problema como tal, es que simplemente él hubiera deseado poder estar con mi hermana mucho más tiempo.

―Escuché sobre eso de padre, que los Einzbern la tomaron a corta edad y la llevaron para ser educada como una ―Olga Marie tomó un cable de luces que le había entregado Shirou y comenzó a desenredarlo.

―Bueno, es algo parecido, pero un poco más complicado que eso ―Shirou sonó nervioso al no saber cómo abordar el tema―. Cuando nos encontramos por primera vez fue después de años, cuando Kiritsugu ya había muerto y ella pensó que había sido abandonada por él para cuidar de mí.

Olga Marie escuchó con interés la historia.

―Me gustaría que padre fuese al menos así de cercano… incluso si no fuera la mejor relación, me gustaría escucharlo al menos que me felicite una vez ―Olga Marie terminó de colocar las luces donde Shirou le había indicado.

Ambos se movieron y vieron el árbol ya puesto en el centro junto con varios adornos a los lados.

―Tú padre te aprecia mucho más de lo que crees ―Shirou comentó aquello más solo recibió un bufido de diversión por parte de Olga Marie.

―No sé qué pensar sobre eso ―Olga Marie tomó una de las esferas y la colgó en uno de los bordes del árbol―. Nunca me sonríe o me dice que he hecho un buen trabajo, un cumplido o un misero "cuídate", es como si mi nacimiento fuese su ruina más que un bien.

Shirou miró como Olga Marie se había quedado con un adorno en manos, un listón rojo el cual miró por unos instantes antes de dar un suspiro.

―Tú fuiste la primera en llamarme por mi nombre, no por mi apellido, la primera que no le importó que fuese o que sea, en estos años he aprendido que no te importa si hablas con el peor criminal del mundo o con una simple anciana, siempre sonríes y muestras tú mejor cara ―Olga Marie colgó el listó y se giró a ver que Shirou quien se había quedado quieto viéndola con los ojos abiertos.

―Yo… no me había dado cuenta… ―era cierto, para Shirou no hubo distinción, toda vida era preciosa, todo ser humano debía ser salvado, si bien no siempre se podría salvar a todos y el sacrificio existía para ello.

Él amaba a la humanidad tal como era, incluso con lo imperfecta que era, él amaba a cada humano y sus falencias, todo bajo el credo de ser el aliado de la justicia.

― ¿Es así? ―Olga Marie soltó una breve risa antes de seguir colgando pequeños adornos en el árbol.

Ambos estaban en una casa segura en Rusia, el trabajo de Shirou era en la ciudad, por lo que Olga Marie lo acompañó como orden de su padre para ver "el trabajo" que se debe realizar. A la joven no le gustaba lo que pasaba, pero al pasar de los años.

¿Cómo no simpatizar con Shirou?

El hombre hacía todo lo posible por los demás, incluso cuando algo iba a su contra, ¿Cómo odiar a una persona que dedicaba su vida en cuidar de los demás?

Esa misma indiferencia por persona, al principio no le gustó, quiso que él hombre la viera como algo más que una simple persona más del montón a quien ayudar, pero con el paso de los años viendo como Shirou interactuaba con los demás se dio cuenta que realmente sí tenía un trato especial por parte del hombre.

Aquello le llenó algo en el pecho, después de todo, a pesar de todo, Shirou no era visto del todo mal dentro de la torre, ser el "perro de los señores" o el "perro de Marisbury" hizo que muchos magus pensaran dos veces antes de si quiera cruzar palabras con él.

Ella recordó un incidente por culpa de eso, ella no pensó bien cuando su padre le dijo a Shirou la orden de "proteger a toda costa"

Fue en enero del 2010, cuando se estaban volviendo estaba empezando a involucrarse más con Shirou, ella pasó de conocerlo a estar bastante tiempo con él por órdenes de su padre para que ayudara en alguna que otra misión o bien dejando a Shirou como su guardaespaldas.

Ella en ese tiempo no comprendía el alcance de sus palabras o la influencia que tenía su padre con Shirou, parecía que Shirou seguía ciegamente las ordenes de Marisbury, todo el mundo decía aquello, Olga Marie no lo creyó.

No hasta que fue el día del primer incidente.

Una pelea normal con una noble que se burló de ella, ella ya había sido intimidada antes, pero nunca agachó su cabeza, ella había recibido palabras antes pero jamás las devolvió porque sabía que era una pérdida de tiempo tratar con personas tan ignorantes.

El problema era que Shirou tenía en su cabeza también la "reputación" de la familia como prioridad a mantener. Ella conversó con el hombre después de aquel incidente y como ella esperó, Shirou no estaba de acuerdo, pero no cuestionó a Marisbury.

Una noble más, una de las tantas que solían burlarse de ella, poniendo alguna que otra trampa inofensiva ante ella o simplemente lanzando algo para molestarla.

No fue la primera vez que veía como Shirou mataba a alguien, pero si fue algo que posiblemente fue presente para todos los presentes en el pasillo en la torre.

Fue rápido, la joven que iba a lanzarle un pequeño encantamiento para molestarla simplemente pudo ver su brazo caer al suelo en un instante y su garganta empezar a escurrir sangre.

Ese día tuvo que hablar con Shirou, que no había una amenaza para ella, pero la respuesta que le dio hizo que se preocupara en aquel momento.

―Tú no puedes morir, eres la heredera, la próxima directora de Chaldea.

Se sintió horrible cuando el hombre expresó eso de ella.

La cuidó en exceso porque ella algún día tomaría Chaldea, pero lo que no esperó es que su padre fuera el que le dio el visto bueno para el actuar desproporcionado de Shirou. Vio a la noble ante ella llorando y gritando agarrándose la garganta, más que un grito fue un intento sofocado de emitir algún tipo de sonido.

La fortuna le sonrió a la joven que no había muerto ese día, pero el pánico se extendió porque ese fue uno de los tantos incidentes en los que Shirou había intercedido por ella en exceso.

Un brazo, una pierna, ojos o inclusos partes íntimas. Crear amistades con Shirou alrededor fue algo problemático… el saber que una persona detrás de la que estás hablando podría cortarte sin siquiera poder enterarte de ello era algo para temer.

El único caso que se regocijó de aquel acto fue cuando un noble, un tonto para ella, la tomó del brazo y le dijo que lo mejor para un desperdicio como ella era el casarse con él, eso más el hecho de haber puesto su entrepierna contra ella fue la experiencia más asquerosa que había tenido hasta ese momento.

El grito de odio y la expresión de dolor en el rostro de ese idiota fue algo que disfrutó. Shirou en ese tiempo era raro, bastante, era como si no hubiera aprendido a ser humano en todo este tiempo.

Era un buen luchador, según su padre era mejor que un ejecutor, ella pensó que exageraba, pero no importaba.

Shirou tenía su corazón en el lugar correcto pero sus acciones eran cosas que no le gustaban.

La decoración siguió en silencio junto con los pensamientos de ambos. Esta sería la primera vez que festejaría la navidad. Miró el calendario, era el 24 de diciembre de 2011, se suponía que las decoraciones se hacían mucho antes pero como recién podían estar en paz las cosas llegaron tarde.

Fue una tarde completa de adornar la casa y poner un montón de luces, Olga Marie no entendió bien como eso quedaría bien, miró al exterior y vio una de las camionetas negras que estaban con guardias para la casa, solo ella y Shirou estaban dentro.

Cuando por fin terminaron de decorar el interior fue que se fue al baño y se limpió, los pensamientos sobre el festejo estaban en su cabeza, pero no entendía del todo aquello, ella sabía que los niños pedían un deseo a Santa, ella misma de pequeña había pedido un deseo a pesar de nunca haber festejado la navidad, si estaba al consciente y con una idea de ello.

Por lo cual cada navidad deseaba poder escuchar un cumplido.

¿Acaso su deseo fue tan egoísta que no podía ser cumplido incluso por una fantasía?

Desde que empezó a interactuar con Shirou para ella todos los días eran como la navidad, porque siempre encontraba el hombre una forma de darle un cumplido, y no eran cumplidos vacíos o palabras para complementar.

Eran palabras que de verdad salían porque el hombre lo deseaba, eran palabras que de verdad quería decir.

Ella no podía desear nada más que eso.

― ¿Todo bien Marie-san? ―Olga Marie levantó la cabeza y miró la puerta del baño, se había tomado su tiempo en la ducha y había perdido la noción del tiempo, posiblemente Shirou se preocupó.

―Sí, saldré en un momento ―Olga Marie respondió antes de dar un suspiro.

Cuando bajó las escaleras fue y vio la sala principal fue que se dio cuenta de su trabajo, las luces y adornos junto con el árbol colorido en medio de la sala.

Fue hermoso.

Era la primera vez que ella veía una decoración así, a lo mucho había visto esto de lejos en las casas de las personas no iluminadas, pero en la propia torre no había algo como esto.

Ella bajó las escaleras y fue al comedor.

