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La mordida

¿Por qué debo estudiar?, ¿Pará trabajar?, ¿Pará contribuir con esta absurda sociedad?, si la vida es así, entonces no quiero seguir viviendo.

¿Por qué la gente no se da cuenta de que siguen un vicioso círculo de monotonía?, algunos creen haberse dado cuenta de la verdad de mis palabras, pero son conformistas, es como si se inyectaron drogas para dejar de ser alcohólicos.

-Patético-

-¡¡Oye hirochi!! - susurra

Este sujeto es muy molesto

-Hirochi, mejor presta atención o el profe se enfadará, ya sabes que hoy no está de humor-

-Si, si, lo que digas-

Hiraku cree que somos amigos, pero yo no quiero amigos, solo lo uso de vez en cuando para los estudios

Aunque es cierto que no quiero estudiar ya que esta es una sociedad absurda, no hay manera de evitarlo, es la única manera de salir adelante, además, sería estúpido si no lo hiciera, ya que si quiero hacer algo para cambiar esta vida absurda (mi vida al menos) primero debo ser alguien en la sociedad. Entrar en la sociedad para salir de ella. Les dije que era una vida absurda.

En la tarde, mientras me preparo para irme, Hiraku se me acerca

-Oye hirochi, ¿no quieres venir con los chicos a divertirte un rato?-

-No gracias, no tengo tiempo-

-Vamos, no seas así, tienes que divertirte de vez en cuando no?, además invitaremos a algunas chicas del otro salón, y contigo acompañándonos, no se resistirían-

-Si lo pones de esa manera solo haces que pierda mas el interés, sabes bien que no quiero relacionarme con ninguna mujer-

-Si, lo sé, pero vamos, eres el galán de la escuela, deberías de aprovechar, no todos tenemos esa suerte-

-Dije que no, lo siento-

Me pongo mi mochila, dispuesto a irme. Hiraku me pone un brazo en el hombro.

Suspira decepcionado.

-No tienes remedio, bueno, cuidate, adiós-

Se vá, no le respondo.

El camino a casa es muy largo, pero al menos puedo apreciar un hermoso atardecer urbano, el cielo naranja oscuro mezclado con las luces de la ciudad, es un paisaje inigualable.

Sin embargo, la multitud arruina el paisaje, y como lo esperaba, hay muchas chicas mirándome. No hay día en el que no pase por esto, y es muy molesto.

Algunas personas como Hiraku piensan que es un total desperdicio tener belleza y no usarla a tu favor. Antes también pensaba así. Antes de... de... de aquel día.

Además, una persona atractiva está expuesta a muchos peligros, sólo que los demás no se dan cuenta ya que sólo ven los beneficios, pero hay muchas personas enfermas en el mundo, o algunas personas que no se controlan, y eso puede traer problemas.

Al menos debo admitir que si bien, convivir 7 horas al día con mis compañeras de clase es una tortura, nadie se atrave a dar el siguiente paso y declararse, por suerte. Respeto esa vergüenza.

El otoño llegó hace poco, los cerezos dejan caer sus delicados pétalos rosa suavemente hacia donde el viento los lleve, ser espectador de este espectáculo te hace sentir una paz indescriptible.

Poco a poco empiezo a salir del bullicio de la ciudad y paso a una zona residencial. El cielo oscurece y se empieza a sentir un ambiente tenebroso y frío.

Ya debería estar cerca de casa, y no veo a nadie por los alrededores, cosa que es común a estas horas del día, pero el silencio se siente pesado, como si...

Logro divisar a una persona cerca, es un señor, y no parece estar bien, parece que se ahoga por la forma en el que se sujeta el cuello.

Trato de ignorarlo y continuar con mi camino, pero sorpresiva mente se lanza sobre mi en un ataque enloquecido.

-Que crees que haces, imbésil- grito

De nada sirve, tampoco sirve forcejear, es muy fuerte. Logra morder mi hombro, muy cerca del cuello.

-AAAHHHHHHHHH!!!!!!-

Acelerado por el dolor, logro darle un gancho certero en el estómago, quitándole aire y haciendolo retroceder. Por desgracia, se recupera muy rápidamente y vuelve a lanzarse. Esta vez lo esquivo y hago a un lado.

Cuando se da la vuelta para volver a atacar, le acierto un golpe directo en la cara y cae al suelo.

Al instante, todo vuelve a ser silencio, en el suelo yace el hombre, aún respira, pero por fortuna, está inconsciente.

-¡Maldición! -

Me voy de inmediato, no quiero que nadie se entere, ni que se haga público, aunque muchos debieron haber escuchado tal escándalo.

Mientras voy avanzando, el dolor de la mordida parece desaparer, pero siento un fuerte dolor de cabeza y mareos.

Muchas veces estuve por caer, pero por fin llego a casa, no obstante ahora siento mucho frío. Subo directo a mi habitación y me cubro con la frazada.

-¿Acaso voy a morir? - susurro debilmente

Pierdo el conocimiento.