Lu Feng, Liu Wen y los demás, al ver acercarse a un grupo de personas, se levantaron apresuradamente en pánico.
Los tres eran frecuentemente advertidos por sus pequeños hurtos, ya que nunca cometían delitos mayores, solo menores de manera incesante.
Pero esta era la primera vez que veían tal despliegue de fuerza.
El Padre Luo había tomado una decisión.
—Llévenselo. Que se pudra tras las rejas.
Si sus hijas casadas se preocupaban por verse implicadas, entonces que Lu Feng corte lazos con la familia Luo y pretenda que la familia Luo no tenía ese hijo.
En ese momento, el patio estaba muy tranquilo.
Porque aún no era hora de salir del trabajo y de la escuela.
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