Una mesa larga repleta de todo tipo de platos, y en las sillas a los lados los guardaespaldas que se suponían que debían vigilar, todos ellos sonriendo y con una copa en mano.

Ella no entendió.

―El invierno es bastante fuerte afuera, además es mejor celebrar entre más ―Shirou apareció con un delantal rosa trayendo una bandeja más con comida y colocándola en la mesa.

Hombres con trajes de vestir, algunos con cicatrices y que uno directamente asociaría con personas de alguna mafia, todos ellos estaban sonriendo bebiendo y celebrando, gritando ante su entrada, como si ella fuese la estrella de la noche.

Un reloj a su lado sonó asustándola haciendo que mirara el reloj marcando las doce.

Un grito de todos los hombres llegó ante eso, celebrando y sonriendo, personas que a primera vista parecían aterradoras ahora la estaban viendo y sonriendo con una calidez enorme.

Ella conocía a cada uno de ellos, esos hombres habían estado a cargo de Shirou como sus guardias desde que ella comenzó a ser cuidada por Shirou, pero el verlos tan felices…

― ¡Feliz navidad! ―el gran grito unánime de los hombres salió mientras que reían y alzaban las copas ante ellos. Ella escuchó historias sobre esto, como el vivir en guerra creaba hermandad, ahora mismo viendo a esos hombres podía ver como estos bromeaban y jugaban entre sí, reían y sonreían.

¿Qué clase de seguridad era la que tenía ella?

Lagrimas estaban cayendo por el rostro de Olga Marie quien tuvo que bajar la cabeza al instante, ella se había maquillado y quedado perfecta como siempre, ella debía lucir siempre impecable como una Animusphere, entonces, ¿por qué estaba llorando ante esos idiotas ante ella?

―Feliz navidad Marie-san ―ella alzó la cabeza, sus ojos estaba algo rojos, ella no estaba acostumbrada a esto.

¿Se había desmayado mientras que ayudaba a Shirou a colgar los adornos y ahora estaba soñando?

Vio como Shirou se quitó el delantal que tenía quedando con su camisa y chaleco de vestir. Olga Marie vio como este se fue a uno de los estantes y abrió un compartimiento sacando una caja envuelta.

―No…

El susurro de Olga Marie fue bajo, ella no podía creer esto.

―No tuve suficiente tiempo para preparar esto, pero es algo que creo que te quedará bien, he visto como el que tienes te ajusta bastante así que pensé que sería bueno para ti ―la sonrisa de Shirou fue enorme.

Olga Marie extendió su mano, estaba temblando, ella misma no sabía que decir, miró a su alrededor y vio la sonrisa de los hombres a su alrededor, todos ellos esperando que abriera el regalo.

¿Esto era de parte de esos idiotas también?

Quitó el envoltorio con cuidado y sacó una caja blanca simple, al abrir la caja lo vio.

Una pañoleta para el cuello color rojo que era parecida a la que usaba, pero obviamente más grande.

―No sabía que regalarte, y me gustó como te quedaba eso por lo que-

Ella no dudó más y abrazó a Shirou y lloró.

No era la primera vez que lloraba por culpa de Shirou, pero no lloraba por odio o tristeza, ella se sentía tan mal el sentirse tan emocional, ¿por qué le tenía que enseñar tantas emociones que nunca conoció?

Ella nunca había festejado su cumpleaños, nunca había tenido un día para estar de vaga o poder celebrar alguna cosa tan tonta como una aprobación de un examen, ella nunca había recibido un solo regalo en su vida hasta ahora.

Ella se odiaba porque solo podía estar feliz pero no sabía cómo expresarlo, ¿era esto el sentirse débil?, Olga Marie lo odiaba, odiaba llorar por cada emoción que descubría y por cada cosa que aprendía.

Pero ella no podía disgustarse, en el odio de su propia debilidad, ella adoraba el hecho de que la estuvieran valorando incluso si ella se estuviera degradando por eso.

―Gracias…

Aquello fue lo más sensato que ella pudo decir, aquello fue lo que podía decir y lo que se le ocurría. Miró a Shirou a los ojos, sus ojos llorosos vieron el bronce ante ella, oro chocó con bronce y solo pudo sonreír con la mejor sonrisa que pudo dar.

―Feliz navidad también.

Entre lágrimas y clamores, Olga Marie había recibido su primer regalo y había festejado por primera vez algo como la navidad.

Shirou solo pudo ver la sonrisa más pura que jamás había visto, una sonrisa que pura felicidad, una que era como la de Kiritsugu, una sonrisa que fue casi como si hubiera salvado a Olga Marie, pero solo le dio algo tonto como una pañoleta para el cuello.

Shirou no comprendió el despliegue de emociones una vez más de la joven, como siempre no podía entender porque esta clase de cosas triviales generaban tanta felicidad en los demás.

¿Un regalo había salvado a Olga Marie?

La pregunta se formuló en la cabeza de Shirou sin poder quitarse esa sonrisa angelical de su cabeza. Fue una sonrisa que no dependía de nada, que no debía nada y que no exigía nada.

Una simple sonrisa que expresó la felicidad absoluta de la joven.

¿Estaba bien ser feliz con tan poco?

La siguiente pregunta se formó en la cabeza de Shirou viendo como Olga Marie lo abrazó con fuerza y hundió su cabeza en su pecho llorando y riendo, él la rodeó en un abrazo y miró a la joven quien parecía más que feliz ante la respuesta.

¿Estaba bien que él fuese feliz con algo como esto?

No…

No… no podía simplemente ignorar todas las voces, todo lo que dejó atrás, no podía.

―Gracias Shirou ―la boca de Shirou se abrió cuando volvió a ver el rostro de Olga Marie que se elevó y le dio un beso en la mejilla.

¿Por qué ella estaba tan agradecida con este gesto?, el grito y silbido de parte de los hombres en la mesa al lado no se dio a esperar cuando vieron aquel gesto de Olga Marie a Shirou, la joven se puso roja y Shirou no entendió la calidez de eso.

¿Por qué estaba feliz con algo como esto?, si en vez de celebrar con Olga Marie hubiera estado en el frente en algún lado podría haber salvado más vidas que simplemente desperdiciar una noche en un brindis.

¿Por qué decidió que esto era más importante?

Shirou solo sonrió como siempre, ignoró sus pensamientos y quitó todo el sentimentalismo de su cabeza, el razonamiento vino cuando despejó el deseo y solo pudo centrarse en su objetivo, pero ahí de igual forma estaba.

Aquella luz que no lo dejaba de cegar a pesar de cerrar sus ojos.

Shirou tomó una botella que estaba en la mesa, Olga Marie esperó aquello, como el hombre desató aquel sello de la botella y el nudo del alambre el cual sujetaba la tapa puesta a presión.

Un jalón y la cuerda salió junto con el sonido de la tapa explotar dejando la botella abierta, Shirou sonrió antes de tenderla una copa que empezó a cargar.

Para Olga Marie quien no paraba de ver todo y estar fascinada, este era el mejor día en su vida.

―Feliz navidad, Shirou ―la sonrisa enorme en el rostro de Olga Marie se contagió con la de los presentes y el propio Shirou quien no ocultó la felicidad del momento.

Compartir como en familia… era como si un sueño o un milagro se hubiera cristalizado ante ella.

― ¿Entonces planeas quedarte hasta que todo se calme? ―Shirou miró a la persona delante suyo. Un viejo amigo, el emperador del nuevo imperio, alguien quien alzó al poder a base de sangre, pero con el ideal de llevar una unidad a los pueblos en lucha.

Un sueño que se había cumplido.

―Este es el único lugar en el cual no pueden buscar, las fronteras siguen siendo las más estrictas, planeo quedarme hasta el próximo mes y luego irme, quedan unos días, así que no creo que sea difícil.

Shirou había conocido a esa persona ante él desde hace año, lo encontró en el suelo después de haberse peleado en un bar porque estafaban a los demás, él vio en el hombre que ahora ostentaba el título de emperador alguien que realmente podría ser un buen líder.

Tuvieron un montón de aventuras juntos en el oriente, guerras que apenas contaron con vida y peleas que a duras penas lograron ganar, una hermandad que tenía consolidada entre el hombre él.

―Ya veo, no veo problemas, te podrás quedar y te daré un lugar para que puedas descansar ―la respuesta tranquila del emperador en su trono hizo que Shirou sonriera. Incluso con los años, aún confiaba en el hombre sentado en aquella silla de oro ante él.

―Gracias.

El sonido de varios seguros se escuchó haciendo que Shirou abriera los ojos.

La puerta principal de la sala de reuniones se abrió dejando entrar a varios soldados armados con fusiles y chalecos, cada soldado estaba vestido de pies a cabeza para una pelea.

― ¿Qué es esto? ―la pregunta de Shirou fue tranquila mientras que vio como los hombres se le acercaban, no dejaron de apuntar en ningún instante.

