De vuelta en la capital, Emmelyn sentía dolor en todo el cuerpo y tenía la cabeza muy pesada. Cada día era una lucha por mantener la cordura. Era como estar en confinamiento solitario.
Odiaba no poder hablar con la gente. No tenía acceso a visitas y las criadas no se atrevían a hablarle cuando venían a servirle la comida o ayudarla a lavarse.
Y no, no la lavaban ni le preparaban agua en su bañera. Solo le proporcionaban un pequeño cubo de agua y una toalla que usaba para limpiarse.
Limpiaban su orinal una vez al día y todo se mantenía al mínimo. Lo justo para mantenerla con vida, pero nada demasiado cómodo aunque estuviera embarazada.
La única cosa que seguían proporcionándole adecuadamente era la comida.
Parecía que quienquiera que hubiese organizado su situación quería asegurarse de que a su bebé no le faltara comida, pero que la madre no debería tener una vida fácil y cómoda en su prisión improvisada.
webnovel.com で好きな作者や翻訳者を応援してください