―No es el dinero, la ONU dijo que daría libre acceso a comercio y libertad en ciertos sectores a quien diera tú cabeza ―el emperador llevó una mano a un plato que tenía en una mesa a su lado y tomó una manzana dándole un mordisco―. Estamos restringidos, con la guerra en su fin, la economía será un dolor, no podemos mantener el tráfico como queramos, la guerra era horrible, pero movía una cantidad insana de dinero.

―Entonces seré tú boleto de cambio para que quiten las restricciones al nuevo imperio ―un trago se escuchó del emperador al comer la amanzana.

―No lo tomes a mal, viejo amigo, hemos vivido muchas cosas juntos, pero sabes que esto es lo mejor para el pueblo, la liberación y la apertura, puede que la guerra haya terminado como tal, pero la lucha nunca termina.

Shirou sonrió un poco cuando alzó las manos y miró el suelo.

Esas palabras que había dicho el hombre fueron las palabras que le había dicho cuando lo encontró por primera vez.

Shirou cerró los ojos y solo se dejó golpear, intentó lo más posible dejarse estar.

El fuerte golpe de una culata derribándolo no lo noqueó, pero no protestó, sintió como lo esposaron lo aplastaban contra el suelo.

Abrió un ojo y vio al emperador que solo dio un mordisco más a la manzana, la escena ante él… no era ver a un viejo amigo, un compañero, un hermano en la batalla ser llevado y encerrado.

Era ver un medio para un fin.

― ¡Esto no puede suceder! ―Olga Marie golpeó su escritorio cuando miró las noticias.

Era el 22 de diciembre de 2012, la noticia de como apresaron a "Emiya" fue dada al mundo entero. No fue una noticia menor, puesto que todos los medios se dedicaron a comer de la noticia que se generó dentro del nuevo imperio.

Cada noticia era más exagerada que la anterior, pero de igual forma toda historia comenzaba con lo mismo, con fotos de Shirou con armas alrededor de cientos de personas muertas, él hablando con reconocidos "terroristas" y la lista seguía.

Todo crimen de guerra posible hecho era por el cual el mundo estaba acusando a Shirou.

―Por favor, cálmese, esto puede que sea así, pero podremos hablar y-

―La maldita torre mandó un comunicado diciendo que aprobaban la ejecución de Shirou Emiya, todo los cargos y el estatus que tenía no funcionan ahora, no puedo revertirlo ―Olga Marie se giró y vio a Romani quien estaba sorprendido ante la negativa tan fuerte y el enojo presente de la joven―. Necesito hablar con la cabeza de familia Edelfelt, ahora.

Ella mencionó eso a uno de los secretarios estaban en la sala, el nombrado corrió y fue directo a la sala de comunicaciones para comenzar.

Ella estaba en la sala principal de desarrollo de Chaldea, allí estaba el mundo mismo girando a su espalda, la luz que iluminaba la humanidad.

Por primera vez le pareció demasiado apagada.

El hombre que fue llamado vino corriendo trayendo un comunicador de Chaldea, una simple línea que usaba un holograma táctil.

―Oh, es sorprendente que la reina falsa me contactara tan de golpe, se puede saber que-

― ¿Por qué Emiya está encerrado y sentenciado a muerte? ―la pregunta de Olga Marie fue directa.

Luvia no contestó de inmediato, Olga Marie vio como el rostro de la mujer cambió a una sonrisa algo torcida.

― ¿Por qué no lo estaría?

Los ojos de Olga Marie se abrieron ante esa respuesta, por lo que aprendió Shirou ayudó para que la familia Edelfelt monopolizara el comercio de la tecnología que se filtró de Chaldea. ¿No había un signo de gratitud de parte de Luvia?

Por no mencionar que se suponía que eran amigos desde hace tiempo.

―Los señores votamos por su ejecución, fue unánime, el día en que se te quitó el cargo de reina fue el día que se dio la reunión, se determinó que Shirou Emiya no sería designado a sellado, sino ejecutado, el imperio sacro dará una ejecución publica, magus irán a comprobar eso, ¿qué sentido tiene su llamada?, seguro que tiene un informe completo en su escritorio, su señoría.

El sarcasmo en la voz de Luvia hizo que Olga Marie apretara los dientes y mirara con asco a la mujer que se estaba riendo de ella.

― ¡¿No deberías estar agradecida con él?! ―la voz de Olga Marie fue fuerte, ella comenzó a salir de la sala principal y entró en el ascensor, ella iba a ir a su oficina.

―Oh, querida, las cosas se complicaron más de lo que creerías, pero lo importante es que el perro de los Animusphere tendrá que retirarse permanentemente ―Luvia sonó cantarina, Olga Marie estaba disgustada, ella no debería mostrar tanta emoción, pero ¿cómo no hacerlo?

―Pensé que como eras una amiga de Shirou, creí que serías algo más, no debí dar la orden del monopolio a tú familia ―la voz de Olga Marie fue molesta, mucho más que antes y ese enojo se incrementó cuando vio como Luvia le sonrió.

―Oh, pero lo hizo, no se preocupe, la casa de Shirou sigue estando libre si es que aún tiene tiempo para una visita ―Olga Marie se confundió ante las palabras y el giro de la conversación de Luvia―, él idiota se preocupaba por ti bastante, así que supongo que podrías llevar algo que esté allí para no sentirte sola.

Esas fueron las últimas palabras de Luvia antes de que se cortara la trasmisión. Olga Marie se quedó quieta viendo el comunicador mostrando el que no había señal. La joven se quedó pensando en las palabras de Luvia.

Hubo un giro de conversación que era obviamente de burla, pero también un detalle vago, no sabía si estaba pensando demás esta situación o si realmente había algo que Luvia le había querido decir.

Fuyuki fue afectado por la guerra en japón, pero no en su totalidad, fue una de las ciudades cercanas al conflicto con menor impacto directo. ¿La casa de Shirou estaba aún de pie?

No sabía si estaba siendo paranoica o sí la mujer solo se estaba burlando de ella, pero tuvo un presentimiento, miró la fecha, y hora.

Eran las 08:43 pm del 22 de diciembre de 2012. Olga Marie miró la fecha de a un lado de su comunicador y apretó los dientes. Necesitaba ordenar un avión lo más rápido posible.

― ¿Has descansado bien? ―Shirou abrió los ojos y miró hacia el frente. Estaba atado a una silla, su ropa había sido despojada, estaba amarrado con cuerdas gruesas y cadenas, algo exagerado para él.

―Lo siento viejo amigo ―el que fue en su momento alguien con quien compartió bebidas, comida e incluso sueños ahora estaba ante él, a su lado había un par de personas que lo miraban fijamente.

― ¿Qué es esto? ―la pregunta de Shirou vino seguida de un puño que conectó con su rostro e hizo que tanto él como la silla cayeran a un lado en el suelo de tierra, estaba en una celda, una de piedra tosca, pero pudo distinguir el campo delimitado alrededor del lugar.

―Verás, algunos de nuestros… socios, perdieron a algunos de los suyos mientras que estabas en una de tus tantas incursiones.

Shirou abrió un ojo con dificultad. Él no había participado ni siquiera en la mitad de lo que se lo había acusado, había tanto en lo que se le había señalado que no tenía sentido alguno el que esté en este momento ante esas personas que deberían saber de primera mano que él no era el responsable de los atentados que iniciaron todo.

Él fue quien intentó frenar toda esta guerra, el emperador lo sabía, los hombres a su alrededor también deberían saberlo, entonces, ¿por qué lo estaban señalando?

El sonido de la cadena atada a su cuerpo siendo tirada hizo que apriete los dientes cuando lo alzaron a la fuerza una vez más, colgándolo para luego sentarlo una vez más.

El sonido de otro golpe se dio.

Las cadenas se mecieron y rechinaron ante el impacto y el movimiento del cuerpo de Shirou colgado. Shirou apretó los dientes y miró su cuello.

No podía usar magia.

el misterio que habían usado para dejarlo así era uno utilizado para los designados para ser sellados, eso decía que la asociación de magos estaba involucrada en esto. Quiso reírse.

Era obvio que iban a dar con él como la causa de las bajas de ellos y el mal comercio que tuvieron.

¿Era esta su forma de castigarlo?

Sangre.

La boca de Shirou se abrió cuando un diente salió ante un golpe con una barra de hierro directamente a su cara.

―Bastardo, eres jodidamente duro ―uno de los hombres miró la barra que se había doblado y el daño mínimo al cuerpo del hombre ante él.

Shirou imponía, medía mucho más que la media, el musculo construido que tenía el hombre parecía ser más tallado que algo generado, el ejemplo de un cuerpo perfecto sano y el punto auge de lo que un humano aspiraría a lograr y mucho más.

Ese era el estado de Shirou Emiya.

¿Pero eso?

El hombre miró la barra de metal doblada y a Shirou sangrando por el labio, ambos se miraron a los ojos, uno sin entender y el otro sin juzgar.

Un segundo golpe se dio por miedo al instante en que los segundos pasaron y el contacto visual no se perdió, un escalofrío recorrió la espalda del hombre cuando vio como la barra de metal, si bien no era gruesa especialmente, se había doblado nuevamente.

Además, el revote en su mano, era como si estuviera golpeando una jodida barra de metal más que a una persona. De igual forma furia y miedo se mezclaron en su cabeza e iba a golpear por tercera vez.

Un hombre con traje militar y un sable lo detuvo.

―No eres la única persona que busca tener su momento ―el emperador habló haciendo que el hombre mirara hacia atrás viendo como los otros también estaban expectantes.

―Entonces, ¿tortura? ―Shirou sonrió de lado mientras que alzaba la cabeza y miraba al hombre que había llamado amigo toda su vida.

Compartió una mesa, comida, cama e ideales para que esto quede así…

―Por tu contribución no será como esperas, además tú ejecución esta programada para el 25 de diciembre ―la voz neutra y la expresión simple del hombre con la corana hizo que Shirou resoplara de diversión.

―Está bien, morir así, no importa ―la fecha no era algo que estuviera en la mente de Shirou, debería haber una razón por la cual decidieron ellos, un estado que se basaba en la religión, el derramar sangre de alguien justo el día más sagrado para algunos.

No importaba, sus acciones ya no eran requeridas en este mundo, incluso cuando la negativa constante de Alaya lo azotó en su cabeza sobre la caída de este mundo, la muerte de Olga Marie fue algo que le comentó, pero para Shirou ya había logrado la estabilidad que se necesitaba.

Había hecho cosas horribles, el equipo que protegía a Olga Marie, personas que el mismo eligió, personas las cuales manipuló a un punto de sugestión que veían de una forma casi endiosada a Olga Marie.

El mismo fue visto por más de uno como alguien enviado por Dios para salvarlos. Aún no sabía como estaba reaccionando el mundo ante su sentencia a muerte y ante todos los crímenes que estaba siendo acusado.

Los pasos sonaron antes de que los golpes vinieran ante su cuerpo. Gritó, era lo que ellos querían, relajó su cuerpo, era lo que esos hombres desean, el dañar, el romper el destruir, ¿Cómo negar al menos el pequeño alivio ante la perdida de esas personas?

Shirou había hecho tantas cosas a lo largo de los años, tanto en búsqueda de la paz de la humanidad, siguió a Marisbury por ello, no lo cuestionó en nada al escuchar su deseo, el deseo de Chaldea.

El preservar la supervivencia humana a todo costo.

Otro golpe llegó con fuerza a su rostro, fue un tuvo de metal que fue lanzado con fuerza. Un diente cayó junto con la sangre que fue arrojada hacia un lado después del impacto.

La furia en los hombres se había aplacado después de un largo tiempo de golpes que no pararon.

El cuerpo de Shirou, antes en buen estado estaba lleno de cortes y moretones en este punto, el emperador había visto todo aquello en silencio, un trono había sido puesto en la celda y el hombre quedó viendo al que fue su amigo atado y siendo usado como un saco de boxeo de manera literal.

Esto solo era el día uno, había muchos que pagaron su parte para darle un golpe, aunque sea a Shirou Emiya, pero al mismo tiempo que había quienes que pagaban para golpear a Shirou, incluso había personas en los estratos superiores que pagaron solo para verlo.

El héroe de unos y el enemigo de otros.

La ambigüedad que golpeó el mundo fue algo que se dividió de una forma que nadie había anticipado. La paz fue lograda, ese fue un concepto que se alcanzó de forma no tangible, incluso ahora, a pesar del "cese total" de fuerzas, había pequeñas escaramuzas que empezaron a combatir.

Un lado apoyaba a Emiya, lo reconocían como alguien que trajo salvación, un mediador entre toda la masacre que habían sufrido por décadas, pero otros veían a Emiya como el mayor mal que había pisado el mundo, siendo quien empujó al mundo a una guerra a base de venta de información.

Pero todo ello fue posible de controlar por una causa. El emperador arrugó el rostro ante el hecho de que incluso ante su derrota, ante la perdida total, Shirou había logrado lo que había querido.

Todos veían a Olga Marie como la persona más influyente en el mundo. El internet había explotado con la aparición de tal persona, la "Diosa de la humanidad" por su apariencia, el emperador mismo no sabía que opinar sobre el asunto, el monopolio total de la fuerza contra la tregua había dejado como resultado una mayor facción que daba apoyo a Olga Marie y Chaldea.

Ya no se trataba de "buscar un director", sino el mundo ahora estaba en el estado "complacer al director" de Chaldea. La mujer que ahora era llamada incluso a modo de juego por otros como "la presidenta del mundo"

Pura mierda.

El sonido de las cadenas sacudirse cesó cuando los hombres dejaron de Golpear a Shirou quien estaba con la cabeza gacha y la boa abierta, la sangre caía por su nariz y su boca.

No importaba si antes lo había llamado amigo o compañero, él le había prometido que iban a lograr lo que quisieran, ¿pero el decidió dárselo todo a esa niña?

Si hubiera conseguido el puesto de director ahora el mundo tendría que lamerle los pies y besar el suelo en el cual caminaba como lo estaban haciendo con Olga Marie Animusphere.

Alzó su mano indicando a los guardias que podían soltar a Shirou. Los hombres se acercaron y quitaron las cadenas y las cuerdas y dejaron al hombre en el suelo, la sangre se mezclaba con la tierra de la celda sucia.

Heridas que se infectarían sino eran tratadas. El emperador miró a Shirou quien estaba con los ojos entre abiertos respirando con dificultad. Se levantó de su trono y caminó hasta estar frente a Shirou y poner su pie cubierto por una sandalia con cuerdas de oro atando aquella prenda sobre la cabeza de Shirou.

― ¿Por qué dejarte lastimar cuando puedes hacerte prácticamente invulnerable? ―él era un iluminado de la luna, por ello conocía el renombre y la capacidad total de Shirou, el mayor asesino que jamás había existido, el limpiador de la torre, el perro de los Animusphere y la encarnación del asesino mismo.

―Ellos… ―la voz de Shirou sonaba cansada, la sangre salía por un lado de su boca, a pesar de estar llena de sangre, Shirou sintió que su boca estaba seca―, querían liberarse… ¿Cómo podría enojarme con quienes sufren?

El emperador cerró los ojos y apartó su pie antes de darse media vuelta.

―Vístanlo y prepárenlo, será llevado y atado en el centro de la ciudad, nadie lo tocará hasta que quede el día de la ejecución ―el hombre no miró a Shirou quien estaba en el suelo, no lo volvió a ver, porque sabía que incluso si quisiera odiarlo, si Shirou estuviera enojado.

Su muerte significaría un conflicto por poder dentro del nuevo imperio.

La razón por encima del corazón.

Aquello fue algo que acuñó para referirse a Shirou Emiya, la persona que más amaba a los humanos y al mismo tiempo era el que más estaba dispuesto a matarlos, aceptar el mal y aceptar la bondad, el hombre reflejaba ambos lados, ¿Cómo no ser aceptado al final?

La puerta se cerró detrás de él dejando a Shirou quien estaba siendo alzado por los guardias.

El sonido de la puerta cerrarse con fuerza fue lo último que el emperador escuchó antes de caminar y salir del lugar. Había gente que estaba viajando ante el anuncio de la ejecución de Shirou, se sorprendió que la fecha dada fuera en navidad, pero unanimidad fue alta, no podían permitirse dejar vivo tanto tiempo al hombre.

No se trataba de querer o no, se trataba de algo necesario.

Un mal necesario.

Olga Marie estaba golpeando con su pie el suelo con molestia, tenía el dedo pulgar en su boca y estaba mordiéndose la uña ante la vista.

Eran las 07:35 de la mañana del 23 de diciembre del 2012.

Su desesperación vino que no podía interferir de manera directa en nada de lo relacionado con Shirou, hubo una convocación en la torre en su ausencia, cuando regresó en Chaldea en ese pequeño instante, los señores de la torre votaron todos a favor.

Shirou Emiya iba a ser ejecutado como un criminal para los no iluminados.

Ella estaba desesperada, el apoyo del lado de la torre ahora no era una opción, no podía hacer nada más que mirar como las horas pasaban, como los minutos no dejaban de correr.

El reloj ante ella parecía estar riéndose a cada segundo que pasaba, cada movimiento del segundero del reloj era como escuchar la risa de alguien que sabía que ella iba a fracasar.

―Hemos llegado ―una voz vino desde detrás de ella. Un parlante dentro del vehículo en el cual estaba, ella había viajado a Japón y ahora estaba en Fuyuki.

Bajó del auto viendo como su seguridad, los mismos miembros que el mismo Shirou había formado, estaban mirando a todos lados. Vio a su alrededor, las casas destruidas y los caminos repletos de cráteres que habían sido secuelas de la guerra librada en la ciudad.

Caminó unos pasos y miró la casa que parecía antinaturalmente intacta dentro de todo aquel lugar cargado de escombros.

Era la casa que había señalado Shirou como propia la vez que vinieron.

No era momento para dudar, Olga Marie lo sabía, por lo cual se acercó, pero cuando estaba por tomar el picaporte de la puerta esta se abrió antes.

Sus ojos se abrieron en sorpresa y retrocedió al instante llamando la atención de todos. Su seguridad la cubrió, el sonido de los seguros de las armas sonó mientras que apuntaban a la persona que estaba dentro.

―Me alegra saber que razonaste lo suficiente para venir aquí ―Olga Marie conocía esa voz.

Luvia Edelfelt estaba parada ante ella con una sonrisa mientras que miraba a Olga Marie quien estaba con el ceño fruncido. Ella agradeció que no había siquiera civiles cerca para verla, había olvidado por la ansiedad el siquiera cambiar su apariencia.

―Adelante, tengo algo que necesito darte ―Luvia habló mientras que entró dentro de la casa una vez más, Olga Marie vio como la mujer de pelo rubio se perdió en cuando dobló en el pasillo.

―Quédense fuera ―Olga Marie ordenó a las personas a su alrededor, quienes no dudaron y solo asintieron y tomaron una pose de descanso.

Ella miró la casa y se aproximó, no fue como la primera vez que había entrado en aquel lugar, la primera vez que había llegado a este lugar con Shirou a pesar de no recibir la mejor bienvenida, sintió algo de paz, ¿ahora?

Solo quedaba el desconcierto y la molestia general.

Iba a dar un paso más hacia adentro cuando vio los zapatos de Luvia y recordó lo que le había dicho Shirou sobre quitarse los zapatos antes entrar. Ella lo hizo, solo por respeto a quien pertenecía la casa.

Caminó y se encontró con una Luvia sonriente que estaba sentada frente a una mesa, mesa en la que vio una caja del tamaño de un puño, era una caja roja con bordes negros pero lo que más podía distinguir con solo ver aquello.

Era que la caja estaba hecha para almacenar un artefacto de grado especial.

― ¿Qué es esto? ―Olga Marie caminó y se sentó frente a Luvia quien estaba sonriendo con los codos apoyados sobre la mesa y la cara descansando entre las manos.

―El regalo de navidad de Shirou ―la sonrisa de Luvia solo creció haciendo que Olga Marie la mirara con molestia.

― ¿Lo entregaste no es así?

― ¿Perdón? ―Luvia alzó una ceja confundida.

―Entregaste la información de Shirou a los que lo buscaban, ¿no es así? ―Olga Marie apretó el puño y miró con rabia a Luvia.

―Oh, querida, das bastante miedo ―los ojos de Olga Marie mostraban todo menos cualquier signo de amabilidad―. No fui yo, el plan era hacer que Shirou desaparezca por unas semanas y luego ir a Chaldea, iba a refugiarse en la capítula del nuevo imperio.

Olga Marie parpadeó ante esa información.

― ¿Cómo se que no solo estás inventando todo esto? ―Luvia dejó caer algo su sonrisa e hizo un gesto de que esperase. Olga Marie miró a la mujer quien tenía una gabardina color azul y guantes negros.

La gabardina cayó y los ojos de Olga Marie se abrieron.

―La caja contiene algo que Shirou quería darte, nos detuvieron en el nuevo imperio un día antes del anuncio público de la captura de Shirou, el emperador, no, ese bastardo nos traicionó, Shirou habló horas de como podía confiar en el hombre y mira el resultado ―aquella parte final fue dada con un bufido de diversión.

Olga Marie estaba callada.

El brazo izquierdo de Luvia había sido reemplazado por una prótesis color oro, y no solo eso, la mujer solo vestía un top color negro, por lo cual pudo verlo, la cicatriz que estaba en todo el lado izquierdo del cuerpo de la mujer, ella miró el rostro sonriente de Luvia solo pudo mirar la caja poco después.

―Se entregó cuando nos atacaron, la asociación estuvo a cargo de la operación, no les gustó que la familia Edelfelt contara con el monopolio que conseguimos, querían que fuese algo repartido entre ellos ―Luvia subió la gabardina una vez más y se sentó frente a Olga Marie.

―Se llamó a una cumbre donde se te dio el poder absoluto, Shirou confió en ti en ello ―Olga Marie comentó haciendo que Luvia asintiera.

―Más que un reconocimiento los señores tomaron aquello como una orden, pero una orden la "falsa reina" sigue siendo una orden, incluso si desean hacer algo, no solo la reina debería actuar sino los señores también, pero te ganaste el favor de muchos de los señores, la votación quedo a negación de la redistribución de información esparcida por Chaldea.

―No entiendo porque meten sus narices en cosas como tecnología cuando toda su existencia la aborrecieron ―Olga Marie levantó la mano y acercó la caja más no la abrió.

―Miedo ―Luvia movió su mano buena y miró el guante frente a ella antes de apretar el puño―, la guerra les mostró que incluso si ellos no pueden caer, el mundo sí, tienen miedo de que la ciencia supere a todo lo conocida por la magecraft.

Olga Marie en cualquier otra situación se hubiera burlado de tal idea por parte de alguien, ¿magus teniendo miedo de ciencia mundana?

―Misiles, aviones de combate y armas de fuego que penetran incluso campos de los señores mismos, potencia de fuego que ellos no tomaron en cuenta en todo este tiempo, después de la guerra ahora ven porque el asesino de magus y su hijo lograron tanto con el uso de ello.

―Shirou no es ningún asesino ―Olga Marie sabía que estaba defendiendo lo indefendible al decir aquello, pero no importó.

―Lo sé ―la sonrisa de Luvia se suavizó ante aquello―, eres como lo imaginé, solo que un poco más linda, creo que entiendo porque Shirou tenía tanta fijación en ti.

La sonrisa de Luvia fue mucho más juguetona y ese comentario que soltó tomó por sorpresa a Olga Marie quien entró en corto ante esa mención.

― ¿Fijación? ―ella preguntó sin pensar, no debió hacerlo, ella debía actuar de forma profesional.

Pero su boca se movió antes de que pudiera razonar.

―Oh, ¿no lo habías notado? ―la sonrisa de Luvia hizo que Olga Marie se confundiera aún más―, Shirou no es alguien quien perdería el tiempo con nadie, incluso conmigo y Tohsaka, siempre había algo de por medio con él, para llamar su atención necesitas mucho más que solo decir cosas bonitas.

Ahora Olga Marie tosió en su puño y cerró los ojos.

―Por favor absténgase de dar esa clase de comentarios, Shirou no-

―No me refería al romanticismo, pero por lo que veo de tú lado si que lo tenías en cuenta ―Olga Marie abrió la boca de sorpresa, sus ojos quedaron como platos viendo la sonrisa enorme de Luvia.

―Yo… ―Olga Marie no supo que decir, se sintió avergonzada, demasiado, su rostro empezó a sentirse caliente, era obvio que se estaba sonrojando.

La carcajada de Luvia fue lo que le hizo darse cuenta de su error.

―Ya, no es para hablar de esto por lo que te llamé, aunque es lindo ver ese lado tuyo ―Luvia sonrió para luego dar un suspiro y mirar la caja―. Ábrelo.

Olga Marie frunció el ceño y recuperó un poco de su compostura. Miró la caja unos instantes antes de abrirla y ver dos collares que la sorprendieron.

―Esto…

Uno era uno rojo en forma de punta de flecha, estaba atada a un soporte de plata que iba a una cadena.

El segundo fue uno que reconoció muy bien al haberlo visto por años, fue el collar de su padre, ella creyó que su padre lo había escondido antes de su suicidio, ¿entonces Shirou lo encontró o lo tenía y deseaba dárselo?

― ¿Qué es lo que deseas que haga con esto? ―Olga Marie tomó el collar rojo y miró la gema, reconoció los pequeños patrones dentro y supo de quien era aquel collar, la magecraft era más que evidente.

―Es lo que Shirou quería darte antes de partir, el piensa morir por el bien común, como te he contado, no tengo ahora mismo ningún método para hacer algo ―la expresión de Luvia era dura, Olga Marie vio como la mujer se levantó por segunda vez para luego arrodillarse.

La boca de Olga Marie se abrió cuando vio como Luvia Edelfelt, probablemente la persona con mayor importancia en el mundo mundano, la persona más influyente económicamente en la torre se estaba postrando frente a ella pegando su frente contra el suelo.

―Nunca hemos hablado en forma, no sabes nada mí como no sé nada de ti, pero sé que eres la única persona que la torre no puede controlar a sus anchas, es por eso que te lo ruego… salva a ese idiota.

Olga Marie miró sin emoción su teléfono.

Había costado demasiado conseguir el acceso y el modo de viajar, era la mañana del 24 de diciembre de 2012, por fin había logrado ingresar al nuevo imperio.

No fue fácil, cambiar su apariencia, y conseguir pasar los controles costó bastante, al final había firmado para ver el "espectáculo" el cual se iba a dar este mismo día a media noche, justo al inicio del 25 de diciembre del 2012.

Fueron horas las cuales viajó para encontrarse a Shirou por fin después de tanto tiempo.

Su mente quedó en blanco al ver al verdadero héroe que terminó las guerras, a la persona que más le importó los humanos y que consideró toda vida como valiosa.

La persona más amable del mundo estaba atada en medio de un poste en una plaza custodiada siendo exhibido como si fuese un animal de zoológico, no, incluso aquellos animales podrían parecer mejor.

Una tez pálida, sangre esparcida por todos lados alrededor de Shirou y ropa que estaba manchada con todo tipo de inmundicia.

La última vez que había visto a Shirou tenía un porte elegante, ropa de la más alta calidad, zapatos costosos y todo tipo de lujos, incluso si Shirou no quisiera eso él se vestía y se presentaba de esa forma porque le había dicho que "le quedaba bien"

La gran postura y el porte tanto que tanto dio que temer ahora estaba siendo reducido a la figura de una persona de rodillas con las manos encadenadas y con cortes por todos lados, un estado deprimente.

Vio las piedras alrededor de donde estaba Shirou, era obvio que se las habían tirado.

―Dicen que ha estado sin comer o beber desde que lo ataron.

―Eso no es posible.

―Nadie ha interferido, no ha bebido ni una sola gota de agua en todo este tiempo y con todas esas heridas sigue respirando…

―Entonces, ¿es cierto qué no es humano?

― ¿Crees que un humano soportaría todo eso?, no puede ser más que un demonio.

―He escuchado de ello, la mayoría que lo llamaba enviado de Dios fueron del continente de África y América, ¿no?

Olga Marie estaba con un velo completo y con una apariencia cambiada por magecraft, iba a dejar esto y pasar para esperar el traslado de Shirou, pero la pequeña conversación que se originó ante ella le dio curiosidad.

―También en ciertas partes de Europa, muchos lo consideran un héroe de guerra, pero en Asia principalmente lo ven como el mayor terrorista de la historia, dicen que fue él quien hizo que el estado de China entrara en confusión y que el ataque a Japón se diera.

―Eso tendría sentido, porque justo después de que estallase la guerra fue allí, pero también ocurrió… la noche azul…

― ¡Idiota! ―la segunda persona lo recriminó―, no menciones eso otra vez, si nos escuchan iremos directamente a prisión.

―Pensar que eso es un tabú…

―Los que creen que el sujeto de allí es alguien enviado por Dios son los mismos que proclaman que él creó ese día.

―Sí él pudiera hacer eso, ¿por qué está allí atado como un cerdo esperando en el matadero?

―Eso es lo que hablo, es una idiotez, es solo otro loco que comenzó algo más grande de lo que podía, ¿conseguiste un puesto para la ejecución?

―Veremos la trasmisión en casa, aún sigo sin creer que la primera ejecución en público en décadas se diera de esta forma.

Olga Marie se alejó de aquellas dos personas.

Había escuchado suficiente sobre lo que creían las personas comunes sobre Shirou.

¿Si realmente Shirou fue responsable de la noche azul?, no le importaba nada de ello, sí lo hizo no era nada de importancia, era obvia la respuesta del porque no se liberó sí es que tenía tal poder.

Porque la persona que más amaba a los humanos era la persona la cual estaba siendo la más odiada.

Shirou simplemente deseaba paz, su padre quiso lo mismo.

Prosperidad para la humanidad, ¿por qué todos se negaban a tomar una mano que solo ofrecía ayuda?

Se quedó sentada en plaza a esperas de que trasladaran a Shirou, sabía que iba a haber un intervalo de dos horas en el cual sería encerrado antes de ser sacado para ser llevado a su ejecución.

Ella podría esperar incluso una eternidad si era para asegurarse de salvar a Shirou.

―Un aroma dulce, vainilla con canela, una colonia bastante hermosa, hacia tiempo que no olía algo realmente agradable.

Olga Marie no se movió de su lugar.

Cinco guardias estaban desmayados a su espalda, ella había dejado inconsciente a todos ellos, de los cinco uno era un magus, agradeció una vez más a Shirou.

Ella no era una damisela que podría ser atrapada por cualquiera, quizá en términos de seguridad Shirou fuese la mayor seguridad que existiera, pero había una razón por la cual ella vagaba como quería sin una guardia fija a pesar de su importancia.

Ella no tenía el título de genio solo por adorno.

―Ha pasado tiempo, no pensé que nuestra próxima reunión sería así ―Olga Marie tocó la puerta y sintió una descarga por su brazo.

Un campo.

―No es necesario que me saques de aquí ―Shirou comentó con tranquilidad viendo a Olga Marie quien estaba buscando en la ropa de los guardias por la llave.

Shirou estaba con su ropa hecha jirones, los retazos que aún sostenían las telas estaban bañados con suciedad y sangre seca.

―No es una opción el que te saque o no de aquí, vendrás conmigo, quieras o no ―Olga Marie no encontró la llave.

―Solo el emperador tiene la llave ―Olga Marie abrió los ojos cuando Shirou dijo aquello.

Vio como el hombre se levantó de su estado tirado en el suelo, las cadenas y grilletes resonaron mientras que se acercaba a la reja.

―Esto… ―ella confiaba en su capacidad.

Pero la celda había sido preparada para contener la mayor amenaza que existía con vida actualmente, algo que los mismos señores crearon en conjunto.

¿Ella podría abrirlo?

No, no es que, si pudiera, tenía que, solo quedaban unos treinta minutos antes del cambio de guardias.

―Volaré la reja, retrocede y-

Los ojos de Olga Marie se abrieron cuando vio como Shirou tomó los barrotes y las chispas empezaron a saltar al instante.

― ¡Suelta eso idiota! ―Olga Marie quiso empujar a Shirou, pero este se negó a soltar la reja.

― ¿Qué harías si alguien que quieres mucho, como un familiar fuese asesinado? ―Shirou miró a Olga Marie quien estaba más preocupada por él que por la respuesta.

Shirou suspiró y soltó los barrotes.

El olor a carne quemada se sumó al aire quitando aquella esencia tan agradable que había estado en el aire desde que Olga Marie había llegado, fue en parte un poco tranquilizador para Shirou ese cambio.

A cada momento que pasaba al lado de la mujer frente a él era como si algo dentro suyo flaquease, el rostro de desesperación de Olga Marie fue uno de los que menos disfrutó, el odio de ella era algo que nunca desearía.

Pero Shirou necesitaba alejarla.

Alaya iba a venir en cualquier momento por él de igual manera, su futuro ya se había enmarcado, ¿por qué dejar sufriendo más a los demás en vida?

Si su muerte traía mayor cantidad de paz que tristeza entonces estaba bien con ello, solo… odiaba el hecho de que una de las pocas personas que pensara en él en su muerte sea Olga Marie, él deseaba verla sonreír, ser feliz.

Poder vivir.

― ¿Qué harías si alguien que quieres mucho, como un familiar fuese asesinado? ―Shirou repitió viendo a Olga Marie quien mostraba confusión y preocupación.

Miró su reloj y la fecha.

Eran las 09:34 de la noche del 24 de diciembre del 2012.

―Yo… ―ella sabía que Shirou preguntaba esto por su accionar hasta ahora, debió saberlo, Luvia fue la que consiguió en su mayor parte todo para que ella estuviera aquí y tuviera la oportunidad de sacarlo.

Se había invertido tanto para que ella dudara ahora mismo.

―Buscaría… ―no quería mentir, la respuesta que Olga Marie diría sería "venganza", incluso con todo lo que había aprendido de Shirou, con todo el desinterés que había tomado por el bien común y la mentalidad de la humanidad por encima de todo.

Ella aún desearía vengarse.

―Sé lo que piensas, no te preocupes, está bien, está bien el pesar así ―Shirou sonrió antes de caminar y retroceder en la celda y sentarse.

―Shirou, no tenemos tiempo, sé que quieres ayudar, pero podemos-

―Yo maté a Marisbury.

Silencio.

El rostro de Olga Marie se congeló, su expresión se quedó en blanco, no supo que hacer o que decir, su boca que estaba abierta diciendo una oración se quedó muda y sin poder formular oraciones.

―El arma con la cual se realizó el disparo fue una beretta m9, en ese tiempo estaba trabajando para la una rama paramilitar de la ONU, una que estaba establecida y regida por estados unidos para-

― ¡Detente!

El grito de Olga Marie no fue medido, ella miró a Shirou con los ojos abiertos y una sonrisa medio torcida. La incredulidad estaba más que marcada en la mirada de Olga Marie quien miraba a Shirou como si este hubiera empezado a hablar en otro idioma.

―Él dijo que se arrepentía de como te trató, en la caja que te dejé supongo que lo viste, debajo del cojín de las joyas, las fotos que él guardó de ti, las tenía en su bóveda como si fuesen el mayor tesoro de-

―Por favor… ―Olga Marie se acercó y se arrodilló ante las rejas y miró a Shirou quien no cambió su expresión―, ¿esta es una mentira para que no haga nada?, ¿no?

Shirou se quedó en silencio, no hubo cambio de expresión o algo parecido. Olga Marie estaba esperando que en cualquier momento el hombre dijera algo así como "oh, me atrapaste"

―Siguió hablando, pero no lo dejé terminar, disparé directamente en su cabeza y luego me llevé su collar, es una llave de acceso para Chaldea, su puerta de seguridad trasera ―Olga Marie palideció.

―Oye… Shirou, por favor, esto no tiene sentido, tú y mi padre… ―los ojos de Olga Marie empezaron a llenarse de lágrimas―, tú y mi padre se llevaban muy bien.

Shirou se quedó en silencio unos segundos viendo como la respiración de Olga Marie empezaba a ser irregular, la negación estaba más que presente en la joven.

―Robé información gracias a eso, la repartí y generé que estalle la guerra en Rusia, puse el rumor de que Japón tenía lo que China estaba buscando, guíe todo para que la guerra se diera y pareciera un exterminio, los soldados que pelearon en todos los bandos, ni siquiera sabían por que luchaban ―Shirou sonrió ante sus palabras.

Estaba hablando demás, mezclando verdad y mentira, viendo como el rostro de Olga Marie se iba desfigurando a cada segundo y por cada palabra que daba, la tristeza presente en el rostro de la joven le dolía.

Era como si alguien estuviera estrujando su pecho.

―Tú padre no rogó, le pregunté que valía más, su vida o Chaldea, eligió Chaldea, entonces yo-

― ¡Es mentira! ―Olga Marie apretó los dientes y tomó los barrotes que empezaron a quemar sus manos, la mirada pasó de confusión a ira, ira mezclada con locura―, no puede ser eso así.

Una risa breve salió de Olga Marie cuando dijo aquello, no podía terminar de procesar las palabras de Shirou.

¿Realmente él había causado todo esto?

¿Por qué?

¿Por quién?

―No tienes que mentir ―Olga Marie se rió de forma nerviosa, no soltaba las barras de la celda de Shirou, no le importó el sentir como sus manos se estaban quemando. Shirou se acercó y tomó las manos de Olga Marie y las separó de las barras.

Ambas manos quemadas se unieron y Shirou vio como Olga Marie lo estaba viendo con una sonrisa y una mirada de confusión.

―No tienes que decir eso, sé que buscas lo mejor para todos es por eso que siempre has ayudado así, siempre fuiste bueno, incluso con alguien como yo, un fracaso ―llanto, Olga Marie no sabía que hacer, el campo que puso tampoco duraría para siempre y el tiempo se estaba terminando―, di la verdad Shirou…

―Yo maté a tú padre Marie ―Shirou levantó una mano y puso un dedo en la frente de Olga Marie, la joven se quedó quieta―, puse una bala en su cabeza porque me ordenaron que lo haga, no hay otra verdad.

―No, algo como eso no puede ser, además, ¿qué razón tendrías para-? ―Olga Marie se cortó en su pregunta y recordó los momentos antes de que su padre muriera, las amenazas y las represiones de los países―. La guerra…

―Si Marisbury hubiera estado con vida un día más entonces la guerra hubiera estallado antes, no podría controlar los daños y no podría evitar el peor resultado, con su muerte atrasé eso y preparé un mejor resultado.

―Un resultado donde yo era la cabeza de todo y la guerra era una controlada… ―Olga Marie vio a Shirou sonreír, sonrisa que compartió, pero la joven de cabello blanco estalló en risa.

― ¿Marie?

― ¿Siempre fue así? ―ella pregunto con lágrimas viendo el rostro de Shirou―, cada momento de mi vida, ¿he vivido al menos un segundo el cual pueda llamar como mía?

Shirou no contestó, Olga Marie retrocedió y se colocó contra pared que estaba frente a la celda.

―Desde que nací he vivido una vida para ser la líder de Chaldea, he estudiando día, tarde y noche sobre todo lo necesario para poder dirigir Chaldea, nunca pude descansar porque no podía perder tiempo… ―Olga Marie miró sus manos quemadas y empezó a sonreír―, cuando mi padre empezó a mostrar un ligero interés por fin creí que mis esfuerzos estaban siendo algo, pero todo fue para lleguemos a esto, ¿no?

Shirou cerró los ojos y pensó en lo que aprendió en su viaje al taller de los Marisbury.

―Nunca fuiste dueña de tú vida, vives y vivirás para la humanidad ―Shirou no miró a Olga Marie cuando dijo aquellas palabras.

No quiso ver como ella rompió en llanto y golpeó el suelo con frustración. Olga Marie odiaba la debilidad, odiaba el sentirse inútil y que no hacia nada bien, odiaba como todos la despreciaban.

¿Pero siempre fue así?

Su vida siempre fue algo que no vivió como la de un humano más, no recordaba un solo momento en el cual le dieran una opción, siempre fue aprender y seguir, aprender y seguir.

Nunca cuestionó nada.

Libre albedrio, ella creyó que lo poseía. Pero solo fue un muro pintado con un bosque y techo teñido de azul.

―Todo lo que he hecho ha sido para asegurar-

―Asegurar la prosperidad de Chaldea ―Olga Marie sonrió y se cubrió el rostro con sus mangas, ella abrazó sus rodillas.

No sabía cuanto tiempo quedaba para que vengan por Shirou, no es como que ella pudiera romper ya en ese tiempo la barrera que estaba delante a ella.

¿O era por qué no quería hacerlo?

Venganza.

― ¿Alguna vez fui dueña de mis acciones? ―Olga Marie levantó la cabeza y vio a Shirou quien le sonreía como si entendiera de lo que hablaba.

―Nadie es dueño de lo que hace, solo creemos que nos movemos como queremos, pero todos seguimos los hilos del mismo titiritero, yo sé mi final, sé como terminará esta noche, este día, mi muerte ya estaba escrita incluso antes de que hubiera nacido.

Olga Marie se rió ante aquel comentario.

―Entonces tampoco tuviste opción… ―ella reclinó su cabeza hacia atrás y miró el techo de piedra, la celda era obviamente antigua, pero la magia y las remodelaciones modernas―. Siempre creí que estaba logrando algo, que incluso era especial, pero siempre fue lo que necesité hacer, ¿no?

Shirou solo se quedó quieto.

Él sabía que el tiempo se terminaba, no iba a cuestionar como Olga Marie había llegado hasta donde él estaba encerrado, pero al menos logró hacer que la mujer perdiera ganas en sacarlo de allí, incluso si llegaba el emperador y la veía no podría hacer nada.

Tocar un solo cabello de Olga Marie era el equivalente a hacerse enemigo del mundo.

―Eres especial, tus emociones, tus sueños y deseos son propios, es lo único que nos pertenece a nosotros, los humanos, el ego y el anhelo de algo ―Shirou vio como Olga Marie se rió―, ¿qué fue gracioso?

―Incluso cuando todo el mundo te llama la persona más malvada y el ser menos humano que se ha concebido, sigues sin odiar a nadie.

Shirou miró a Olga Marie quien ahora estaba quieta y sin moverse.

―No puedo odiar a quienes sufren más que yo, ¿Cómo me puedo permitir desear el mal cuando alguien anhela algo propio?

―Lo dices como si no tuvieras nada lo cual llamar propio.

―Incluso mi sueño no es mío ―Shirou confesó aquello por primera vez. Olga Marie abrió los ojos ante aquello―. He pasado toda mi vida buscando ayudar a los demás para verlos sonreír, quería sentir la felicidad que trasmitía el poder ser de ayuda, el poder salvar a alguien, lo vi, vi la sonrisa de mi padre aquella vez.

―Shirou…

―Lo pensé tantas veces, si seguía salvando a personas, eventualmente iba a poder sonreír como él ―Shirou bajó la cabeza y apretó los dientes―, ¿por qué nunca pude sentirlo?, lo he intentado, he salvado miles de veces más que a los que he condenado, he visto la sonrisa de ciudades enteras, la gratitud de cientos de miles, ¿por qué no puedo sonreír como él?

Olga Marie se quedó en silencio.

―Entonces este es tú último acto, ¿no? ―ella preguntó viendo como Shirou la volvió a mirar―, tu mayor deseo… tu mayor anhelo no fue salvar a los otros, fue salvarte a ti mismo.

― ¿Qué? ―Olga Marie llevó las manos en su cuello y sacó un collar que Shirou reconoció al instante.

Era el collar de Marisbury.

Olga Marie se quitó el collar y he indicó que se acercara. Shirou obedeció y se acercó frente a las rejas, Olga Marie le colocó el collar, la calma de Olga Marie fue lo que dejó desconcertando a Shirou, él no entendió nada.

La joven pasó de actuar emocional a tener confianza al darle el collar.

―Es un regalo que me lo devolverás, tendrás que devolvérmelo después.

Shirou sonrió ante aquel comentario.

No iba a haber un después.

Olga Marie se puso de pie y se sacudió el polvo.

Miró la hora, quedaban diez minutos antes de que termine su tiempo.

―La humanidad… ―Shirou habló haciendo que Olga Marie se girara a verlo―, la vida humana a pesar de ser tan torpe es algo lo cual es hermoso al mismo tiempo.

―Lo sé.

― ¿Seguirás cuidando a Chaldea como ahora? ―Shirou preguntó al ver como Olga Marie sonrió.

―Al final, ¿puedo decidir? ―fue una respuesta a modo de broma e intentar hacer burla a su situación.

Shirou se quedó en silencio, vio su pecho, dentro de la tela maltrecha estaba aquel collar que aún tenía el aroma de Olga Marie.

―Haz lo que quieras ―Shirou alzó la cabeza y miró el techo de piedra.

Ya no importaba que dijera o que pasara, él había aceptado el papel en la obra que fue su vida y Olga Marie parece que había reconocido el suyo.

―Entonces nos vemos, te veré para navidad.

Olga Marie bromeó antes de caminar, los pasos de la joven casi desparecieron de inmediato cuando pasaron un par de metros, Shirou confiaba en su audición realmente buena, ¿Olga Marie era tan buena realmente en esto?

Fue casi cómico que le enseñara como asesinar y las formas más rastreras de usar la poca magecraft que sabía para ello.

Shirou pensó en Olga Marie antes de cerrar sus ojos y esperar que vengan a buscarlo.

Al menos una sola vez más, le hubiera gustado verla sonreír con tanta inocencia y sin preocupación, al menos una sola vez, le hubiese gustado verla sonreír como era debido.

¿Salvarse a sí mismo?

No había porque pensar en él como algo que importara, él solo era un medio, una herramienta para para la humanidad, solo fue… un engranaje girando para mantener el orden.

¿Era aquello lo que simbolizaba aquel mundo de su otro yo?, un mundo en el cual sé reconoció como una pieza más dentro de un sistema simple.

Una herramienta.

Ya no importaba.

Shirou escuchó pasos acercarse.

Era hora.

Un barullo el cual no podía ser calmado.

Música tan fuerte que rebasaba lo razonable.

Personas bailando y gente bebiendo.

Era un gran festival a la espera de la estrella del evento.

Personas vendiendo productos, gente tomando y divirtiéndose, riendo y celebrando la paz lograda. Las facciones que adoraban a "Emiya" solo eran una minoría al final del día, por lo cual no era algo lo cual importara o se tomase en cuenta, nadie pensó en ellos, el centro de todo fue el ver como el mayor mal del mundo estaba por morir.

Olga Marie estaba parada en uno de los tantos lugares cerca de la horca, la madera recién puesta aún era posible de oler en el aire, incluso con todas las personas que estaban esperando desde hace horas, ella miró la soga que estaba en el centro del escenario.

Eran las 23:50 del 24 de diciembre del 2012.

En medio de clamores y alabanzas el emperador salió con Emiya quien estaba apenas caminando, la ropa sucia y el cuerpo magullado y lleno de heridas, el hombre tenía una mirada perdida y un rostro que parecía no entender nada, como si no supiera donde estaba parado.

Los guardias caminaron y pusieron al hombre sobre la plataforma, forzándolo a estar de pie, Shirou miró el cielo, uno tranquilo y despejado, pero la luna…

¿Había un eclipse hoy?

El hombre, ¿era su amigo?, Shirou no lo pensó, solo pudo escuchar el cantar y gritos de celebración de parte de los presentes.

El emperador empezó a hablar sobre lo que había hecho. Shirou lo escuchó, todas esas cosas, fueron cosas muy malas la verdad, ¿por qué hizo todo ello al final?

Se sintió raro, él había visto su muerte, sabía que vendría y como pasaría, pero esto… vivirlo fue extraño, fue como estar manejando un auto, su cuerpo se movía, pero no sabía porque, ¿quizá era porque ya había cumplido con todo lo que tenía hacer?

¿O solo respondió a lo que recordó de lo que pasó?

Todo era confuso en este momento.

23:58 del 24 de diciembre del 2012.

El emperador gritó como el diablo había venido en carne y había mandado a Shirou a crear el caos. Shirou lo escuchó, ¿realmente lo compararon con el diablo?

Quizá Lucifer y él fuesen parecidos, cayendo de la gracia ante el pensamiento de que podían ayudar, pero solo generaban el mal.

¿Marisbury estaría viéndolo ahora?, conociendo al hombre estaría esperando el final del acto para aplaudir el fin de la presentación.

23:59 del 24 de diciembre de 2012.

El emperador había dado un paso atrás y los ejecutores se pararon a un lado de Shirou cada uno, el hombre que estaba con la mano en la palanca de la trampilla bajo sus pies se lamió los labios ante la idea de que su nombre sería grabado en la historia.

El hombre que ejecutó al enviando del diablo.

Shirou miró eclipse asentarse en las dunas y reflejar levemente el collar que le había dado Olga Marie al final.

¿Ella iba a ir por su cuerpo al final para recuperarlo?, él no podría devolvérselo, le hubiera gustado.

¿Ella comería bien?, si la dejaba sola empezaba a comer solo lo necesario. Shirou pensó en Olga Marie, como ella no conciliaba bien el sueño, en las pesadillas que tenía y como siempre le contaba las cosas más insignificantes con toda la emoción del mundo.

Él estaba feliz con escuchar las divagaciones de la mujer.

Shirou cerró los ojos y pensó en ello, ¿de verdad aquella mujer le hizo feliz con cosas tan simples?

25 de diciembre del 2012.

La palanca de la trampilla sonó generando un silencio abrupto.

Olga Marie quien estaba frente al escenario lo vio y recordó el reloj, la alarma que la asustó en su primera navidad, el sonido del reloj marcar las doce junto con Shirou abriendo una botella para beber con ella y los demás guardias.

El grito de alegría de los guardias fue suplantado por la ovación masiva que se dio en el lugar, todo el mundo saltando y riendo. El cable del corcho de la botella era la soga y Shirou era la tapa que explotó con fuerza antes de que se gritara aún más fuerte.

El cuello del hombre se había roto dando a entender que le llagaba el fin.

Olga Marie vio esa escena y las lágrimas no dejaron de caer de su rostro, fue como su primera navidad, la comparativa y el clamor de los presentes, la emoción y la sonrisa a pesar de todo en el rostro de Shirou, el hombre extendiendo su mano hacia ella a pesar de tener el cuello roto aún con consciencia.

Shirou miró a Olga Marie quien estaba en medio de la audiencia ante él.

Fue extraño para Shirou.

Incluso cuando todos festejaban y gritaban felices… incluso cuando todos parecían haber sido salvados.

¿Por qué no pudo sonreír como Kiritsugu aquella vez?, lo intentó tanto…

Negro.

Ah…

La vista de Shirou se fue yendo al cabo de los segundos, su cabeza se nublaba, solo vio el rostro de Olga Marie llorando, pero sin sonreír.

Él quería verla sonreír una vez más, solo esa sonrisa… una vez…

Más.

La trasmisión se había dado a lo largo del mundo gracias a la televisión local del imperio, la retransmisión se dio por todos lados.

Olga Marie sonrió al ver la pequeña línea que caía de un lado de la cara Shirou. Incluso al final… él hombre no lo encontró, no lo vio, no pudo hacerlo.

¿No mencionó que todos tomaban su lugar y que él iba a darlo todo ahora?

Era un mentiroso, ese era él único crimen el cual podía darle a Shirou, él le dijo que la protegería y la haría sonreír.

¿Entonces por qué era la única llorando en medio de todas esas personas festejando?

Ojos vacíos sin vida que reflejaban la luna veían fijamente los ojos oro de Olga Marie quien se quedó quieta viendo al hombre que había extendido su mano hacia ella en el último momento.

Lo recordó como aquella primera navidad.

Después de abrir la botella Shirou le entregó la botella y le extendió la mano para que la tomara, ella no aceptó al no saber que hacer.

Pero ella había extendido su mano esta vez.

―Feliz navidad, Shirou Emiya.

No fueron blasfemias o gritos, no fue un gracias o un hasta luego, fue algo que había esperado decir desde la primera vez que festejaron juntos.

Como si fuese lo que había estado esperando, la luz de la luna dejó de llegar en los ojos de Shirou y Olga Marie solo sorbió mientras que se limpiaba el rostro.

El 25 de diciembre a las 00:00 se había efectuado la ejecución de Shirou Emiya ante todo el mundo dando a paso a la paz que todos habían estado esperando.

El final feliz que cualquiera no hubiera esperado, pero para la única persona que había visto el final, no había sido el final que creyó, el final feliz donde por fin podía sentir que hizo algo.

Incluso eso se le fue negado.

― ¿No pensaste que te dejaría ir verdad?